Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

domingo, 3 de noviembre de 2019

Como surgió este viaje y los pilares, que lo han cimentado


          Una vez finiquitado el viaje de diecisiete días, por Centroeuropa, en los albores del verano, decidimos dedicar esta estación al descanso y aguardar el arranque del noveno viaje largo para primeros de septiembre. Teniamos la idea inicial, de volver al sudeste asiático por enésima vez y explorar de oeste a este, Indonesia, hasta llegar a Nueva Guinea Papúa. Añadiríamos países nuevos, como Timor Oriental y Maldivas.

           Pero algunos acontecimientos y pensamientos comenzaron a hacer vitae este plan, a finales de agosto. La inactividad y la vagancia habían propiciado, que se nos hubieran echado las fechas encima y si queríamos hacer un periplo en condiciones, deberíamos incluir las Navidades, cosa, que nuestra sobrina no nos iba a "permitir". Además, surgió un asunto inaplazable, que tendria, que ser resuelto un situ, a finales de octubre. Y por último, el programa de las Ferias, de Valladolid -entre el 6 de septiembre y el 15-, pintaba muy bien para pasarlas fuera.

        Conclusion: deberíamos rehacer nuestro proyecto y optar por un viaje de uno o dos meses a destinos diferentes.

          La idea de visitar algunas de las "TAN", venía rondando por mi cabeza desde hace tiempo, pero tenía pocas esperanzas de acometer está aventura  en el corto y/o medio plazo. Por una parte, no nos gusta viajar a los países, que nos lo ponen difícil. Turmekistan, es casi imposible visitarlo por libre, a no ser en un periodo de tránsito de cinco días, como máximo. Tayikistán, requiere de un visado -se puede hacer on line- y de permisos especiales para recorrer la zona de la carretera del Pamir. Y Kazajistán y Uzbekistán, también precisaban de costosas y burocráticas visas, además de registros en la policía, en los hoteles y fronteras casi inaccesibles por tierra...

          Tan solo, Kirguistán, desde primeros de 2.012, pone las cosas sencillas y puedes permanecer en el país sin más trámite, que traspasar la frontera, durante dos meses.

          El otro inconveniente era mi pareja, que sin motivos justificados y por causas exclusivamente emocionales, se negaba, erre, que erre y sistemáticamente, a embarcarse en un periplo por esta atractiva zona del planeta. Debo decir, que convencerla no fue sencillo, aunque si, lo que llevo menos tiempo.

          Y la fruta fue madurando. En enero, de 2.017, el gobierno de Kazajistán, eliminaba la necesidad de visado para un montón de países, aunque mantenia los registros en la policía local para las entradas por frontera terrestre, como podía ser nuestro caso, para estancias de más de cinco días. En la actualidad, aún han mejorado las cosas. Si entras por tierra y te ponen dos sellos en la tarjeta de inmigración -asi nos ha ocurrido a nosotros-, se da por hecho el registro.

          En febrero y tras un cambio de gobierno -sigue siendo una dictadura- , se dulcificaron enormemente las condiciones de entrada, a Uzbekistán. ¡Ya no había excusa posible!  Se elimina el visado para 45 países -incluido, España- y aunque, se mantuvo la orden de recopilar los papeles de registro en cada hotel, hoy en día y en la práctica, no los piden (de todas formas, mm o está de más solicitarlos, porque los establecimientos los siguen entregando y así, uno se cubre las espaldas.

          En este país y ahora, el acceso por las fronteras terrestres es sencillo. Nada de registros severos de equipaje, de mirarte las fotos del móvil para ver si llevas imágenes comprometedoras o pornográficas o cualquier otra traba burocrática. A nosotros, nos preguntaron si eramos turistas y tras nuestra respuesta afirmativa, nos dijeron, que no pasáramos el equipaje por el escáner, como el resto de viajeros. Según relatos viajeros de no hace demasiados meses, la situación era bien distinta y más difícil.

          Otro escollo muy molesto, en Kazajistán y Uzbekistán, que fue salvado hace dos o tres años, era el del cambio ficticio, que aplicaban los bancos, que suponía,que te dieran, la quinta parte del dinero real al hacer el canje de divisas. Ello suponia, en la práctica, tener que acudir al mercado negro con los riesgos ya conocidos, que conlleva. Ahora, las tasas del efectivo son excelentes en los tres países, lo que hace innecesario el uso de cajeros.

          Ya solo quedaban dos dilemas por resolver: el de saber a qué país volar y establecer la duración del viaje y no tardaron demasiado, en disiparse. Ya os adelanto, que lo más barato en todos los casos, es tomar un vuelo, a Bishkek (Kirguistán). Por lo demás, consideramos, que 31 días eran suficientes, para la visita a Kirguistán y Uzbekistán. El viaje se puede hacer en menos tiempo, pero preferimos no estresarnos. En un principio, no contábamos, con Kazajistán, pero como el bus, que va desde Bishkek, a Taskenk, pasa si o si por este país, cambiamos los planes y decidimos acometer parte del sur de esta nación tan grande (la novena del mundo).

          A lo largo del relato de este viaje, ya iremos desgranando -sobre todo, en la parte general-, las características o pilares básicos, que van dado forma a este periplo. Pero, por resumir las ocho fundamentales, diremos:
-Extrema facilidad para entrar por vía aérea, en Kirguistán y para cruzar las diez fronteras terrestres, que hemos atravesado (algunas han sido repetidas).

          -Trsnsportes de larga duración y distancia muy adecuados, especialmente, los trenes, en Uzbekistán -los hay de alta velocidad y llevan firma española-, aunque, igualmente, los autobuses grandes. No ocurre lo mismo con las marshutkas, sobre todo, en Kirguistán.

          -Presupuesto muy bajo -poco más de 600 euros para un mes, sin incluir los vuelos. Y, como ya se ha dicho, dinero solo en efectivo, dada la alta seguridad diurna y las tasas favorables de cambio.

          -Haber tenido, que recurrir de forma masiva, al alojamiento en hostels -la mayoría de las veces, en dormitorios compartidos- en Uzbekistán y Kazajistán. No así, en Kirguistán, dónde todo fueron habitaciones dobles.

          -A diferencia de lo contado por otros viajeros, no hemos tenido problemas con la policía en materia de sobornos u otros, aunque estuvimos a punto de padecerlos, en Almaty (Kazajistán).


        -Alimentacion muy repetitiva, aunque aceptable y vodka y cerveza en cantidades industriales (algo más difícil, en Uzbekistán, pero no mucho). Y todo ello, a unos precios muy interesantes.

          -Mi pareja volvió a liarla parda y a golpe de vodka, se cargó uno de los días teléfonos móviles. Es casi una tradición, durante el último lustro, regresar de los viajes sin uno o sin los dos. Tuvimos cobertura en los tres países. Es curioso, que Simyo, ofrezca señal, en Kirguistán y no, en Australia.

          -Muchas dificultades de comunicación, sobre todo, en Uzbekistán. Ni siquiera es fácil por gestos o dibujos, porque se cierran en banda.

sábado, 2 de noviembre de 2019

Mapa de los países visitados, a día de hoy

                Entre 135 y 150 países, según las fuentes

viernes, 1 de noviembre de 2019

Otra de aeropuertos, aviones y controles de seguridad

                                                                       Fotos de aeropuertos

         Para ya, casi finalizar los artículos relativos a este viaje por Kirguistán, Uzbekistán y Kazajistán, no puedo dejar de referirme -como casi siempre-, a aeropuertos, aviones, controles de seguridad... En este sentido, no hemos tenido demasiada mala suerte, para lo que suele ser habitual. Haber cogido cuatro vuelos y que no nos hayan abierto y esparcido por la cinta y las mesas el equipaje de mano, hoy en día, parece algo casi heroico. Tampoco, fuimos conducidos al control de explosivos, como venía ocurriendo en los dos últimos viajes. Eso sí, en el aeropuerto, de Bishkek, a la vuelta, debimos quitarnos los playeros, aunque de forma amistosa.

          Lo del aeropuerto de Estambul, a la hora de llevar a cabo el tránsito de una zona a otra, si que tuvo condimento. A la ida, dos policías aburridos, ni siquiera miraron la pantalla del escáner por donde metimos las mochilas. Pero, un mes después y ya de vuelta, les habían comprado maquinitas de última generación y estaban ansiosos, como niños con zapatos nuevos (dicho algo antiguo, por cierto, habiendo móviles y tabletas)

        El cacharro estrella, esa especie de cabina de ducha -ya la habíamos visto el año pasado, en Bali-, dónde te meten, te encierran, te hacen abrirte de piernas y levantar los brazos para verte, como Dios te trajo al mundo. Y, total, para no detectarme el dinero de los pies, ni el bolsillo interior. El espectáculo dio para tanto que observamos, como hicieron pasar el control de explosivos a una niña de tres o cuatro años.

        Los  vuelos transcurrieron tranquilos y puntuales, con mejor comida a la ida, que a la vuelta. Por cierto, ¿alguien sabe por qué siempre ponen esos paquetitos de pimiento y sal, que nunca se usan? Y, otra cuestión: ¿porque en la cinta de equipajes, siempre e ineludiblemente, salen primero las maletas de los pasajeros, que no están?

          Últimamente, cada vez que volvemos a España, desde fuera de la zona Shenguen, nos toca lidiar con un policía gracioso, agresivo o meticon. Hace un año, cerca de Navidad, uno nos recriminó, que dijéramos, que veníamos de "Sanjai" tal como se pronuncia en chino, y no, de "Shangái", como opinaba el. Y, en esta ocasión, el madero de turno y sin aviso, le espera a mi pareja: "parece, que viene usted muy enfadada" y ya tienes, que dar explicaciones. No se, si estás cosas se las enseñan en la academia. ¡Que vida más triste!.

Habría sido más fácil con señales de humo

          Si no hubiera sido por unos pocos engreídos, que quisieron construir una torre, que alcanzara el cielo, no nos hubieran castigado a todos con la maldición de hablar distintas lenguas y no poder entendernos, incluso, hasta en las cosas más básicas.
                                      Distintas formas de comunicación, durante el viaje
          Así, que ahora nos toca sufrir en las escuelas de idiomas para poder chapurrear algo de inglés. Porque, claro, todos damos por hecho, que este idioma es universal y que vayas donde vayas, va a ser la panacea universal. Pero no, es de esta forma, aparte de que tú lo hables mejor o peor, en muchos países, directamente, nadie lo domina, si exceptuamos a las personas, que están más en contacto con el turismo: hoteles, taxistas -y no todos-, agencias de viajes...

          En los países, que hemos visitado de Asia Central, es muy difícil encontrar a alguien, que hable otra cosa, que no sea ruso. No es la primera vez, que nos topamos con gente, que solo domina su lengua materna y es lo normal. Nadie está obligado a conocer otros idiomas, solo para que tú te sientas cómodo y desenvuelto.

          El problema es, que en estos lugares, sobre todo, en Uzbekistán, muchas personas se cierran en banda, cuando se dan cuenta de que eres un extranjero y que no saben tu idioma, ni tu el suyo. Ya puedes insistir, que no hay forma. Directamente, te ignoran e incluso te hacen una cobra y te dejan con la palabra en la boca.

          Al final, tras mucho insistir, puedes colarles algún gesto o dibujo, que te ayuda a solucionar tus dudas sobre precios, alojamientos o direcciones. El gesto de juntar las manos debajo de la cabeza, para dormir o el de gritar el pulgar y el índice, para el dinero, si son comprendidos por casi todo el mundo. Otra cosa es, preguntar por las estaciones de tren o las de autobuses.

        En Samarcanda, a un taxista, le preguntamos cuanto nos cobraban por ir a la estación  de ferrocarril. No hubo forma. Ni siquiera diciendo el nombre en ruso, una de las pocas palabras, que habíamos aprendido. Solución: tirar de cuaderno y dibujar un trenecito, que incluso un niño de dos años hubiera trazado mejor.

           Para preguntar por las habitaciones: pintar dos monigotes y una cama grande, su quieres una doble.

          Para los horarios: si hay dudas sobre su son por la mañana o por la noche, nada  mejor, que dibujar un sol y una luna.

          Ya, las direcciones concretas son otro cantar. La gente más joven tira de traductor de Google o de cualquier aplicación, que traduzca el idioma. Los mayores, te cogen un papel y un boli y te hacen unos planos, que ya quisiea el mejor delineante.

          De estas formas, gracias a estas maneras un poco rudimentarias de comunicación, sales adelante en cualquier país y no te quedas bloqueado, porque el paisano de turno no sepa ni papa de inglés y tú no sepas ni papa de su idioma.

Folleteo y olor a fritanga para despedir el viaje

                                       Todas las fotos son, de Bishkek (Kirguistán)

          Tres días mkás, en Bishkek, parecían mucho, pero van pasando. Nada más llegar nos arrepentimos de no haber acelerado un poco más el ritmo y haber intentado la conquista, de Astana desde Almaty. Habiendo estado más despiertos, nos habría dado tiempo de conocer esta curiosa ciudad, pero habría sido una paliza importante añadir 1.300 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, a los 5.000 ya realizados.

          Aunque habíamos reservado en otro sitio, lo anulamos y nos quedamos en un hotel cercano a la estación de buses.

          La gerente resultó ser algo grosera y pesada y vigilo todos nuestros movimientos -ducharse, afeitarse y casi nada mas-, mientras en otras habitaciones gestionaba a otras parejas, que querían la habitación para follar por horas.

          Entre gemido y gemido femenino, no nos quedó otra que poner un canal de vídeos musicales en la tele, porque wifi no hay. De todas formas, sube la moral, ver el poco rato, que las pichas kirguisas aguantan en el envite ruidoso, sonoro y lubricado mete-saca.

        Al final, la noche fue tranquila, pero por la mañana nos vimos encerrados a csl y canto, por enormes candados en las puertas, que nos impedían la salida. A despertar a la dueña, que en plan zombi, ni siquiera puso mala cara.

          Cambiamos los tengas sobrantes y -milagrosamente, porque en Kazajistan no los quería nadie- los som uzbekos, a una tasa razonable.

        Paseamos y ya se nos va taponando la nariz y cerrando el estómago con el omnipresente olor- a fritanga de toda esta zona. El nuevo hotel _el que habíamos reservado y anulado el día anterior, es menos agresivo, aunque más rural y de desastrado acceso. Eso sí, el desayuno resulta estupendo, aunque haya que madrugar, porque solo lo sirven, de ocho y media a nueve.


        Es curioso, que para una semana de estancia, aunque no continuada, en Bishkek hayamos utilizado cuatro alojamientos distintos, casi al mismo nivel de otras ciudades, que hemos visitado muchas veces (Delhi, Kuala Lumpur, Bangkok...) Diría, que casi hemos ido de menos a más y solo volveríamos a este último, dónde hemos aguantado dos noches seguidas.


        Parece, que el viaje va languideciendo, entre cervezas, vodka y paseos ya cansinos por una ciudad sin alma. Y si no lo creéis, visitas la plaza de la Victoria y aledaños.

          Escribir un nuevo post sobre este periplo -salvo de asuntos generales-, no sería buena noticia, porque se debería a hechos inesperados y no deseados. Aunque, está frase cobarde, siempre me viene a la mente al final de cada viaje. ¡Adiós!

Coste de la vida en Kirguistán, Uzbekistán y Kazajistán.

                                                Todas las fotos son, de Biskhek (Kirguistán)
          5.000 kilómetros en un mes; 10 noches de treinta, en tren, autobús, aeropuertos y aviones; 1.350 euros de gastos totales para este periodo y para dos personas, incluyéndolo todo, aviones también... Puede parecer increíble, manipulado o exagerado, pero nosotros ya estamos acostumbrados hace décadas a viajar de forma esforzada, a veces sufriente, y sin gastar mucho dinero.

          Sirva este post para hacer una comparativa de los gastos del viaje en los tres países visitados. Os adelanto, que no existen muchas diferencias. No aplicaremos el "índice vodka", dónde si las hay: en Kirguistán una botella de medio litro sale por unos 80 céntimos; 1,40 euros, para Uzbekistán y dos, para Kazajistán.

          Transporte : el coste es bajo y muy similar en todos los países, con matices. El tren es más caro, que la media, en Uzbekistán, pero los buses salen más a cuenta. En los tres países, los buses grandes son bastante apañados -especialmente los nocturnos- y dónde más dependencia hay de las marshrutkas de largo recorrido es en Kirguistán. Kazajistán resulta muy económico: un recorrido de 825 kilómetros, entre Almaty y Bishkek, sale por unos nueve euros.

          Alojamiento:  el precio es muy parecido, pero con diferente contenido. En la práctica, sale más caro en Uzbekistán, pero es porque te meten una tasa turística por persona y noche de 2 euros, que a veces es el 30% del precio de la habitación. A cambio, ofrecen buenos desayunos, pero este plan implica dormir en un dormitorio compartido -mientras, en Kirguistán, puedes disfrutar de una doble, aunque sin alimentos.

          Alimentacion:  la mayor variedad -sean supermercados, fast food internacional, puestos o restaurantes-, lo hemos visto, en Kazajistán y además al mejor precio.

          Transporte público y taxis: muy barato en todas partes y los taxistas son los menos pesados del planeta (aunque les cuesta entender, dónde quieres ir)

          Cambio de dinero: excepcional en los tres sitios y sin necesidad de utilizar ningún cajero. Aunque, ponen muchas pegas para canjear los billetes de 100 y 200 euros.

          Entradas:  el único país, que cobra por visitar sus monumentos, es Uzbekistán, dónde se encuentran los mayores atractivos. Precios accesibles, en torno a 2-4 euros por cada visita.

jueves, 31 de octubre de 2019

De profesión, "jostelero"

                      Las cuatro primeras, de Almaty (Kazajistan) y el resto, de Biskek (Kirguistån)
          Como ya se ha indicado -al margen de este viaje-, nuestra experiencia en cuanto a estancia en los hostels no es muy dilatada, pero si lo suficiente, como para establecer algunas características del gremio "jostelero", que pueden variar, dependiendo de la época del año y de los países. También,es verdad, que en el "jostelerismo" existen grados por, lo que no hay, que tomarse este artículo al pie de la letra. Más bien, con cierta ironía.

          En los casos más distinguibles y puros, un "jostelero premium", elegirá su litera o cama en un dormitorio compartido de un hostel, aunque le salga más cara, que una habitación doble en otro establecimiento. Lo hemos visto decenas de veces, por extraño, que parezca, sobre todo, en el tercer mundo.


        La savia principal de los hostels, suele estar constituida por viajeros, que viajan solos -durante parte o todo su periplo-, siendo muy significativo el número de mujeres. La edad ha subido algo en los últimos años. La prueba es, que hace tres décadas eran pocos los establecimientos de este tipo y se llamaban  youth hostel y hoy en día, casi ninguno pone límite de edad, como entonces . Pocos jóvenes hemos visto en estos dormitorios. No se, si porque no les gusta este estilo de vida o sencillamente, porque la crisis ha reducido el número de viajeros de este rango de edad.

        Generalmente, suelen vestir de forma alternativa -faldas largas para las chicas y pantalones de coliringuis para los chicos, acompañados de pañuelos o fulares, para ambos, camisetas de tirantes, camisas indias, rastas, barbas...-, gustan de desplazarse en bicicleta y sin disimulo te miran por encima del hombro, aunque toda generalización acarrea injusticias y aunque no lo reconozcan. Son unas auténticas bestias a la hora de desayunar, bien sea a base de tostadas, mantequilla y mermelada o un bufet mucho más completo y variado, como ocurre, en Uzbekistán.

          Pasan buena parte del día en el hostel. Cómo van solos, una vez, que han llevado a cabo sus actividades, regresan al alojamiento, tal vez, por aburrimiento. Con excepciones y salvo para cocinar -actividad, a la que a veces dedican horas, picando y partiendo ingredientes para hacer un simple pollo con verduras y arroz o un plato de pasta-, destinan la mayor parte de su tiempo a estar tirados en su litera, pendientes de sus dispositivos electrónicos, sin dejarse ver demasiado por las zonas comunes, salvo si hay salón de televisión.


        Pese a lo que se pudiera pensar y al menos, en público, no consumen apenas alcohol. Si la ciudad no es muy animada, acostumbran a irse pronto a dormir. A veces, a las nueve y media de la tarde. Se levantan bastante pronto y en ocasiones, no resultan demasiado silenciosos.

          Normalmente, son raritos, introvertidos y con cierto halo de misterio, pero no conflictivos. No es infrecuente, que su visión de la vida sea algo radical y/o alternativa. Muchas mujeres, que viajan solas, se decantan por usar el dormitorio femenino, siempre que lo haya.