Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 19 de septiembre de 2022

En el Rastro (II)


 

En el Rastro (I)


Jardín vertical, en Madrid


 

La perdida de todas nuestras fotos del viaje

          Aún, no sabemos, con que material fotográfico ilustraremos estos post del viaje por Montenegro, Albania, Corfu y Roma. El caso es, que mi pareja es una auténtica especialista y tiene un currículum inigualable perdiendo cosas. A lo largo de los últimos años ha extraviado varias veces los pasaportes -sin consecuencias, afortunadamente -, dinero, billetes de transporte, documentos, las gafas de ver, las de sol, decenas de paraguas, la compra del supermercado... Y esta vez, le ha tocado el turno a la cámara -comprada en 2015- y a las más de 500 fotos, que portaba la tarjeta SD introducida en su interior. Todavía, no ha perdido nunca las tarjetas de crédito -no lleva ninguna encima - y sorprendentemente, las llaves.
   
       El amargo sentimiento de la perdida de las fotos de un viaje, ya lo vivimos en 2008, durante nuestro segundo viaje largo - por el sudeste asiático -, pero en aquel momento, se trató de un suceso puramente accidental y no de una negligencia, como es este caso. Mi pareja estaba mirando las instantáneas en el visor de la cámara, cuando la tarjeta comenzó a dar un error múltiple y todas las fotos desaparecieron al instante. Nos ocurrió en Filipinas y fue uno de los momentos más tristes de nuestros 35 años de relación.
  
        Dos meses después, cuando ya lo habíamos asumido y perdido toda esperanza, gracias a la información de un amigo residente en Brasil, compramos un programita por unos cuarenta euros, que logró restablecer a su estado normal en torno al 90% del material fotográfico.
   
       4,45 de la madrugada del 12de septiembre, de 2022. Suena el despertador, pero no estamos en ningún hotel, sino tumbados en el suelo del aeropuerto de Fiumichino, en Roma. La noche anterior, debido al elevado precio de los alojamientos, la hemos pasado en las calles de Roma y la precedente, en esta misma terminal, provenientes de Corfu. Nos sentimos cansados y algo desorientados.
   
       Vamos al baño y nos lavamos como los gatos. Debemos atravesar de inmediato los controles de seguridad y tomar el vuelo de Ryanair, que parte hacia Santander, a las 6,30 de la mañana. ¡No lo vayamos a perder, después de lo que ha costado -psicologica y económicamente _, cuadrar la vuelta!
   
       De repente, advertimos, que algo no va bien. Al depositar los diversos enseres sobre la bandeja notamos la ausencia de la cámara y de la tarjeta SD introducida en su interior, que no encontramos en ninguno de los tres pequeños bultos, que portamos. Para nuestra mayor desgracia, el personal de seguridad nos informa, que la oficina de objetos perdidos no abre hasta las siete de la mañana.
  
        El vuelo se convierte en el más triste de nuestras vidas y por primera vez, desde hace muchos años, asoman las lágrimas. Las siete horas de estancia en Santander, a la espera de tomar el autobús para Valladolid, resultan ser un infierno junto al mar.
    
      Esa misma tarde y por correo electrónico, iniciamos las gestiones con la oficina de objetos perdidos del aeropuerto romano. Dos días después, aún no hemos recibido respuesta alguna. Estamos completamente seguros, de que la cámara la perdimos en la terminal 1 por la tarde, porque durante la mañana estuvimos, en Tívoli, haciendo fotos hasta el final de la visita. No tenemos apenas esperanzas de poder recuperarlas. ¡Os iremos contando!

viernes, 16 de septiembre de 2022

Un viaje lleno de adversidades

           Éramos conscientes desde antes del comienzo, de que esté iba a ser un viaje difícil y esforzado, porque las jornadas disponibles eran escasas para tanto itinerario y porque debido a los altos precios y a las dudas sobre el lugar de retorno, iniciamos nuestra andadura sin billetes de regreso cerrados, pero con fecha exacta del mismo.

          A falta de las escasas esperanzas, que tenemos depositadas en la oficina de objetos perdidos del aeropuerto de Roma, la adversidad más importante fue la última. Mi pareja, que dispone de numerosas virtudes, cuenta con el grave defecto, de que lo pierde casi todo. Esta vez, ni más ni menos, le ha tocado el turno a la cámara y a las más de 500 fotografías acumuladas a lo largo del periplo. Si no fuera por los vídeos, recopilados en este blog, la memoria visual de esta aventura habría desaparecido por completo. ¡Grave, horrible e imperdonable mazazo! Y así os desvelo, lo del alto precio pagado, del otro post.

          Otros contratiempos han sido:

          -Tal, como están los aeropuertos este verano, el ya previsible retraso de tres de los cuatro vuelos, que hemos tomado. La mitad de los controles de seguridad -los de Madrid y Barcelona,en concreto- fueron exagerados, lentos, molestos, maleducados y absurdos.

          -De un total de doce noches de recorrido, por diversos motivos, casi inevitables, cuatro las hemos pasado en aeropuertos y una en las calles de Roma (las tres últimas, seguidas)

          -Enormes dificultades para cuadrar el recorrido de vuelta a nuestras fechas y a un precio razonable. Mucho trabajo y esfuerzo en los hoteles con el teléfono móvil, para terminar añadiendo un día más a la ruta, que perdemos de las vacaciones de octubre.

          -Ir a uno o dos destinos por día, sin repetir alojamiento, lo que nos ha hecho muy difícil tomar aire y mantener la moral alta.

          -El insoportable y exagerado calor y la desmesurada humedad, que no nos han dado tregua ni un solo día. Menos mal, que en todos los hoteles tuvimos aire acondicionado, aunque no siempre funcionó bien.

          -Que este verano, debido a la inflación y a querer recuperar lo perdido por causa de la pandemia, los precios de todo se han vuelto imposibles y nos ha costado cuadrar el presupuesto.

          -El caótico funcionamiento y la escasez de los transportes en Albania, al sur de Tirana. Fruto de ello sucedió, que nos quedamos sin visitar, Gyrocaster.

          -La extrema dificultad para encontrar alojamientos , en Corfu, especialmente en la ciudad. O llenos o caros. A ello debemos añadir, en Montenegro y Albania, lo complicado, que resulta la mayoría de las veces, dar con el hotel o guest House seleccionado, porque los planos de las ciudades son muy malos y además, muchas calles no disponen de placa con el nombre 

          -Vernos obligados a pasar más de 48 horas en Roma. Hacia once años, que no la visitábamos, pero con una sola jornada habría sido suficiente.

          A pesar de todo ello y de ir con la lengua fuera, el viaje ha merecido muchísimo la pena, aunque en muchas ocasiones, ha llevado a nuestro estrés a límites poco deseados.

jueves, 15 de septiembre de 2022

Al fin, objetivo cumplido, aunque a un alto precio

           El viaje de 13 días, que ha concluido, era una parte de un más largo trazado, que quisimos llevar a cabo, en noviembre de 2016 y que no desarrollamos, finalmente, porque escasos días antes de partir, nos atropelló un coche y aunque no salimos muy malparados, si padecimos ligeras lesiones, que echaron nuestros planes para atrás.

          Originariamente, se trataba de recorrer Grecia de sur a norte, con el fin de enlazar con Albania y terminar nuestra ruta, en Montenegro, más o menos, a lo largo de un mes. En los años siguientes, el proyecto fue cayendo en el olvido, eclipsado por otros objetivos más ambiciosos, como el séptimo  y el octavo viaje largo y un interesante periplo por Asia Central.

          En 2020, llegó la pandemia y durante el verano y después del confinamiento, eran  pocos los destinos, que se podían visitar sin o con escasas restricciones. Por los pelos y dos días antes, de que instauraran  PCRS obligatorios para todos los viajeros, conseguimos colarnos en Grecia y llevar a cabo parte de ese itinerario por el país, al que añadimos la isla de Creta, Albania y Montenegro no pudieron ser, porque entonces, estaban cerrados.

          Ha tenido, que ser, en septiembre de 2022, cuando por fin, hemos completado aquellos planes tan lejanos, a los que hemos añadido la isla de Corfu y un par de días en Roma y Tívoli, a la vuelta, quedando el viaje, como sigue:

          Día 1.- Valladolid - Madrid - Barcelona (31 de agosto de 2022)

          Día 2.- Barcelona y Barcelona - Pogdorica

          Día 3.- Pogdorica, Kotor y Budva 

          Día 4.- Budva, Sveti Stefan, Bar y Ulcinj 

          Día 5.- Shkoder y Tirana 

          Día 6.- Tirana y Berat 

          Día 7.- Sarande 

          Día 8.- Ksamil y Sarande 

          Día 9.- Sarande - Corfu, Corfu y Gouvia 

          Día 10.- Gouvia y Corfu 

          Día 11.- Corfu - Roma y Roma 

          Día 12.- Tívoli y Roma 

          Día 13.- Roma - Santander, Santander y Santander - Valladolid.

          Destaca, sobremanera, la no visita a Gyrocaster, incluso, habiendo pasado por allí. Se detallará este asunto en próximos post, al igual, que lo del enigmático alto precio pagado, que figura en el título de esta entrada.

miércoles, 14 de septiembre de 2022

Más historias en Santander

           No hace falta irse a la Conchinchina o al fin del mundo, para verse inmerso en aventuras inquietantes.

          En nuestro anterior viaje a Santander y como ya se contó en un post anterior, fuimos testigos del sainete de la cartera, en el que fuimos meros espectadores. Esta vez, nos toca ser protagonistas. 

          A las puertas del Carrefour Express del centro, el calor aprieta y doy un trago de cerveza de una litrona. Corriendo, se acerca una persona de mediana edad, que nos dice: "Guardad la botella, por aquí transita mucha policía y tocan bastante los cojones". Nunca en mi ya dilatada vida encontré predicciones tan atinadas.

          Mi pareja entra a comprar y yo me quedo fuera con los bultos. Al medio minuto, aparece un madero de paisano -pero con discretos distintivos- y de malas maneras, me pregunta: " Acaso, ¿Está usted mendigando? Yo, vestido normal, aunque no para el nivel de Santander y ojeando la pantalla del móvil, me quedo de piedra y solo atino a responder: " No, estoy esperando a mi pareja", ante lo que huye, dándose cuenta de que no es el mejor sabueso de Cantabria. No tardo así nada en intuir, que nuestro delito es llevar una mochila mediana, porque por este motivo, ya nos han retenido otras tres veces, durante los últimos años.

          Indignación y resignación a partes iguales. ¿Es tan difícil para la madera, entender que alguien vaya de camping y cargue el último día con los bultos?. Lo comprendió, mejor, un niño travieso de unos siete años,Fue en la misma plaza  del río de la Pila, como la del incidente de la cartera. Nos espetó: "¿Que pasa? ¿Que vais a acampar aquí hoy?. Con el fin de intimidarle, le decimos: " Si y vamos a matar a todas las viejas del barrio" "Ah , si?, contesta indiferente, sin parecerle mal. Es natural. En los minutos previos se ha dedicado a lanzar un columpio hacia arriba, hasta le ha dado las vueltas suficientes por el travesaño horizontal, hasta quedar encajado.

          Mientras tanto, chonis de manual y seguidores ultras del Racing cruzan la plaza. La parte baja de Santander es tan fina como gruesa, la alta.

miércoles, 7 de septiembre de 2022

martes, 6 de septiembre de 2022

lunes, 5 de septiembre de 2022