Desde Alicante y hasta Calpe, se puede llegar en tranvía, con trasbordo en Benidorm. Aunque, en la actualidad, hay obras en el tramo entre La Creueta y Benidorm, que es cubierto en autobús. La estación de Calpe está bastante alejada del centro, con varios cruces incómodos. Tomamos posiciones en nuestra habitación confortable en la barata Pensión Rioka, a través de autocheck-in. Nos sentimos muy a gusto las dos noches, que estuvimos allí.
Como pueblo, Calpe no tiene atractivos turísticos, pero si destaca por su magnífica playa. Si vas hacia la izquierda llegas hasta los puertos deportivo y pesquero y hacia la derecha, el terreno se eleva y se contemplan bellas vistas desde arriba de acantilados y arenales. Al fondo y presidiendo la escena, el colosal peñón de Ifach. Se puede subir a él, pero el cupo es de 300 personas diarias y se debe reservar con antelación. Tuvimos suerte, porque en todo nuestro viaje, el mar se mostró embravecido.
Al día siguiente tocó Denia, donde también se llega con el tranvía. Es famoso su castillo en ruinas -hoy en día, no se puede visitar, porque está hecho polvo - y el inquietante y evocador túnel, que cruza por debajo, que fue refugio para la población civil, durante la Guerra Civil española. Además, conviene no perderse los gratuitos 🖼️ museos arqueológico y enologíco.
El barrio del castillo es muy pintoresco y acogedor y el pesquero -con constantes olores a ricos guisos de arroz -, muy entrañable. La playa más cercana, junto al puerto y la iglesia principal no valen mucho.
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