Y transcurrieron inquietantes, aunque a la vez, excitantes, los siete viajes de la incertidumbre y la realidad nos dejó de forma abrupta en la nueva normalidad, tras año y medio continuado de viales largos, de duración media o relativamente cortos.
Justo la semana antes de que mi pareja comenzara su actividad laboral indefinida -la inició el 18 de marzo pasado- aprovechamos para pasar tres días en Madrid. Incluso, tratándose de jornadas laborales, lo tuvimos difícil para encontrar un alojamiento a buen precio, que no fuera un hostel de habitaciones compartidas, así, que nos tuvimos, que ir a dormir algo lejos del centro, a Villaverde Bajo, a una casa turística con otros huéspedes. Menos mal, que la estación de Cercanías está muy cerca y se puede usar el abono gratuito.
Se habla de este tipo de modalidad de hospedaje y casi siempre, se mete todo en el mismo saco. Y no es así, porque nosotros hemos dormido en apartamentos enteros -Atenas y Benidorm - solo para nuestro uso, muy bien equipados y por poco más de 20€ y en esta ocasión, hemos pagado 31€ por una pequeña alcoba, baño compartido y cocina con apenas un microondas y escasos utensilios.
¡Madrid, en la actualidad, está imposible en demasiados aspectos! Y nada tiene, que ver con la ciudad, en la que vivimos casi dos décadas en nuestra juventud y primera época adulta. Amamos Madrid, pero hoy en día es casi imposible, que residieramos allí, salvo con un sueldo de cuatro o cinco mil euros mensuales, lo que intuimos como muy improbable, aunque vistas nuestras disparatadas, disruptivas y abruptas vidas, nunca se sabe.
Durante estas tres jornadas -Samplia está de capa caída y ya no nos lleva tanto tiempo -, transitamos por la impresionante exposición de los Océanos, ubicada en la Fundación Telefónica, repleta de sonidos y pantallas y donde el cachalote, la ballena jorobada o el delfín, son los auténticos protagonistas. Una planta mas abajo se encuentra la creativa e interesante muestra de Jaume Plensa, que no os debéis perder. Ahora y en el edificio han hecho el acceso mucho más fácil, sobre todo si vas con bultos.
En la Serrería Belga, cercana a Atocha y en casi completa soledad, contemplamos una exposición pictórica sobre la vida y obra de Beethoven, otra sobre Madrid, musa de las letras y la corta pero intensa vida de la almeriense revista AFAL, que trato de luchar de forma intensa, decidida e ingeniosa contra la censura franquista.
En la Fundación Canal, cercana a Plaza de Castilla, asistimos a una espectacular muestra de Andy Warhol, el mito americano, que se ganó muy bien la vida, con su amplia influencia y dibujando a gran escala publicidad diversa. ¡Abarrotada!. En su otra sede de Ríos Rosas, quisimos completar el viaje con la Expo de trajes de Lorenzo Caprile, pero había, que pedir cita previa y descargarse un QR y no encontramos fecha disponible.
Estamos muy expectantes, porque el 4 de abril y tras poner punto y final a la exposición de dinosaurios, en Caixa Forum se inicia una sobre Alicia y el país de las maravillas.
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