Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

domingo, 26 de mayo de 2024

Últimos días en Kuta, preparando el final del viaje

           Hoy cumplimos 56 días de viaje o lo que es lo mismo, ocho semanas completas de este noveno periplo largo, que probablemente, tendrá su final, dentro de algo más de quince jornadas, rondando la nochevieja. Aún no hay nada concretado, pero nuestra vuelta puede ser: Kuala Lumpur - Singapur - Atenas (Scoot) y Milán - Madrid ( Wizzair). No tenemos ni idea de cómo conectaremos la capital griega y la ciudad italiana.

           Llevamos veinte y dos días en Indonesia y nos quedan otros seis, para retornar por tierra, a Surabaya, desde donde enlazar mediante Air Asia con Malasia. El de hoy supone el hotel número treinta del viaje y ya estuvimos en él hace tres semanas. De ellos la mitad han sido en Indonesia, ocho en Vietnam y siete en Tailandia, que ya nos resultan muy lejanos.

          Para quien no conozca un poco el país de las mil islas, darle una recomendación básica con el alojamiento. En general, los hay de tres tipos,en las zonas más turísticas (en el resto es otra cosa). Los mega carísimos, en forma de resorts, donde se puede hacer vida completa e intensa, sin salir siquiera a la calle. Los de precio medio, que rondan los 25-30€ y que ofrecen ciertas comodidades. Los usan los turistas o viajeros incautos o poco experimentados, que no saben o no se fian de los económicos, que cuestan la tercera parte y si se sabe buscar, ofrecen casi lo mismo: piscina  y aire acondicionado. Quizás los baños estén un poco peor, pero no siempre .

          Nuestros dos últimos días en Kuta fueron más relajados. El primero, tratamos de llegar más allá del aeropuerto -se puede ir por la playa- en la dirección contraria a Canggu. Es complicado, porque no es posible rodear el aeródromo, salvo por mar o por grandes carreteras.

          El segundo, además de varias gestiones logísticas, visitamos el famoso centro comercial DFS, en el que solo hay guiris. Se supone, que es para gente de tanto dinero, que nada tiene precio. Pero nosotros y en nuestra linea, nos pusimos las botas a base de probaturas gratuitas de pescado en salsa y galletas variadas.

          Mañana y si no hay contratiempos, iniciaremos la vuelta por tierra, hasta Surabaya, vía Dempasar y Gilimanuk.

sábado, 25 de mayo de 2024

Reflexiones de una prenavideña tarde tropical

         Los días van transcurriendo, cada vez más deprisa -nos llegamos por el 54 y la Navidad se va acercando, aunque por aquí, hay pocas muestras, que lo certifiquen, más allá de algún árbol cutre aislado o algún villancico en ingles en algún centro comercial.

          Después de la dureza de Sumbawa y Lombock -calor, alojamientos chungos, transportes peores, ausencia de alcohol y de cerveza, carreteras insoportables-, nuestra vida ha perdido la mayor parte del sufrimiento. Ello hace que estemos más relajados y que dediquemos mucho más tiempo a debatir de cosas, en las que hoy nos va la vida y mañana, ni nos acordamos de ellas 

          Sin ir más lejos, tres han sido hoy los asuntos de controversia.

          1.- ¿Navidades a la europea, con su frío, sus tradiciones, sus excesos y parafernalias o a la tropical, con el calor húmedo, la playa y sus mojitos y caipiriñas, pero con celebraciones mínimas? No somos nada navideños y cada vez menos, pero nos seguimos quedando con lo de siempre, aunque ni tengamos familia (la de mi pareja ya murió y la mía, como si lo estuviera).

          2.- ¿Leer las opiniones de los usuarios de los hoteles, en Booking o sencillamente, evitarlas? Cada vez, somos más partidarios de lo segundo, porque la mayoría de la gente da importancia a cosas absurdas y superfluas, o ha viajado muy poco y no tienen con que comparar. Tampoco nos sirve la media de puntuación. Hay lugares con una valoración de cinco -como el de ahora-, en los que nos hemos sentido mejor, que en otros de ocho. Además en este aspecto, hay mucho fraude a través de muchos clicks robóticos o interesados, que nunca visitaron el establecimiento o que son los mismos propietarios.

          3.- ¿Habitaciones con aire acondicionado o sin el? La respuesta parece de perogrullo, pero no lo es tanto, cuando te das cuenta, que con la primera opción y en países muy calurosos, como este, quieres salir al exterior más tarde y volver por la noche más pronto, para guarecerte, mientras de las habitaciones donde te asfixias, quieres salir huyendo a todas horas y por tanto, visitas más cosas.

No es tan malo irse al OYO

           En el sudeste asiático ir al hoyo,  no significa necesariamente morirse. Sobre todo si le quitamos la h (oyo). O lo que es lo mismo: on your own. Se trata de una mega cadena de alojamientos, fomentada por un chico indio de 19 años, que la creó en 2013. A diferencia de Booking, no es un mero intermediario de reservas, sino que participa en la gestión de hoteles o habitaciones exigiendo unas condiciones mínimas y reformas necesarias para garantizar cierta calidad en estos alojamientos. Controla más de 12.000 y ya se ha introducido, incluso, en España.

        A diferencia de Tailandia o Vietnam, donde todos los alojamientos los gestionamos con sus propietarios, en Indonesia hemos tirado bastante de Booking. Especialmente, en Bali y Flores ( no así, en Sumbawa o Lombock)

          En relación a los viajes anteriores al país, en 2.008 y 2018, la calidad ha aumentado mucho más, que el precio y para nosotros, Indonesia se ha quitado esa lacra de alojamientos muy cutres, que compartía con países, como Turquía o Marruecos. Eso sí y salvo excepciones, los fantásticos desayunos de entonces -incluidos en en precio- están desapareciendo o han mermado en su cantidad.

          Seguimos en Kuta, en un hotel fenomenal y barato. Y el día de hoy lo hemos dedicado a llevar a cabo una excursión estupenda y calurosa, de unos 38 kilómetros (ida y vuelta). Hemos recorrido el paseo marítimo hacia la derecha, para llegar a Senmiyak y Canggu, a través de decenas de playas de arena ocre y negra y diversos y atractivos templos de roca volcánica, tan oscuros como el azabache.

          La única dificultad de la jornada ha sido atravesar unos cuantos canales de corrientes diversas y hasta alguno de ellos de posibles aguas fecales.

Cuatro planes desde Kuta

           Nos costó la tarde entera, porque la información es escasa e imprecisa, pero trasteando en el hotel por internet y embadurnados de calor, nos planteamos tres objetivos con el transporte para el día siguiente (luego serían cuatro). 

          La jornada comenzó bien, reservando más barato en un hotel prometedor y con aire acondicionado. Y siguió mejor, porque en una zona de la playa nos invitaron a desayunar té y café y nos ofrecieron una caja , que contenía una croqueta gigante de verduras, dulces y cacahuetes.

          Llegamos hasta el Discovery Mall, desde donde supuestamente, operan buses de Kura Kura, para diferentes destinos del sur de la isla. Fracaso total. Nadie sabe nada. Seguimos por la playa hasta el Lippo Mall y junto a una parada de Grab -el Uber indonesio -, sí encontramos otra de Kura Kura, pero solo con destino a Ubud y más caro -suplemento por equipaje-, que Perama, la del shutle de ayer. Nada de Dempasar o Canggu.

          Tercera baza: a Ikea y la estación de ayer, por un largo, aunque no incómodo camino. En la multinacional sueca, albóndigas al doble de precio, que en España, aunque los refrescos son ilimitados, por poco más de cincuenta céntimos. Y, en la terminal, solo buses a Dempasar, carísimos. Y además, hay que adquirir una tarjeta de recarga de alto precio, para solo una vez.

          El cuarto plan, vino de una pedrada mía, que contradecía a Google, que indica, que no es posible llegar a Canggu, desde Kuta, yendo caminando por la playa. De esta forma conseguimos hacer la mitad del camino -unos siete kilómetros - hasta unos bonitos templos y tuvimos, que volver, por hacerse de noche, para reintentarlo mañana.

Empieza el tercer "interair"

           Mañana domingo comienza nuestro tercer "interair", que nos va a llevar, durante 18 días, por varias ciudades europeas. Por primera vez, llevamos todo el recorrido cerrado y no nos vamos a gastar en él más de 180 € por persona.

          Da un poco de vértigo, porque se trata de un puzzle de diez vuelos, en tan solo dos semanas y media, con el estrés que supone, el transitar y pasar por los controles de seguridad de los distintos aeropuertos. Pero, creemos, que podremos con ellos, especialmente, si no hay retrasos aéreos y el clima acompaña. Solo, entre tres y cuatro noches de hotel.

          26 de mayo: Valladolid - Madrid 

          27 de mayo: Madrid - Billund, con Ryanair. Territorio conocido 

          29 de mayo: Billund -Gdanks, con Ryanair. Intentaremos explorar el cercano campo de concentración de Stutthof y Hel

          1 de junio - 3 de junio: Gdanks - Stavanger -Gdanks, con Wizzair, ida y vuelta 

          4 - 5 de junio: Gdanks - Tronso - Gdanks y su sol de medianoche, con Wizzair. Solo 23 horas en el círculo polar ártico 

          7 de junio: Gdanks - Hamburgo, con Ryanair. Visitaremos este destino y la cercana Bremen.

          9 de junio: Hamburgo - Málaga, con Ryanair. Seis horas de escala.

          10 de junio: Málaga - Burdeos, con Ryanair, para descubrir esta ciudad.

          12 de junio: Burdeos - Madrid, con Ryanair y fin del viaje.

Regreso a Kuta

           En un supermercado de Lombock nos compramos unos tintes super morados para el pelo. Nos los dimos en el hotel de Padangbai. Desde entonces, somos la sensación de las islas y casi todas las mujeres de diversas edades -también algunos hombres- se deshacen a nuestro paso con calificativos, como "great", "beautiful", "nice", "deep purple"...

          Al final y con más esfuerzo del esperado, tuvimos, que volver a Kuta con Perama, pagándolo caro y en un trayecto muy pesado de casi dos horas para 35 kilómetros, debido al denso tráfico. De camino, vimos un Ikea y una estación de autobuses, que nos abrió futuras esperanzas, para poder ir a Dempasar, desde donde pensamos acometer la vuelta por tierra hasta Surabaya -Java- desde donde tenemos un avión, a Kuala Lumpur, el día 21 de diciembre.

          En Kuta -como en el resto de Indonesia -,  contratiempos podíamos esperar, pero no desde luego, con el alojamiento, al querer volver al de la primera vez, con nuestra gran piscina y aire acondicionado. Pero el conserje nos devolvió a la realidad, indicando, que todo estaba lleno. Más tarde y trasteando en Booking descubrimos, que si había alcobas, pero que no estaban dispuestos a ofrecerlas al precio de la otra vez.

          Comenzó entonces un largo, tedioso, caluroso, húmedo, esforzado y desanimado peregrinar por los diversos hoteles de la zona. Pagamos lo mismo que hace más de dos semanas, pero sin aire, sin piscina y con un baño indecente. Mañana, definitivamente, buscaremos otra cosa.

          En los próximos días debemos visitar Canggu y volver a Dempasar y probablemente, en ambos casos, será andando por la escasez y el alto precio del transporte colectivo, que de público tiene poco.

viernes, 24 de mayo de 2024

Nunca debimos volver a Ubud

           Si segundas partes nunca fueron buenas, no digamos, las terceras. Nunca debimos volver, a Ubud. De hecho, no entraba en nuestros planes, pero al acortar nuestro circuito por Flores, nos sobraban días. El templo del lago -el principal y el más visitado, aunque no el más bello- estaba en nuestros recuerdos y en las fotos de los dos viajes anteriores a esta ciudad y al que habíamos acudido docenas de veces en el pasado. Al bajar del bus de Padangbai, le dije a mi pareja: "algún día cobrarán por entrar a ese templo, a no tardar mucho". Más bien, a no tardar nada, porque ya han puesto férrea billeteria junto al Starbucks.

          Lo único barato en Ubud ya solo son los hoteles, porque hay tantos, que no pueden subir los precios. Pero, en general y en cuanto a los económicos, son algo más rústicos, que en el resto de la isla, aunque suelen compensar con sabrosos desayunos.

          Cada vez eso sí, nos da más la sensación, en cada ocasión, que volvemos a Ubud es, que con más descaro y sin disimulo, tratan de estafarte con todo, siendo la inflación galopante. Definitivamente - ya había pocos en 2018-, han desaparecido los bemos y por tanto, no hay forma de moverse en transporte público, por Bali. Solo te quedan los shutles -diez veces más caros el kilómetro, que en Sumbawa o Lombock - o los carísimos taxis (un recorrido de 30 kilómetros equivale a cuatro noches de hotel para dos personas).

          Los fantásticos templos de la ciudad, que antes visitabas entre sonrisas y en pantalón corto, ahora, o los cierran o ponen carteles en los que dicen que solo se puede entrar para rezar -ni puto caso - y en los que están abiertos, tratan de echarte, pesadisimas señoras, por no llevar el sharong (a la mierda, todas ellas). Los templos de la ciudad no los cobran porque no va nadie, en los de las afueras y pagando una carísima excursión no hay problema.

          Algo, si ha mejorado, desde hace un lustro. Han construido un mercado nuevo y moderno y peatonalizado los alrededores, pero obras, sin educación, no sirven para nada, porque siguen campando a sus anchas y aparcando en cualquier parte con las malditas motos. 

          En Ubud me caí y me arañe un brazo. La última vez, había sido en Guadalajara, México, hace más de dos años.

Cuatro agujeros en el modelo de vida indonesio

           Existen muy poderosos motivos para asegurar, que países como Indonesia no podrían subir en el ranking de prosperidad y bienestar, ni aunque lo intentaran, ni aunque les tocara la lotería, ni aunque de la noche de la mañana, produjeran todo el petroleo, el coltán o todos los diamantes del mundo. La razón es, -como ocurre en la mayoría de países del tercer mundo -, que las medidas, que harían progresar exponencialmente al país no cuestan demasiado dinero.

          Se trata más, de un cambio de decisiones y de filosofía vital, que de poder económico. Pero, ya os adelanto y por experiencia, que nada de esto se va a producir. Son cuatro -a grandes rasgos, porque son muchos más -, los agujeros del irreparable sistema, que no requerirían  de casi ninguna inversión.

          1.- Movilidad. Resulta imposible moverse por el país con criterio. Todo movimiento humano fluye con tanta naturalidad, como caos, a pie o mediante los diversos -fundamentalmente motos anárquicas -, transportes. No puedo ni imaginar, los puntos de crecimiento del PIB, que esto puede restar al país,sin que a nadie le importe.

          2.- Destrozar el medio ambiente. ¿Costaría tanto, que cada uno tirará sus cosas sobrantes a la basura? Parece ser, que sí. Resulta deprimente, sobremanera, viajar en un ferry y ver, que el mar está lleno de basura generada por los lugareños y agrupada por bloques, que mueven las corrientes y las olas. Asomado a la barandilla y asombrado ves, como sin sutilezas o remordimientos, lanzan todos los desperdicios al mar. Lo mismo ocurre en el transporte terrestre.

          3.- Precios. En un país coherente y por pocos recursos, que tenga, no puedes pagar un precio y el doble, por lo mismo. Pues eso ocurre, por ejemplo, dependiendo, en que dirección tomes el ferry a las islas Penidas (60.000, por 30.000).

          4.- La hipocresía, motivada por no se que razones, dado que no tiene raíces, ni políticas, ni religiosas. Resulta, que prohíben el alcohol en la mayor parte del país -menos en Bali, porque sino , no iría, ni el tato- y lo fundamentan, en que hace daño a los jóvenes. Pero, cuando vas por la calle, ves a críos de 12 o 13 años haciendo el bestia con una moto, con el peligro, que conlleva para ellos y para el resto del tránsito.

Padangbai

           Padangbai es un lugar infravalorado -incluso por nosotros, hace cinco años - por ser un sitio de tránsito de los viajeros que van, de Bali, a Lombock y viceversa. Como tantas veces, todos vamos corriendo y decimos aquello de "no tiene nada interesante". No es verdad. Padangbai posee un número importante de templos, que casi no visita nadie, salvo los devotos lugareños.

          En Padangbai se pueden realizar caminatas en los alrededores, donde contemplar excepcionales playas de arenas blancas y negras. También cuenta con bien montados barrios suburbiales, donde se mezclan la ruralidad de la zona y sus guerreros y variados animales domésticos, con cuidados alojamientos para extranjeros o familias locales.

          El único problema de Padangbai es, el de siempre aquí. Gente tratándose de hacer rica, a bajo coste y a alto precio. No existe transporte público, ni estación de autobuses. Por lo que para los desplazamientos todo queda en manos de las sanguinarias agencias locales, que se relamen , por cada guiri, que ven. Los shutles son un robo -encima, tratan de engañarte dos veces- y los taxis, organizados, como mafia, son simplemente depredadores de gentes.

          Los ferrys hacia las Penidas no se han visto inmunes a esta especulación fagocitan te. Han eliminado las ventanillas de venta de toda la vida para encomendársela a las agencias, sin que el viajero reciba un plus a cambio. Al final y tras varias valoraciones de la situación y a regañadientes, les regalas los tres euros a mayores, que te piden y les deseas la muerte inmediata. Un trayecto en Bali, de 30 kilómetros cualquier transporte  cuesta diez veces más, que en el resto de Indonesia.

Las Penidas

            Retornados a Bali, después de  nuestras aventuras  isleñas por Flores, Sumbawa y Lombock, nos trasladamos a través de una hora y media de ferry a las islas Penidas. Son tres y acabamos en la más grande y en concreto, desembarcamos en Batununggul, que es donde llega el ferry público ( hay otras muchas formas de transporte privado)

          El municipio tiene una calle larguísima y relativamente caótica, que ofrece todos los servicios necesarios para el viajero: hoteles o bungalows bastante competitivos, minimarkets, oficinas de cambio, restaurantes y bares y hasta un bien abastecido mercado nocturno de comidas variadas.

          En la parte izquierda se suceden un sin fin de playas, aunque están más adaptadas a la explotación de la pesca y de otras actividades por parte de los lugareños que al turismo. No obstante sus verdosas aguas cristalinas incitan al baño, en cualquier parte. Lo más famoso de esta isla y de forma merecida son las espectaculares playas del sur, como la Diamante, Cristal Bay o Broken Athu. 

          Se encuentran  lejos de los núcleos de población, por lo que si se quieren ver, no basta con andar. Alquilar una moto o tomar un taxi son las mejores opciones. Caminar da de sí lo que da, porque el calor es asfixiante y no hay una sola sombra, al tratarse de edificaciones bajas. Pero, si sirve -y nadie lo menciona, para contemplar los numerosos templos de la zona, de piedra y en diferente estado de conservación y que nadie visita. Son diferentes a los de Bali, aunque mantienen unos rasgos comunes. ¡No saben lo que se pierden!