
Pongamos, como ejemplo, un día
como hoy:
1º.- Engaño en cuanto al destino
del transporte. Nos aseguran que va a Balbeeck, pero debemos hacer cambio, a
mitad de camino, en Chatura.
2º.- El nuevo y alocado
conductor, hace sus chanchullos con el anterior. Se ve a la legua, que pretende
estafarnos. Y así es. No entiende que cualquier viajero experto, pregunta el
precio de todo lo que consume –sea un bien o un servicio-, previamente. Le
damos 15.000 libras y pone cara de querer más. Le explicamos entre inglés –poco
hablado aquí- y por señas, que son 6.000 cada uno y que nos devuelva nuestro
cambio. Lo va haciendo poco a poco, billete –de mil-, a billete, con además de
frustración.
3º.-Fotografiando una mezquita,
aparece un descontrolado, que nos trata de arrebatar la cámara. Forcejeo de los
dos contra él, durante más de un minuto y arrastrándole cincuenta metros, mientras
gritamos “help us”. Nuestro blanco perfecto, dada la posición, era claro: un
puñetazo en los cojones y el tipo, KO. Pero no quisimos meternos en problemas y
la situación se arregló –con la presencia -que no intervención-, de los
vigilantes de un parking. Su intención no era robarnos la cámara, sino que
borráramos una foto, en la que él aparecía a más de 30 metros del objetivo. Era
una instantánea panorámica y en la que salía una mezquita y naturalmente, toda
la gente, que había en ese momento por allí, en un muy segundo plano.
Hay que decir, por otra parte,
que incidentes similares a este, también los sufrimos en Mali y Senegal.
Aunque, fueron mucho más leves.
4º.-Tomamos un cacharro en
Chatura. Nos vuelven a tratar de cobrar más y ante nuestra negativa, aceptan el
precio, que acordamos, con uno que habla francés. Pero el hijo de puta del
conductor y después de lo pactado, nos quiere dejar a las afueras de Beirut, si
no le pagamos 1.000 libras más, cada uno. El habla en árabe, nosotros gesticulamos
y gritamos en español, mientras un pasajero ríe. Conversación de besugos, pero
nos salimos con la nuestra y no nos saca ni una libra, más.
Por lo demás, el día empezó con
otro tipo de problema. Hora y veinte minutos hasta que pasara el autobús, a la
estación de Cola, mientras en la otra dirección, habían transitado cinco.
Baalbek
El paisaje hasta Balbeeck es
agradable y aún perviven las nieves de las montañas, a pesar de que estamos a
finales de abril. Las ruinas se ven al 90% desde fuera, así que decidimos no
pagar su caro precio. Desde nuestro punto de vista, están sobrevaloradas, sobre
todo, si se las compara con las de Siria y Jordania.
A la vuelta, paramos en Chatura,
una ciudad que conecta Beirut, con Damasco, Baalbek, Anjar y Rachaya. El lugar
está lleno de pedigüeños, pelmas, garitos de cambio de moneda –donde
blanqueamos la mitad de los dólares encontrados- y tiendas de ropa militar –a
la última moda, estilo lagarterana-. Pero se comen unos shawarmas excelentes, a
unos precios muy razonables, con deliciosa carne de cordero en pan de pita y
taataiki (excelente salsa de yogurt y pepino).
Volviendo por la Corniche, al
fin, encontramos ambiente en Beirut, al llegar a la zona de la Marina.
Restaurantes caros y vulgares, pero al menos, llenos de gente.
Beirut
Mañana trataremos de visitar,
Beiteddine y Deir el Qamar. Si no pasa nada, ya no escribiré más post de este
país. Mi último comentario, va encaminado a informar, de que es la única
nación, desde hace mucho tiempo, en la que hemos visto fumar en cualquier
transporte público, liarse cigarrillos al conductor, mientras pilota el
vehículo o a civiles, campando alegremente, con un revolver en el cinturón,
como si fuera el lejano oeste.
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