Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 23 de julio de 2024

Mascate práctico (parte II)

           GENTES: los omanies son bastante amistosos en el trato con el extranjero, por el que muestran curiosidad. Gracias al GPS, no hemos tenido, que preguntar demasiado, pero casi siempre están dispuestos a colaborar. Otra cosa son los vendedores del zoco y los taxistas, que resultan bastante pesados y algo agresivos.

          SEGURIDAD: bien. Tanto la vial, como la ciudadana . Los conductores, salvo excepciones, resultan educados. Es improbable, sufrir robos o asaltos, como en la mayoría de culturas musulmanas. Pero, como vas siempre tan solo por la calle -y más de noche-, la situación de alerta es constante.

          COMIDA: los restaurantes se encuentran dispersos y no son baratos. Sí lo son los de comida rápida, aunque aún hay menos. La solución más frecuente pasa por la comida preparada de los supermercados -no los hay en cada esquina- Lulu y Néstor -de tipo indio o árabe- y los Coffe Shop, donde de vende fritanga a precios ridículos (bondas, varaw, samosas, pakora, huevos rebozados...)

          BEBIDA: el agua del grifo es potable, pero sabe mal, hasta helada. Los refrescos son caros y en las habitaciones de hotel suelen tener hervidores de agua para café, té o sopas. Sin demasiadas dificultades, encontramos la tienda de cervezas y bebidas alcohólicas, que se encuentra a 10 kilómetros de la estación de autobuses y se llama Deser Trade Company. Todo nuestro gozo en un pozo, porque solo venden a residentes extranjeros con licencia y no a turistas. El indio cabron, que atiende, es muy estricto 

          WIFI: en Abu dhabi, la mayoría de los wifis públicos -incluida estación de autobuses y centros comerciales- son de largo y tedioso registro, además de comprometer datos sensibles y peligrosos. En Mascate, por el contrario, hay muchos libres, sin más, incluidos los de todos los autobuses públicos.

          ENCHUFES: planos y de tres patas. Hay, quien dice, que vale el normal si añades en el agujero de arriba una patilla de las gafas.

          Mascate es muy tranquilo y limpio en casi todas sus zonas, no habiendo encontrado ninguna caótica, para nuestra sorpresa.

          Para finalizar, decir, que es fundamental elegir un buen alojamiento, porque vais a pasar muchas horas en él. A veces, por un poco más, incluyen desayunos decentes, que te arreglan la mitad del día.

Mascate práctico (parte I)

           Quien se ponga partiendo de cero a planificar un viaje, a Mascate -y en cierta medida al resto de Omán -, puede sentir angustia y cierta desesperación. La dispersión de las visitas, el transporte público, las zonas de alojamientos...

          Pero, no os preocupéis, porque al final, todo es más fácil de lo que parece.

         Vayamos con esta breve guía práctica de Mascate, expuesta en dos entregas.

          DINERO: cuando llegas al aeropuerto es lo primero, que necesitas, porque los buses no pueden pagarse con tarjeta de crédito. El cambio en la terminal es tan usurero, que vuestro banco -por leonino, que sea, que los hay y muchos- os dará mejor tasa, sacándolo a débito. Los cajeros funcionan muy bien.

          ALOJAMIENTO: conviene llevar el tema estudiado, previamente. Hay tres zonas básicas donde buscar: Old Muscat, Mutrah y el entorno de la estación de Ruwi. Nosotros elegimos la primera, donde contratamos un apartamento por dos noches. Llegado el momento, nos fuimos otras dos a la segunda, porque Old Muscat es muy tranquilo, pero salvo escasos Coffe Shop desabastecidos, carece de los servicios más básicos para el viajero.

          TRANSPORTE: si no optáis por coche o taxi, para llegar al alojamiento se debe coger el autobús, que resulta bastante barato. En este caso estáis de suerte, porque las tres zonas están conectadas de forma muy sencilla: del aeropuerto, a Ruwi, el A1 -pasa por la mezquita principal y cuesta 500 paisas- y desde la estación, a Mutrah, primero y Old Muscat después, el 4 (cada veinticinco minutos y 300 paisas)

          CALOR: lo hace todo el año -las piscinas de los hoteles abren los 365 días -, pero en julio es insoportable, superando los 49 grados, que junto al 85% de humedad, dan una sensación de 52. Mascate no es Abu Dhabi, donde hay numerosos centros comerciales acondicionados y edificios altos, que dan sombra. La exposición al sol es casi constante, porque por no haber, no hay casi ni palmeras en la larga corniche. A las ocho de la mañana, ya no hay quien aguante en la calle. Por lo que para salidas largas caminando, la mejor franja -la menos mala - sorprendentemente es, a partir de las cuatro y media de la tarde, cuando la calima viene a nublar parcialmente el sol y se levanta algo de viento (comprobado, in person). Mascate -Abu Dhabi, también -, es una ciudad fantasma en las horas centrales del día. Solo transitan indios o ciudadanos de Bangladesh, que van o vienen del trabajo. El tráfico es igualmente reducido y el 90% son taxis.

lunes, 22 de julio de 2024

Día 13

          El día 13 de viaje era tan ansiado, como incierto y peligroso. Nosotros ya habíamos estado en Omán, en 2011, recorriendo una pequeña parte del país y tuvimos tantos problemas, que siempre nos dió demasiado respeto volver.
    
          La página del MAE habla de exención de visado para los españoles, que visiten el país por menos de catorce días, cual era nuestro caso. Nada más.

          Sin embargo, otros viajeros añadían tres condiciones más, de las que cumplíamos dos: tener billete de vuelta o de continuación -a India, en este caso - y disponer de una reserva de hotel confirmada.

          La tercera, técnicamente, nos faltaba y consistía en un seguro médico obligatorio, pero podíamos arreglarlo presentando una póliza colectiva de una tarjeta de crédito, que ya no está vigente, pero que daría el pego.

          El día 12 y en el aeropuerto de Abu Dhabi había terminado con bastante incertidumbre. Al sacar la tarjeta de embarque, con Wizzair, a Mascate, nos apareció una contradicción. Nos daban asiento y ponían el símbolo de ok, pero al mismo tiempo, indicaban , que no eran válidas, si no se imprimían. Algo así, como lo que Ryanair hace en Marruecos. Nos fuimos a dormir desconfiados, entre trago de ron y ron.

          El madrugón comienza con el temido sobresalto: la máquina de acceso no lee los códigos QR y debemos acudir al mostrador. Tras un par de minutos de máxima tensión, nos entregan dos tarjetas físicas.

          A partir de ahí, todo pareció estar planeado para nosotros. Al salir de Emiratos, rapidez en la gestión de pasaportes y un control de equipajes sin apenas exigencias.

          Y al llegar, a Mascate, disfrutamos del control de documentos más veloz, desde que estuvimos en Vietnam, hace ya nueve meses. Y ni un solo requisito de los mencionados nos fue requerido, además de la amabilidad, que caracteriza a la mayor parte de los ciudadanos de este país.
 
          Llegar a nuestro apartamento y no hacernos una caraja con las zonas de la ciudad, cuestiones también temidas, se resolvieron con extrema facilidad, pero de eso, ya hablamos más adelante.

          ¡Bendito día 13!

De 52 grados a 15 en un segundo

           Y de madrugada, volamos desde Corfú, hasta Atenas y estuvimos seis noches seguidas sin alojamiento: la de la isla, dos en la capital griega y tres en el aeropuerto de Abu Dhabi. En esta ciudad, dos, obligadas, dado que una llegamos tarde y en la otra salíamos muy temprano. Y la del medio,nos fue imposible encontrar una habitación digna, fácil de localizar y barata, por menos de cuarenta euros, cuando en Dubai o Sarjha las hay a cientos.

          La entrada en Emiratos, por cierto, resultó bastante abrupta. En el control de pasaportes y como en enero pasado, mucha lentitud y demasiadas pegas. Y una vez traspasado, no pudimos pagar con tarjeta los bonos del autobús al centro, porque los dos datáfonos estaban averiados. Manda narices, que en una islita de Panamá, pudieras pagar con dinero de plástico unas cervezas hace tres lustros y anden con estas en un aeropuerto internacional.

          El resultado tuvo tintes de usura y de los diez euros canjeados, entre el mal cambio y la comisión, perdimos 2,50€ (un 25%).

          Ya habíamos estado en Emiratos en julio, en 2011, así que los 45 grados y el 90 por ciento de humedad, ya los conocíamos. Es horrible, porque según sales a la calle,el calor te embadurna y la ropa se va calentando hasta parecer arder. Y todo, mientras el sol te hunde contra el tórrido asfalto. Menos mal, que en la ciudad hay muchos centros comerciales y edificios climatizados, que en un segundo te llevan de una sensación térmica de 52 grados, a 15 y viceversa. ¡Me río yo de las montañas rusas!

          Bañamos nuestras penas en cerveza de 16 grados y ron cubano -a 2,5 euros la botella de 75 centilitros-, que compramos en la socorrida tienda de alcohol, que encontramos en enero pasado y que está a solo un cuarto de hora andando de la estación central de autobuses.

          Comimos también, bastante decentemente, gracias a que en los supermercados Lu lu venden comida preparada muy barata. La mayoría es de origen indio y está mejor que en la nación de origen.

          Y nada de visitas turisticas , porque ya habíamos hecho las pertinentes -mezquita principal incluida-, el invierno pasado, con algo menos de calor y calima.

Costa escarpada de Mascate


 

Old Mascate, a 52 grados


 

Fortalezas en Old Mascate


 

domingo, 21 de julio de 2024

La turismofobia no es la solución

           Madrid, Bolonia, Venecia, Corfú, Atenas... Los primeros diez días del viaje han sido un sinvivir, a través de la Europa invadida por el depredador turismo masivo en forma de hordas invasoras. Realmente y para todos, la situación va camino de convertirse en insostenible y sin una solución o salida clara.

          Y es, que casi todos los actores de este escenario tienen razón. Los vecinos y residentes, tienen derecho a protestar y a ver sus vidas reparadas, ante una invasión turística molesta -hay mucho viajero maleducado - y caótica.

          A los propietarios o gestores de los alojamientos tampoco les falta razón, al fin y al cabo, nadie les puede negar el querer obtener una rentabilidad de esos inmuebles.

          Y finalmente, están los turistas, que son los que pagan la fiesta y a los que asiste todo el derecho a disfrutar de su tiempo y su dinero, donde les de la gana. 

          Los claros culpables de esta situación son los ayuntamientos y sus responsables, que no se conforman con no ser capaces de resolver el problema,sino que se convierten en entes recaudadores mediante injustificadas tasas, que nunca queda claro, a que van destinadas. Cuanto más días está un turista en un lugar, más se gasta, por lo que no tiene sentido penalizarlo más con una cuota diaria. Desde mi punto de vista, un impuesto de este tipo solo tiene sentido en el turismo de cruceros, que contamina mucho y deja poco dinero en el destino, porque tiene los gastos pagados en el barco. Veinte euros por persona y visita, no me parecería nada desproporcionado.

          La turismofobia no tiene sentido, porque todos hemos sido turistas alguna vez. Es, como si un conductor odiara a los caminantes, cuando tarde o temprano, se tendrá que bajar del vehículo y andar.