Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 29 de mayo de 2024

Camino de Stavanger y Tromso


 

Navidades en Kuala Lumpur

           A la espera de nuestros vuelos de vuelta -cuatro y muy espaciados-, en nuestro lento retorno a España, pensamos que seis días en Kuala Lumpur - mil veces visitada-, s nos iba a hacer muy largos. Pero no está siendo así.

          En 2018, la relación con esta ciudad fue algo tormentosa. La encontramos muy descuidada y plagada de obras. Claro, en la visión de los sitios, afecta muchísimo, de donde vengas y en aquella ocasión nuestras procedencias eran Australia y Nueva Zelanda. Ahora -obras terminadas incluidas- y viniendo de Indonesia salvaje, la percepción cambia, notablemente.

          Nos sigue agobiando el calor, comemos algo menos bien, que en los destinos anteriores y ya no hacemos ni caso a los sitios de siempre, a los que acude el turismo, porque los hemos recorrido cientos de veces. Estamos haciendo más vida de lugareños que de guiris y nos hemos empapado de los espectaculares centros comerciales de la ciudad, que están impregnados hasta las trancas de Navidad, de la que habíamos carecido los dos meses y medio anteriores, en Kuwait, Tailandia, Vietnam e Indonesia. También hemos visitado algunos mercados, entre ellos, el nocturno de Jalan Ator, que no conocíamos y que resulta tan impresionante, como de precios disparatados.

          A pesar del bondadoso aire acondicionado, nos estamos empezando a cansar de nuestro segundo hotel. Y es, que los alojamientos económicos de Chinatow, resultan demasiado reviejos y austeros, para pasar más de un par de noches.

          La cena de nochebuena ha consistido en unas sopas industriales de bote de poco sabor -las de Malasia son las peores d todo el sudeste asiático -, algo de rica fritanga de verduras rebozadas y unas galletas de piña. Eso sí y para alegrar el momento, hemos estado acompañados de cerveza Tiger y de una botella de arak d 38 grados.

          La comida de navidad no parece más prometedora. Pero, si todo esto os parece una mierda, esperad al día de nochevieja, en el que si las cosas van bien, estaremos tirados en el aeropuerto de Bolonia, esperando completar nuestro regreso, a España.

          A parte de estar a 35 grados, el día de navidad en las calles es mucho más alegre, que en España, porque todos los negocios - incluidos los espectaculares centros comerciales - están abiertos y las avenidas están abarrotadas de gente. En uno de estos macrocentros -donde los niños esperaban de forma ordenada entregarse a Papa Noel -, nos han invitado a diversas degustaciones, que nos han servido para almorzar, por lo que al final la comida del Christmas Day ha sido bastante aceptable. Incluso, nos han regalado varios chupitos de ginebra, lo que resulta increíble en musulmania.

Resumiendo Indonesia

          Tras 28 trepidantes días hemos abandonado Indonesia, en lo que ha sido el viaje más largo y super caluroso, de los tres, que hemos llevado al país en los últimos quince años. A pesar de que solo hace un lustro de nuestra última visita y de que las cosas en el tercer mundo tardan mucho más tiempo en mejorar, nos ha sorprendido gratamente, la mejoría, que han experimentado muchos alojamientos, que no se ha trasladado de forma igual al precio.

        Hemos comido mejor, pero no porque antes se alimentaran mal, sino porque nos hemos buscado mejor la vida y porque no hemos centrado nuestras visitas en Java y Bali, como anteriormente, que son las islas con menos variedad y más sosería. En Flores, Sumbawa, Lombock o las Penidas hay tantas variedades de nasi campur, que podrías estar viajando durante meses, sin repetir. Precisamente -nasi, significa arroz -, campur define la palabra mixto, por lo que la creatividad es infinita y las cocineras imaginativas y generosas, abundan.

          En un mismo país y con idéntico visado, hemos visitado territorios -islas-, antagónicos, ideológicamente. Desde la ultraconservadora Sumbawa, donde el alcohol no se usa ni siquiera para las heridas o la limpieza, hasta las abiertas y más tolerantes, Flores, Penidas o Bali. En el medio, más o menos, Lombock y Java.

          Ello ha hecho posible también, que hayamos asistido a una variedad constante de ropajes, sobre todo, de los femeninos, como siempre, por el uso machista, que se hace de ello.

          En materia de transporte, también hemos asistido a escenarios muy diversos, no siendo mejor, precisamente, en las zonas más turísticas. La especulación en esta materia en Bali, es cada día más salvaje, con una decadencia de los servicios públicos y un aumento loco de los precios de los privados.

          Los únicos, que no pretenden un enriquecimiento rápido en esta isla son los de los alojamientos y es, porque no pueden al ser estos casi infinitos.

          En general, hemos sufrido, casi tanto,  como hemos disfrutado y en los países, que esto sucede, son los que nunca se borran de la mente y siempre, se pretende volver. Al fin y al cabo y al hacer balance, ya no tienes en cuenta la tiranía del día a día, ni la sanguinaria acometida de los mosquitos del aeropuerto de Sumbawa, que aún perduran en nuestros cuerpos.

          

martes, 28 de mayo de 2024

El bálsamo, Kuala Lumpur

           Llegar a Malasia fue un alivio, después de llevar más de mes y medio transitando de aquella manera por Vietnam e Indonesia. Y no por la bajada de las temperaturas, tan deseada, porque aquí, en Kuala Lumpur, sigue haciendo mucho calor y una insoportable humedad. Pero si, por haber acabado de un plumazo con motorilandia -el tráfico es más sereno y las motos apenas suponen el diez por ciento del mismo - y porque las aceras sirvan para caminar y no para almacenar sine die vehículos y las cosas más variopintas o inimaginables.

          Y eso, que entrar en el país fue mucho más lento, que de costumbre, tardando casi una hora en los controles de inmigración, más por aglomeración, que por exigencias. Pasaremos nochebuena y navidad en Kuala Lumpur, después de haber descartado movernos por el país, en estos seis días, que vamos a permanecer. Las razones son varias y todas van en la misma dirección. Conocemos casi todo de Malasia, es poco tiempo, hay destinos para los que no existen billetes hasta el año que viene,cuesta demasiado dinero y estamos vagos.

          Al fin y después de casi dos meses y medio, nos hemos encontrado con la Navidad y ha debido ser en el interior de las Personas y en algún otro centro comercial. Nos sentimos además aliviados, porque la última vez, que estuvimos aquí, hace un lustro, la ciudad estaba llena de obras imposibles, que han terminado tanto en la zona de la mezquita principal, como en las calles aledañas a Chinatow. También han mejorado mucho las infraestructuras en Litte India, lo que ha permitido más peatonalizaciones y más instalaciones de puestos (fundamentalmente, de comida)

          Lo que sigue teniendo mal remedio en Kuala Lumpur es el alojamiento (aunque en sitios, que nos encantan, como Bangkok o Calcuta, pasa lo mismo). Todo lo económico es básico, pero para encontrar uno decente entre estos, hay que probar veinte. En esta ocasión, lo hemos conseguido a la segunda. Después de pernoctar en un lugar austero y caluroso, durante una noche, con baño indecente, por el mismo precio hemos caído en otro con aire acondicionado y donde cagar o ducharse, no suponen una auténtica aventura. Aquí pasaremos cuatro noches -tres reservadas ya, antes de partir para Singapur y Atenas.

Aeropuerto de Billund


 

Surabaya, para poner fin a un mes en Indonesia

         El ferry entre Gilimanuk y Ketapang -ya lo cogimos en 2008, ida y vuelta - tarda poco más de una hora, en la que aparte de en el espacio breve del canal de Java, pareces trasladarte en el tiempo, entre la alegre y serena Bali y la estricta, conservadora y seria Java. Si Gilimanuk es un lugar básico, aunque amable, Ketapang es todo lo contrario: abrumador y hostil. Así, que nada mejor, que esperar las horas restantes para tomar el tren nocturno a Surabaya, en la sala del aire acondicionado de la estación.

          El tren ha doblado su precio, desde 2008, pero ha mejorado ampliamente la calidad: aire y comodidad en la clase económica. A la 1:30 a.m. estamos en el destino, después de seis horas. Lo bueno de musulmania es, que te puedes tirar en el suelo a dormir, sin que nadie te diga nada (ellos lo hacen en las mezquitas).

          Surabaya sigue siendo la misma ciudad beligerante y cacharro, que hace quince años y no cambiará en cientos de ellos. Siguen destacando por su belleza y autenticidad, el barrio de la mezquita y la cercana Chinatow, además de sus mercados. Nos dimos nuestra penúltima ración de agobio en Indonesia, al caminar por sus peligrosísimas y alocadas calles, donde las aceras sirven para todo, lo que no sea generar movilidad entre los ciudadanos.

          La última dosis de frustración e ira fue, cuando al día siguiente y en el aeropuerto -al echarnos fuera y como en Bali,  por la noche, ya que volábamos de madrugada, nos machacaron los mosquitos, en los brazos y en la espalda. Pagas enormes tasas aéreas y te dejan tirado como una colilla y sin ningún remordimiento.

          Los hoteles de Surabaya siguen siendo tan lamentables, como hace una década y un lustro. Pero esta vez, tomamos una buena decisión y nos alejamos del centro para dormir, en un hotel cápsula, bien gestionado, con gente amable y con un buen desayuno. Está cerca de los centros comerciales de las afueras, donde por primera vez, vimos ambiente de Navidad, desde que salimos de casa. También pudimos comprar cerveza (algo de más graduación, imposible).

          En una tarde estresante, en la que no sabíamos  si fallaban nuestras tarjetas de crédito, el wifi, nosotros o Wizzair -era esta última -, conseguimos cerrar la ventana que queda: Kuala Lumpur - Singapur - Atenas (26 diciembre). Atenas - Bolonia (31 diciembre). Roma - Asturias (2 enero). Poco más de 250 € cada uno en total, aunque como a la ida, mucha paliza.

Terrazas del LEGO House, en Billund (parte II)


 

Terrazas del LEGO House,, en Billund (parte I)


 

lunes, 27 de mayo de 2024

Gilimanuk

          Tuvimos claro, casi desde el principio de nuestro periplo por Indonesia, que la vuelta desde Bali, a Surabaya, desde donde deberiamos volar a Kuala Lumpur, el 21 de diciembre, lo haríamos por tierra. Es mucho más barato así -casi una tercera parte de coste, que volando - pero la razón principal no era esa, sino entretener los últimos días en el país y no eternizarnos sin objetivos y aplatanarnos en la placentera Kuta. Aunque debo decir, que a última hora tuvimos dudas, entre optar por lo cómodo o lo aventuroso, porque el transporte público en Bali, cada día es más escaso y más caro.
          
          Para nuestra sorpresa, el microbús a Gilimanuk, resultó confortable,dispuso de aire acondicionado y no nos trataron de engañar con el precio. Vehículo lleno de cuervos musulmanas ansiosas de volver a su territorio. En Gilimanuk, decidimos hacer noche y no fue buena idea porque los alojamientos son caros y uraños. Pasamos una de las peores noches del viaje, agobiados por el asfixiante calor, la falta de aire puro, los perros, los gallos, el trafico y los incesantes cánticos de la cercana y agobiante mezquita. Para colmo, incluido en el  alto precio el desayuno era una mierda. 

          Al menos, avanzamos en el retorno y compramos vuelos, con Scoot, hacia Atenas y con escala en Singapur desde Kuala Lumpur. Muy barato. Descartamos la opción de volver con Xiamet, desde Bangkok.

          Pero y a pesar de todo, Gilimanuk no es un sitio horrible. Dispone de dos accesos al mar y de un proyecto de paseo marítimo semifrustrado, además de la mayor oferta de bebidas alcohólicas de toda la isla, en forma de arack de producción local. Pero, cuidado, porque sus precios siendo casi similares lo tienen desde excelente a asqueroso, por lo que hay que andarse con tiento. Tiene ademas una mezquita, un templo y una iglesia.
         

Desde Kuta a Dempasar. ¡Como han cambiado los tiempos (a peor)!

           En los dos viajes anteriores a Bali -2008 y 2018- ya habíamos ido andando, desde Dempasar, a Kuta. En la primera ocasión había bemos casi a cada instante, que cubrían el trayecto por un precio muy barato, por lo que el paseo fue casi por placer y por contemplar los templos del camino y entrar al Carrefour. 

          En la segunda ocasión, aún circulaban algunos bemos, pero de manera muy infrecuente, desde la estacion de Tegal, por lo que decidimos regresar caminando, para evitar esperas. A mitad de camino, había unas obras tremendas, que nos supusieron muchas dificultades. Al menos, habían tapado las alcantarillas del camino, que en la anterior vez estaban descubiertas y ansiosas de tragar peatones.

          Hoy en día, ya no circula un solo bemo por toda la isla. Han ideado un sistema de autobuses rojos con tarjeta, que no coge nadie y que para dos personas son más caros, que los propios taxis. Así, que decidimos ir andando, más por necesidad y vagancia que por buscar otras alternativas.

          La salida de Kuta fue sencilla, también hasta medio camino, con muy pocos cruces complicados. Pero en la parte de acceso a Dempasar, todo se enmaraño. Primero porque nos equivocamos de calle y debimos retroceder y después porque las aceras se transformaron en asesinas, llenas de todo tipo de objetos -algunos, inimaginables, ni para un guionista de Hollywood - y de irregularidades del asfalto o elementos punzantes o arañantes. Amenaza tras amenaza, en un interminable peregrinar hasta la terminal de Tegal, hace tres caótica y ahora, sencillamente, abandonada. Una pena.

          Hasta la de Ubung, hay unos cinco kilómetros, desde aquí, por un camino recto y más tranquilo. Este será el último punto desde donde abordaremos los buses, que conectan el oeste de la isla, con Java. Antes, los bemos drivers, te agobiaban, para que cogieras sus servicios. Hoy solo, algún taxista despistado. Menos mal, que de camino se contemplan templos espectaculares. Siendo generosos, la estación de Ubung funciona a medio gas, aunque al menos, hay autobuses para nuestro próximo destino: Gilimanuk.

          Decidimos descansar. Es tarde por lo que cogeremos un servicio al día siguiente. Encontramos un cercano hotel barato pero perdimos la piscina y el aire acondicionado del día anterior. Cómo recompensa cenamos las mejores patatas rebozadas del viaje y degustamos un exquisito plato de pasta con pollo, crujiente y varias verduras.