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lunes, 3 de julio de 2023

La puesta en marcha en un país nuevo

           Compramos un bono recurrente a Santander, que utilizaremos con el de Madrid, a lo largo del verano, por lo que el tramo a Cantabria nos salió gratis. Agradecimos los diez grados menos de la capital cántabra y el ligero orbayu. Dormimos en el exterior del aeropuerto, con un trato muy cordial por parte del personal de las instalaciones, antes del vuelo a Roma. De fondo y mientras tratábamos de conciliar el sueño, los grillos, una pareja follando en el aparcamiento y la música de las fiestas de la cercana Maliaño nos amenizaron la velada.

          En la ciudad eterna, calor, agobio y demasiadas horas de espera. Un correo de Wizzair nos puso en alerta extrema : la OTAN está haciendo maniobras militares por la zona del Cáucaso, entre el 13 y el 23 de junio y nuestros planes podrían verse afectados. Nada ocurrió, afortunadamente.

          El ingreso en Azerbaiyán fue meteórico y ni siquiera nos pidieron la visa. Puedes leer guías o empaparte en internet -cuando hay dónde - de información de tus destinos, pero aún así, cuando los viajeros independientes llegamos a un país nuevo, siempre hay una serie de problemas, que resolver. Nunca sabes, a ciencia cierta, cual de ellos, va a ir bien y cuál va a ir mal, pero el estrés está asegurado.

          1. Llegar desde el aeropuerto a un lugar reconocible de la ciudad. En Bakú, capear con este asunto resulta bastante sencillo y barato.

          2. Alojamiento. Llevábamos una habitación reservada para dos noches, pero no conseguimos dar con ella, ni con sus propietarios. Molestia tremenda, aunque al final recalcamos en un hotel algo más caro, pero mucho mejor. En Azerbaiyán, nos olvidaremos de Booking a lo largo de todo el viaje y buscaremos un situ.

          3. Información turística. En el país existen oficinas, pero no tienen planos, ni mucha idea de resolver cuestiones sencillas. En la del aeropuerto puedes descargarte un QR, pero no hay wifi gratuito.

          Oficinas de cambio. El quebradero de cabeza más grande. Después de solo canjear 20 euros en el aeropuerto, únicamente hemos visto, en dos días, un banco con operaciones con divisas. Lo resolvimos un extremis, negociando en un hotel de cuatro estrellas con el recepcionista de turno.

          Supermercados y tiendas de alcohol. En el casco histórico no hay ninguno grande. Estos están en los centros comerciales del paseo marítimo o en las afueras. Pero, sorprendentemente, no son más baratos, que los pequeños ( esto es frecuente también en países, como India).

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