Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 8 de marzo de 2024

El futuro inmediato

          ¡Parar, parar y parar! Era lo que necesitábamos después de los trepidantes últimos días, especialmente,el sofocante y convulso de Palitana. Y eso, que en Diu los hoteles son bastante caros, aunque de calidad, la mayoría van sobrados y es un milagro, porque casi todos los edificios y accesos, que los rodean están tremendamente ruinosos.

          Parar, no solo significa descansar y recuperar energías, sino aclarar la mente y pensar. Eso es, lo que hemos hecho hoy, además de visitar Diu.
          
          Comenzamos la mañana cavilando, que había que seguir hasta el final -a pesar de los aterradores buses estatales- y visitar Junagadh y Jamnagar.
         
           A mediodía, tiramos la toalla y renunciamos a continuar por Gujarat. Decidimos, volver a Vapi, en autobús con sleeper ( no nos gusta, pero es mejor, que los cacharros ordinarios).

          Y a media tarde, encontramos una solución intermedia, que nos entusiasma más, que volver a Maharastra -a la espera del vuelo de vuelta, desde Bombay - y recorrer destinos muy secundarios (o eso parece).
 
          Haremos Junagadh, olvidándonos de sus diez mil escalones y apostando por el centro y renunciamos, a Jamnagar.

          Desde ahí, tres posibles salidas: tren a Vapi -improbable-, vuelta a Diu y bus a Vapi o autobús a Bhavnagar.

          Ya estamos preparando la vuelta, que en un principio y a finales de marzo, será, probablemente, con Gulf Air y Ryanair.

Diu

          Como si se tratara de una maldición permanente, comenzamos el día con la misma actividad desastrosa, que los tres anteriores. A las diez, debemos dejar  nuestro hotel el mejor del viaje, si no fuera, porque para tener wifi hay, que salir a la escalera-, porque hoy viernes, la tarifa subía 1.000 rupias. Después y al salir a la calle -tremendo calor- descubrimos, que el único banco, donde nos cambian sin comisión está cerrado. Resulta, que hoy se celebra el Maha Shivarati -la noche de Shiva-, uno de los miles de festivales, que disfrutan en India y la banca está chapada. Todo lo demás, abierto, incluida la tienda de licores y cerveza.

          Pero, de repente y sin avisar, nuestra suerte cambió. Preguntando, damos con una tienda de electrodomésticos, donde nos dan un cambio bastante favorable y cinco minutos después encontramos, una habitación muy adecuada, al mismo precio, que ayer, algo mas pequeña, pero con wifi. La segunda de nuestra historia en este país con aire acondicionado. Eso sí, sin la piscina del alojamiento precedente, que no utilizamos.

          A ver: os hemos vendido - y nos lo debéis comprar -, que Sikkim, Darjeeling o Daman no son la India, sino algo mucho más dulce. Pues Diu, si lo es, con toda su crudeza. Empiezo a estar seguro, que cuando la fundaron los portugueses, hace más de cuatrocientos años, estaba mejor, que ahora. Calles "aterradoras" -de día, por el exceso de tierra, de noche, por la ausencia de luz-, sin asfaltar, con escombros por todas partes, basura, tráfico infernal -hay tantos baches, que las motos van dando tumbos-...¡Vamos, lo de siempre!.

          Para colmo, aquí se han debido pensar, que son la Costa Azul de India, porque todo -la comida en la calle escasea, ya que todos los hoteles importantes tienen restaurante-, cuesta aquí más de un 50% a mayores, que de donde venimos. Casi, ni fritanga o fruta -omnipresentes en los destinos anteriores -, para llevarse a la desesperada boca.

          La mayoría de los alojamientos también disponen de bar propio, por lo que solo hemos visto una wine shop, absolutamente abarrotada en todo momento. La cerveza, al mismo precio, que en Daman. Los licores, al doble.

          Los atractivos de Diu son un fuerte -solo labores defensivas y no ciudad, como en Daman- otro, en principio una isla, que fue usada como prisión; cuatro iglesias, la bahía y un mercadillo algo cutre.

La desastrosa Diu


 

Diu island


 

Isla 🏝️🌅 de Diu


 

Fortaleza de Diu


 

Diu


 

jueves, 7 de marzo de 2024

Dudas

           No hemos llegado ni a la mitad de visitas a Gujarat y territorios estatales autónomos y ya hemos sacado muchas conclusiones, ahora, que acabamos de arribar, a Diu. 

          La primera es demoledora, absolutamente: por muchísimos menos, de lo que estamos pasando aquí, nos dimos la vuelta, sin dudarlo, en los estados del nordeste.

          Y la segunda, es generadora de incertidumbre: ¿visitaremos los dos destinos, que aún nos quedan, en Gujarat o huiremos, en breve?. Hay muchas posibilidades de esta última opción, pero en India, nunca se sabe. Enumeremos desgracias.

          1.- El alojamiento: su precio dobla al del resto del viaje, los hoteles son escasos y en la mayoría de ellos no nos aceptan. No porque nos tengan manía, sino por extranjeros, que es otra forma de racismo.

          2.- La comunicación: no solo es, que en varios destinos, no entiendan, ni "how*, sino que todos los letreros o instrucciones aparecen en sus letrujas y numerujos (muy respetables, eso sí).

          3.- El transporte: cuando se acaban los trenes -si has conseguido reservar a tiempo -, comienza la tortura de los autobuses cacharro y con aglomeraciones extremas.

          4.- El calor: rondamos los 34 de máxima todos los días y para la semana venidera dan 52°. Tenemos todo el cuerpo visible, quemado.

          5.- El alcohol: Gujarat es un territorio seco en todos los sentidos: su gente, no llueve, imposible tomarse una cerveza fresquita, porque las espirituosas son ilegales y malditas. En realidad, este problema solo es una molestia, que requiere una planificación adecuada. Para abastecerse de líquidos en Daman y Diu, porque nadie controla, que te lleves la cantidad, que quieras 

          6.-Los alimentos: desde que salimos de West Bengala, estamos comiendo fatal y cada vez, peor. Si lo demas fuera bien esto se aguantaría, pero...

          Finalizamos con estas reflexiones: ¿Ha merecido la pena la visita, a Palitana? El lugar es excepcional, único y mezcla extraordinarios templos con paisaje. A ello, hay que añadir las dificultades para llegar, que solo haya un hotel mafioso y que en el recinto y con el consentimiento de los jainitas, se explote a seres humanos y animales, transportando cosas y personas por las escaleras en condiciones inhumanas. ¡Y, luego van de veganos y guays por la vida!

Está es la información, las conclusiones , cada cual las suyas.

El día horrible: de Palitana a Diu (parte III)

           Hoy cumplimos siete semanas de este décimo viaje largo y para celebrarlo, hemos visto amanecer y anochecer en la calle, nos hemos subido y bajado seis mil escaleras y nos hemos pegado seis horas de autobús y unos cincuenta mil pasos. Pero, vayamos por partes.

          Vimos en el móvil, que en Palitana y en esta época, la primera luz es a las 6:35, así, que cinco minutos antes, ya estábamos en la calle, camino de los templos. ¡Qué maravilla es transitar a esas horas por estos lugares cacharro! Todas las infinitas muestras de cosas, que hay de día, desaparecen -hasta las vacas, que hemos visto más aqui, que en todo el resto del viaje -, de noche.

          Al llegar, nos abordan de forma algo agresiva, los dholi, con sus palos, que son los encargados de subir en volandas  -de diferentes maneras,-a los vagos , gordos y demás, que quieren ahorrarse los tres mil peldaños, que por otra parte, están en muy buen estado de conversación y limpieza, en todo el recorrido.

          Al principio y tras pasar la entrada -nos han dejado meter agua y no han dicho nada de mi cinturón de cuero, al contrario de lo que cuentan otros relatos antiguos-, hay varios templos seguidos, pero pronto desaparecen y la larga escalera rutinaria toma el protagonismo, durante casi una hora, alternando con tramos llanos, que sirven para soltar las piernas. Cada cierto tiempo aparecen puertas donde se ofrece agua a los visitantes -supongo del grifo -, pero no hay un solo baño en todo el recinto.

          Llegado un momento, la escalinata se divide y nosotros tiramos hacia la derecha, que es el camino más popular, sin cansancio alguno y con la respiración serena. Ha pasado hora y cuarto y estamos entrando en unos cuantos maravillosos templos jainitas y viendo otros, igual de fantásticos de frente, que deben ser, los del camino de la izquierda.

          Disfrutamos, casi, como enanos de unos monumentos únicos e incluso y a pesar de los pesados vigilantes, conseguimos grabar algún vídeo. Unos cuantos lugareños, porteadores o peregrinos, se hacen fotos con nosotros, los únicos guiris del día.

          Nos hubiera gustado ascender a los santuarios de la izquierda, pero perderíamos nuestro bus y además, parece, que las vistas de frente  son peores, debido a un grueso muro. La bajada y la vuelta se hace larga, porque el sol, empieza a calentar.

          Al llegar a la estación nos llevamos un chasco. Nos habían informado mal del horario y el bus sale una hora después, por lo que podíamos haber completado la visita.

          Toca coger bus a Talaja, a 35 kilómetros, para cambiar, a Diu. Aprovechamos para comer un picante hojaldre de patata, que será nuestro único alimento, hasta la cena.

          El siguiente bus se convierte en la experiencia más frustrante por carretera de todo el viaje y ya es decir. No solo es el precario asfalto y el vehículo insufrible, sino, que como viene de otra parte, la primera hora vamos de pie y el resto, atrapados por los que se agolpan en el pasillo. Nunca he visto tanta gente en un mismo cacharro y me extraña que no volquemos.

          Tras cuatro horas y veinte minutos, contemplando una bonita puesta de sol y con 35 minutos de luz diurna, llegamos, a Diu. Después de preguntar en más de veinte hoteles -en el 60% no nos aceptan y el resto son caros -,  pagamos la habitación más cara de nuestra vida, en India, para llevarnos la sorpresa, de que el wifi no llega a la habitación.

          Todavía, nos toca buscarnos la vida para la cena, con oferta muy cara y escasa.

          Menos mal, que la habitación la hemos pagado con tarjeta, porque el único cajero, que no cobra comisión está averiado. Desde hace quince días en Calcuta, no hemos visto una sola oficina de cambio. 

          Al menos hemos vuelto al mundo de la cerveza y el alcohol legal, aunque son más caros que en Daman.

Tempos jainitas de Palitana (XIII y último)