Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 3 de octubre de 2014

Las posturas del "Callesutra"

Mcleod Ganj (India)
          Los indios inventaron tantas cosas, que sin su aportación, no sería comprensible nuestra vida diaria, dado que de ellos proviene nuestra escritura y los números. También, las posturas del kamasutra, que nosotros, ya tan poco practicamos. Con cierto sentido del humor -y espero, que sin apelar al mal gusto-, el objetivo es resumir otras posturas en India, las del “Callesutra” o en la vía pública. Aunque, en verdad, ya el post no nos hace la misma gracia, escrito desde Egipto, una semana después de abandonar India.

          De todas formas, vamos “pa'lante”, que es gratis escribirlo y no hay obligación de leerlo.
Haridwar (India)
          1ª.- Postura esencial del Kallesustra: abierto de piernas y con los codos extendidos, en el sitio donde más se moleste o donde más difícil es el acceso en la vía pública (es un decir, estas dos últimas palabras)

          2ª.- Estar tirados en el suelo -más frecuentemente en el sur-, al lado de la basura y de charcos infectos

          3ª.- Reposando en cualquier transporte privado; en el tuck-tuck, lo habitual es, tumbado, con la pierna para arriba y en la moto, en posición de espera, de que pase algo -que nunca pasa- y con la mirada pérdida (esta postura incluye una peligrosa y frecuente variante: ojos al infinito, hablando por el móvil y arrancando hacia adelante, hacia atrás o hacia...).
                                                       Manali (India)
          4ª.- Empotramiento de cacharro contra el puesto de las samosas apestosas, que van a degustar, sin reparar lo que hay por en medio (sean peatones u otros vehículos).

          5ª.- Hurgarse en los pies -especialmente en los trenes-, en postura de piernas cruzadas -meditativa o no- y sentada.

          6ª.- Fila india horizontal. Qquién os contó el cuento indio de la fila india vertical? Pues no. Aquí es horizontal. En una sola ventanilla, una persona solicita su pedido y otras dos por cada lado, la escoltan a la espera.
Tanjavour (India)
          7ª.- Postura fetal en la India: madre tumbada en camilla hospitalaria y mecánico haciéndole la ecografía, para conocer el estado de la moto, que lleva dentro.

          8ª.- Sacando el pito para orinar, en cualquier parte y situación.

          9ª.- Ir arrollando a todo lo que esté por el medio, salvo que sean objetos o animales, a                               los que sí, se respeta.
                                                  Varkala (India)
          10ª.- Enormes y amenazantes bultos sobre la cabeza.

          11ª.- Nudillosis: irte clavando los nudillos en la espalda, para que avances a su ritmo, en la atestada vía pública.

          12ª.- Lucir el amuleto festivo correspondiente cada día, de las cincuenta mil festividades religiosas, que hay cada año.

          13ª.- Moviéndose a culazos, en cualquier situación de congestión (ellas).
Kanyakumari (India)
          14ª.- La oostura del pedigüeño -suelen ser mujeres-, ante el guiri: siempre altanera, como de me debes algo, es tu obligación, tengo niños... Mientras, hacen el gesto, de que es para comer. Y, van mejor vestidas, que tú, más limpias y con mejor dentadura (es un misterio, lo de los dientes, en India). 

Mantener, como una joya reluciente, tu miserable equipaje de dessperdicios

                                                     Camino de Bagkok (Tailandia), en Zurich (Suiza)
          A punto de poner ya casi los pies en España, antes de afrontar los últimos días de nuestro sexto viaje largo, te das cuenta perfectamente, de que todos los periplos de este tipo, siguen los mismos patrones. Da igual, duren cien días o doscientos cincuenta, siempre, que al menos, superen los treinta.
Bangkok (Tailandia)
           Las primeras dos o tres semanas se pasan de manera muy lenta. Cada día parece dar de si, hasta el infinito y el tiempo, que llevas, se insinúa como mucho mayor, al real. En este periodo, aún sigues pendiente, de todos los asuntos y personas, que has dejado en España (sobre todo, cuando te aburres en el transporte público).

          Pero, a partir del mes, todo se transforma. Empiezas a perder cierta consciencia, por el propio espíritu de supervivencia. Te olvidas de todo lo que te atormentaba o te hacía disfrutar en tu país. En realidad, pones en marcha el mecanismo defensivo, basado en el desconocimiento. Si hay noticias de España, a esas alturas, probablemente, no sean buenas, así, que mejor huir hacia adelante e ignorar todo, lo que no sea el día a día. Ya no sabes -ni siquiera te importa- si es miércoles o domingo, o la jornada 43, 57 ó 78 de andadura.
                                                                                                       Sangkhlaburi (Tailandia)
        Vives para el momento. Lo que hoy resulta absolutamente prioritario, mañana, una vez resuelto, cae en el pozo del olvido. ¡Qué se te rompe la cámara! -como nos ha ocurrido-,, alarma total. Una jornada después, es absolutamente intrascendente, después de haber hecho cualquier apaño, para poder seguir haciendo fotos.

          No es nuestro caso, aunque hay personas, que a partir de esta fase, relajan sus costumbres higiénicas. Aunque lo que si es una obsesión general, es tratar de aguantar con lo que se tiene, hasta el final del viaje y luego, tirarlo todo. Así, puedes portar un calzado con tantos remiendos y arreglos, que no verás ni por asomo, a ninguno de los mendigos del país del tercer mundo, que estás visitando. Coses y recoses la mochila, sus asas, las cremalleras, la ropa interior... Todo, para mantener como una joya reluciente, tu miserable equipaje de desperdicios.

           Petchaburi (Tailandia), arriba y Phimai (Tailandia), debajo
          Otra cuestión a tratar, es la de los dolores en este tipo de aventuras. De repente, sientes alguna molestia física, sea en un pie, en el estómago o en un oído. Se encienden todas las luces rojas, que encaminan a lo más siniestro y fatal. Dos días más tarde, ni siquiera recuerdas, tan inquietante malestar.

          Los viajes largos son como el fast food, en todos los sentidos: pides con prisa y sin pensar demasiado, comes rápido y al poco, lo olvidas. ¡Que sabía es la mente humana!
Bundi (India)
          Y llegamos al desenlace, que generalmente ocurre, cuando en el ciber de turno, clickas sobre el vuelo de vuelta. Entonces, vuelven las preocupaciones e inquietudes de tu vida normal y el temor al regreso, que a su vez, ya es ansia.

          Cuentas a cada instante los días, que faltan para el retorno e incluso, puedes llegar a darte cuenta de la mierda de vida, que has llevado durante meses (temperaturas de 50º, ciudades inhóspitas, mala alimentación, transportes lamentables e insufribles...).

                                                          Margao (India), arriba y Bombay (India), debajo
          Otra característica, imposible de evitar y que aparece durante los últimos días, es la alta e incontrolable iiritabilidad.

          Pero, sobre todo, lo que más anhelas en ese periodo, es el momento de deshacerte de todos tus bienes “materiales”, tan largamente custodiados. He visto casos -excepcionales-, de alguien que después de llevar durante semanas la misma ropa, guardaba una muda limpia y una camiseta para el vuelo de vuelta.


                          Bhubaneswar (India), arriba y Rishikesh (India), debajo
          Lo que siempre sobrevive a la destrucción masiva, es la vetusta guía Lonely Planet, de hace diez años, que has usado en varios viajes y que desencuadernada, yace mugrienta, con olor a especias y a otras cosas menos mencionables, en el fondo del atijo de vuelta (que ya no, mochila).¡Y es que da una penita tirarla!

miércoles, 1 de octubre de 2014

El Cairo: ¡Bendito balneario!

                                     Esta es de Port Said (Egipto) y todas las demás, de El Cairo (Egipto)
          Marcharte de la India ofrece muchas ventajas. La primera, evidente, imprescindible y después de tres meses es, el propio hecho de largarte del país. Y la mejor -aunque sea al África más profunda-, que a cualquier sitio que vayas, te vas a sentir de maravilla (para ser justos, habría que decir, que entre los múltiples viajes que se pueden hacer a India, el nuestro ha sido de lo más exigente y austero)

          Pero, sí, El Cairo, que en 2006 nos pareció un caos ingobernable, ha resultado ser esta vez, un apacible balneario. Los conductores de esta ciudad -desaparición milagrosa de rickshaws, tuck ucks, cacharros varios y anárquicos- son verdaderas monjitas ursulinas y las aceras permanecen majestuosas, anchas y pobladas, casi exclusivamente, por personas.

          ¡El calor, no problem!. Qué son los 38 grados de El Cairo, comparados con los más de 50 de India, en su versión Agra-Jaipur-Delhi (triángulo de oro, aunque derretido por las altas temperaturas). Y, ¿la comida?. Se nos ha abierto el estómago y devoramos, sin parar. Qué si un Koshari -pasta, arroz y legumbres, en plan todo junto y con salsa de tomate especiada-, que si una tamiya -falafel con verduras varias, dentro de un rico pan-, que si un ful -lo que quiera el cocinero dentro del pan, pero siempre rico y variado-, que si un shawarma, que si un sandwich de queso y tomate...

          Redescubrimos El Cairo -sin museos, ni pirámides, que sal carísimo- y a mi, me gusta más, que la primera vez. Pero, repito: viniendo de India, cualquier sitio parece maravilloso. A mi modo de ver, la ciudad ha ido a mejor -limpia, relativamente tranquila y con escasas obras, a diferencia del pasado- y nosotros, después de ocho años, hemos debido evolucionar, como viajeros (no sé, si para bien o para mal, pero hemos evolucionado, en cualquier caso).

          Tampoco nos desagrada Port Said, aunque si su calor húmedo agostero y lo antipáticos -racistas, es el término-, que son en los hoteles, donde nos niegan el alojamiento. Iglesias, mezquitas, balcones señoriales, un ferry gratuito a la vecina Port Fuad -de agradables vistas- y un supermercado -el primero en dos viajes a Egipto-, llenan nuestro tiempo. El problema mayor y para nosotros desconocido es, que desde aquí, no hay bus directo a Dahab.




          Se debe ir, a través de Ismailia, cercana ciudad, a la que vale un pastón llegar (7 euros, para hora y media de bus, desconociendo el motivo de tal atraco). Así, que volvemos a El Cairo y pasamos un nuevo día sin hotel, entre cervezas, policía y ejercito, que hoy han tomado -ellos sabrán- las calles. Montoneras de arena limpia y baldosas insuficientes, pueblan la calle comercial, donde el asfaltado de las aceras, es bastante correcto y reciente. ¿Que harán con ello?. Otro misterio, que nos da pereza resolver.

¡Hasta el rabo todo es toro (o vaca, que para eso es India)!

                                                                Todas las fotos son de Delhi o su aeropuerto (India)
          Salimos de la India con más alivio, que de una agonía prolongada, después de pasar un último día y medio en Delhi, dándonos hasta pereza y estrés, ir al restaurante del chow mein y los rollitos o a la tienda del alcohol -por callejuela caótica-, a por el whisky y la cerveza. Creo, que si lo que hubiéramos necesitado fueran medicamentos, por dolor que tuviera, no me hubiera movido del hotel.

          El aeropuerto de Delhi es nuevo y moderno, como el de Calcuta y Bangalore (no así, el de Chennai). ¿Cómo tan buenas infraestructuras en un país tan pobre?. Muy sencillo: a base de que el 76% de la propiedad y la explotación de los aeródromos, quedé en manos de empresas extranjeras, durante más de 30 años (es decir, hasta su obsolescencia). Me temo, que algo así, terminará sucediendo en España. Tiempo al tiempo.

          Después de haber superado  más de 50 ciudades, con sus correspondientes cacharros de todo tipo, estoy a punto de que me atropelle, una musulmana suicida, con su carrito aeroportuario, cargado de enormes bultos. Como, se suele decir, ¡hasta el rabo, todo es toro!.

          Y aún hay más: antes de abandonar India -en este país, hasta el minuto final hay partido, sea cual sea el resultado-, sufrimos el último percance, que pudo ser traumático. El rígido empleado de turno -y eso, que son las cuatro de la mañana-, se niega a facturar nuestras mochilas, si no las envolvemos en plástico. Nos negamos en redondo y nos salimos con la nuestra, pero vuelve a la carga: que si qué pensamos hacer en Egipto y que si tenemos el vuelo de retorno a nuestro país. ¡Grrrrrr!.

          Le explicamos, lo más tranquilamente, que podemos -que no es mucho-, que podemos hacer la visa “on arrival” en El Cairo y que ahí, es donde termina la responsabilidad -además de la curiosidad-, de su compañía, Royal Jordanian. Le hacemos saber, también y sin tener obligación, que saldremos hacia Israel en bus. Y ahora, ¡erre que erre!, nos pide esos billetes.

Añadir leyenda
          Cuando la tensión ya es insoportable y a punto de perder el control, decide llamar a uno de sus jefes, que más o menos, le debe decir, que nos deje de tocar los huevos, porque cambia, automáticamente, su gesto.


          Siendo el personal de inmigración, mucho más amable, abandonamos India, después de 87 días -en dos estancias partidas por Bangladesh-, sanos y salvos -¡Oh milagro!, que se vuelve a repetir-, camino de Ammán. Prevemos, que durante muchos años, no volveremos por aquí, pero nunca se sabe.

India: una losa sobre nuestras espaldas

                                                                     Esta y las dos siguientes son, de Chittorghar (India)
          India empieza a pesarnos sobre la espalda, mucho más de lo necesario. Cada día, hacer lo mismo o similar, nos cuesta más esfuerzo, entre el tráfico ingobernable, las charcaleras del monzón -mezcladas con basura- y los animales diversos, que vagan, sobre todo, por el norte de este país. Y no hay forma -tampoco lo intentamos mucho-, de encontrar un vuelo a precio razonable, que nos saque de aquí. A pesar de todo, y de nuestra pésima alimentación rajasthaniana, recomponemos el gesto y hacemos el sacrificio de llegar hasta Chittorgarh.

          Su fortaleza se muestra esplendida y mucho mejor conservada, de lo que pone en las guías. Hay bastante turismo local de peregrinación -dado, que en el interior moran varios templos-, pocos viajeros independientes y un par de nórdicas, en potente coche de alquiler con conductor y que van del coche al monumento, de este a la cafetería y vuelta al vehículo. Después se pasarán todo el invierno hablando en su país de lo mucho, que conocen India.

          Nuestro intento de volver a Delhi en sleeper. por la vía rápida, fue frenado por la fiesta del 15 de agosto -día de la Independencia- y dry day, a efectos alcohólicos. Por lo que conviene prevenirse y proveerse de bebidas alcohólicas. Este año es puente, al caer en viernes y este hecho nos impidió encontrar, cualquier plaza de tren sentada disponible, hasta el día 19.
Jaipur (India)
          Tiramos de la vía lenta: vuelta a las ya visitada en el anterior viaje, Udaipur, Jaipur y Amber, con emociones desiguales. La primera -llena de franceses- nos pareció, que no valía ni la mitad, que la primera vez. Al menos, ello nos sirvió para pasarnos decenas de horas –y no exagero- enganchados al wifi -con móvil y tablet-, para tratar de gestionar vuelos a cualquier parte, menos a Europa, donde el precio está por las nubes, en estos días de alta demanda. Estambul, Dubai, Kuwait... El mundo a nuestros pies.

          Jaipur, sin embargo, nos cautivó mucho más, que en la anterior visita. Y Amber, nos causó la misma impresión.
                                                                                                        Amber (India)
          Seguimos encima de los 40 gracos, porque en este viaje no hay forma de librarse del calor. Ni parece, que lo vaya a haber en el futuro inmediato , dado que va a ser, que acabaremos en Egipto, a hacer el norte y el Sinaí, antes de matar el viaje -o que nos liquide él, a nosotros- en Israel.

En Concreto, nuestra hoja de ruta, queda: Delhi-Aman-El Cairo (Royal Jordanian) y Tel Aviv-Barcelona (Vueling).  

martes, 30 de septiembre de 2014

Rajasthan: Donde mejor se duerme y peor se come, en India

Esta y la siguiente son, de Bundi (India)
          Yo era de quienes pensaba, que un viaje a la India, sin pasar por Rajasthan, podía tener sentido. Pero no. Después de más de dos meses, deambulando por este país y Bangladesh, acabamos, de nuevo, en la tierra de los marajás. Y no hemos hecho mal.

          Más, tras casi una semana vagando por este Estado, no hemos resuelto nuestras principales dudas: ¿Por qué, en la región donde se encuentran los mejores alojamientos del país , es en la que peor se come, con mucha diferencia?. ¿Por qué la oferta gastronómica es tan cara y escasa?. ¿Por qué hasta la fritanga -tan deliciosa y recurrente en el sur de India- se torna aquí, en apestosa y vomitiva?

          Detallo nuestros últimos menús, después de buscar mucho, como es costumbre: 1) Pan de hamburguesa, con pasta vegetal desconocida y picante, cacahuetes, cebolla y cilantro. 2) Bondas de patata de las que se hace bola en la garganta, eternamente especiadas y con un trozo de insípido queso dentro -generoso-, recalentadas o frías (misma mezcla para samosas y guindillas, que constituían la única oferta destroza-estómagos, en Bikaner) 3)En Kota, bondas algo menos apestosas, aunque cansinas y siempre de puré de patata prensado, con mucho comino y chile. 4)En Bundi, cachoris, cachoris y más cachoris, al margen de triángulos de pan rebozados y sin nada dentro.

          Bueno, hay un poco de trampa, pero porque somos veteranos en India. Logramos -por casualidad-, comernos un arroz con gallina poco carnosa y huesuda y un chow mein, al estilo propio del restaurante en cuestión -espaguetis recocidos, ahogados, violentamente, en tomate- y unas, - ahora sí– deliciosas hamburguesas de patata rebozada, con tomate, cebolla, repollo y varias salsas especiadas.

                                                                     Esta y la siguiente son, de Kota (India)

          Mientras almorzamos, en Bundi, se produce una escena bastante hilarante: la de una fornida vaca, chupando todas las sobras del ketchup de los platos de plástico y lamiendo la jarra -a conciencia- de la que todos los lugareños beben y beberán agua, en este puesto callejero.

          Por lo demás, desde que salimos de Calcuta, vivimos hechos encadenados, que ya casi no nos perturban: un tren de 33 horas, un atosigante y caluroso día en Mathura, un alojamiento insufrible en Agra y dos días tranquilos, en Delhi,

                                                   Esta y la siguiente son, de Bikaner (India) 
         Bikaner es la ciudad más estresante de India -creo, que ya he repetido esta frase con algunas otras-, aunque merece mucho la pena y no tanto, el templo de las ratas. La cercana Kota, cuenta con un bonito palacio y poco más.


          Pero -ya, que hablamos de comida-, con lo que se nos ha hecho la boca agua, ha sido con Bundi. Impresionante y escasamente mencionada por nadie. Ni por la guías, aunque, al menos, una decena de guiris, durante este día, sintió la curiosidad de acercarse hasta aquí.

Bienvenidos, a Beach Os -bichos- Resort

                                                          Todas las fotos de este post son, de Calcuta (India)
          Evidentemente, no es otra cosa, que un juego de palabras. El lugar en cuestión, ni es un resort, ni dispone de alguna playa cercana. Se trata de nuestro modesto alojamiento en Calcuta, en el que hemos pernoctado en nuestras cuatro estancias -no hay otro de precio similar y de sus características-n en esta urbe.

          ¡Hasta a los agresivos insectos del colchón -de especie para nosotros desconocida- les hemos cogido cariño! Y, mira que muerden y pican, los cabrones. Pongas una manta de avión sobre la sábana o incluso duermas con camiseta. Nada, ni nadie puede con ellos.

          La chica de la recepción, nos resulta ya casi de la familia. Es la misma de hace tres años, por lo que la estamos viendo envejecer. En nuestra anterior estancia, terminamos algo agobiados, porque la habitación daba a un patio, donde se pasan todo el día quemando -que no friendo- chapatis. Todo nuestro equipaje y cuerpo olía a ese desagradable aroma y siguió expandiendo sus efluvios a lo largo de todo Bangladesh.

          Ahora, estamos en una habitación exterior de esquina -sin olores exteriores-, con el baño, que se cae de viejo y sí, ellos esperándonos cada noche: nuestros queridos bichitos. Esto da una idea de lo que son los alojamientos en Calcuta, mucho peores, que en la mayor parte de India.

          En nuestra última estancia en Calcuta -espero-, padecemos una festividad, que convirtió a la ciudad en un enorme monstruo fantasmal. Estos indios son muy raros -o poco trabajadores-, dado que celebran como festivo nacional, los días sagrados de todas las religiones (incluida la Navidad). Lo extraño de este caso es, que conmemoran el Eid al Firt -Eid Mubarak, llamado aquí-, fiesta del día final del Ramadán. Nada tendría de raro, sino fuera, porque el mes sagrado musulmán terminó hace dos días.


          Por lo demás, Calcuta está lleno de “jotías” españolas. Algo hay que desconocemos, para que en el último mes viéramos tantas. Se trata de chicas, que no llegan a la treintena y que empiezan casi todas sus frases con un “jo tía”. Tienen como cuartel general, el Spanish Rush, un pseudo restaurante español, ubicado en la calle de los guiris, de donde casi no salen. Curioso fenómeno, sobre el que no podremos seguir investigando, dado que mañana partimos para Mathura.

           La última tarde en Calcuta, entre lluvia intermitente, la pasamos en le maravilloso barrio de los escultores, junto a los ghats y visitando unos magníficos templos jainitas.

El primer lugar, está compuesto por callejuelas con encanto, donde se entremezclan casas de planta baja y talleres, dónde los profesionales esculpen figuras de dioses en arcilla y fibra de vidrio, que se comercializan en toda India y en sus comunidades del extranjero. En septiembre, aquí se desarrolla la fiesta, llamada Durga Puja, que consiste en montar a los dioses en barcos y hacerlos navegar por el río, hasta sumergirlos.

Comparando India y Bangladesh

                                                                                        Haridwar (India)
           Dada mi irrefrenable manía de estar enredando, siempre, este post ofrece unos cuantos comentarios comparativos, entre India y Bangladesh y entre los ciudadanos de ambos países. que no deben ser tomados -ni mucho menos- al pie de la letra.
       
          1º.- Personas: Aunque siendo más educados, los ciudadanos de Bangladesh suelen tener doble fondo. Los indios, siempre te vienen de forma más directa.
Shimla (India)
          2º.- Ciudades: En Bangladesh. se cuidan más, a pesar de que Dhaka, para nosotros, sea la urbe más estresante del mundo. Casi todas, tienen aceras bien pavimentadas y elevadas, para que no puedan aparcar los cacharros.

          3º.- Limpieza, higiene personal y presencia: Indudablemente, en Bangladesh, la higiene es mucho mejor, a pesar de que escupan, constantemente. Sin embargo, no orinan o defecan en la calle -el país donde hemos visto más pitos del mundo, con mucha diferencia-, como en su país vecino. En limpieza gana Banglaseh, de calle. A diferencia de India, no suelen tirar las cosas al suelo o por cualquier ventana del transporte público y cuidan, extraordinariamente, sus playas.
                                                              Vasit (India)
          4º.- Comer: En el sur de la India se come con las manos y en el norte, de vez en cuando. No constatamos este hecho en Bangladesh

          5º.- Curiosidad hacia el extranjero: Por goleada, punto para Bangladesh. Tanta, que llega a ser agobiante

          6º.- Relaciones comerciales básicas: Mejor en India, donde van de frente. En Bangladesh y una vez, atrapan el dinero, de lo prometido..., NADA.

          7º.- La mujer: A pesar de las consabidas violaciones o muertes “accidentales” de mujeres en India, nos parece peor Bangladesh, dado que allí, ellas no tienen vida pública. No aparecen, ni por los vibrantes mercados, algo inaudito en el resto del mundo -incluido, el incivilizado- y no realizan trabajo público alguno. Sirva, como ejemplo, que, a lo largo de todo el país, no hay siquiera baños públicos para ellas.

                                                                                          Amber (India)
          8º.- Religiosidad: Sorprendentemente, no vimos demasiada, en un país tan severamente musulmán, como Bangladesh. En nuestra opinión, el estado va por un lado y los ciudadanos por otro.
Jaipur (India)
          9º.- Fútbol: En Bangladesh, les apasiona, al contrario, que en India.

          10º.- Fumar: Cigarrillos de los de toda la vida para Bangladesh y tabaco de mascar -así tienen los dientes-, en India

          11º.- Diversión: Inexistente, en Bangladesh

          12º.- Relación calidad-precio-variedad: claramente, vence India, en todo.

          13º.- Conducción y caminar por las aceras: en ambos países predomina el bestialismo. Dhaka es la capital mundial de los rickshaws, mientras India, el paraíso de las motos.
                                                                                                                    Udaipur (India)
          14º.- Trato del estado a sus ciudadanos: aún con menos medios, parece mejor en Bangladesh, donde no tuvimos un sólo corte de luz y siempre caminamos por las aceras.

          15º.- Pelmas: Muy focalizados y persistentes, en ambos países

          16º.- Niños: Todos los que quieras, en India. Apenas se ven en Bangladesh, porque no hay madres por la calle. ¿Donde están, en uno de los países más superpoblados del mundo?: top secret.


                                                                       Chittor (India)
        17º.- Mendicidad: Mayor en Bangladesh y siempre, femenina. Llama la atención y en India, también pasa, que van vestidas con buenas ropas y una limpieza, extraordinartia.
Bundi (India)
          18º.- Mayor problema del país: En ambos, es el mismo: la superpoblación. 150 millones en Bangladesh -en menos de la tercera parte de superficie, que España- y 1.300, en India.

          19º.- Burocracia: Extensa en los dos países, aunque mayor en India.

          20º.- Lectura: Al menos, de prensa y en público, tanto para India, clarísimamente.
                                       Kota (India)
          21º.- Dinero y compras: En Bangladesh siempre tienen cambio. En India, ¡¡buff, que estrés con este asunto.

          22º.- Calzado: En Bangladesh sirve para llevarlo en los pies, mientras en India, aún no lo sé. Tocarse los pies, a todas horas, es la afición favorita del indio, que no comparten en Bangladesh

          23º.- Facilidad para el extranjero: India es el paraiso, donde todo está escrito en inglés y en nuestro alfabeto. En Bangladesh, ni lo uno ni lo otro: ni siquiera los números de las ventanillas de la estación o los carteles de la aduana.

          24º.- Animales: Perros callejeros, vacas y cabras, son frecuentes en India, en casi cualquier ciudad. En Bangladesh, apenas unos pocos canes y si acaso, alguna cabra (no tan locas como las de la India)
Bikaner (India)
          25º.- Agua: Nunca encontramos “drinking water”, en Bangladesh y en la de India, sólo la bebimos filtrada o de garrafa. Pero, ya que viene a cuento, en India la mayoría del agua que ves, es infecta y sagrada. En Bangladesh es libre y espontánea, sea en charcaleras, ríos, lagos o marismas. Bangladesh es, el país del agua.


          26º.- Pasos elevados: En India, no hay.