Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

jueves, 21 de agosto de 2025

Desde ahora y hasta fin de año

           Bueno. Pues, tenemos el blog al día, lo cual no es fácil, con todo lo que nos movemos.

          De aquí y hasta final de año, estos son nuestros planes, que se cumplirán o no.

          Este fin de semana descansamos, porque estamos medio muertos y nos ha pillado el toro con las plazas del transporte:

          -. 29-31 de agosto: Cantabria con bono de ALSA.

          -. 5-7 de septiembre: Madrid con AVLO, porque hay un montón de fiestas en diferentes distritos.

          -. 12-14 de septiembre: nuevamente, Cantabria.

          -. 19-21 del mismo mes y con bonos de ALSA, triangulo entre Valladolid, Santander y Oviedo, aprovechando en este último lugar, las fiestas de San Mateo.

          -. Una semana en torno al puente de el Pilar, en Alemania, visitando Núremberg, Bamberg, Rotemburgo y Rastibona,  con Ryanair y Flixbus.

          -. Diciembre: viaje al norte de Argentina, durante unos 25 días.     

          Ya daremos cuenta de todo esto, si llega a ser realidad.

          

Después del final de la luz -y no del tunel-- llega la luz

           La mayoría de la gente se pasa la vida buscando la luz al final del túnel. Nosotros, por suerte y en la mayoría de las ocasiones, encontramos la luz, tras la luz. Nos ha vuelto a ocurrir en materia de transporte.

           Andábamos algo cabizbajos, tras la expiración en junio de los bonos gratuitos de Media Distancia y Cercanías, cuando nos topamos con otro, en este caso de ALSA, con un descuento del 65% en diez viajes a Gijón -ida y vuelta - y el 40% a otros muchos destinos.

          Pues bien: el pasado 19 de agosto y durante tres días, para clientes busplus, la compañía asturiana ha mejorado sus condiciones y ofrece un 60% de rebaja a un sinfín de lugares. No son títulos nominativos, pueden ser compartidos con quien quieras y la validez es de un año desde el primer viaje.

          Nosotros hemos adquirido dos bonos: a Santander y a Madrid, ambos desde Valladolid, que nos deben dar mucha vida en septiembre (seis y siete euros por trayecto, respectivamente).

          Éramos muy felices con el transporte gratuito, pero también entendemos, que no pueda ser para toda la vida y que haya otras prioridades estatales.

          Pero, este es el camino: rebajar el precio de los servicios viajeros y turísticos, para facilitar, que la gente no se tenga, que conformar con viajar cuatro días al año, con muchísimo esfuerzo y encima -imbéciles son-, creyéndose seres afortunados.

          La misma senda de generosos descuentos deberían seguir los otros dos grandes gigantes del sector: el alojamiento y los "sufridos" restaurantes y bares, maestros del lloriqueo más lacrimógeno y que cargan sin escrúpulos contra los que comemos bocadillos o bebemos cerveza de los supermercados, esos lugares tan poco recomendables y delictivos.

          De verdad: o cambiamos esto o terminará reventando todo, porque cada año unos pocos tendrán mucho más, con la consecuencia de que el ciudadano medio o se queda sin vacaciones o debe reducir su duración. Y lo peor es, que la mayoría de la gente ya ha aceptado esto.

          Dicen los periódicos: "Agosto no es, lo que era"; "Ya nadie sale un mes como antes"; " Las tendencias turísticas están cambiando"...

          La única realidad es, que la gente no puede y ni siquiera se da cuenta, de que en su modesta vida, viajar les resulta cada vez mucho más costoso y volátil que hace unos años.

          Conozco a muchas personas, a las que pagar tres euros por una Cocacola en un bar, les parece tan normal e incluso, lo defienden. 

          El otro día una mileurista me dijo: "He pagado 130€ por noche en un apartamento de Cantabria y no me parece caro". Deberíamos volver al colegio todos, a aprender a multiplicar. Esa cantidad diaria, por treinta días, supone unos ingresos mensuales de cuatro mil euros. A poco, que le vaya bien, el propietario, cada año se puede comprar un nuevo apartamento para seguir engrandeciendo su imperio y encima, sin esfuerzo o riesgo alguno. Los pudientes cada vez más ricos y los inconscientes pobres -creen, incluso, que no lo son- cada vez, más empobrecidos y gilipollas.

          Y, me diréis: "Pero si bajan los precios habrá todavía más masificación". No hay plan perfecto y podéis tener razón. Pero prometo exponer aquí mis conclusiones, al respecto, cuando las tenga.

miércoles, 20 de agosto de 2025

Angustiados, porque el norte ya no es verde

          A nosotros, desde hace décadas, nos socorre un ángel: visto lo visto y tal, como andan los fuegos, hemos hecho muy bien en no ir este puente al Lago de Sanabria.
  
          La temperatura ha caído en picado, el fresco aire lo alborota todo, aunque a nosotros nos cuesta perder el calor y seguimos con cierta deshidratación, por lo que nos zampamos un kilo de helado del Lidl para desayunar. A lo largo de la tarde, sin embargo y atrapados por un furibundo nublado, terminaremos poniéndonos el jersey. La playa de San Lorenzo tiene la mitad de gente, que ayer y son pocos los valientes, que se bañan.

          A la una, tenemos cita con otro grupo tributo, en este caso, de música internacional de siempre. Se llaman The Clasic Rock Band. Hablar -o cantar- con un inglés de mínimos, sigue siendo la asignatura aprobada de este nuestro país. ¡Que le vamos a hacer!

      Ponemos el GPS, para que nos lleve a Campa Torres, distante unos 6,5 kilómetros del centro. Ya estuvimos en ese lugar, durante el invierno de hace cuatro años y se encuentra algo deteriorado. Los castros prehistóricos han perdido parte de su techo y lo que era una prospera pradera, ahora es un patatal.

          Durante décadas, llevamos yendo al norte en verano y siempre lo vimos verde y frondoso. Este año está hecho un auténtico asco y tendremos que aguantarlo y adaptarnos, al igual, que a los gilipollas - por no decir palabras mayores -, que niegan el cambio climático.

          Se debe tirar de mucha imaginación para hacerse una idea de cómo fue este enclave en la ya lejana edad del hierro, porque los restos son mínimos.

          Pero, las vistas lo compensan todo y eso, que el mar hoy se encuentra bastante quieto. Por un lado, contemplamos la fantástica playa de Aboño, con escasos bañistas. Pero se ve la de Xivares y al menos, un par de rías discordantes, que se adentran en la escarpada costa. Por otro, el panorama desde Cabo Torres -a pesar de su feo faro-, se torna espectacular, divisando desde lo alto varias enrevesadas cuevas marinas.

          Algunos conciertos de las fiestas han sido en la Plaza Mayor, pero allí ya han desmontado el escenario. Los pocos que quedan se celebran en la Playa de Poniente, un marco extenso y práctico, aunque sin encanto alguno. Para nada, somos nosotros catetos del terruño, pero debemos reconocer, que la Plaza Mayor de Valladolid supone un escenario incomparable y sugestivo para cualquier evento musical (hasta para los que no nos gustan).

          Nos hubiera apetecido otro plan, pero como no lo hay, nos dejamos llevar por el espectáculo del Grupo Radar, que ofrecen sobre su camionaco de diez metros de alto. Digamos, que son una versión mejorada de las verbenas de toda la vida. Saben sectorizar bien los géneros, para atraer a todo el mundo. Desde la música casposa italiana del siglo pasado, hasta éxitos internacionales de toda la vida o del más recalcitrante pop patrio, pasando por lo que sea. La modernidad y espectacularidad de estos escenarios móviles ayudan mucho a entrar en éxtasis, aunque lo que estás viendo, no te apasione.

          No podemos más, así, que el próximo finde y contra lo previsto, descansaremos. Pero, tenemos cuerda para rato y hasta final de septiembre, gracias a los nuevos e irresistibles bonos de ALSA.

martes, 19 de agosto de 2025

Gijoneando, con insoportable calor

           Llega el concierto de  Buscavidas, en el Paseo de Begoña, sin hacer dejado de sudar, lo insudable, durante todo el día. Buen ambiente -aquí, en Asturias, la gente es mucho menos estirada, que en Castilla o en Cantabria -, con un público de edad que ronda entre los 60 y los 70. ¡Aquellos pioneros de los espectáculos de los primeros tiempos de la llamada movida!

          Evidentemente, esto da pistas sobre lo que nos espera: otro más de esos grupos de tributo de los ochenta y los noventa, a los que han sumado, en este caso, versiones de los triunfitos de los primeros compases del milenio. Nos hubiera gustado un mejor plan, pero es, lo que hay.

          Toca ahora, pasarse por el mercado de la comida ecológica y saludable -además de carisisima-, donde también venden  curiosos pendientes y pulseras elaboradas con botellas de sidra recicladas. Nosotros, por supuesto, no vamos a comprar nada, pero gorronearemos todo lo posible, que cada vez es menos: un par de rodajas de chorizo por aquí, un poco de queso de Cabrales por allá, algún dulce...¡La dura vida de la supervivencia!.

          Como todo tiene su fin -sea bueno o malo -, nos abandona el inacabable sol y anochece. Todo sigue el mismo esquema que la noche precedente, pero hoy no nos apetece contemplarlo y ser partícipes, porque estamos agotados. Pero, aún damos varias paseos y llevamos a cabo distintas cosas, antes de aterrizar en el camping.

          Son las once y aunque estamos algo lejos, se escucha perfectamente y con total nitidez el concierto de Rosario Flores, porque solo está el mar por el medio. No dura, ni una hora y ni siquiera canta la canción de "Mi gato hace uy uy uy..."- sí el "No dudaría" de su hermano -, lo que nos confirma, que este Ayuntamiento de Foro Asturias no anda muy sobrado de dinero.

          Nuestra vecina de tienda es gilipollas -como minimo- y no le molesta el ruido del evento o alguien, que en los fregaderos parece estar lavando con alegría todos los cacharros del camping. Le molestamos nosotros, que hablamos bajito y ni siquiera reímos. Dejé de fumar hace dos décadas y no tengo a mano un bidón de gasolina, que si no, se iba a enterar está maleducada frustrada de corta edad (por no decir niñata). ¡Eh, no me toméis en serio, es broma!. ¡O no!.

          Se acaba la música y la rabia y nos queda de fondo el maravilloso, rítmico, abrupto y relajante sonido del mar, una vez se ha nublado y nos han abandonado las antes nítidas estrellas.

          Nos arrejuntamos, porque aunque ya no nos pierden las pasiones, empieza a hacer bastante fresco y la humedad extrema nos perfora, impregnando la totalidad de nuestra precaria  tienda de campaña -aunque práctica y ligera y no como las que llevábamos en los noventa-, sostenida por cuatro endebles clavos.

          Mañana nos esperan más conciertos y una bajada  térmica de 15 grados.

¡El flojo programa festivo, el calor severo y la inactividad comercial dominan nuestro día!

           El ambiente festivo en Gijón resulta excepcional y a él contribuyen los numerosos turistas nacionales y los escasos extranjeros (fundamentalmente, franceses). Pero, la verdad es, que el programa de eventos deja bastante que desear. En el ayuntamiento, gobernado por Foro Asturias, no parece, que sobre el dinero, ni la imaginación.

          Pareciera, que estas fiestas hubieran sido diseñadas, más bien, por el director de marketing de Temu, esa plataforma china de venta y de anuncios agresivos en todos los canales de difusión, con jefes con ropa entallada y chicas agraviadas y enfadadas por no recibir su tablet gratuita y haber topado con un imperio que en su propia publicidad habla de ser estafadores -para que ya no les acuse nadie-, que por profesionales del ocio y del disfrute callejero.

          Tratamos de organizar el día y no nos sale muy activo. Descartamos el concierto de Rosario Flores, porque es demasiado tarde para nuestro cansancio y además, no nos gusta demasiado. Visto así y para hoy nos queda, una feria de comida ecológica y saludable -no comentamos nada al respecto, aunque con ganas nos quedamos-, que se celebra en la Plaza Mayor y un concierto de un grupo tributo, que tocarán en el Paseo de Begoña, a la tarde.

          Es en esta zona peatonal, donde se agolpan la mayoría de casetas de los bares, donde comer un bocadillo insulso sale por doce euros o tomar un mojito, cuesta nueve. ¡La hostelería ha perdido la vergüenza hacia sus fieles clientes, después, de que ya hace años la perdiera  con sus camareros!.

          El otro área de raciones, pinchos, cañas y copas, se encuentra en Claudio Alvargonzález, por donde transitamos, mayormente, anoche.

          Al margen de las actividades, dos son nuestras inquietudes inmediatas: el previsto y asfixiante calor y la logística alimentaria y de bebidas del día.

          Ayer, la máxima aquí, se quedó en 22 grados y mañana , se prevé, que ocurra lo mismo. Pero hoy, la ola de calor, que lleva asediando España, durante las dos últimas semanas, va a entrar en forma de agresiva y trepidante lengua en esta región, llegando a los 36 grados con más de un 90% de humedad.

          Nos encanta la inteligencia artificial -no somos responsables, de que la mayoría de entes o personas la puedan utilizar mal- y nos lleva facilitando nuestros viajes muchísimo en los últimos tiempos. Pero, no es perfecta y de todos los supermercados, que nos dice, que están abiertos hoy, solo es verdad en el caso de el Corte Inglés, que encima está, a tomar por el culo 

          Caminamos casi como expatriados y sudamos, como cerdos para lograr solucionar nuestros problemas alimentarios y de deshidratación, en este asqueroso día festivo. ¡Que buena es la vida en Madrid, donde casi todo abre los 365 días del año y con amplio horario!.

          El calor nos derrite el cuerpo y nos aturde la mente. La playa de San Lorenzo -agua a 20 grados, según las autoridades y bandera amarilla -, está abarrotada, como no habíamos visto jamás. Y otra novedad: está plagada de sombrillas, instrumento, que en los arenales norteños del estado no suele ser muy frecuente. Así, ¡os hacéis una idea, de lo que estamos pasando, cuando veníamos buscando el fresco!.

lunes, 18 de agosto de 2025

Atrapados por la noche de Gijon

           Nos sentamos en un fresco banco de piedra del paseo marítimo. Desde el contiguo de la izquierda nos atabacan con humo tóxico y en el de la derecha , una pareja se come a besos  y toqueteos, como si no hubiera un mañana.

          Los borrachos empiezan a ser sustituidos por runners y en mayor medida por viejos ociosos, poniendo en práctica sus rutinas diarias. Pero sobre todo, por gentes hambrientas, camino de su casa, que devoran bocadillos y refrescos diversos, adquiridos a un precio de seis euros el pack, en un exitoso garito de 24 horas, que se encuentra detrás de nosotros.

          Sobre las siete y media amanece, como siempre nublado, aunque nada espectacular, como sí fuera en este mismo lugar, hace tan solo dos semanas.

          La noche y nuestro dilatado transitar ha estado plagada de anécdotas, la mayoría, con serios tintes de tensión. Ángela camina enfadadísima y se enfrenta a todo su grupo de amigos, por algo que le han dicho y no le ha gustado nada.

          Camino de la playa de Poniente, una pareja se mete descaradamente mano y todo lo demás. Ella lo facilita bastante con su minifalda y sin ropa interior. Llega otra chica y les grita: "Ya estáis parando, que se te ve todo - no exagera ni un gramo- y además, viene...(no entendimos el nombre)". De vuelta, a los cinco minutos, esas tres personas, más otra nueva, se encuentran agriamente discutiendo, amenazándose  y a punto de llegar a las mismas manos, en actitud de violencia, que antes rebosaban sexo.

          En la Plaza Mayor nos topamos con el surrealismo: un chico ebrio se tira -o se cae o ambos- al suelo. Un amigo le espeta con fuerza: "Levántate, que esto está lleno de autónomos y te van a ver". A lo que él responde: "¿Que pasa, me van a invitar al casting?".

          Avanzamos por el paseo marítimo hasta el camping Costa Surf, situado a unos cinco kilómetros del centro. Hemos hecho este camino mil veces, pero nos sigue encantando. Son las diez de la mañana y todavía no podemos acceder al recinto.

          En una pradera -seca hoy en día, como casi todo el norte de España - nos tumbamos, tratando de dormir algo. Mientras, unas chicas juegan  a las palas y otras gentes reposan en armonía. La temperatura es buena y conseguimos conciliar el sueño, durante algo más de una hora, antes de que nos devoren las muy agresivas moscas.

          El camping de Gijón se encuentra en un marco incomparable. Es más pequeño y ordenado que el de Candás y no cuenta con bungalows. Todo nos parece correcto -baños nuevos e impolutos-, salvo el precio,que resulta algo caro comparado con otros campamentos costeros de Asturias y Cantabria. No intentamos siquiera reposar un rato, porque en el interior de nuestra hermética tienda, el calor nos machacaría, dado que en este recinto no existe ni una sola sombra .

          Veremos, como organizamos el día, porque es viernes festivo y salvo alcohol -la mayor parte rescatado de las provisiones ajenas de anoche -, no tenemos nada más, que llevarnos a la boca.

¡Gijón nos recibe de fiesta!

           Después de fallar estrepitosamente el plan del Lago de Sanabria, toca volver a Gijón y alrededores, durante el puente de agosto. No sabemos, concretamente, que vamos a hacer, porque hemos estado por allí mil y pico veces. Pero para nuestra alegría y la envidia o el asco de otros, a nosotros, el destino siempre nos guía y nunca nos abandona.

          Lo que si tenemos claro es, que cargaremos con la tienda a cuestas para ir de camping. Todo lo demás resulta imposible e inaceptable. El mismo, correcto, aunque insustancial hotel, por el que hace cuatro años pagamos 23€, está noche nos saldría por 229. ¡Ver para creer y para llorar!.

          La estación de autobuses de Valladolid sigue en la UVI y tiene pinta de cadáver. Después de languidecer, durante décadas, se han empeñado en parchearla, en vez de demolerla y construir una nueva. La de Gijón es otra vergüenza, pero allá se apañen ellos.

          Partimos casi puntuales, aunque perdemos tiempo por el camino y llegamos media hora tarde. Cada conductor de ALSA tiene su propio carácter, sus rutinas, sus manías, su pedrada en la cabeza. Unos son amables y otros toscos, aunque la mayoría fluctúan en terreno intermedio. El otro día, lo importante era amarrarse al incómodo cinturón de seguridad. Hoy y dado, que se prevén controles de la Guardia Civil, debemos colocar los bultos adecuadamente en la parte de arriba de los equipajes y no debajo del asiento, porque nos podrían sancionar con hasta doscientos euros. Un chico sube con un instrumento. Otro, con un casco de moto y ambos deben ir a la bodega del bus, después de ser calificado el segundo, ni más, ni menos, que como un arma de destrucción masiva a bordo. Nadie hace ni caso y la vida sigue.

          Llegamos, a Gijón, sin más novedad. Camino del centro, varias calles están cortadas al tráfico y la noche rebosa de animadas gentes, dispuestas a darlo todo. Han montado barras exteriores con precios imposibles y terrazas, que no estaban hace dos semanas. Si fuéramos detectives diríamos, que existen claros indicios, de que estamos en plenas fiestas patronales .

          Así, nos lo confirma, el siempre resolutivo Google: el 8 de agosto ha comenzado la "semanona" grande de la Virgen de Begoña que durará hasta el domingo 17. No nos cuesta demasiado encontrar por internet el programa. Es la una de la madrugada y resulta una pena, porque hace una hora se ha celebrado desde el monte de Santa Catalina y sobre la playa de San Lorenzo, el gran espectáculo de fuegos artificiales. De haberlo sabido antes, podríamos haber cogido un bus previo. Pero, como casi siempre, tenemos aversión a los planes.

          Por la vía pública pululan gentes de todas las edades, pero poco a poco, la noche va purgando y va quedando la gente más joven. De la tranquilidad inicial, vamos pasando al descontrol y el caos más absoluto, con el paso de las horas. A las cuatro de la madrugada apenas hay transeúntes serenos y los que lo están, andan ocupados en sostener en pie y ayudar a los más perjudicados. Meadas colectivas de ambos sexos al aire libre, rotura bestial de vidrios, basura por todas partes, botellas de alcohol y refrescos enteros  o casi, abandonados...

          Transitar se convierte en algo peligroso, entre charcos de vomitonas y personas, cada vez, más desinhibidas, provocadoras y agresivas. Mientras sube la marea y el agua del mar llega casi hasta el muro, la zona del paseo marítimo está mucho más tranquila. Aún no ha amanecido y la gente se bate en retirada.