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domingo, 2 de agosto de 2020

miércoles, 29 de julio de 2020

martes, 28 de julio de 2020

lunes, 27 de julio de 2020

lunes, 20 de julio de 2020

Y volvimos, a Gijon

 
                                     Gijon, en Asturias

      Pues si, ya habíamos estado un par de veces anteriormente, pero como está cerca de la playa de Xivares, regresamos a Gijón, sacando las mismas conclusiones, que durante las visitas anteriores. Su casco histórico, la verdad es, que no resulta gran cosa, exceptuamos la plaza del Marqués, donde se ubica el palacio de Revillagigedo, la Colegiata de San Juan Bautista y desde donde también se accede al mar y el puerto.
 
        Si nos encanta la playa de San Lorenzo, que con marea alta casi desaparece por algunas zonas y el largo y concurrido paseo marítimo. La zona de la playa de Poniente es menos transitada, algo más salvaje y tranquila. Se puede llegar hasta el final del espigón, donde mucha gente joven toma el sol.

          A Oviedo, ha sido la sexta vez, que hemos vuelto y la ciudad sigue, como siempre, con su bonito casco  histórico, algo pijo y la abarrotada calle Gascona o ruta de la sidra -donde estábamos alojados, a un precio de 25 euros la doble-, con la gente atiborrandose a este líquido elemento y a raciones de patatas alibravas, a 10 euros. ¡Que barbaridad!

Senda verde de Fuso de la Reina

 
                            Senda verde de Fuso de la Reina, en Oviedo
 
      Todo un lujo para los ovetenses, tener este recorrido de ocho kilómetros, a tiro de piedra de la propia ciudad, dado que parte del Parque de Invierno, situado a unos dos kilómetros y medio del centro de la capital.

 
        Se trata de otro circuito ferroviario -reutilizacion de la línea del FEVE, que unía Oviedo y Fuso de la Reina -de escasa exigencia, dado que el recorrido es casi completamente plano. Lo hicimos en domingo y mucha gente -lugareños, fundamentalmente-, tuvo la misma idea, que nosotros. De nuevo y como ocurre en la Senda del Oso, el mayor problema son algunos ciclistas descerebrados, que toman el recorrido, para hacer exigentes entrenamientos.
 
        Se comienza caminando por debajo de los puentes de diversas autovías. A los dos kilómetros se llega a la estación, de Manjoya, que conserva su edificio intacto y ,hoy, cerrado y su esplendorosa marquesina. Hay baños gratuitos, abiertos y bastante limpios.

          Se cruza después un bonito puente de madera y a no mucho tardar comienzan los túneles. El primero es de longitud media -150 metros- y se llama, El Molinería. El segundo y tercero son cortos y están casi juntos: Mergallu y Premaña. Por último, llegamos al más largo, el Veneros, que transcurre a lo largo de 260 metros. Y que dispone de huecos a los lados, para que se pudiera proteger el personal de mantenimiento, cuando circula el tren.
 
        Finalmente, se llega a la estación de Fuso de la Reina -tambien hay baños-, tras dejar atrás una concurrida terraza, donde refrescarse.
 
        Pero, nosotros no terminamos ahí, porque la ruta sigue hasta Riñón -conectando con la Senda del Oso-, ahora con un trazado más irregular, ascendente y descendente, cruzando varias veces las vías del tren de cercanías y contemplando un paisaje más animado y salvaje, junto a las riberas del río Gafo y del Nalon. Después y tras haber pasado por la localidad de Las Caldas y haber andado unos cinco kilómetros a mayores, se sale a una carretera y nosotros nos dimos la vuelta.

          Desde ahí y hasta Tuñon, aún restan otros catorce kilómetros.

Muros de Nalon y Soto del Barco

 
                  Playa de Aguilar y miradores, en Muros de Nalon
 
      Otro de los días y siguiendo la línea del FEVE para el otro lado, nos acercamos a la pequeña localidad de Muros de Nalon. Siguiendo a un nutrido grupo de animosos jóvenes locales, empezamos a descender por un escarpado y resbaladizo sendero, lleno de piedras y vegetación y tras unos veinte minutos caminando, llegamos a la maravillosa playa, de Aguilar, otra de las joyas del mar Cantábrico y en esta ocasión, con marea baja, algo concurrida y sin distancias de seguridad aparentes.

          A la derecha, se haya la pequeña playa, de Veneiro o Xilo, desde donde arranca una senda asfaltada llamada de los Miradores, de San Esteban de Pravia. Se trata de un recorrido de unos cinco kilómetros, que en sus primeros tramos resulta bastante ascendente -se mezclan cuestas y escaleras- y que transcurre a lo largo de diversos miradores costeros, aunque no todos ofrecen buenas vistas, al estar algunos demasiado altos.
 
        Acabamos la jornada en Soto del Barco, que tenía mejor pinta, de lo que resultó ser. Siempre, en todos los viajes, tenemos un destino "plof" y en esta ocasión fue este. Vimos su iglesia, hicimos una marcha de varios kilómetros por una carretera secundaria, que nos depósito en la orilla de la ría y tratamos de llegar, sin éxito, a San Juan de la Arena -a unos tres kilometros-, por tratarse de una vía con bastante tráfico.