Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

martes, 11 de marzo de 2025

Evora

           Evora era una de las pocas ciudades portuguesas, que nos quedaba por conocer. Desde Madrid, está camino de Lisboa pero lo cierto es, que sale mejor llegar hasta la capital lusa y volver, que parar de camino. Son unos 125 kilómetros, por los que pagamos 3€, con Flixbus, aunque vimos billetes a 2€, para otros días.

          La estación de buses de Evora no está muy lejos del centro, aunque el camino es incómodo. En realidad -y en eso nos recuerda mucho a las ciudades medianas de México-, casi todas las aceras son detestables en Portugal, por estrechas, irregulares y llenas de cosas. ¡Un asco y un estrés innecesario!

          El tema del alojamiento, también llevó su esfuerzo. Acabamos en una habitación de un apartamento compartido en el centro, con auto check-in, pero con una soldado/limpiadora, que vigilaba cada uno de nuestros movimientos desde la habitación contigua. Otra molestia, con la que lidiar.

          Evora es muy bonita, a pesar de los grupos de los tours, que la asedian en las horas centrales de la mañana, incluso en invierno. Debería ser mucho más peatonal pero en el país vecino no están por estas cosas.

          De todas formas, el bello casco histórico es muy compacto y se llega a todos los sitios de interés sin demasiado esfuerzo, a pesar del maldito empedrado. El precio de las visitas le da vergüenza a todo el mundo, menos a quien lo pone.

          Resumiendo sus atractivos, que podéis encontrar en cualquier guía o web: las ruinas del templo de Diana, que son básicamente columnas, sobre un soporte elevado; la catedral mazacote; la iglesia de San Francisco; la universidad; la muralla y su torreón y la capilla de los huesos, que en su época fue construida con esqueletos humanos, porque no tenían donde enterrarlos. ¡A grandes males, espectaculares remedios!

          No debemos olvidarnos de un extraño acueducto, donde apelando al pragmatismo, han construido centenares de casas debajo de sus arcos o adosados a ellos.

          Evora de noche está más muerta, que Amberes y Lucerna juntas.

lunes, 10 de marzo de 2025

De la plaza del Carmen a los puestos de Ginjihna

           Empezó el tercer día de viaje con el tiempo más estable y a todo esto, ya eran siete naturales -cinco hábiles -, los que habían pasado desde la publicación de las notas. No estaba claro, cuáles contaban, porque en la convocatoria ponía una cosa y en la resolución otra. Para los que no habéis logrado nunca una plaza pública, no os podéis hacer una idea, de lo larga, que se hace cada jornada entre que se publica la lista provisional y la definitiva. Y eso, que la ventaja con la segunda clasificada era muy cómoda.

          Dedicamos la mañana a volver al mercado de la Ribeira y a visitar la plaza más bonita de Lisboa: la del Carmen. A ella se puede llegar utilizando el eiffeliano y caro ascensor, subiendo escaleras o lo mejor: callejeando por bonitas vías ascendentes. En la plaza se encuentra un bellísimo monasterio en ruinas -hoy Museo Arqueológico- y una fuente barroca, que no da agua. Por detrás y desde lo alto, hay un mirador desde donde se contemplan idílicas vistas del castillo y de Lisboa, en general.

          Como al día siguiente iríamos a Evora temprano, nos decidimos por ir a dormir al aeropuerto, que no está lejos de la estación de autobuses. Se trata de un camino de unos diez kilómetros, en el que no se abandona el casco urbano hasta la última rotonda. Es entretenido, especialmente, cuando se abandona el centro y se transcurre por un poblado barrio de inmigrantes, con negocios de venta, bares y restaurantes gestionados por indios y africanos. Puedes comer un kebab por 2€, cuando en la Baixa te cuesta cinco.

          Si algo constituye hoy en día un emblema de la capital lusa, son los numerosos puestos de ginja -o ginjinha -, que hay por casi todas partes. Se trata de un rico licor de guindas, típico de Óbidos, que se sirve en vaso de plástico o de chocolate. También destacan los omnipresentes pasteles de nata y el bacalao, cocinado de casi todas las maneras imaginables.

          El aeropuerto de Lisboa no es el mejor lugar para pasar la noche. Cuenta con dos terminales con transporte gratuito entre ellas. Abre las 24 horas, pero si no tienes una tarjeta de embarque para el día siguiente, aunque seas viajero de otros transportes, debes abandonarlo entre las 00:30 y las 03:00 de la madrugada. El resto del tiempo, nadie te molesta.

          Para encontrar un supermercado hay que caminar unos cincuenta y cinco minutos hasta un bien abastecido Aldi (los mejores pasteles de bacalao y de nata de la ciudad).

sábado, 8 de marzo de 2025

jueves, 6 de marzo de 2025

Lluvia, miseria y elevadas tasas turísticas nos recibieron en Lisboa

           El primer susto del viaje nos lo llevamos al llegar, a Madrid, en el Centro Comercial de Príncipe Pío, junto a la estación, cuando una chica, que caminaba deprisa y mirando el móvil abducida, se estampó la cara contra un escaparate de metacrilato. Su guapo rostro quedó conmocionado y el golpe sonó a algo grave. Eso sí y aunque aturdida, ni dejó de mirar la pantalla ni lo soltó de la mano.

          El vehículo de Flixbus, a Lisboa fue casi lleno y no me extraña, con esos precios (10€). Salimos en punto y llegamos con tres cuartos de adelanto, a las siete de la mañana. Los asientos muy cómodos y con enchufe funcionando, aunque no el wifi. A la vuelta fue al revés.

          Desde la cutre estación de Oriente y como era pronto, decidimos, ir al centro caminando y no fue buena idea. Primero, porque son casi dos horas y después, porque estaba lloviendo. Además, la ruta es altamente tercermundista, no habiendo casi aceras y hallando numerosas colonias de tiendas de campaña debajo de los puentes elevados de las carreteras, ocupados por gentes pobres. Tuvimos, que confirmar, que estábamos en Portugal y no en África.

          Al final y casi empapados, llegamos a la Plaza del Comercio y empezamos a explorar la ciudad. Recorrimos la calle semipeatonal Augusta y campamos con dificultad por la Baixa -demasiada gente-, hasta la plaza de Rosio.

          Después, nos acercamos a la catedral, ubicada en el barrio de Aldama -antes conflictivo - y terminamos en el bonito enclave del castillo.

          Como el checkin de nuestro hotel no era posible hasta las dos y seguía lloviendo, paramos un buen rato en el mercado de la Ribeira, que mezcla puestos tradicionales y gourmet. Lleno de lugareños y turistas, pero para que os hagáis una idea, el kilo de gambas tigre, ¡a 85€!

          Nuestro alojamiento era la guest house SwissLisbon  en el periférico barrio de Alcántara. Habitación correcta, aunque abuhardillada y pequeña. Habíamos pagado 30€ por ella y la sorpresa fue mayúscula y desagradable, cuando nos enteramos de que 8€ -cuatro cada uno-, corresponden a la maldita tasa municipal ¡un abuso!.

          Decidimos dedicar la tarde -tras devorar varios y baratos pasteles de nata-, llegar andando por la desembocadura del Tajo, hasta el monumento de los Descubridores, la torre de Belém y el monasterio de los Jerónimos. Al final, salió el sol.

          Junto a nuestro alojamiento pudimos hacer las últimas compras en un Lidl y un Pingo Doce.

Nuestro apartamento de Benidorm


 

Balcón del Mediterráneo, en Benidorm