Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

jueves, 20 de septiembre de 2012

¡Peleando 70.000 pesos!

                                                                       Zipaquirá (Colombia)
            En cuanto a los colombianos, nada malo podemos decir. Son, extraordinariamente, amables y ponen en práctica el mejor español de todos los países de habla hispana.
           Bogotá (Colombia)
            Bogotá es s una bonita ciudad, con los impresionantes Andes al fondo. La plaza Bolívar es el corazón de la misma y a mi me recuerda, ligeramente, a la del Obradoiro, en Santiago de Compostela. En ella se encuentran la Catedral, la capilla del Sagrario, la iglesia de San Ignacio, el Capitolio Nacional, la Alcaldía Mayor, la iglesia de Santa Clara, el palacio de Mariño y la Corte Suprema de Justicia. ¡Casi nada!.

            El barrio donde se ubica se llama la Candelaria, que cuenta con otros muchos lugares de interés, como la iglesia de San Francisco, la de Veracruz, la de la Tercera Orden, santa Bárbara, la casa de la Moneda y Donación Botero y la plaza del Chorro de Quevedo.

            Luego, está la zona donde se ubican los edificios gubernamentales. Para acceder a ella, hay que traspasar controles de seguridad, en los que registran los bolsos. Existe bastante vigilancia y suelen pedirte que no te detengas mucho y que circules por el centro de la calle. “A la orden” y “si tiene la bondad”, son dos frases, que están todo el día en la boca de los simpáticos y apacibles colombianos.
                                                                                    Bogotá
            En muchas localidades de Colombia, como es el caso de Bogotá, las calles y las avenidas -carreras- tienen nombre de número. La principal aquí, es la carrera Séptima y –en una decisión que me parece genial- los viernes por la tarde, entre las seis y las doce, la cortan parcialmente al tráfico, con lo que su calzada se llena de puestos de comida y actuaciones improvisadas, además de actividades varias de ocio –encestar en sacos, saltar a la comba…- al calor de la gente, que la ocupamos de forma masiva.

            Bogota por el día y tomando las precauciones habituales, no parece una ciudad peligrosa, pero por la noche, mejor no salir de esta almendra comercial, en torno a la Carrera Séptima y los aledaños de la calle Jiménez. Nada de quedarse por el vació casco histórico y mucho menos, ir a la zona que da acceso al bonito cerro Montserrat (importante centro de peregrinación, que visitaremos el domingo, dado que es el día en que sube más gente agrupada y no se producen asaltos). También, hay que tener cuidado en los cajeros automáticos.

                                                                                         Bogotá
            Dos excursiones de media jornada desde la capital, son casi obligatorias: Zipaquirá y Villa de Leiva.
                           Bogotá
            En la primera, se visita la Catedral de Sal, que en la actualidad, tiene solo 12 años, porque la original, construida en 1.952, se hundió, 40 años después. La visita es obligatoriamente guiada y se va deprisa, pero una vez termina, te puedes quedar en el interior, todo el tiempo que quieras, haciendo fotos o simplemente, paseando. Nuestra guía se llama Greis y resulta bastante agradable y competente.
                                                                                                         Zipaquirá
            La mina está muy bien acondicionada, así que el tour no entraña peligro alguno. Primero, se entra por un túnel algo oscuro, reforzado en su techo y laterales, con troncos de eucalipto y luego se circula por un ancho corredor, a cuyos lados se sitúan las 14 estaciones del calvario de Jesús. A unas hay que bajar, mientras otras, se encuentran al mismo nivel. Aquí, llegan miles de peregrinos, sobre todo en Semana Santa e incluso puedes celebrar tu boda, aunque el precio que se debe abonar, está bastante lejos de lo que nos podemos permitir la mayoría de los mortales (12.000€) Hasta la fecha, solo se han celebrado 5 bodas. Finalmente, se llega a la catedral en sí, que es espectacular.

Junto con la de Wieliczca, en Polonia, son las dos únicas del mundo que están en una mina de sal y nosotros, desde este momento, ya conocemos ambas. Dispone de una gran nave central y dos laterales. En 2007, mediante un concurso para elegir las 7 Maravillas de Colombia; obtuvo la mayor votación. Cabe destacar también, su rica colección artística, especialmente de esculturas de sal y mármol.

                                                                     Zipaquirá
            Villa de Leyva es un bonito lugar, de calles empedradas y lindas plazas, casas e iglesias, pero no se tarda mucho en visitar. Llegar hasta aquí merece la pena, pero es una auténtica paliza, porque son más de cuatro horas en total y para colmo, no podemos ir desde Villa de Layva directamente a Medellín y por la tarde, tendremos que desandar el camino, hasta Bogotá.
                         Zipaquirá
            Lo más destacable de Villa de Leyva, es su amplia plaza Mayor, donde se encuentra la alcaldía. No hay ni un solo turista, así que pasear por aquí, es una auténtica delicia, gracias eso sí, a que hemos dejado las mochilas en una tienda, porque si no, tendríamos machacados los pies, con este sinuoso empedrado. 

            Al día siguiente, llegamos a Medellín y al recoger nuestro equipaje, constatamos que está empapado. Parece, que debido a las intensísimas lluvias, ha entrado agua en el maletero del bus. Nos enfurecemos con el conductor, que elude toda responsabilidad y nos manda a la oficina de la compañía, donde nos atiende una chica. Según las condiciones del boleto, lo máximo que podríamos pelear, es una indemnización de 20.000 pesos cada uno. ¡Y a cobrar Dios sabe cuando!.
                                                                                 Villa de Leyva (Colombia)
Escribimos una reclamación y solicitamos que nos devuelvan el importe del billete. La joven nos dice, que eso no puede ser, porque nosotros ya hemos viajado, pero ante nuestra insistencia, llama a un superior y en dos minutos, tenemos de vuelta en nuestro bolsillo, los 70.000 pesos de los boletos. ¡Chapó. Esta empresa no solo tiene unos autobuses muy nuevos y confortables, sino que mima a su clientela!. Los 70.000 pesos, que aparentemente han perdido, los van a recuperar con creces, solo con la muy buena publicidad, que nosotros vamos a dar aquí y a otros viajeros, en etapas posteriores de nuestro periplo.
Villa de Leyva 
Medellín es más interesante de lo que cabría pensar o de lo que se lee en la guía. Como Cali, resulta muy animada, sobre todo en sus plazas, entre las que destaca por encima de todas, la que acoge a las gigantescas y corpulentas estatuas de Botero, llamada con el nombre de este escultor. También, dispone de algunas bonitas iglesias como la Catedral Metropolitana –que se encuentra en el Parque Bolívar-, la Catedral Vieja, la iglesia de la Veracruz, la de San José y la de San Ignacio        Medellín (Colombia)
            
             Pero como siempre, son los puestos callejeros, que aquí son fundamentalmente de riquísima fruta y los viandantes, los que dan una alegría especial a esta vibrante ciudad. Abundan los vendedores de tinto, que no es un vino, sino un rico café negro.

            Como nos sobra tiempo, queremos retornar a la estación andando, pero nos damos la vuelta, tras recorrer cuatro cuadras, por una calle llena de garitos infectos, niños drogándose en plena calle -a base de pegamento y otras substancias- y tiendas protegidas por gruesos barrotes, que solo atienden a través de estos. ¡¡Qué miedo!!. Y todo esto, a escasos 200 metros de la plaza Botero. Y es, que en Sudamérica hay, que estar siempre alerta, porque se puede pasar de una zona segura a una insegura en un plis plas y sin advertencias aparentes
                                                                              Medellín

3 comentarios:

Eva dijo...

Con más dificultades de las previstas, en una compañía de autobuses lamentable, donde casi nos criogenizan, con el aire acondicionado y acumulando siete horas y media de retraso. Llegamos a Cartagena de Indias.

El golpe de calor, al bajar, casi nos tira al suelo.

Solo queda un post más, sobre Sudamérica, referido a Cartagena y sobre todo, a las dificultades, que tuvimos, para atravesar el Tapón del Darien.

Esta entada, como la del crucero en velero y como las de Centroamérica y México, pertenecientes a este mismo viaje, deberán esperar.

El lunes, emprendemos un nuevo viaje, por Bulgaria, Turquía, Armenia, Georgia, Macedonia y Kosovo.

Antes de irnos, publicaré un post de nuestros planes de viaje.

Saludos.

Anónimo dijo...

Hola.

Os deseo lo mejor en vuestro próximo viaje!!

Lo que no has puesto es el nombre de la compañía de buses, que eos devolvió el dinero. Supongo, que se te ha pasado.

Gracias y saludos.

Sara.

Eva dijo...

Tienes razón. Se llama, Magdalena. Y la nefasta, que nos llevó a Cartagena de Indias, Uniteusco.

Saludos