Grecia no es un país especialmente barato, sobre todo, para los propios griegos, que disponen de media de un salario anual inferior al español, teniendo que soportar en la mayoría de los casos precios superiores a los nuestros. Lo más caro, sin lugar a dudas, es el transporte interurbano. Antiguamente, los trenes eran más baratos, que los autobuses, pero hoy en día han subido su precio, hasta igualarse. Para unos 300 kilómetros de recorrido te cobran unos 30 euros, lo que resulta una cifra muy elevada, si comparamos con lo que pagas aquí en un ALSA. El motivo parece la nula competencia. Lo del desastre del tren se explicará en el próximo post. El transporte al aeropuerto de Atenas cuesta seis euros en el autobús y diez en el metro. Al de Chania, son 2,5. El precio de los ferries a las islas es algo disparatado en comparación con lo que cuestan los vuelos de Ryanair o Volotea.
En cuanto a los hoteles las tarifas son muy similares en relación con las de los países del sur de Europa, salvo en Atenas, donde hemos llegado a tener una habitación doble algo alejada del centro, por 12,5 euros, pagando de media, 17. Pero en otras capitales, como Madrid o Roma, actualmente, también ocurre este fenómeno.
Las entradas a los lugares de pago tienen un precio razonable, salvo las ruinas de Atenas, exceptuando el Partenón. Pero para ver todo y por treinta euros, se puede comprar un pase combinado. Nos parece incluso barato el importe del acceso a las bellas ruinas -estan casi enteras- de Mistra: 12 euros. Las excursiones organizadas a lugares de interés -normalmente, no acessibles en transporte publico- suelen salir bastante caras. Comprar en supermercado resulta bastante más costoso, que en nuestro país. Y se ve, por ejemplo, comparando los precios del Lidl en ambas naciones. La razón fundamental es, que apenas existen las marcas blancas y hay menos competencia entre distribuidores. Si hablamos de cerveza, vino y bebidas alcohólicas, duplican o triplican lo que pagamos aquí. No es un buen país para emborracharse. Comer en un restaurante sale por lo mismo, que aquí, pero hay menos ofertas de menú del día y son más básicas. Una ensalada griega sale por entre 6-8 euros, igual que un plato de musaka. En Atenas, tienes la opción de acercarte a los restaurantes regentados por indios, cercanos a la plaza de Omonia -barrio de Psirri-, donde te puedes zampar un suculento soulaki en pan de pita con verduras y patatas fritas por tan solo un euro o un biriyani con dos trozos de pollo, por tres. Una pinta de cerveza en una terraza de la capital cuesta entre tres y cuatro euros.