Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 17 de septiembre de 2025

"No es una guerra, es un genocidio. ¡Boicot a Israel!"

           Son las tres de la tarde del catorce de septiembre y nos encontramos en la plaza de Cibeles. El tráfico ya ha sido cortado en ambas direcciones -Paseo de Recoletos y del Prado- en todos sus carriles.

          Subimos por la calle de Alcalá y nos metemos por Gran Vía, hasta Callao. Toda esta zona está perfectamente vallada, sin resquicio alguno. No hay mucha gente. Nos da la sensación, de que Madrid se muestra indiferente ante la barbarie y no se ha contagiado de las protestas de los días anteriores.

          Llegamos a Sol, donde estos días se publicita la Fórmula 1 en Madrid, esa gran barbaridad de los incompetentes y desbocados Almeida y Ayuso.

          Llegamos a Tirso de Molina y bajamos por la calle Atocha, como otras tantas veces. Han cerrado el histórico Día, pero ha abierto otro unos veinte metros más allá.

          De repente, todo empieza a cambiar y aparecen enormes ríos de gente, de todas las edades -bebés y chicos con síndrome de Down incluidos, lo que supone una locura-, que se dirigen hacia el Paseo del Prado, ataviados con banderas, pañuelos y otros distintivos, como rajas de sandía, emblema de la lucha palestina. Se ve, que la mayoría de ese material ha sido adquirido durante los últimos días, porque aún mantienen los dobleces de estar metidos en bolsas y no haber sido planchados.

          Otra vez más, nos sentimos, como los Alcántara del Cuéntame, asistiendo a un acontecimiento histórico.

          Nos colocamos junto al potente edificio de Caixa Forum y la zona se va abarrotando, hasta límites insospechados. Todo muy pacífico y sin sacar nadie los pies del tiesto, pero con griterío ensordecedor, cada vez, que un vehículo o personal del evento pasa por la calzada. Los cánticos se entremezclan y se suceden: "No es una guerra, es un genocidio", "Boicot a Israel", "Ayuso, Almeida, es la misma mierda"...

          En un momento dado y con el conocimiento, de que los manifestantes se han sublevado en Gran Vía, comienzan a caer fruto de los empujones las vallas de nuestro lado y muchos ciudadanos toman pacíficamente la calzada. Al verlo, los de la acera de enfrente hacen , exactamente, lo mismo, avanzando hacia Cibeles, donde se ubica la meta.

          Comienzan las cargas policiales, después de no conseguir reponer las vallas en su sitio. Fundamentalmente, son gases lacrimógenos y algún porrazo. En la cercana estación de Atocha hay una sentada masiva y de momento, los antidisturbios armados hasta los dientes, no actúan. 

          A nuestra altura llega un grupo de cayetanos -tres chicas y dos chicos- o como nosotros llamamos, pijos de sexta generación. Una le dice a su amiga: "Ya verás, como te vea tú madre en la tele en este tipo de sitios, la que te va a caer". Y la otra responde: "Uy, uy, uy, si está gente existe y son muchos". Todos salen corriendo inmediatamente 

          Y mientras tanto, varios indios han reaccionado rápido, han visto el nicho de mercado y se dedican a vender cervezas a los manifestantes, como en los conciertos.

          En nuestra zona, el ambiente se va relajando, pues ya se sabe, que la etapa final de la Vuelta se ha suspendido, definitivamente. Al pasar por la glorieta de Atocha, la gente ya se ha levantado, pero nadie se mueve. En un kiosko de helados y chuches, regentado por una mujer árabe se puede leer, en español y en inglés: "Este negocio está a favor de la causa de Palestina y en contra del brutal genocidio".

          Nosotros nos encaminamos hacia Méndez Álvaro, no vayamos a perder el autobús de regreso a casa.

          ¡Otro día histórico en nuestras vidas con la alegría de haber participado en esto, pero con la frustración de no poder hacer más!

martes, 16 de septiembre de 2025

Fiestas en Barajas (parte II)

           Planificamos, a conciencia y escondemos la mayor parte de los líquidos entre unos matorrales en un parque cercano, para recuperarlos a la salida. Entraremos por la zona de los carruseles - y no por la del escenario - con tan solo dos envases de plástico, a los que poder quitar el tapón. Después de tantos minuciosos preparativos, los  maderos  de la entrada no nos abren la mochila y nos invitan a pasar sin registro. ¡Con esta gente, nunca se sabe!

          Estamos muy cansados. Son muchos días casi seguidos de fiesta y vamos a reventar. A las 9, comienza el recital de Santero y los muchachos, un grupo de rock tranquilo, no exento de buenos temas. A las 10:30 es el turno de un DJ, bastante lamentable. Cuando culmina, un discreto espectáculo de fuegos artificiales.

          Llegada la medianoche, aparece el plato principal: Marlon, banda a la que ya habíamos visto en las fiestas de San Pedro Regalado de Valladolid, en mayo del año pasado, junto a los fantásticos sidecars. La música de Marlon  nos encanta y disfrutamos a lo grande de hora y media de extraordinario concierto.

          Después, actúa otro DJ, pero nosotros ya solo estamos para retirarnos, después de recoger intactos del escondite, todos los líquidos guardados.

          Por el mismo camino de esta tarde, nos dirigimos a la T3 del aeropuerto, en su zona de abajo (llegadas). Sigue cerrada y vigilada atentamente, por un segurata con cara de mala leche.

          Tomamos el bus para la T1. Son las cuatro de la mañana y en salidas solo dejan entrar con la tarjeta de embarque entre los dientes. Como otras gentes -no hace muy malo y se aguanta bien con un jersey-, nos sentamos en los bancos de afuera, pero a los cinco minutos nos echan más lejos, porque van a regarlos. ¡Como disfrutan molestando estos cabrones!

          A las cinco en punto se abren las puertas, desaparece la vigilancia y podemos entrar a dormir en las mismas sillas de la noche anterior, sin problema alguno.

          Con el esqueleto y la musculatura destrozados por los potros de tortura, nos despertamos sobre las diez y media y en la misma T1, tomamos el autobús urbano 200 con destino a Avenida de América. Hace, incluso, más calor, que ayer. Parece, que el verano no terminará nunca.

          Hacemos caminando, los más de cuatro kilómetros, que nos separan del recinto ferial de Ciudad Lineal, donde a la una y en una caseta concreta, se va a celebrar una paella popular y la actuación de un DJ. Lo segundo se produce en hora, pero lo primero no deja de retrasarse.

          Son las dos menos cuarto y todavía no han echado el arroz. No estamos dispuestos a lo mismo, que ayer, así, que abandonamos la zona y recalamos en la plaza de Quintana, donde se ubica un Lidl. Allí sentados, comemos bocadillos de jugosa tortilla de cebolla caramelizada en oferta, mientras numerosos padres e hijos intercambian cromos de la Liga. Se ve más apasionados a los progenitores -todos hombres-, que a sus vástagos.

          Enfilamos por la calle de Alcalá hasta Cibeles con el tráfico ya cortado y damos un paseo por el centro. 

          La etapa final de la Vuelta ciclista ya ha empezado y tenemos noticias, de que ha sido desviada por intentos de sabotaje. Nosotros, tras pasar por los Samplias de Gran Vía y Callao y hacernos con una degustación de jamón york Noel y un rico bote de Nescafé helado con sabor a Bayles, nos dirigimos al paseo del Prado, para participar en la manifestación a favor de Palestina y en contra del genocidio, que allí se está produciendo por la cruel Israel..

Fiestas en Barajas (parte I))

           Ahora sí que la situación de Barajas se ha convertido en una pesadilla, pero al menos, hemos podido dormir casi cinco horas en el interior de la T1 sin ser molestados.

          Son las diez de la mañana, el sol aprieta de lo lindo y el calor derrite nuestros cuerpos, a pesar de ser ya , 13 de septiembre. Hoy, pasaremos el día completo en el distrito de Barajas, para disfrutar de sus fiestas, que han comenzado ayer. Salimos de la T1 y nos encaminamos a la Alameda de Osuna -este camino lo hemos llevado a cabo en el pasado-, para luego enfilar por zonas más urbanas hasta el recinto ferial de este populoso barrio madrileño. Tardamos poco más de una hora, en total.

          Entretenemos la mañana tomando algo, hasta que a la una y media nos colocamos en la fila de la paella . Delante, una poco empática señora vestida de verde nos pone de mal humor, con comentarios de lo bien que viven los inmigrantes sin trabajar y con las eternas ayudas del SEPE. Y aún nos ponemos de más mala hostia, porque aunque el reparto empieza a las dos , no nos toca hasta las tres. ¡Hora y media de espera y sin sombras!, en la que es la paella peor organizada de las cinco , que hemos disfrutado este año en diferentes barrios madrileños. Y, la calidad , deja también bastante, que desear: apenas tres pequeños trozos de carne en el plato -uno de pollo, otro de ternera y uno de higado-, con escasas laminas de champiñón y alubias verdes semi crudas. Para olvidar cuánto antes. 

          El supermercado más cercano está a veinte minutos caminando y no es otro, que un Mercadona, donde nos atiborramos a helados de mango, para mitigar la frustración. Este barrio o al menos, por esta zona, es feo, anodino y de aluvión. Retozamos un buen rato en un mal cuidado parque, antes de regresar al recinto ferial. Nos devoran las moscas, hasta límites insospechados.

          El espacio festivo está ubicado sobre una explanada asfaltada, aunque poco cuidada y engloba al escenario, los chiringuitos de comida y bebida de los partidos políticos -los cuatro más votados- y asociaciones diversas y los caros carruseles. Todo ha sido rodeado de vallas, dejando solo dos accesos y otros tantos, más pequeños, de emergencia, con lo que ya la tendremos liada a la tarde, con los malditos y arbitrarios controles policiales, que nos persiguen en todas las fiestas capitalinas.

          Para hacer tiempo, caminamos hacia la derecha por la calle Ayerbe y nos llevamos una agradable sorpresa. Cruzando un puente elevado sobre una carretera de muchos carriles, se accede directamente y sin pasar por la Alameda de Osuna, a la T3 de Barajas.

          En apenas un cuarto de hora estamos en ella para descubrir, que han cerrado todos los accesos de llegadas de esta terminal y los de la T2. Solo hay uno abierto y está custodiado severamente por un vigilante, que únicamente deja salir y no entrar.

          Por fuera no se puede ir a la T1 andando, por lo que se debe tomar el bus en la 3.  Son las siete de la tarde, por lo que suponemos, que esto funcionará igual las veinticuatro horas del día.

          Regresamos, siendo ya de noche. Para trazar un plan adecuado, dado que vamos de líquidos hasta las cejas, preguntamos a un poli, que se puede meter y que no. "No se puede introducir ningún vidrio y las botellas de plástico deben ir sin el tapón o mejor, vaciadas en estos vasos  de medio litro del mismo material, que tenemos nosotros aquí", nos detalla el agente, señalándolos.

lunes, 15 de septiembre de 2025

Un fin de semana compartido entre Valladolid y Madrid

          Nos preparamos para un fin de semana completísimo, dividido entre los últimos días de las fiestas de la virgen de San Lorenzo de Valladolid y diferentes eventos en Madrid.

          Hoy, en concreto, asistiremos a varios conciertos organizados por las peñas y mañana sábado, a una paella popular y varios recitales en las fiestas patronales del distrito de Barajas. Dejaremos para el domingo otro arrocito gratis, en Ciudad Lineal y la prometedora manifestación de boicot a Israel en el cierre de la Vuelta a España.

          Me voy a buscar a mi pareja al trabajo, nos comemos unos helados y sin pasar por casa nos vamos a los conciertos organizados por FEVAPEÑAS, en la plaza del Moral. Después de una horrible batucada inacabable, llega el turno de Wateke, una banda de versiones de los últimos cuarenta años del siglo pasado. El vocalista tiene mucho sentido del humor y gran agilidad mental. Tocan temas más variados, que el común de grupos tributo a esa época y disponen de bloques de temas recortados y pegados de diferentes bandas o solistas. Pero su género estrella es, lo que llaman "engendros" en los que mezclan canciones, aparentemente, de géneros in combinables. Es el caso, por ejemplo, de Iron Maiden y Marisol o ACDC con Rocío Jurado. ¡Quedan bastantes chulos e imaginativos! 

          Después, llega el turno de Triquel, grupo local de música celta, que ya habíamos visto un par de veces en el pasado.

          Nos quedaría la actuación de Lostway, pero solo disfrutamos de su primera canción, porque debemos tomar el ALSA de las dos de la madrugada, que nos depositará, directamente, en la T4 del aeropuerto de Barajas. La terminal de Valladolid se encuentra en profundas obras de restauración -deberian haberla tirado entera y levantar una nueva 
- y de noche es todavía más lúgubre.

          Partimos algo tarde y viajamos por separado, aunque no muy lejos, porque el vehículo va lleno. Con esto de los bonos de descuento la compañía asturiana lo está petando. Nos dormimos, profundamente, hasta nuestro destino.

          La estación de autobuses de la T4, también está de reformas, por lo que nos dejan lejísimos, en un lugar, donde no hemos estado nunca antes.

          Son las cinco menos cinco de la madrugada y tratamos de acceder a la terminal para seguir durmiendo, pero para ello, debemos presentar una tarjeta de embarque que no tenemos.

          Decidimos, coger el bus  gratuito a la T1, donde existe más espacio para quedarse fuera. Por la  megafonía del vehículo lanzan intimidatorios mensajes, donde explican los documentos que presentar para acceder al interior de todas las instalaciones públicas del aeropuerto.

          Pero, sorprendentemente y al llegar, no hay vigilancia alguna y podemos ingresar sin obstáculos y sin justificar nada.

          Toca dormir hasta las diez de la mañana. Primero en las instalaciones de una cafetería cerrada y cuando la abren, en las escasas sillas de la T1 -no más de una docena en total, porque han quitado el resto-, que resultan muy incómodas. A cambio, han colocado soportes verticales, para que apoyes la espalda de pie, como si fueras un elefante apoyado en un árbol. ¡Lamentablemente, inhumano, en la linea general de la insensibilidad mundial actual!. Ganas de vomitar en las oficinas de AENA no nos faltan, pero ias bilis ni nos salen.

          Y siguen dando vueltas de tuerca a la situación. Para que nadie obtenga nada de las papeleras, las están sustituyendo por una especie de buzones, donde no te cabe la mano. Desde el 17 de mayo no veníamos a este aeropuerto, dado que en verano volamos desde y a Valencia.

Marlon, en las fiestas de Barajas, en Madrid


 

Fiestas de Barajas, con Marlon


 

El rock de Marlon es las fiestas de Barajas


 

Marlon no decepciona en las fiestas de Barajas


 

Marlon, en Madrid


 

Santero y los muchachos, en las fiestas de Barajas, en Madrid