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viernes, 31 de agosto de 2012

¡Cuidadín, en Potosí!


            Entre muchos españoles existe la idea –a veces, paranoia-, de que Sudamérica es un continente muy inseguro, pero lo cierto es, que el viajero no debería de tener problemas –de hecho, nosotros no tuvimos ninguno, en tres meses y medio por el continente-, si se mantienen de forma rigurosa, unas adecuadas líneas de actuación
Mina de Cerro Rico, en Potosí (Bolivia)
            Al margen, de las precauciones habituales y básicas, por todos conocidas, no se debe ascender solo o en pequeño grupo, a los numerosos cerros, caminar de noche por la calle en las grandes ciudades o traspasar las líneas rojas de las mismas, hacia barrios marginales. Normalmente, todo lo interesante para el turista, se halla en zonas seguras. Además -para no sufrir estrés-, conviene no leer las portadas de los diarios, llenas de titulares, tipo :”Asaltan con celulares, que emiten descargas eléctricas”.

            Dicho todo lo anterior, en Potosí (Bolivia), somos concientes de tres sucesos, que a continuación se relatan.
                                                     Potosí 
Nos acercamos a la terminal de autobuses. Flor y Flopa quieren, conocer los horarios para Tupiza, para última hora de la tarde de mañana y nosotros, a Sucre, para el martes. Al volver paseamos por el mercado y ocurre la tragedia. A Flopa, que es tan cariñosa como confiada, no se le ha ocurrido mejor cosa, que guardar la cartera en un bolsillo de la chaqueta, sin cremallera y en un momento dado, en que estamos arremolinados mirando unas películas en CD, se da cuenta de que le ha desaparecido, con parte de la documentación, la tarjeta del cajero y los sesenta dólares, que le quedaban. La rabia y la pena nos invaden por momentos, aunque ella muestra una entereza no habitual, en una chavala de 20 años
                Potosí
            Lo peor de todo va a ser, cuando se lo cuente a su madre, que le había comprado un bolsillo interior, precisamente, para que llevara el dinero y los documentos, a buen recaudo. El incidente da lugar, a que nos pasemos un buen rato hablando de robos en los viajes. A Flopa, ya le desapareció otra vez, una cámara nueva, de 300 euros y a Flor, le robaron no hace mucho, dinero del equipaje en la frontera, entre Argentina y Brasil. A nosotros, afortunadamente, no nos han desvalijado nunca, pero conocemos muchas historias muy tristes, en esta materia.

            Pasa la noche. El día ha empezado algo convulso, porque a lo que le ocurrió la anterior tarde, a Flopa, hay que añadir, que a otra argentina, de las que viajan en nuestro grupo, a la mina de Cerro Rico, ayer también la robaron, mediante la técnica del “escupitajo”, que es una variante de la de la “mancha”. Alguien, se acercó y la escupió en la cara y seguidamente, dos buenos y amables samaritanos, fueron a ayudarla y a limpiarle la saliva y lo que realmente le limpiaron, en ese momento de confusión, fue la cartera.

También, la dueña de nuestro hostal nos ha contado, que a una de sus huéspedes, la asaltaron, la jornada precedente, a punta de cuchillo.
                                                                                                                      Potosí
            En otro orden de cosas, nos estamos empezando a acostumbrar, a cierta hostilidad, de algunos radicales bolivianos, que ya no solo están molestos con nuestros antepasados lejanos, sino con nosotros. ¡Qué culpa tendremos!. Estas conversaciones suelen concluir siempre, con la famosa frase: “Con la plata, que os llevasteis, se podría construir un puente, entre España y Bolivia”.

El paisaje entre Uyuni y Potosí es fantástico, pero la carretera resulta peligrosa y vemos, hasta nevar. La terminal está lejos del centro y hay que subir para llegar, una empinada cuesta. Estamos a casi 4.300 metros de altitud y llevamos las mochilas a cuestas, pero subimos tan campantes. Parece, que ya estamos completamente adaptados a la vida en el altiplano. Podemos incluso, beber alcohol, sin deteriorar nuestro estado físico.

Potosí es preciosa. Las calles cuentan con casas de colores y hay un montón de iglesias. Esta ciudad tiene un cierto aire provinciano, que le da un gran encanto
                                                                  Potosí
            La visita a la cercana y mencionada mina de Cerro Rico, dura unas tres horas, aunque se podría hacer en algo menos de tiempo. Puede, resultar un poco agobiante y entraña su peligro, para personas que no estén muy en forma o que tengan alguna discapacidad, dado que hay que afrontar tareas tales, como subir en vertical por una angosta escalera, una distancia de 15 metros, a casi 4.300 de altitud. También, es fácil poder tropezar y caer por alguno de sus pasillos e incluso –y así mueren decenas de mineros cada año-, resbalar y precipitarse por agujeros, que van a llevar hasta la muerte.
 Potosí
Pero, merece la pena hacer esta pequeña expedición, para sentir lo que es el trabajo duro, al menos por un rato y ver las condiciones medievales en las que laboran los mineros. Y es, que en la mina, hay unos cincuenta muertos cada año, bien fruto de las duras condicione de trabajo o de descuidos e imprudencias, motivada porque los trabajadores están casi todo el día, en un estado de drogadicción y perpetua borrachera, provocadas por las hojas de coca y el alcohol de 98 grados.

Por supuesto, las viudas de estos hombres no tienen ningún derecho, ni pensión. Los mineros trabajan sin contrato, pueden ser despedidos en cualquier momento y sin indemnización alguna. No disponen de seguridad social, ni derecho a bajas laborales remuneradas, a invalidez permanente o transitoria. Y aún así, se sienten unos privilegiados, porque ganan unos cien bolivianos al día –unos 10 euros-, cuando el salario medio mensual en el país es de unos 500.  

                                             Mina de Cerro Rico, en Potosí
Todas estas cuestiones, nos dejan bastante impresionados. Realmente, mucho más que ver los procesos habituales de la mina y a los obreros picando el mineral, trasladándolo en carretillas o escuchar las explosiones, que provocan la apertura de las vetas y un gran estruendo, a través de las galerías.
                                                                                                         Sucre
Uno de los momentos estelares de la mañana, es el encuentro con el Tío, el amigo de los mineros y el dueño de la mina, representado en forma de pintura, en una de las paredes de una estrecha galería. También se nos explica el tipo de ofrendas que se realizan a la Pacha Mama (la tierra) La más básica siempre consiste, en derramar sobre el suelo algo del líquido, que a continuación, va a ser bebido.

            Antes de encaminarnos a La Paz, acometemos la visita de Sucre. ¡Es una ciudad colonial maravillosa, a la que debimos, dedicar algo más de tiempo
                                                                         Sucre

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola

Voy a hacer un viaje por Bolivia de unos quince días en Navidades y me gustaría, me recomendaras un itinerario.

Atentamente.

R.O.K.

Anónimo dijo...

hola.

Para mi, lo esencial es el Salar de Uyuni y la zona de Copacabana. En el primer caso, aprovecharía para recorrer el desierto de Atacama, en Chile. A eso, le añades Potosí, Sucre y La Paz. Y después, te piensas otros destinos, como Oruro, Santa Cruz y Cochabamba.

Saludos

Eva