Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 6 de octubre de 2017

28 largas horas en un tren expreso

                                               Estas seis primeras, son, de Hyderabad
          Dejamos Hyderabad y, sería gilipollas -o, al menos, caería en un topicazo- si dijera, que es una ciudad de contrastes, pero es que en realidad, lo es. El último día -de relleno, a priori- acabamos disfrutando a lo grande del lago y su entorno -tratan de cuidarlo, con éxito irregular- y padeciendo, poco después, los peores cruces, que hayamos visto en seis meses totales, en India -mira, que es difícil-, junto a la estación de tren, donde además del caos circulatorio habitual, se junta con las escalofriantes y peremnes obras del metro, que no parece vayan a terminar nunca, como las de Chennai.

          Sin exagerar un ápice, una moto y un motocarro estuvieron a punto de llevarnos por delante y este blog se habría terminado en el post anterior, al igual, que el viaje y la propia vida. ¡Así puede llegar a ser, India!.

        Estamos a punto de iniciar el segundo viaje, en tren, más largo de nuestras vidas, desde Hyderabad, a Delhi (veintisiete horas y media). El primero es, el que acometimos en 2014, entre Calcuta yAgra, de 32,5 desesperantes y agónicas horas. Lejos -con 24 horas de duración- y por detrás queda, el que llevamos a cabo, en 2008, entre Santiago de Chile y San Pedro de Atacama, en este caso, en autobús.

          No resulta fácil, aunque sea desde una cómoda litera, que se monta de noche y se desmonta de día, acometer viajes de esta duración, a pesar de que hemos conocido a otros españoles -y no pocos-, que han llegado a las cuarenta horas de trayecto. Las razones, que desaconsejan estos viajes son varias. Las mías, en concreto, son estas:

          -Demasiado tiempo para convivir con las otras seis personas, que ocupan tu misma zona del vagón. Y es, que cada uno somos como somos (al menos, en Gran Hermano pagan). Yo, encantado con el aislado joven, que se vio más de diez películas de Bolliwood en el móvil y que se mantuvo a base de snacks y agua, todo el viaje, sin abrir la boca para otros menesteres. Neutro, con el óptico pululante, que lo mismo comía, que tiraba la comida, que dormía, que paseaba inquieto, que cargaba el teléfono... Pero, mosqueado con el gordo generoso, de buen rollo y socializador, que va ver de forma descarada por donde te pilla las flaquezas (de hecho, de madrugada, la policía acabó registrando su equipaje).

          -Da palo y teniendo en cuenta la orografía del viaje, pasarte horas y horas, viendo el mismo paisaje de llanuras verdes y campos de arroz. Pero, aún peor, el de los alrededores de las interminables estaciones: chabolas, alojamientos de chapa y plástico, montoneras de basura -a veces, ardiendo-, escombros, grandes e inmundas charcaleras, burros, perros, vacas, pasos elevados de abrupto hormigón, vías ferroviarias mal manteenidas... y hasta cientos de personas conviviendo con todo esto, en perfecta disonancia.

                                                         
                                                                   Estas tres últimas son, de Delhi
          -Ir tanto tiempo en un tren, sin apenas familias, mujeres y niños y siendo los únicos extranjeros, da cierta preocupación, sobre todo cuando tienes tanto tiempo para pensar.

          -Sea por lo que sea, en India, la venta de comida y bebidas en los trenes está centralizada y solo pueden desarrollarla los empleados de la compañía. Tienen sus horarios, que no especifican en ninguna parte. Por no querer comer un biryani, a la una y media, nos quedamos sin almorzar, hasta que llegaron unas discretas samosas -eso sí, recién hechas-, a las cuatro y media de la tarde.

        -Tanto tiempo sin higiene básica, hasta para cualquier guarrindongo y a unas temperaturas tan elevadas, resulta un asco

          -Una noche en litera, no está mal, pero dos, castiga la espalda de todos los cuerpos, hasta los de los más jóvenes.

          -Las paradas en medio de la nada y sin motivo aparente -tan frecuentes en los convoyes, de Indian Railways-, son desesperantes, aunque es cierto, que también ocurren en los trayectos más cortos.

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