Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 11 de marzo de 2019

Los peores momentos del octavo viaje largo

                                               Todas las fotos de este post son, de Malasia

            1°.- Sacar los billetes de vuelta, a España, desde Taipei. Fue una pesadilla -peor, que la de la cocina-, que duró unas 24 horas y en la que estuvieron implicados, las tarjetas SIM de Simyo nuestras, la de mi padre, la aplicación de Bankia y el juguetón wifi de la estación de ferrocarril, de Taipei, además de nuestros cerebros. Todo con mucho suspense, indignación y agotamiento. A poco, nos quedamos a pasar las Navidades allí.

            2°.- Las dos denegaciones de embarque, que solo pudimos superar con mucho esfuerzo y determinación. Una, en el primer vuelo, Madrid-Kiev, con Ukrainie y la otra, con Lion Air, en el tramo, Bangkok-Taipei. A veces, hay que tratar con gente muy desagradable, a la que tienes, que dar, miles de explicaciones y que te hacen pasar muy malos ratos.

          En ese mismo sentido, una confusión en los controles de seguridad, de Madrid, como ya se ha contado al principio, estuvo a punto de dar con el viaje al traste.

          3°.- La habitación del hotel, de Phuket, la más barata del viaje, pero también, la más mala y que nos bajo mucho los ánimos, tras cuatro noches allí. Ya habíamos estado cuatro noches en este hotel, pero la alcoba era más grande y tenía ventana.

            4°.- Otra vez y por tercer viaje consecutivo, se estropeó mi teléfono móvil. Fue el 17 de octubre en un bus, camino de Sydney. Al quitarle la tarjeta SIM, para introducirla en el de mi pareja, como nos habían recomendado los de Simyo, se quedó bloqueado, pudiendo un código, que nadie conoce, incluido yo. A los pocos días, se fastidio la batería y ya perdimos toda esperanza de recuperarlo.

            5°.- Desesperados, en el control de equipajes de mano del aeropuerto, de Sydney, camino de Singapur. Un negro y un chino registrando nuestros dos bultos y desquiciandonos y con los objetos de los bolsillos -incluidas la cartera y la cámara- corriendo por la cinta, alejándose de nuestro control. Sin lugar a dudas, uno de los momentos más desagradables del viaje, que aún nos enfada, cuando lo recordamos.

            6°.- Pasar seis noches seguidas sin alojamiento. Menos mal, que la temperatura era moderada y no sudamos. Dos fueron en la estación de trenes, de Sydney; dos en un autobús, yendo y viniendo, de Melbourne y las restantes, en la terminal de buses de esta última ciudad. Y lo peor es, que terminamos hasta cogiéndole gustillo.

            7°.- Quince horas montado en un avión de Iberia, entre Shanghái y Madrid. Y para más inri, nos mataron a hambre con todo descaro. Creo, que se trata de una experiencia, que no voy a volver a repetir.

             8°.- La mañana, que en Krabi, me entró un tremendo dolor de barriga, que no había tenido jamás. Me asusté mucho. Y encima, me había tomado dos cafés seguidos y a mí no me sientan bien para los nervios.

             9°.- El día de la excursión, a Phanom Rung, desde Nakhon Rratchasima. La información en internet es muy equivoca y lo organizamos tan mal, que estuvimos a punto de perder el último autobús de vuelta. Nos salvamos, gracias a dos amables conductores, que nos cogieron para resolver dos largos tramos de carretera.

            10°.- Pasar la noche en un pequeño bungalow, de Kaikoura, en Nueva Zelanda. Después de pagar más de 35 euros, las instalaciones eran muy básicas y nos quería cobrar por la manta, aparte. Nos molesto mucho y le dijimos, que no. Luego, nos morimos de frío y más, porque teníamos parte de la ropa mojada por la lluvia de la tarde. ¡Menuda hija de puta la cabrona!
     

Los mejores momentos del octavo viaje largo

                                                Todas las fotos de este post son, de Singapur

          Ha sido un viaje de bastantes malos momentos, motivados, como ya se ha dicho, por todas las circunstancias, que nos han acaecido en los aeropuertos, pero también ha habido momentos memorables e impresionantes, que marcarán nuestras vidas para siempre. Por ejemplo, hemos visitado el último continente, que nos faltaba.

 
           1°.- Aterrizaje en el aeropuerto, de Gold Coast, en Australia. Muchos habían sido los intentos, que a lo largo de los últimos años, habíamos hecho por llegar hasta Oceanía. El último, el año pasado, tuvimos que cancelarlo por la subida de los vuelos en el verano, cuando ya estábamos, en Kuala Lumpur. Por unas cosas u otras, siempre teníamos, que aplazar este plan. Aterrizar en Australia fue para nosotros, un momento muy emotivo.

             2°.- Bebiendo vino, en Australia. Muchos fueron los momentos en torno al delicioso vino australiano. Sabíamos de su fama, pero nos habían dicho, que su precio era muy elevado y nada de eso. Los hay de excelente calidad, a partir de los dos euros la botella.

             3°.- Reservando el boleto aéreo para regresar a casa, vía Shanghái, utilizando el wifi de la estación de trenes, de Taipei. Habíamos hecho tantos intentos y tenido tantos problemas con la conexión, con las tarjetas de los teléfonos y con la aplicación, de Bankia que conseguirlo, casi después de 24 horas, nos lleno de felicidad y regocijo. Definitivamente, podíamos llegar a casa antes de Navidad y disfrutar de las fiestas con la familia.

            4°.- Pasar los controles, tras más de hora y cuarto de incertidumbre, esperando en la cola, para entrar en China. Mucha tensión, porque aunque intuíamos, que no tendríamos problemas para conseguir la visa de tránsito, de hasta 144 horas, con los chinos y los rusos, nunca se sabe. De lo contrario, habríamos perdido el vuelo de vuelta a España, así que nos alegremos bastante. Sobre todo, porque duraron mucho para concedernosla, yo no sé, si por venir, de Taiwán.

             5°.- Llegando, a Mataran, en Lombok, siendo ya noche cerrada. Se habían puesto las cosas muy feas, porque el ferry arribo, una vez había oscurecido. Las oficinas estaban cerradas y no había pueblo allí: solo unos cuantos sinvergüenzas, tratando de sacarnos la pasta para llevarnos en moto, a no se sabe dónde. Desconcertados y desorientados, comenzamos a andar. No habríamos llegado muy lejos, porque era carretera sin arcén y muy transitada. Fue entonces, cuando de la nada, apareció un chico con un potente coche nuevo y nos trasporto a la capital, por un precio muy razonable.

         6°.- Ver amanecer en la playa, de Byron Bay, en Australia, en absoluta soledad y luego caminar, durante largo rato, hasta la montaña, donde se ubica el faro. Es uno de esos momentos inolvidables, que recuerdas de por vida.

             7°.- Los dos alojamientos, de Krabi: el primero con buen desayuno y potente aire acondicionado y el otro, un bundalow con extraordinaria y transparente piscina. Ambos vinieron a paliar las carencias, que habíamos padecido en la cueva, de Phuket y nos levantaron el decaído ánimo.

              8°.- Tomar una fresca cerveza de medio litro, en Christchurch, en Nueva Zelanda, después de 37 días de no haberla catado, debido al alto precio de tan vital y refrescante producto en los países anteriores.

            9°.- Primer baño del viaje, en la magnífica playa de Senggigi, en la isla, de Lombok y el que nos dimos, en la extraordinaria piscina de nuestros bungalows, en Krabi.

             10°.- Las esperas en los aeropuertos de Kuala Lumpur y Christchurch, que son siempre muy agradables para tratarse de terminales aéreas. Este último, dispone de tantas comodidades, que casi hace las funciones de habitación de hotel.

domingo, 10 de marzo de 2019

Consideraciones generales sobre bebidas alcohólicas y viajes

         Todas las fotos de este post son, de Nueva Zelanda, menos la última, de .Brisbane (Australia)

          Es la primera vez, que escribo un apartado de estas características, desde que tengo por costumbre -alla por el año 2.005-, de plasmar nuestros viajes por escrito. Y es, que en los últimos años, estoy detectando un movimiento internacional, ciertamente, integrista, que cada vez más, va imponiendo restricciones para el consumo de bebidas alcohólicas, fundamentalmente, en espacios públicos.

          Y no, me refiero, a los países musulmanes o India, donde esto ya viene de lejos, sino a naciones, donde hace una década, ni eran nada sospechosas de emprender cruzadas contra el consumo de cerveza, vino o bebidas espirituosas, que por otra parte, les generan unos enormes ingresos anuales, a través de la recaudación de impuestos.

          Una de las formas más clásicas, que han aplicado países, como Tailandia, India, Singapur o Turquía es acribillar  a tasas el consumo de botellas o latas, que contengan cualquier cantidad alcohólica, por pequeña, que sea. En teoría, consiguen, que beba menos gente, por no poder permitirselo, económicamente. Es algo así, como se ha hecho con el tabaco en casi todo el mundo (aunque no en muchos países musulmanes). El problema es, que no han tenido en cuenta, que no es lo mismo una inofensiva caña de cerveza, que una botella de agresivo raki, con más de sesenta grados.

          Otra de las fórmulas, consiste en elevar la edad, a la que los más jóvenes pueden acceder al alcohol, como si poner puertas al mar resultara tan fácil. Resulta chocante, que un país avanzado -aunque, extraordinariamente, conservador-, limite el consumo de alcohol a menores de 21 años. Esta prohibición, se vuelve absurda, si hablamos de Nueva Zelanda, donde se eleva a los 25 años. Se podría dar el caso, de un trabajador fijo, casado y con dos hijos, de 24 añus, que no se puede meter entre pecho y espalda, una copa de vino, por decreto ley gubernativo . ¡Parece, realmente, absurdo!

          En este mismo país austral, se llega al ridículo más absoluto. Tengas 26, 51 o 76 años, cuando adquieres una bebida alcohólica -sea, la que sea-, debe venir un encargado a la caja, a autorizarte la compra.

          Siendo esto muy llamativo, lo que ya nos parece, roza el esperpento, es este cartel, en inglés, colocado en un parque, de Brisbane, junto al río. No está entero, porque no nos cabía en la foto, pero con lo que copio aquí, se entiende el mensaje y también, el objetivo. Normas y más normas, para poder tomarte unas cervezas, tranquilo en un pacífico jardín público. Me parece muy preocupante:

          "Brisbane City Council designarse River kuai un the area show on the map public place where liquor may be consumed between the hours of 10 A. M -8 P. M, daily.

           The followings restrictions apply:

           1°.- Liquor must be consumed whit a sustancial meal.

           2°.- Liquor is nor yo be supplied yo or consumed by minors or intoxicated persons.

           3°.- Liquor is no be consumed outside the designated public place

           4°.- The designated public place shell remain..."

Últimas novedades sobre aviones y tránsitos en aeropuertos

                                                    Todas las fotos de este post son, de Australia

          Durante los cuarenta días, que he tardado en escribir los casi 260 folios del relato de este octavo viaje largo, me ha dado tiempo, a reflexionar sobre algunas cosas. Fundamentalmente, sobre dos, que aquí expongo:

           1°.- ¿Por qué hay tanta diferencia de precio en los vuelos, de Air Asia, dependiendo del mes en que quieras tomarlos? Este detalle, que en un principio, se pueda pasar por alto a cualquier viajero, nos costó, que el año pasado, durante el séptimo viaje largo, tuviéramos, que renunciar, a visitar y conocer, Australia y Nueva Zelanda, debido a la repentina alza del precio de los vuelos, durante el mes de julio.

          Ni harto, ni perezoso, hace ya unas cuantas noches y con paciencia, me puse a investigar, con la app de la compañía de bajo coste, los precios de los vuelos en todos los meses de este 2.019, tomando tres o cuatro referencias de cada uno. El resultado no se hizo esperar: las tarifas permanecen estables, oscilando un poco, arriba o abajo, durante nueve meses del año.

          Durante los otros tres, que son, enero, julio y diciembre, los precios se disparan hasta el doble o más. Un vuelo, desde Kuala Lumpur, a Australia, por ejemplo, que parta en febrero, suele oscilar entre los 135 y 160 euros. Mientras, que si lo quieres para diciembre, te va a salir por más de 300, no siendo infrecuente, sobrepasar los 350. Cómo veis, las diferencias no son nada pequeñas y de no tener esto previsto, pueden arruinar un proyecto de viaje.

           2°.- Hasta los viajeros más expertos, damos por hecho cosas, que luego tienen excepciones. Y en estos casos, las consecuencias económicas y personales pueden ser tremendas. Me explicó:

          Yo siempre había pensado, que en la zona de tránsito de cualquier aeropuerto internacional y sin cambiar de terminal -y aún cambiando, a veces, como en El Cairo, por ejemplo-, no tenías, que presentar un visado o un formulario previo, si no sobrepasaban el límite de 24 horas, hasta el siguiente enlace aéreo.

          Normalmente, así es y nunca jamás, durante treinta años viajando, habíamos tenido una experiencia, que no fuera esta. Pero, a raíz, de lo que nos ocurrió, en Shanghái y, que afortunadamente, ya sabíamos, que nos iba a suceder, nos hemos puesto a indagar y existen más excepciones.

          Y es, que en China, si o si, si haces tránsito, te deben conceder un visado de esas características, que se obtiene a la llegada al país, siempre que vueles a un tercero. Normalmente, te lo van a dar sin poner pegas, si cumples las condiciones. Aunque, en el proceso se pueden invertir un par de horas, por lo que hay, que tenerlo en cuenta y separar lo más posible el vuelo de llegada y el de salida, hacia tu destino.

          Pero como he dicho, esto no solo es cosa de los chinos. Probablemente, el mes, que viene, nos marchemos tres semanas, a Canadá y Estados Unidos. Hemos constatado, que para hacer tránsito en cualquier aeropuerto de estos dos países, hay que presentar, la ETA y la ESTA, respectivamente. Se trata de trámites administrativos previos, que cuestan dinero -7 dólares canadienses y 14 estadounidenses-, además de precisar de un proceso de aprobación, que normalmente, suele ser rápido.

          Existen casos complejos, como el de Rusia. Normalmente, puedes hacer tránsito sin necesidad de ningún visado, si no sobrepasas las 24 horas, entre una conexión y otra. Pero, si por ejemplo, tienes, como destino final, Bielorrusia, el segundo vuelo se considera nacional, por lo que debes salir de la zona internacional, y dirigirte a la nacional y, para ello, necesitas un visado ordinario.

          Seguro, que hay otros aeropuertos del mundo, que también tienen sus peculiaridades, aunque de momento, no conozco más. Después de las experiencias vividas a lo largo de varias décadas y en el futuro, evitare, en la medida de lo posible, hacer escalas, en China, Canadá, Estados Unidos y Rusia. Y priorizare, llevarlas a cabo en los países del Golfo Pérsico, Turquía y Egipto, donde normalmente, te lo ponen muy fácil.

sábado, 9 de marzo de 2019

La playa de Bondi (Sydney)


El Sky líne, de Kuala Lumpur


¿Que es un viaje largo? (parte II)

                                                           Todas las fotos son, de Tailandia


          -"¿Cómo lleváis el dinero: tarjetas, efectivo...?: Recuerdo, hace más de una década, cuando le dijimos a mi suegra, que pedíamos una excedencia y nos íbamos medio año de viaje por Sudamérica, Centroamérica y México. Ella pregunto, con toda naturalidad: pero, con eso de la excedencia, los de la empresa os siguen pagando el sueldo, ¿no?. Costó mucho esfuerzo, que entendiera, que dejábamos, temporalmente de trabajar -y de cobrar, claro-, para dedicarnos a recorrer el mundo.

          De todas formas, esta es una de las consideraciones, que más entiendo, que puedan resultar ser de la inquietud de los demás, porque hemos cambiado la fórmula decenas de veces. En la actualidad y dado los siete pueblos, que se pasan los bancos, siempre que los países a visitar sean medianamente seguros, optamos por el efectivo -contante y sonante- y por la tarjeta de crédito, aunque con restricciones. En otros tiempos más balsámicos y sosegados, cuando las entidades bancarias vivían del ladrillo y no de desplumar a todo lo que se menea, el cajero automático y la tarjeta de débito eran nuestra sencilla, pero eficaz, receta maestra. En el futuro , seguro, que todavía, tendremos que volver a recuclarnus. ¡Para eso estamos!

          -"¿Lleváis tabletas u ordenadores portátiles para resolver las gestiones necesarias en ruta?": Desde hace mucho tiempo, tratamos de llevar el mínimo equipaje posible, porque hay en algunas jornadas, que debemos llevarlo todo el día a cuestas. Por otro lado, el valor de un portátil o una tablet buena es suficientemente significativo, para no dejarlos en un alojamiento económico, que no dispone de medidas de seguridad suficientes.

          Normalmente, funcionamos con los dos teléfonos móviles y sus dos tarjetas. Las apps de las compañías aéreas, las de autobuses y trenes o las de reservas de alojamientos, son hoy en día, tan modernas y eficientes, que facilitan mucho las cosas (son mejores, que las propias páginas webs, equivalentes)

          Sin embargo, durante los tres últimos viajes largos han saltado las alarmas y hemos padecido -ya lo habéis leído en esta misma web y en el blog- diversos problemas con las tarjetas SIM, su cobertura en determinados países -con la compañía Simyo- y los propios teléfonos. ¡Tenemos gafe en esta materia! Por lo que hemos tomado la decisión y para viajes sucesivos, de llevar un tercer dispositivo de reserva y con una tarjeta de Movistar o de Vodafone, que dan cobertura en todo el mundo.

          -"¿No habéis padecido problemas sanitarios o alguna enfermedad importante en todos estos años?": Muchas veces, se contestan ellos mismos, como me ocurrió el otro día al calor de unas cervezas y unos pinchos: "ah, seguro, que además de vacunados de todo, tendréis una inmunidad añadida por haber pasado tanto tiempo en esos inciertos y agitados destinos del tercer mundo.

          No sé, si un médico o epidemiólogo, podrán corroborar esta segunda parte de la afirmación, pero nosotros estamos bastante de acuerdo con ella, a pesar de que no pueda tener base científica. Sea por lo que sea -entre otras cosas, porque tomamos muchas prevenciones y tenemos mucha suerte-, llevamos treinta años viajando -veinte de ellos pueden el tercer mundo- y nunca hemos perdido un solo día por motivos de enfermedad o indisposición. Para, que os hagáis una idea sobre este asunto, en los noventa días, que ha durado este octavo viaje largo, yo no he tomado ni una sola pastilla.

          -"¿Cómo es posible, que viajes tan a menudo y por periodos de tiempo tan largos: como lo hacéis?": Tan solo ha habido una sola persona en todos estos años, que se ha atrevido a hacernos está pregunta y en ningún caso, mencionó la palabra "dinero". Sí ha habido muchas más, quejumbrosas por naturaleza, que nos han repetido la misma perorata hasta el agotamiento: "claro, yo no podría hacerlo, porque no me lo podría permitir, porque ya tengo muchos gastos en mi vida diaria..."

          La fórmula de nuestro éxito no es secreta, como la de los "manolitos" de mantequilla o la de la Coca Cola. Se trata de aprender, que se puede viajar por muy poco dinero -hasta en los países más caros-, si te organizas bien. Baste decir, que para recorrer más de 50.000 kilómetros aéreos cada uno, hemos invertido tan solo, un poco más de 2.300 euros en total. Baste indicar, que para tres meses de viaje y este ha sido de los más caros, nos hemos gastado 1.800 euros al mes para los dos, cifra que mucha gente liquida, como si nada, sin salir de casa y entregándose a su vida cotidiana y a su hipoteca (la nuestra, afortunadamente, esta pagada hace más de una década)

          Por tanto, menos llorar y alegar excusas y más, ponerse en marcha con optimismo. Sí, que es verdad y no lo niego, que la primera vez, que uno se mete en una aventura de estas características, cuesta decidirse y surgen en cascada las dudas y los miedos. Pero, nadie dijo, que las cosas fueran fáciles y no costarán esfuerzo.

          No nos extraño, sin embargo, que la gente de bien, no nos preguntará por las cosas un poco más complicadas de los viajes largos -tambien de los cortos-, tipo: ¿Cómo hacéis los visados y dónde?, ¿Cuánto equipaje lleváis y como?, ¡Que hacéis las horas muertas, esperando en aeropuertos, estaciones de trenes o autobuses o a la espera de poder tomar un alojamiento?, ¿Cómo gestionáis el asunto de las vacunas, los seguros médicos y demás asuntos relacionados con la salud?... Entiendo, que si no habían resuelto sus inquietudes más básicas, no nos interrogaran por estos aspectos.

          Al fin y a la postre, lo que yo más agradezco de estos ya más de treinta dilatados años viajeros es, haberlos podido compartir con mi pareja, desde el principio, sin ni siquiera haberle tenido, que explicarle nada de esto.