Luangwa
Entrar en Malaui ha sido un soplo
de viento fresco. Ya no solo, porque te permitan tomar algo de aliento, al no
cobrarte visado, sino porque hemos vuelto a ver a los ninos sonreir y al mundo
-aunque con sus cosillas de siempre-, no estar enfrentado consigo mismo, en
batalla fratricida.
La ultima reyerta que tuvimos en Zambia,
fue con los cambistas de la frontera. Tambien nosotros, siempre nos vamos a
hacer "bussines", con lo mejor de cada casa. No solo nos querian
enganar con el cambio, sino quedarse con parte de nuestro dinero. Y todo ello,
ante la atenta y pasiva mirada de la policia. Pero, con cuatro gritos lo
arreglamos, recuperamos el peculio y de repente, aparecio un tipo, que nos dio
mejor tasa de cambio que en el banco, para nuestras kwuachas zambianas
sobrantes.
La penultima, tuvo lugar en el hotel,
donde nos despertaron a las 6,45, para preguntarnos si nos ibamos a quedar una
noche o si no avisarnos, de que el check-out era a las ocho. A lo primero, ya
habiamos contestado el dia anterior. A lo segundo, ni preguntamos, ya que
habiamos visto un cartel, en el que se indica, que el horario de la salida es a
las diez y media.
Comprensible es, que te quieran estafar
los buscavidas de la frontera. No asi, todo lo que vieron ayer nuestros ojos,
antes y durante el viaje, que nos llevo desde Lusaka a Chipata.
Como siempre y para hacer cualquier
tramite -en este caso, la compra de los boletos del bus-, te rodean ocho
negros. El vehiculo sale, con tres horas de retraso, hasta que no cabe en su
interior, ni mas pasajeros, ni mas mercancia. En tres ocasiones, pedimos la
devolucion del dinero.
Mas que por el retraso, estamos
indignados, porque como son 10 empleados los de la compania y no tienen nada
que hacer y se aburren, se decian a reirse de nosotros, pronunciando nuestros
nombres burlescamente o simulando peleas, mientras nos van acorralando por toda
la estacion, para luego, partirse de risa. Ni sacando nuestro peor caracter,
conseguimos que se inmuten o que nos reintegren el importe pagado (que por
cierto, no es bajo). Anteriormente, habian intentado sacarnos tres euros, por
subirnos el equipaje al vehiculo: naranjas de la China!!.
A los cinco minutos de partir, paran en
una gasolinera, donde nos bajan a todos, mientras se abastecen de gasolina -de
nuevo ocho negros, rodean al que la dispensa- y no nos dejan subir, hasta media
hora despues.
A la hora de camino, un perro cruza la
carretera y sin frenar o hacer sonar el claxon, el conductor le embiste con el
potente parachoques, ante nuestro horror, al contemplarlo desde la primera
fila. Al subnormal, no se le ocurre otra cosa, que reirse. A lo largo del dilatado periplo, estan a
punto de correr la misma suerte, un ciclista, un nino y decenas de despistadas
cabras.
Llegamos ya exhaustos y de noche y al
bajar del bus, casi nos aplastan los agresivos taxistas. Sin embargo, Chipata
por la manana, es bastante distinta de Lusaka. Comparte con ella, un
extraordinario mercado, aunque aqui la gente -sin ser amable-, la menos no es
hostil.
Esta poblacion, como su vecina Michingi
-ya en Malaui, a unos cuarenta kilometros- pueden ser probablemnte, las que
dispongan de mayor numero de bicilcetas per capita del planeta. Se utilizan
para todo: el autotransporte, el de otros pasajeros -las mujeres, siempre van
sentadas de lado-, el de mercancias -todas las que se puedan imaginar- y el de
las dos ultimas cosas juntas: ciclista, con senora detras y esta, con un saco
de maiz encima. Resulta impresionante, contemplar la destreza de
transportadores y transportados.
Llevamos solo, unas pocas horas en Malaui
y ya hemos hecho mas de 30 fotos -la media diaria es de 13. La gente es aqui,
maravillosa. Adios a Zambia para siempre!!.