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domingo, 21 de agosto de 2022

A vueltas con el ALSA

          Nuestra relación con ALSA es de amor - odio. Love, porque al ser clientes frecuentes, nos ofrecen innumerables descuentos y regalos. Hate, por todos los líos en los que nos meten, por la incomodidad de la mayoría de los vehículos y por los constantes retrasos.

          Lo que voy a contar, no lo entiendo, ni yo, así que a ver, si consigo explicarlo. Existe un autobús, Valladolid - Santander, que de normal hace las siguientes paradas: Palencia, Osorno, Herrera de Pisuerga, Aguilar de Campoo, Reinosa y Torrelavega. La app de la compañía, incomprensiblemente , te permite adquirir un billete Valladolid - Reinosa, pero no, un Valladolid - Aguilar de Campoo, que pretendía ser nuestro destino. Decisión y dado que no hay más alternativas a ese precio y de forma directa: ida y vuelta a Reinosa, pagando de más y luego lidiar con los conductores, por no subir o bajar en la parada contratada. Fue correcto, pero extraordinariamente estresante.

          El día del viaje y antes de tomar asiento, hablamos con el amable chófer, que no nos pone ninguna pega. La segunda noche, contactamos con el soporte al cliente y empieza la incomprensión, la falta de respeto y el abandono total. Tras varios correos, no se bajan del burro: legalmente y dadas las autorizaciones estatales concedidas a ALSA, nadie puede bajar o subir en una parada no contratada, así, que nos tenemos, que joder, pasar una noche más en el camping, pedir un día de asuntos propios, perder dinero, gastar más y hacer un viaje con transbordo en Palencia.

          Cuando los amenazamos con la policía, ni siquiera contestan. Y llegó el día de desmontar la tienda y tratar de volver, estando de los nervios. Mal empezamos: media, una, una hora y media y el bus no aparece. ¿Una venganza y por eso no ha parado?. La verdad es que llegas a pensar de todo. En condiciones normales, nos habríamos vuelto al camping, pero algo nos dió fe. Una señora mayor, parlanchina y muy amable nos aseguró, que desde Santander, su hermano párroco venía en ese autobús y había salido, aunque tarde. Con cien minutos de retraso, el vehículo apareció, aunque la anciana nos advirtió de que si el conductor tenía bigote y barbas, era un estricto cumplidor de las normas y tendríamos problemas . Afortunadamente, no fue así. No se nos ocurrió ni siquiera curiosear por la causa del enorme retraso.

          Por cierto, desde el 1 de septiembre le ponemos los cuernos a ALSA y nos vamos gratis con los Media Distancia de RENFE.

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