Todavía nos sentimos impresionados por los momentos vividos ayer, en Vrindavan. Fueron poco más de tres horas allí, pero el chorro de emociones e imágenes resultó tal, que nos pareció mucho más tiempo. En todo momento, nos sentimos partícipes de esta especie de parque temático de la decadencia apocalíptica, hiper excitante y adictivo. Cuanto más horror y caos veíamos, más queríamos seguir mirando.
Hace unos años no entendíamos por qué determinada gente repetía viaje tras viaje, a India, hasta la saciedad. Pero es, que en el sitio, donde menos lo esperas, aparece petróleo, bien en forma de patrimonio monumental, bien en emociones -generalmente contradictorias -, bien en experiencias únicas.
Nosotros, hace un mes y después de cinco viajes y pico al país, no teníamos ni idea de la existencia de Vrindavan. Hoy, los momentos imborrables vividos allí, permanecerán en nuestras mentes de por vida.
Estamos en Delhi, donde vamos a pasar cuatro noches en total, antes de partir el lunes próximo al mediodía para el aeropuerto. Ayer, estuvimos en el mejor hotel de todas nuestras estancias en esta ciudad -en general aquí, son bastante deficientes-, pero hoy hemos cambiado a otro, que habíamos reservado por Booking, algo más barato y con aire acondicionado (segundo en India y quinto del viaje).
Hoy, nos hemos reencontrado con el templo sij, que supuso el pistoletazo de salida del anterior viaje largo -el décimo- y la sensación ha sido extraña. También, con los monos de los templos Ganesh y Hanuman, que nos persiguen por toda la nación, allí donde vamos.
Estamos felices porque hemos conseguido el 95% de los objetivos. Y aliviados, por olvidarnos para siempre de las oficinas de reservas de las estaciones de tren; de los vagones de segunda clase; de las apps de Indian Railways; de los autobuses de trayectos cortos; de los eternos check in de los hoteles; del omnipresente olor a chapati y patata; del zoológico animal universal que transita por todas las ciudades; por la falta de cambio de los comerciantes; de las situaciones absurdas que cada dia se generan en este país por ser tan pesados; estrictos en lo banal y cuadriculados en el resto; en de la tardanza en las pequeñas compras...
Y digo forever, porque tenemos la sensación y la intención, desde la calma y el disfrute actual, de que ya nunca volveremos, a India. Y alguien nos dirá: "¿No os gustaría regresar dentro de veinte años, a ver, que ha cambiado?". La respuesta es clara y contundente: ¡NADA!
Si a alguien le apetece, nosotros regalamos cuatro meses de visado vigente, a India.😉