Destino desconocido
lunes, 24 de noviembre de 2025
domingo, 23 de noviembre de 2025
miércoles, 19 de noviembre de 2025
El milagro de China no lo hicieron los chinos, sino nosotros ( parte II)
Guilin, Guilin, Guilin, fue el origen y el final de nuestras pesadillas, que en un principio, ni siquiera apaciguaron las dos bellísimas pagodas del lago
Llegamos de noche, algo desorientados y lloviendo a cántaros. El primer objetivo era concretar, como iríamos a Xi'am . Habíamos tratado de reservar un vuelo con las webs chinas durante los días anteriores, pero sin resultado alguno. Por si acaso, habíamos guardado dos jornadas para los trámites. Una entera para llevar a cabo el largo recorrido en tren y otra , por lo que pudiera pasar a mayores.
El segundo logro parecía más sencillo y consistía en contratar una excursión para el día siguiente, cruzando el magnífico río Li, hasta Yangshuo.
No recuerdo cómo, aunque todavía no habíamos encontrado alojamiento, acabamos en una calle, junto a un larguísimo canal, repleta de agencias de viajes, en las que no había nadie. Elegimos una al azar y esa fue nuestra fortuna y más, en aquel entonces, cuando todavía faltaban dos años para el aterrizaje de los teléfonos inteligentes -para usuarios estúpidos-, que habrían facilitado las cosas.
La amable chica , no sabía decir ni yes, pero se empeñó, en que yes o yes, nos tramitaba unos boletos para Xi'am por unos 35€ cada uno. Me cuesta acordarme de una persona más amable en mi vida, incluida mi familia. La mañana no resultó fácil, porque además, mi apellido de doce letras seguía siendo "too long". Tiró de sonrisas, de imaginación, de los precarios traductores del Google de entonces y en "solo" cuatro horas, ya teníamos nuestro premio.
Evidentemente, lo de la excursión por el serpenteante Li, resultó bastante más sencillo.
Xi'am nos gustó bastante, aunque no la experiencia soldados de terracota. Los pobres -puede haber cambiado - apilados y cuadrados ahí, en una especie de nave industrial.
Un tren -y no fue el Pekín Express -, nos llevó hasta la capital de China, que nos recibió con una tromba de agua diez veces superior, que la de Guilin. Tanto, que nos perdimos por la propia y gigantesca plaza de Tianamen. Como a mí pareja le encanta perder algo casi todos los días, en ese caso concreto, extravío las gafas, aunque pudimos recuperarlas.
No sabemos, que quedará en este momento de los hutongs de Pekín, pero a nosotros nos encantaron por su cotidianidad y parsimonia. Pero como son viviendas de pobres, pues sí han desaparecido y sus moradores han prosperado, mejor.
La muralla también nos encantó, incluso en su zona más turística, que creo, se llama Badaling o algo así.
La experiencia de la estación de trenes de Pekín, la pongo en el top one de estrés de mi vida. Allí, tomamos un lúgubre convoy de regreso, a Shanghái. Los asientos eran tan incómodos , que nos salió más a cuenta dormir tirados en el suelo en la plataforma entre vagones, meneito tras meneito.
Para ser exactos, estuvimos una segunda vez en China. Fue en diciembre de 2018. Teníamos el reto de llegar desde Taiwán a una comida navideña, sobre todo -era el final de nuestro octavo viaje largo - por ver a nuestra única sobrina, entonces de nueve años. Resultó complicado y caro. También, con riesgo, porque los trámites de escala y salida de la zona de tránsito en Shanghái eran lentos y farragosos. Todo salió bien y llegamos a tiempo.
Sobre la sobrina, no hemos vuelto a saber nada de ella desde hace más de un lustro. Ella se pierde nuestro amor, pero también nuestra herencia, consistente en una enorme casa y un puñado de cientos de miles de euros. Alguna ONG -aún sin determinar -, va a agradecer todo esto.
El milagro de China no lo hicieron los chinos, sino nosotros (parte I)
Corría marzo de 2009 y habíamos comprado con KLM billetes para ir a China, pero me echaron del trabajo y no pudimos ir, entre otras cosas, por desatención de mi por entonces abogado.Resultado final y resumiendo: perdimos el dinero de los pasajes, pero el letrado se quedó sin cobrar.
Al final y dos meses después, conseguimos nuestro objetivo y Qatar Airways nos depositó en Shanghái.
Mi pareja estaba acojonada, tanto, que en el trabajo, se iba despidiendo paulatinamente de todos sus compañeros, asegurando, que de aquel periplo no íbamos a volver. Yo por el contrario, creía tenerlo todo bajo control, porque había hecho los deberes en los preparativos. Pero la realidad fue, que acabamos teniendo mucha suerte, porque nos aguardaban unos cuantos imprevistos, incluso, antes de salir.
Cuatro días antes de partir y con el entonces portal chino ctrip -hoy , trip.com-, reservé vuelos de Shanghái a Shenzhen (junto a Hong Kong). Eran las tres de la mañana de aquí e inmediatamente recibí una llamada al teléfono de casa. Un señor me hablaba en mandarín y no había forma de progresar en la conversación.
Llegó el día siguiente y recibí un correo electrónico, está vez en inglés. El problema era, que mi primer apellido -de doce letras- era "too long", para emitir el billete. Milagrosamente, el asunto se resolvió unas pocas horas antes de partir hacia el coloso asiático.
Habíamos reservado una habitación dúplex en el corazón financiero de Shanghái. Me pregunto, como fuimos capaces de encontrarla, siendo de noche, con el correspondiente jet lag y después de los habituales y arduos trámites del ingreso y además, agravados por un pequeño defecto en uno de los visados.
No sé tampoco, como después de dos días, nos hicimos de carrerilla las no muy alejadas Hangzhou -la del lago - y Suzhou -la de los canales -, como si fuéramos habitantes de la zona.
Y sí y desde un aeropuerto secundario, volamos a Shenzhen sin problemas y además, nos dieron de desayunar, habiendo pagado solo 30€ por el pasaje. De ahí, a Hong Kong, un corto tramo de autobús y fáciles trámites de salida y entrada.
Esta ciudad resultó muy sencilla y sigue siendo de nuestras favoritas en Asia.
Y de ahí y en barco, a Macao y su pasado portugués, aunque evitamos los casinos. Reentrar en China supuso pocos quebraderos de cabeza. No recuerdo el nombre del lugar, aunque sí, que queríamos tomar un autobús nocturno para llegar a Guilin. Eso no resultó tan plácido, porque acabamos en uno con literas -no nos gustan nada-, por primera vez en nuestras vidas.
En realidad, dábamos un riñón casa uno, por no llegar nunca a nuestro destino, porque lo único, que preveíamos allí, eran serios inconvenientes, que ponían en riesgo el viaje y más, teniendo el regreso a España cerrado y sin mucho margen de maniobra.
martes, 18 de noviembre de 2025
Comiendo y bebiendo, como cerdos y como en los viejos tiempos
Vamos siendo ya mayores y casi, sin darnos cuenta. Es tan tópico como real. Recuerdo, cuando hace casi tres décadas, no faltábamos a una sola cita con FITUR, allá por finales de enero.
Yo por entonces, trabajaba en Onda Cero, primero, como locutor de cadena y después, como director de provincias. Aprovechábamos nuestros carnets de prensa para acudir a las jornadas de los profesionales -no abiertas al público en general- y además de coger algún folleto -pocos-, nos poníamos hasta las cejas a comer de gañote y sobre todo, a beber. Daba igual un ron canario, un tequila mexicano, una cerveza checa o una margarita típica de Las Vegas. Al salir, nos costaba encontrar la puerta.
La vida avanza y ya hace más de veinte años, que no nos dejamos caer por esta emblemática feria madrileña. Pero todavía y si no estamos de viaje, cada mes de noviembre, acudimos a la cita con INTUR, en la Feria de Valladolid. Ha sido el caso de este último fin de semana y nos ha recordado a aquellos viejos tiempos.
Literalmente es, Feria Internacional del Turismo Interior. Lo de Internacional, es demasiado pretencioso, porque solo ha estado Portugal. Lo de Interior, hace tiempo, que dejó de serlo, porque Tenerife, País Vasco, Cantabria o Valencia con sus stands, son bastante costeros
El certamen ha ido evolucionando desde sus orígenes, cuando apenas se promocionaban destinos de Castilla y León. Eso sí: los pinchos de lechazo gratuitos y al horno de leña eran tan generosos, como sabrosos y espectaculares, siempre acompañados de tintos gloriosos.
Este año, en unas jornadas más lluviosas, que frías, montaron dos pabellones. Uno con stands nacionales llenos de folletos insulsos y atendidos por niñas tan monas, como sosas y otro exclusivo para Portugal y sus variopintos y atractivos destinos (conocemos la mayoría de ellos).
Y aquí, si que reverdecieron los viejos tiempos del yantar y el trincar: pasteles de bacalao -y de nata-, salchichas sabrosas, queso, chorizo luso -algo más grasiento, que el nuestro -, morcilla, jamón, dulces de todo tipo...
Y sobre todo, maravillosos vinos de todos los colores, champán, licores varios y ese orujo de cerezas, que nos vuelve locos y que se llama Ginjinha. Como clamaba aquel glorioso album de Siniestro Total: " Menos mal que nos queda Portugal"
Dejamos el finde pasado y la glotonería y nos vamos, al que viene, que nos llevará, hasta el siguiente jueves por el Sáhara Occidental.
La información turística de esta zona resulta muy escasa y debemos remitirnos a nuestras propias experiencias, ya plasmadas por escrito y a un simpático blog llamado "Salimos de Bilbao".
Creo, que nos vamos a pegar una panzada de kilómetros, similar al atracón de INTUR, porque los destinos a visitar -algunos ya conocidos-, están bastante distantes entre si. Dakhla, El Aaiun -y su famosa duna-, Smara y Bojador serán nuestros objetivos, aunque donde podamos llegar de verdad, nos resulta bastante incierto en este momento.
lunes, 17 de noviembre de 2025
A China, por segunda vez
La verdad es, que nos hubiera apetecido más hacer la mil kilométrica costa de Brasil y Manaos o el norte de Argentina, pero no estamos dispuestos a gastarnos los 1200€ de media de los vuelos, rumbo a Buenos Aires, Sao Paulo, Salvador o Fortaleza.
Por eso y por casi la tercera parte de dinero, volveremos a China -no hace falta visado hasta el 31 de diciembre -, donde ya estuvimos en 2009. Al final, serán 25 días, empezando el 5 del mes venidero y regresando el 29.
El plan inicial pasaría por volar desde Madrid, a Shanghái, Hong Kong o Pekín. Principalmente, a las dos primeras, por hacer mejor temperatura en diciembre. Pero, de momento, es más barato, hacerlo a la última (461€ con Royal Air Maroc y escala en Casablanca). De todas formas, no compraremos los billetes hasta nuestro retorno del Sáhara Occidental.
Aunque tenemos varios recorridos sobre la mesa, vamos a simular uno, partiendo desde Pekín y siguiendo la dirección contraria a las agujas del reloj y luego, ya se verá:
- Beijing - Cuevas de Yungang (356 kilómetros)
- Cuevas de Yungang - Pingyao (406 kilómetros)
- Pingyao - Xi'am (506 kilómetros)
- Xi'am - Zhangjajie (1008 kilómetros y por tanto, vuelo interno)
- Zhangjajie - Chengdu (867 kilómetros y vuelo interno)
- Chengdu - Leshan (138 kilómetros)
- Leshan - Fenghuang (969 kilómetros y vuelo interior)
- Fenghuang - Guilin ( 102 kilómetros)
- Guilin - Huangshan (1188 kilómetros y vuelo interno)
- Huangshan - Shanghái (421 kilómetros).
Parece ser, que entre Shanghái y Pekín hay 1208 kilómetros y que si de por medio ponemos Taishan, las distancias serán respectivamente, 681 y 418 kilómetros, pero nos ha costado conseguir esta información y no la damos totalmente por buena.
La otra opción posible sería volver por enésima vez a Tailandia, donde hace más calorcito, que en China. Allí y aunque sorprenda, nos quedan destinos nuevos, como Ko Tao, Chumphon, Samat Songkhram, Samut Pakham y Nakhon Si Thammarat.

