domingo, 16 de marzo de 2025
Calpe y Denia
sábado, 15 de marzo de 2025
viernes, 14 de marzo de 2025
miércoles, 12 de marzo de 2025
Vuelta a la nostalgia infantil y adolescente
Casi, acababámos de volver de ocho días en Portugal. Habían pasado ya las diez jornadas -habiles y naturales- necesarias para la publicación de la lista definitiva de la oposición, pero aún, no había salido, así, que había, que seguir huyendo, pero a un sitio, desde donde pudiéramos volver de inmediato, llegado el caso. Por tanto, descartado volar.
Nos decantamos por un destino nacional y en concreto del Mediterráneo. Dos razones nos llevaron a ello: la competencia entre RENFE, Ouigo e Yryo en esta zona hace, que los billetes de alta velocidad salgan bastante baratos y por otra parte, encontramos un alojamiento muy barato en Calpe -17€ la noche -, que nos serviría, como base para las dos primeras noches.
Así y a 15€ cada uno, adquirimos dos billetes a Alicante con Ouigo. Los asientos se dividen en dos: tierra, los de la parte baja del vagón y cielo, los de arriba. Dejamos la vuelta abierta.
Ha sido nuestra primera experiencia con la filial francesa y debemos decir, que nos seguimos quedando con RENFE, porque los asientos de la estatal española son algo más cómodos y dan menos la brasa con la megafonía. Además, ni a la ida, ni a la vuelta funcionaba el wifi y la cobertura en esta línea es realmente mala. De todas formas, no habrá problemas en repetir, con ellos.
Otro gran descubrimiento se unió a nuestra suerte. Existe una muy buena y barata línea de tranvía entre Alicante y Denia -gratuita para minusválidos con más del 65% de discapacidad -, que para en todos nuestros potenciales destinos. Además de los dos citados: Calpe, Altea, Benidorm y Villajoyosa.
Casi desde pequeños, no visitábamos esta zona y el viaje rezumaba cierta nostalgia infantil y adolescente.
Una de las mayores amenazas era, que las aplicaciones del tiempo daban severas lluvias para toda la semana. Afortunadamente, los pronósticos no se cumplieron y solo nos cayeron dos terribles aguaceros a la ida y a la vuelta, en Madrid.
No es por enredar, pero debemos decir, que la gente de Alicante y provincia nos ha parecido mucho más amable y hospitalaria, que la de Valencia, lugar en donde hemos estado en dos ocasiones en los últimos tiempos.
Entre "mendis" se está bien.
Preveíamos, que el viaje de vuelta entre Lisboa y Madrid, se iba a hacer largo, al ser de día, pero no fue así y eso, que no dormimos ni un minuto. Tan solo una parada en un garito muy bien montado y muy caro a las afueras de Mérida y llegada a Madrid, con una hora de antelación.
Eso nos permitía, tomar el ultimo Media Distancia del día, a Valladolid, pero todo nuestro gozo en un pozo, porque no teníamos billete reservado y el convoy -lástima, por ser domingo- iba completo. No quedaba otra, que irse a dormir a Barajas y tomar otro tren durante la mañana de la jornada siguiente.
A ver: últimamente, hay muchos reportajes periodísticos de medios diversos, sobre los mendigos de Barajas. En nuestra humilde opinión - y somos clientes frecuentes de todas las terminales, tanto para volar, como para dormir - muestran una exageración, que está encaminada a perjudicar al gobierno, como con otras tantas historias y mentiras.
Se habla, de qué los "mendis" han pasado de cuarenta, a quinientos, pero visualmente, no son ni la mitad. Se dice, que pululan por las zonas de embarque, lo cual resulta imposible. Se señala, que algunos duermen en ropa interior, lo que nunca hemos visto -como mucho, descalzos- y que son conflictivos, que mayormente, no. Podemos asegurar por experiencia, que son mucho más ariscas algunas de las señoras de la limpieza.
Estamos encantados, de que Barajas sea uno de los aeropuertos más tolerantes del mundo y que hasta homenajee con una escultura en un banco a los mendigos. ¿Donde quieren algunos mandar a esta gente a dormir?. Esa noche vimos, como uno ayudaba a unos guiris con su inglés macarrónico, a sacar bocadillos de una máquina automática.
Ahora bien, Barajas dista mucho de ser un aeropuerto perfecto. Si habría, que controlar más -no digo expulsar-, a otros colectivos mucho más agresivos, como los envolvedores alegales de maletas, los pedigüeños -a los que encima, debes dar la cantidad, que te piden- y a las vendedoras de arepas de jamón y queso y café, que obran como si estuvieran en las calles de San Salvador. La diferencia es, que los "mendis" no molestan, en general y esta gente, sí.
Otra cosa es, que abarroten desordenadamente los baños a las cinco de la mañana, cuando el toque de diana policial -suave, sea dicho-, les/nos levanta del suelo.
Pero los baños de Barajas tienen otros problemas mayores y esos son dos: su vejez y malos olores y el cutre papel higiénico, que es mas fino, que el papel de fumar. Y eso,si que da mala imagen, porque muchos "mendis" con sus carritos pasan desapercibidos, pero viajeros nacionales, internacionales y trabajadores, todos nos limpiamos el culo.
También ahorran en jabón, sobre todo en esos dispensadores mixtos de agua, gel y aire, integrados encima del lavabo. ¡Cada gota, que sueltan, tienes la sensación, de que es oro líquido!
Más que las peleas entre mendigos cabría destacar, las constantes disputas -por ser finos-, que tienen Aena y el Ayuntamiento de Madrid, que eluden constantemente sus competencias y culpan al otro.
martes, 11 de marzo de 2025
Desde Lisboa hasta la Boca del Infierno
Al fin, el pasado viernes y cuando estábamos desayunando en nuestro excepcional apartamento de Benidorm, recibimos una llamada con la lista definitiva de la oposición de mi pareja, confirmando todos los términos de la provisional. Por tanto y desde muy pronto, nuestra vida dará un giro radical, aunque con matices. Pero este tema no toca ahora y lo detallaremos en los posts de nuestro viaje a Alicante y provincia de la semana anterior.
El viernes del viaje a Portugal, lo dábamos casi por amortizado desde el principio. Había que cubrir en bus, las dos horas de retorno de Evora, a Lisboa. Y otras tantas de la caminata desde el aeropuerto al centro, más otra a mayores para hacer el check-in en el hotel de la primera noche en la ciudad. Pero es, que además, cayó una tremenda tromba de agua de más de ocho horas, que nos complicó mucho la vida y empapó nuestras ropas y cuerpos hasta no caber ya una sola gota más de agua en ellos. Tras comprar en el Lidl y el Pingo Doce, pasamos el resto de la tarde en nuestra abuhardillada habitación.
Para nuestra suerte, el sábado amaneció luminoso y pudimos llevar a cabo la excursión más larga del periplo y que ya habíamos hecho en 2011: cubrir caminando los 32 kilómetros, que separan el centro de Lisboa, de Cascais. Por la tarde, regresariamos en el tren de cercanías, barato, pero al precio hay que sumar 50 céntimos, pues es necesario comprar una tarjeta.
No dejamos que se nos pegaran las sábanas, porque como en Portugal es una hora menos, en esta época del año todavía oscurece pronto. Enfilamos por un buen paseo, discurriendo por la desembocadura del Tajo, hasta la Torre de Belém.
A groso modo, el recorrido se puede dividir en tres tramos. El más largo, transcurre por amplios paseos peatonales, que dejan a la derecha diversos y bellos arenales, hasta llegar a la playa de Carcavelos, la más abarrotada del lugar -con competiciones deportivas - y con los chiringuitos a precio de disparate.
A partir de ahí, se toma una estrecha acera, contemplando el rugir del mar desde lo alto, golpeando sobre los acantilados. Después el pavimento no se ensancha, pero el agua desaparece y el paisaje es de casas horribles, hasta llegar a las mansiones del anodino Estoril.
El tramo definitivo hasta Cascais, discurre por unos tres kilómetros de bien acondicionado paseo marítimo, que deja bellas playas a la derecha. Se puede continúa y de hecho lo hicimos, hasta la Boca del Infierno, abrupta y magnífica zona de acantilados y un triángulo hueco en las rocas por donde entra espectacularmente el virulento océano. Cascais es un agradable pueblo turístico típico, sin más pretensiones.
No fuimos a Sintra y a Cabo de Roca, porque ya habíamos ido dos veces, anteriormente. Nos quedamos con ganas de ir hasta Azenhas do Mar, pero es mas complicado en transporte público y los autobuses son escasos y caros.
Como al día siguiente, regresábamos temprano a Madrid, nos fuimos a dormir al aeropuerto, después de un largo paseo por la agradable Lisboa nocturna.
A continuación, se detalla una relación de las playas más importantes de esta excursión por orden cronológico: playa de Algés, playa Cruz Quebrada, playa Paço de Arcos, playa de Santo Amaro, playa de Carcavelos, playa San Pedro de Estoril, playa San Joao de Estoril, playa de Rainha, playa de Ribeira, y playa de Cascais.
Evora
Evora era una de las pocas ciudades portuguesas, que nos quedaba por conocer. Desde Madrid, está camino de Lisboa pero lo cierto es, que sale mejor llegar hasta la capital lusa y volver, que parar de camino. Son unos 125 kilómetros, por los que pagamos 3€, con Flixbus, aunque vimos billetes a 2€, para otros días.
La estación de buses de Evora no está muy lejos del centro, aunque el camino es incómodo. En realidad -y en eso nos recuerda mucho a las ciudades medianas de México-, casi todas las aceras son detestables en Portugal, por estrechas, irregulares y llenas de cosas. ¡Un asco y un estrés innecesario!
El tema del alojamiento, también llevó su esfuerzo. Acabamos en una habitación de un apartamento compartido en el centro, con auto check-in, pero con una soldado/limpiadora, que vigilaba cada uno de nuestros movimientos desde la habitación contigua. Otra molestia, con la que lidiar.
Evora es muy bonita, a pesar de los grupos de los tours, que la asedian en las horas centrales de la mañana, incluso en invierno. Debería ser mucho más peatonal pero en el país vecino no están por estas cosas.
De todas formas, el bello casco histórico es muy compacto y se llega a todos los sitios de interés sin demasiado esfuerzo, a pesar del maldito empedrado. El precio de las visitas le da vergüenza a todo el mundo, menos a quien lo pone.
Resumiendo sus atractivos, que podéis encontrar en cualquier guía o web: las ruinas del templo de Diana, que son básicamente columnas, sobre un soporte elevado; la catedral mazacote; la iglesia de San Francisco; la universidad; la muralla y su torreón y la capilla de los huesos, que en su época fue construida con esqueletos humanos, porque no tenían donde enterrarlos. ¡A grandes males, espectaculares remedios!
No debemos olvidarnos de un extraño acueducto, donde apelando al pragmatismo, han construido centenares de casas debajo de sus arcos o adosados a ellos.
Evora de noche está más muerta, que Amberes y Lucerna juntas.
lunes, 10 de marzo de 2025
De la plaza del Carmen a los puestos de Ginjihna
Empezó el tercer día de viaje con el tiempo más estable y a todo esto, ya eran siete naturales -cinco hábiles -, los que habían pasado desde la publicación de las notas. No estaba claro, cuáles contaban, porque en la convocatoria ponía una cosa y en la resolución otra. Para los que no habéis logrado nunca una plaza pública, no os podéis hacer una idea, de lo larga, que se hace cada jornada entre que se publica la lista provisional y la definitiva. Y eso, que la ventaja con la segunda clasificada era muy cómoda.
Dedicamos la mañana a volver al mercado de la Ribeira y a visitar la plaza más bonita de Lisboa: la del Carmen. A ella se puede llegar utilizando el eiffeliano y caro ascensor, subiendo escaleras o lo mejor: callejeando por bonitas vías ascendentes. En la plaza se encuentra un bellísimo monasterio en ruinas -hoy Museo Arqueológico- y una fuente barroca, que no da agua. Por detrás y desde lo alto, hay un mirador desde donde se contemplan idílicas vistas del castillo y de Lisboa, en general.
Como al día siguiente iríamos a Evora temprano, nos decidimos por ir a dormir al aeropuerto, que no está lejos de la estación de autobuses. Se trata de un camino de unos diez kilómetros, en el que no se abandona el casco urbano hasta la última rotonda. Es entretenido, especialmente, cuando se abandona el centro y se transcurre por un poblado barrio de inmigrantes, con negocios de venta, bares y restaurantes gestionados por indios y africanos. Puedes comer un kebab por 2€, cuando en la Baixa te cuesta cinco.
Si algo constituye hoy en día un emblema de la capital lusa, son los numerosos puestos de ginja -o ginjinha -, que hay por casi todas partes. Se trata de un rico licor de guindas, típico de Óbidos, que se sirve en vaso de plástico o de chocolate. También destacan los omnipresentes pasteles de nata y el bacalao, cocinado de casi todas las maneras imaginables.
El aeropuerto de Lisboa no es el mejor lugar para pasar la noche. Cuenta con dos terminales con transporte gratuito entre ellas. Abre las 24 horas, pero si no tienes una tarjeta de embarque para el día siguiente, aunque seas viajero de otros transportes, debes abandonarlo entre las 00:30 y las 03:00 de la madrugada. El resto del tiempo, nadie te molesta.
Para encontrar un supermercado hay que caminar unos cincuenta y cinco minutos hasta un bien abastecido Aldi (los mejores pasteles de bacalao y de nata de la ciudad).