miércoles, 31 de agosto de 2022
martes, 30 de agosto de 2022
¡A precio de Santander, pero se lo montan a lo grande!
Pues sí, son algo pijos, mean colonia, visten con estilo -para envidia de foráneos y turistas-, pero desde luego, los santanderinos se lo montan bien. No sólo, como en casi todas partes -menos en La Cistérniga, nuestro lugar de residencia -, se sienten orgullosos de sus fiestas patronales y constantes conciertos veraniegos de bastante calidad y éxito, sino, que prolongan la diversión y las relaciones humanas, a lo largo de toda la estación estival.
Nuestra tercera estancia en Santander en el último mes y medio, ya no contó con los carruseles festivos, las casetas de los bares, las verbenas o los chiringuitos regionales (no prestan demasiada atención a los fuegos artificiales, según vimos en el programa). Pero, si, encontramos actividades para pasar tres días muy entretenidos. Destacó tres, aunque hubo más:
1. La vibrante feria del disco
2. Un mercado interminable en el lugar, en el que en julio, estaba ubicado el Marinero, de venta de productos artesanales, abalorios y alimentos -dan degustaciones, sobre todo de queso- y lo completan con bares exóticos, muy bien recreados en su decoración, como el de temática andalusí y el turco
3. El más importante, junto al Sardinero. Aunque les gustan los eventos localistas o regionales, no se conforman con ellos. Y así, han montado el Festival de las Naciones, con conciertos, eventos varios y sobre todo, mucha comida representativa de más de veinte países, desde carne de canguro, a cocodrilo, pasando por la de avestruz. ¡Ya me diréis donde van a comprar eso en los mercados de la ciudad!
Por cierto, el de La Esperanza, es magnífico, con una alta gama de pescados y mariscos, que quita el hipo. Naturalmente, todo a precio de Santander.
En el primer caso, una caipiriña nueve euros o una triste empanadilla, tres, por poner dos ejemplos.
En el segundo, anchoas- bocartes, para ellos- a ocho euros, una ostra, dos o una zamburiña a uno la unidad.
Por cierto, dentro de nada, comienza el Festival de Cine, así que la vida no para.
domingo, 28 de agosto de 2022
domingo, 21 de agosto de 2022
A vueltas con el ALSA
Nuestra relación con ALSA es de amor - odio. Love, porque al ser clientes frecuentes, nos ofrecen innumerables descuentos y regalos. Hate, por todos los líos en los que nos meten, por la incomodidad de la mayoría de los vehículos y por los constantes retrasos.
Lo que voy a contar, no lo entiendo, ni yo, así que a ver, si consigo explicarlo. Existe un autobús, Valladolid - Santander, que de normal hace las siguientes paradas: Palencia, Osorno, Herrera de Pisuerga, Aguilar de Campoo, Reinosa y Torrelavega. La app de la compañía, incomprensiblemente , te permite adquirir un billete Valladolid - Reinosa, pero no, un Valladolid - Aguilar de Campoo, que pretendía ser nuestro destino. Decisión y dado que no hay más alternativas a ese precio y de forma directa: ida y vuelta a Reinosa, pagando de más y luego lidiar con los conductores, por no subir o bajar en la parada contratada. Fue correcto, pero extraordinariamente estresante.
El día del viaje y antes de tomar asiento, hablamos con el amable chófer, que no nos pone ninguna pega. La segunda noche, contactamos con el soporte al cliente y empieza la incomprensión, la falta de respeto y el abandono total. Tras varios correos, no se bajan del burro: legalmente y dadas las autorizaciones estatales concedidas a ALSA, nadie puede bajar o subir en una parada no contratada, así, que nos tenemos, que joder, pasar una noche más en el camping, pedir un día de asuntos propios, perder dinero, gastar más y hacer un viaje con transbordo en Palencia.
Cuando los amenazamos con la policía, ni siquiera contestan. Y llegó el día de desmontar la tienda y tratar de volver, estando de los nervios. Mal empezamos: media, una, una hora y media y el bus no aparece. ¿Una venganza y por eso no ha parado?. La verdad es que llegas a pensar de todo. En condiciones normales, nos habríamos vuelto al camping, pero algo nos dió fe. Una señora mayor, parlanchina y muy amable nos aseguró, que desde Santander, su hermano párroco venía en ese autobús y había salido, aunque tarde. Con cien minutos de retraso, el vehículo apareció, aunque la anciana nos advirtió de que si el conductor tenía bigote y barbas, era un estricto cumplidor de las normas y tendríamos problemas . Afortunadamente, no fue así. No se nos ocurrió ni siquiera curiosear por la causa del enorme retraso.
Por cierto, desde el 1 de septiembre le ponemos los cuernos a ALSA y nos vamos gratis con los Media Distancia de RENFE.
sábado, 20 de agosto de 2022
Pantaneo
¿Playa? ¿Montaña? ¿Fiesta perpetua? ¿Treking alocado? Existe una alternativa no muy cara y no muy masiva, que es el pantaneo y no está mal. En nuestro caso, es la primera experiencia y sin profundizar en sus bondades, hemos vuelto contentos.
Según afirman fuentes mejor informadas, que yo, solo entre Aguilar de Campoo y Guardo, se pueden visitar cinco embalses. Una gozada, si el mismísimo Franco, levantará la cabeza o cualquier otra parte de su cuerpo!.
Los pantanos disponen de playas artificiales, viento feroz y cuando se cabrean, hasta de amenazantes olas. Por ver, contemplamos hasta a una voraz gaviota marina, alborotada y algo confundida.
Por supuesto, en los accesos , están llenos de coches y de gente muy mal educada, que piensa, que porque trabaja y tiene -supuestamente- vida, tiene derecho a molestarte y a atropellarte, si hace falta, si has mirado mal, a su vástago molesto o a su perro ladrador.
Uno va siendo mayor y aún recuerda, cuando en los 70 y los 80, las playas estaban llenas de basura. Hoy -fumadores insensibles y enganchados al margen- no hay tanta porquería. Algo hemos avanzado, aunque lentamente. Pero los parkings masivos y brutales, que existen en playas idílicas del Cantábrico -decenas de ellas-, resultan tan dañinos, como aquello.
Tiene pinta, que faltan décadas para que desaparezcan los "inside sundiers"- domingueros interiores de pantanos y lagos- y los "outside sundiers"- todos los demás maleducados a golpe de embrague, playa y adrenalina veraniega, que nos hacen la vida tan incómoda.
Al menos, en pleno puente de agosto y rodeados de pinares, en el pantaneo de Aguilar de Campoo, ni una sola chicharra de día, ni un solo grillo de noche. ¡Que lujo!.
viernes, 19 de agosto de 2022
De camping (III)
Noche 1.- Lo peor de un camping con tienda pequeña - también ocurre en los hostels- es entretener el tiempo, entre que has acabado el día y te vas a la cama. En este caso la temperatura nos ayudó, no bajando de 13 grados. Pero, sí hubo tres acontecimientos que nos incomodarlo en mayor o menor medida.
1. Fiesta en la terraza hasta las dos de la mañana, con canciones gitanas muy bien afinadas. Creemos, que la alquilan para eventos.
2. A las 7 a.m., los mismos que se quejaban de lo anterior -vecinos nuestros de tienda - empiezan a montar un escándalo de órdago, mientras desayunaban.
3. Los dos perros, que nos provocarían insomnio intermitente, durante las tres noches, con sus insoportables e intermitentes ladridos (desconocemos, si eran de la propiedad del recinto o de algún campista).
Noche 2.- Fiesta de globitos en la terraza, algo más tranquila y a la 1, fin. Los vecinos excursionistas madrugan menos y meten menos jaleo. Los perros siguen en sus trece.
Noche 3.- Baja temperatura, casi heladora. Nadie en la terraza. Nuestros vecinos guerreros se han ido. A cambio, nos toca una chica multiorgásmica. ¡Tres criterios en unos cinco minutos, mientras cargamos el móvil en el baño!. Digo yo, que el primero fue penetración clara. El segundo, dedillo y, por la pinta, el tercero un cunilingus en toda regla. La chica debe estar contenta, porque además, al día siguiente y con cariño, le preparaba su pareja el desayuno. Los perros seguían a lo suyo. Y lo mismo la insistente madre -como cambian las mujeres ven esa etapa -, que nos aturdió cada jornada, con que su hijo Hugo se comiera las magdalenas.
Como más adelante veremos, pudo haber una cuarta noche. Pero, afortunadamente, eso no ocurrió.
De camping (II)
Sí un extraterrestre llegará a la tierra y lo primero, que viera, fuera un camping, alucinaria. Aunque, al fin y al cabo, una acampada colectiva no es otra cosa, que un hotel o una vivienda, con menos privacidad, lo que alienta los chismes y cotorreos.
Es más: el camping es en realidad, la forma más democrática y heterogénea de disfrutar unas vacaciones. En él, conviven sin aparente fragmentación, yendo a los mismos baños, supermercado o piscina, personas, que se han gastado 60000 euros o más en una autocaravana o parejas de novios veinteañeros, a los que apenas les llega para una lata de sardinas por comida y un litro de tinto de verano.
En otra ocasión, os hablé del privilegiado camping de Santander a 18 euros y al lado de la playa de Mataleñas. Hoy toca, el Monte Royal de Aguilar de Campoo. En coche, todo es fácil. Andando y desde la población palentina, son unos cuatro kilómetros por una carretera serpenteante de arcén aceptable, pero con mucho sube y baja. Hay alternativa de caminos peatonales para buena parte del recorrido, pero eso lo descubrimos, después.
Esperábamos un pinar puro y duro, infame para los endebles ganchos de nuestra precaria tienda. Pero hallamos algunas islas de césped, afortunadamente. El gestor, muy amable y con tablas en el negocio, que se resumen, en que todo fluya, sin conflictos a poder ser: instalaciones básicas, pero precio ridículo para estar en pleno puente de agosto.
En general, todo transcurre laxo, con las ventajas e inconvenientes, que ello conlleva.