Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

sábado, 19 de septiembre de 2020

Información práctica sobre Grecia (precios)



        Grecia no es un país especialmente barato, sobre todo, para los propios griegos, que disponen de media de un salario anual inferior al español, teniendo que soportar en la mayoría de los casos precios superiores a los nuestros.

          Lo más caro, sin lugar a dudas, es el transporte interurbano. Antiguamente, los trenes eran más baratos, que los autobuses, pero hoy en día han subido su precio, hasta igualarse. Para unos 300 kilómetros de recorrido te cobran unos 30 euros, lo que resulta una cifra muy elevada, si comparamos con lo que pagas aquí en un ALSA. El motivo parece la nula competencia. Lo del desastre del tren se explicará en el próximo post.

         El transporte al aeropuerto de Atenas cuesta seis euros en el autobús y diez en el metro. Al de Chania, son 2,5. El precio de los ferries a las islas es algo disparatado en comparación con lo que cuestan los vuelos de Ryanair o Volotea.

          En cuanto a los hoteles las tarifas son muy similares en relación con las de los países del sur de Europa, salvo en Atenas, donde hemos llegado a tener una habitación doble algo alejada del centro, por 12,5 euros, pagando de media, 17. Pero en otras capitales, como Madrid o Roma, actualmente, también ocurre este fenómeno.

        Las entradas a los lugares de pago tienen un precio razonable, salvo las ruinas de Atenas, exceptuando el Partenón. Pero para ver todo y por treinta euros, se puede comprar un pase combinado. Nos parece incluso barato el importe del acceso a las bellas ruinas -estan casi enteras- de Mistra: 12 euros. Las excursiones organizadas a lugares de interés -normalmente, no acessibles en transporte publico- suelen salir bastante caras.

          Comprar en supermercado resulta bastante más costoso, que en nuestro país. Y se ve, por ejemplo, comparando los precios del Lidl en ambas naciones. La razón fundamental es, que apenas existen las marcas blancas y hay menos competencia entre distribuidores. Si hablamos de cerveza, vino y bebidas alcohólicas, duplican o triplican lo que pagamos aquí. No es un buen país para emborracharse. 

        Comer en un restaurante sale por lo mismo, que aquí, pero hay menos ofertas de menú del día y son más básicas. Una ensalada griega sale por entre 6-8 euros, igual que un plato de musaka. En Atenas, tienes la opción de acercarte a los restaurantes regentados por indios, cercanos a la plaza de Omonia -barrio de Psirri-, donde te puedes zampar un suculento soulaki en pan de pita con verduras y patatas fritas por tan solo un euro o un biriyani con dos trozos de pollo, por tres. Una pinta de cerveza en una terraza de la capital cuesta entre tres y cuatro euros.

Información práctica sobre Grecia (corinavirus)

       Antes de demostraros, que Grecia tiene mas actitudes y características del tercer mundo, que del primero y de constatar, que asume más concomitancias con Turquía -por mucho, que se puedan odiar-, que con Europa, vamos con la información práctica del país, groso modo.

        -Mascarilla: hasta el 4 de septiembre -fecha de nuestro regreso-, las mascarillas en la Grecia continental no eran obligatorias, siempre, que se respetara la distancia de seguridad. De hecho, el 90% de la población no la llevaba, a diferencia del irracional histerismo patrio. Caso distinto, creemos, es el de Creta, donde la mayoría de la gente la portaba y a nosotros en una ocasión, un policía nos obligó a colocarnosla. Nos fuimos de allí y seguimos sin ella el resto de la estancia, como casi todos los extranjeros.

          En el transporte son obligatorias y en los supermercados se suelen exigir, aunque no en todos, ni en los negocios pequeños. En definitiva, puedes andar por las calles de Atenas, Kalambaka o Esparta, sin que ningún integrista paranoico e idiota te grite: "súbete la mascarilla"

          Es verdad, que cuando España llegó al medio millón de casos de infectados, en Grecia solo llevaban 9000. ¿Que han hecho bien los griegos y que se ha hecho mal aquí? Eso es lo que no nos cuentan, ni nos contarán, ni siquiera los periodistas del redil preguntan.

        PCR: Hasta el 16 de agosto, no necesitabas llevar hecha una prueba de este tipo, 72 horas antes, como máximo, desde España. El día 17 de ese mismo mes eso cambió para españoles, croatas, suecos y checos. A fecha de hoy, hay que seguir metiendola en el equipaje y pagarla de tu bolsillo (el informe debe estar escrito, en inglés). En nuestro caso y el 14 de agosto, se hacían test aleatorios y a mi pareja le tocó ese trámite, dando negativo.

        Transporte: Funcionamiento con normalidad -a diferencia de España- en todos los medios de transporte. Aeropuertos y estaciones de trenes y autobuses sin más restricción, que el uso de la mascarilla.

          -Hoteles: Total normalidad. Todos los que estuvimos estaban bastante limpios, pero sin ninguna medida excepcional, al margen de algún gel hidroalcoholico, poco usado por la clientela.

        No nos tomaron el control de la temperatura en ninguna parte, aunque tenemos dudas sobre el aeropuerto de Barajas. 

viernes, 18 de septiembre de 2020

Un viaje bien planificado, pero totalmente improvisado


         Nuestros objetivos al principio del verano eran modestos. Siete u ocho días por Galicia oriental y Asturias occidental y una escapada de una semana, a algún punto del sur de Italia. Grecia, casi ni se nos pasaba por la cabeza.
 
        Sin embargo, el viaje a este país estaba perfectamente planificado, desde el verano de 2016. Íbamos a llevarlo a cabo en noviembre y teníamos los billetes aéreos de ida comprados, con Ryanair. Pero un coche nos atropello de forma no muy grave el día 5 de ese mes y desistimos de nuestros planes por mi dolor de hombro


          Lo único, que ha cambiado de aquel itinerario inicial es, que hemos sustituido la visita a Rodas, por la de Creta (la bella Chania, en concreto).
          Corría el 8 de agosto, cuando volvíamos de Bilbao, encantados de la vida. No habíamos mirado ni vuelos, ni nada, pero me puse a enredar en proyectos europeos y encontré billetes, para Atenas, a 25 euros para el día 14 y no lo pensamos dos veces, a pesar de la cercana fecha. Anteriormente y como viaje menor del verano, habíamos comprado unos billetes de ALSA, a mitad de precio, a Madrid, para el día 12
 Nuestro objetivo inicial suponía una semana en esta comunidad, visitando La Pedriza, El Escorial, Guadalajara, Chinchón...

          Y al final, utilizamos ese boleto de bus para hacer una mezcla de ambos itinerarios, puesto que además de Grecia continental y Creta, añadimos Guadalajara y El Escorial, además de un par de días en la capital.

          Con la celeridad ya acostumbrada, nos pusimos a informarnos sobre los trámites administrativos del viaje. Ahora, en los tiempos que corren, viajar por Europa ya no es, como antes y exige casi tanto papeleo -aunque gratis-, como un antiguo visado, a India. Por internet, afortunadamente y con aprobación automática, se debe rellenar, cansinamente, el llamado PLF, en inglés; formulario de localización de pasajeros. Basta con uno por cada familia.

          Partimos sin billete de vuelta y con la duda de Creta, pensando estar unos doce días en el país, pero al final, se alargaron, a veintidós. Habíamos estado en Atenas, Salonica y Patras, en 1994 y solo hemos repetido la primera ciudad. Entre lo que ha cambiado y los pocos recuerdos de entonces, nos ha sonado, como un destino nuevo. ¡Nos encanta Atenas -sobre todo, su Soho- y los atenienses ! Y por eso hemos pasado allí -en dos fases- una semana de viaje, en muy baratos y adecuados alojamientos.
 
        Además de la capital y la zona del Pireo, hemos visitado Kalambaka, Kastraki, Meteora, Ioanina, Corinto, Nauplia, Esparta, Mistra, Monemvasia y Chania.

          Lo mejor del viaje, TODO, menos el sofocante calor y los elevados precios del transporte público, que además cuenta con muy poca frecuencia. Es increíble -aunque ya lo analizaré en otro post-, como un país del primer mundo -eso también, requiere otro artículo- ha dejado morir la mitad de sus líneas ferroviarias.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

El aeropuerto de Barajas da miedo, sobre todo de noche

 
       Cuándo planificamos los viajes de este verano, incluido el europeo, una de las cuestiones, que más curiosidad nos despertaba, es como iba a ser el funcionamiento pandemico de los aeropuertos, especialmente, el de Barajas.

          Como volabamos a Atenas, sobre las seis de la mañana, decidimos pasar la noche en la terminal aérea, sin saber a priori, si estaríamos dentro o fuera. Tomamos el autobús 200, como siempre, en avenida de América, con total normalidad. Al llegar a la terminal 1, solo había una puerta abierta, custodiada por un par de vigilantes de seguridad.

        Como a esto ya estamos acostumbrados en muchos aerodromos del mundo, nos limitamos a preguntar, si era condición, entrar un número mínimo de horas antes de tu vuelo, ante lo que se encogieron de hombros.

          Por tanto y siendo sobre las once de la noche, mostramos nuestras tarjetas de embarque en la pantalla del móvil y nos permitieron  el acceso al hall de salidas, casi vacío y más parecido a un cementerio, que a un aeropuerto. Aunque dentro tienes libertad de movimientos y nadie -aparentemente- te vigila, lo que puedes hacer va poco más allá, que sentarte en una silla. Eso sí y aunque seas conviviente, dejando una libre en el medio, porque han pegado pegatinas cada dos con un símbolo de prohibido. Pero bueno, te puedes tomar una cerveza o dos y nadie te molesta.

        A fecha 14 de agosto, las terminales 2 y 3 estaban clausuradas, todos los negocios y servicios de la uno cerrados, no habiendo abierto ni un triste bar, salvo uno en la entrada y varias máquinas automáticas. Cada cinco minutos -cuando el reloj corre por el tres y por el ocho-, te machacan con un mensaje sobre distancias de seguridad y mascarillas. Es decir: doce cada hora. Como estuvimos siete, escuchamos la misma cansina cantinela 84 veces. Ya no emiten el de que vigiles tus equipajes, porque evidentemente, a Barajas no quieren ir, ni los ladrones.

          Dos ventajas, para no ponerlo todo negativo: los baños funcionan normalmente y si te bajas la mascarilla no pasa nada. Salvo tu acompañante, el viajero más cercano está a 200 metros.

          Pasamos los controles de bultos con normalidad antigua. Incluso, con más manga ancha, porque con el virus han aflojado sobre el tema de los líquidos. Bueno, aunque yo para variar, tuve que someterme al control de explosivos, pero eso ya venía de antes. 

        El avión de Ryanair, con menos de la mitad del aforo y con un azafato muy pesado, que nos comentó más de diez veces, que nos despertaría, si nos bajabamos la mascarilla. A bordo, ya solo se puede pagar con tarjeta de crédito.

          Días antes, habíamos tenido que rellenar por internet un formulario griego, llamado PLF -formulario de localización de pasajeros-, que te genera un código QR y una autorización, que te van a escanear o vas a tener, que mostrar, en el aeropuerto de Grecia. Tuvimos suerte, porque tres días más tarde, se iba a implementar la obligación para los españoles de mostrar una prueba PCR negativa, hecha durante las 72 horas anteriores.

        En ese momento, solo se hacían pruebas aleatorias y vaya por Dios, a mi pareja le tocó. "Grita con la garganta", le dijeron, sobre una especie de bastoncillo, como los de los oídos. En teoría, deberíamos habernos confinado, durante un día, pero no lo hicimos. Si nos llamaban, es que había salido positivo y deberíamos encerrarnos, durante dos semanas. Nada nuevo, ¡sabíamos el riesgo antes de salir! Todo fue bien y al margen de varios SMS automáticos al movil, nadie nos llamó. 


        Al  ir y volver de Creta y al regresar, a Madrid comprobamos, que los aeropuertos griegos funcionan con toda normalidad, sin paranoias. Pero, al volver a España, más de lo mismo: un solo acceso para salir del aeropuerto, largo, en fila y pasando por delante de las puertas de salida. Imposible salir del redil, porque las flechas y los vigilantes son claros. Además y por internet -otro código QR-  o la llegada a boli, debes rellenar otro formulario, aunque seas español

martes, 15 de septiembre de 2020

Bilbao

         He dejado Bilbao para el final, porque mi primera intención era hay una comparativa ey esta ciudad y San Sebastián. Pero, reflexionando, my he dado cuenta, de que a pesar de haber estado varías veces en Donosti, ha y por muy cortos períodos de tiempo.

         En cualquier caso y en un solo párrafo decir, que nos gusta más Bilbao, porque nos  parece mucho más alternativa, genuina, cosmopolita y sobre todo, menos pija, pero por otra parte, La Concha y los paseos marítimos de San Sebastián, son valores muy poderosos a incluir en la balanza.

        Como la información sobre Bilbao y sus lugar de visita la podéis encontrar en cientos de sitios, mt limitó a destacar los lugares, que más nos gustaron:

          -El casco viejo, evidentemente, con su ambiente un poco golfo -mucha gente bebiendo en el suelo, sobre todo los fines de semana, en la calle Somera-, buenos garitos el rojo o y mucha facilidad para integrarte.

          -El barrio de San Francisco: es conocido también como el Soho, el barrio chino, el rojo o Monmartre. Aunque las denominaciones son exageradas, puede tener un aire. Está repleto de inmigrantes con sus negocios, sus bares muy concurridos, sus aromas tradicionales y de nuevo, su facilidad para integrarte.

          -El paseo por la Ría, desde el centro, pasando por el Guggenheim y la araña gigante y llegando hasta el nuevo San Mamés. Para mi, uno de los más placenteros recorridos peatonales de España. Aunque en el País Vasco es difícil de elegir, porque hay tantos...

        -Nos gustaron mucho -dado que estuvimos algunas noches alojados por allí-, un par de callejuelas de Deusto, donde se entremezclan numerosos bares de tradiccion vasca, con otros de procedencia sudamericana y Centroamérica. Ambiente optimista y distendido, a pesar del coronavirus. 

        Y, ¿que no nos gustó de esta vibrante ciudad, donde ya habíamos estado fugazmente, en 2010? Casi nada, si quitamos la calle comercial y no peatonal, Diego López de Haro y la maldita torre de Iberdrola, que se ve desde media ciudad. La Alhóndiga la vimos muy apagada, pero será por los tiempos que corren

Playas del viaje

 

                                  Playas del País Vasco
        Como ocurre en el.caso de las rutas verdes y los pueblos, no pretendemos mencionar las mejores playas de Guipúzcoa y Vizcaya, sino en las que hemos estado, durante este viaje. Otras de las mismas zonas, quedaron fuera por ya haber estado, anteriormente. 

         Magníficos y numerosos arenales se encuentran a decenas, entre Plentzia y Guecho, siguiendo -mas o menos- la línea número 1 del metro de Bilbao, que comunica la primera localidad con el centro.

        En la misma Plentzia, existe un largo y colosal paseo marítimo -se tarda en recorrer unos tres cuartos de hora-, que además de albergar al puerto, bordea  las tres playas principales, bastante concurridas. Lo único desagradable, ver a la gente con mascarilla sobre la arena.

           Si tiramos para Barrika - se puede ir andando sin pisar la carretera-,nos encontramos la playa nudista de Mariola, encajada en una bahía y en frente de las de Plentzia, formando un bonito golfo. Es excelente y muy famosa, por haberse rodado alli varias escenas de "Juego de tronos"

          La playa de las afueras de Barrika, custodiada por los maravillosos flychs, es una auténtica pasada. El acceso es algo esforzado, debiendo bajar centenares de escaleras, pero merece la pena, aunque las vistas más mágicas se observan a mitad de la bajada, en un mirador establecido a estos efectos.

         Muy cerca de aquí, sale una sinuosa y agreste ruta -aunque no muy larga-, que comunica con Sopeña, en lo que es parte del Cinturón de Hierro, que defendió está zona republicana, durante la Guerra Civil. Las vistas son magníficas.

          Una estación más allá y si te bajas en Larrabasterra, disfrutarás de tres preciosas y poco frecuentadas playas más, que se expanden a través de otro paseo marítimo. La más importante la llaman, La Salvaje. Según nos dijo el amable señor de la oficina de Turismo, se puede ir desde aquí hasta Guecho -localidad de dos agradables playas-, siguiendo numerosos arenales. Aunque, añadió: 'No conozco a nadie, que lo haya hecho".

        Decepcionante resultó la otra parte interior del Cinturón de Hierro -por bien que lo vendan-, hasta Berango, sin interés alguno

          Cerca de Muskiz, se halla la playa de La Arena, salvaje, en forma de herradura, de arenas finas y entremezclada con las Marismas del río Barbadum. De las mejores del viaje. 

        No muy lejos de Mundaka, en Busturia, disfrutamos de la playa de San Antonio, muy concurrida y sin salir de la ría. Esta localidad es famosa por sus surferos, por tener una de las mejores izquierdas del mundo.

           En el mismo día, visitamos la playa de Zumaia -tambien de Juego de Tronos, protegida por los inigualables flych; la de Orio con dunas, y la de la Concha, en San Sebastián, que casi todos conoceréis.

        En Elanchove, destacan las abarrotadas piscinas naturales y si cuando vuelves del cabo Ogoño tomas una descendente carretera con buen arcén, te plantas en una playa de mucha categoría, agredida por el cercano y abarrotado parking: la de Laga.

lunes, 14 de septiembre de 2020

Los pueblos más chulos del viaje


           Cronológico y no por ranking:

          -Balmaseda: pequeño municipio, pero con un casco histórico muy interesante. Dispone de un monasterio -hoy hotel-, dos iglesias y el bonito puente de la Musa sobre el río, además de bellos edificios y la fábrica de boinas. Se pueden dar buenos paseos por los alrededores.

          -Orduña: pueblo tranquilo, donde disfrutar del palacio de Velasco, la iglesia fortificada de Santa María, la plaza de los Fueros, un par de palacios, la iglesia de la Sagrada Familia y el Santuario de nuestra Señora de la Antigua. Además, bonitas calles peatonales.

        -Mundaka: ermita de Santa Catalina, la iglesia de Santa María, el casco antiguo y el ayuntamiento. Bellos alrededores, como los Arenales y la desembocadura de la ría de Mundaka.

          -Bermeo, que ya conocíamos: la torre Ercilla, la puerta de San Juan, el puerto, el casco antiguo con varios iglesias, callejuelas, el casino y la Atalaya. Muy cerca de encuentra la espectacular ermita de San Juan de Gaztelugatxe.

          -Zumaia: la ermita de San Telmo, varias iglesias y palacios y el casco antiguo,en general. Pero, lo más interesante, además es la ruta hasta los flychs, no demasiado larga.

          -Orio: el pequeño casco antiguo de calles empinadas y empedradas y una iglesia -la de San Nicolás de Bari- muy interesante, además de los paseos por la ría.

          -Plentzia: iglesia de Santa María Magdalena, puertas y murallas y el Humilladero. Además del extraordinario paseo de las playas. De los mejores del País Vasco y eso, que hay muchísimos.

          -Elorrio: el casco urbano es conjunto histórico artístico. Dispone de palacios y casas blasonadas, además del portal de don Tello y las murallas. También, la iglesia de San Agustín -algo mamotreto- y su cuidada zona peatonal.

        -Elanchove: un pueblo lleno de esforzadas cuestas, que cuenta por tanto con la parte alta y la baja, donde se ubica el puerto, junto a las piscinas naturales. La iglesia principal es la de San Nicolás de Bari. En las cercanías y tras memorable ascenso y pasar por el cementerio, se encuentra la ruta al Cabo Ogoño, cuya dificultad es algo elevada al final. Nos imaginábamos, que las casas del pueblo eran de piedra, pero no lo son.

        -Liernagues: bonito conjunto histórico compuesto por varios palacios, el puente Romano y el hombre Pez. Se puede hacer una ruta de unos 6 kilómetros hacia las tetas de Liernagues, que se ven desde el propio pueblo, pero no pudimos con ella por el excesivo calor y por no haber dormido casi nada esa noche.