Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 15 de septiembre de 2014

Nuestro segundo golpe de estado... ¡A por el tercero!

 La estancia en Tailandia se dilató más de lo esperado. Fuimos a Phimai y nos colamos en sus pequeñas, pero muy valiosas ruinas. Y terminamos en Petchaburi, que cuenta con varios recogidos templos, siendo el más interesante, el de la colina.
                                                                  Phimai (Tailandia)
          El caso es, que esta primera parte del viaje termino, convirtiéndose en la peli del “Día de la Marmota”. Porque, casi después de cada destino, había que retornar a Bangkok, recogernos en nuestro alojamiento en Khaosan, hacer lo mismo de siempre y volvernos a ir. Y, especialmente y dado que siempre vamos andando, cruzar la multitudinaria concentración, que se extendía desde el templo Saket -mas allá de la plaza de la Democracia-, hasta casi la misma entrada de la zona de los guiris (para quien no conozca Bangkok, la ya mencionada zona de Khaosan).
   Esta y la de abajo, de Nakhon Rachasima (Tailandia)
          Pero, empecemos esta historia por el final.

          Ya en nuestra querida Puducherry, India, el día después de abandonar Tailandia, trasteando con la tablet nos enteramos, de que durante la jornada anterior, había habido un golpe de estado en el país de la eterna sonrisa. No sabemos aún, si justo antes de irnos, después o incluso, durante nuestra estancia en el aeropuerto.

          Fue entonces, cuando entendimos muchas de las cosas contempladas. En uno de nuestros regresos, de ya no me acuerdo dónde, a la capital, encontramos la ya citada gigantesca acampada. Miles de personas ubicadas bajo techados artificiales, en tiendas de campaña, sin hacer nada ante la pasividad de la policía, escuchando discursos y arengas en pantallas de televisión y vitoreando, de vez en cuando, pero tampoco muy efusivamente, a supuestos líderes. La música era militar, pero los que lanzaban sus soflamas no tenían uniforme o distintivo alguno. Eso sí, la bandera tricolor y el himno nacional ocupaban todos los espacios disponibles.

                                                          Frontera entre Tailandia y Myanmar
          El resultado para los viandantes -guiris o no-, de lujo: el tráfico cortado y comida variada y rica -aunque un poco fuertecita-, bebida, café y dulces, siempre gratis, durante todo el día. ¡Sólo faltaban los cubatas y los mojitos¡

          Dada la escasa tensión y presencia de policía o ejército, la evidente ausencia de periodistas y la de extranjeros, supusimos, que se trataba de algún evento festivo tradicional. No le dimos más importancia, porque nos venía genial: tráfico cero en pleno centro de Bangkok y calduverios a gogó, para engordar nuestra tripa todas las noches. Pero, pasaban los días y empezamos a sospechar. Para celebración folcclórica, sin más, estaba quedando ya muy largo.
                                              Nakhon Rachasima
          La tarde de nuestra marcha hacia Madras -supimos después-, se decretó el toque de queda, afectando incluso a Khaosan -donde todo fue cerrado a cal y canto- y no sé, si también, a la propia acampada.

          Es nuestro segundo golpe de estado en directo. Y como en Mali, no nos enteramos hasta después. Desde luego, guiris muy listos no somos, pero al menos y en ambos casos -en el primero, con exhibición de tanques y metralletas incluidos-, vivimos como una fiesta, lo que era para dar pánico. ¡La inconsciencia de los ignorantes!

          Y, ahora y dadas las dotes, que tenemos en esta materia, ¡a por el tercero!. ¿Que os parece, si regresamos mañana a España?.
Petchabury (Tailandia), arriba y Nakhon Rachasima, abajo

viernes, 12 de septiembre de 2014

¡Hasta los coj...holies!

Frontera cerrada al tránsito, entre Myanmar y Tailandia, arriba y abajo, derrumbe después de una tormenta, retornando a Kanchanaburi
          En no pocos países del tercer mundo, hay decenas -diría, centenas-, de días sagrados -holy-, supuestamente festivos. A efectos prácticos significa, que te prohíben comprar alcohol, durante todo el día, incluida la cerveza (el vino da igual, porque fuera de Europa tiene precios imposibles). En realidad y por lo demás, todo sigue igual. La gente monta sus puestos, abre sus negocios, realiza sus gestiones cotidianas y, en definitiva, se dejan la vida en su trabajo, a pesar de que Buda o Visnu, estén de ostentosa y continua celebración.

Kanchanaburi (Tailandia)          
Siempre es todo lo que suene a alcohol -aunque sea de un grado-, el damnificado, dado que no hay un sólo día al año, por holy que sea, en que se prohíba aparcar la moto en la acera, comer calduverios apestosos en los tenderetes callejeroz o cederte el turno, como peatón, en los pasos de cebra. Si acaso y no faltará, en el vecino templo hay un integrista soltando discursos y arengas o si no, una grabación repetitiva, que te machaca recordándote lo sagrado que es el día de hoy y lo mucho que les debes (aunque no sepas, el qué, ni el por qué).

          Conocíamos estas incomprensibles costumbres de nuestros periplos por India o Sri Lanka, pero no nos las imaginábamos en Tailandia, donde ya habíamos estado varias veces y no nos habían tocado.
Estas tres últimas, son de Nakhon Rachasima (Tailandia)
                                                       
          Pero, como si nada, llegó el maldito 13 de mayo, con sus 42 grados a media mañana, cuando nos enteramos de que era el VISAKMA BUCHA DAY y ni siquiera -en teoría- podíamos tomar una maldita cerveza, durante toda la jornada de hoy. Si esto te ocurre en India o Sri, estás absolutamente perdido. En Tailandia, sin embargo y aunque los grandes supermercados y los Seven Eleven aplican la exigencia gubernamental -que perjudica a empresas y a clientes-, las pequeñas tiendas -con más o menos discreción-, te venden lo que les pidas. Así, que la primera, fresquísima y casi de un trago, nos la bebimos a la salud de Buda y la segunda, a la del intolerante gobierno bananero Thai (en la cuerda muy floja, aunque en esos días, aún no lo sabíamos).

          La tontería es soberana. Porque a los guiris despistados, que no estamos al tanto del “holycalendario”, nos pueden causar molestias con el asunto. Pero, cualquier lugareño, compra las bebidas, que necesite, el día antes y las ingiere, cuando le apetezca (sea holy o no)

          Por lo demás, Nakhon Raschashima nos ha parecido un lugar muy recomendable, bello, tranquilo y alejado de las rutas turísticas clásicas y del mundanal ruido de Bangkok. Tal es así, que la señora del puesto de las salchichas, que nos ha servido unas cuantas -somos hambrientos de pro, que somos-, ha flipado. La noticia, primero, se la ha contado a su vecino, el aburrido tuktukero. Después, seguro, que alborozada, lo ha transmitido como el tema familiar de la cena.

          Estamos tan a gusto por aquí, a pesar del infernal e insufrible calor, que todavía no hemos comprado los billetes para Calcuta, nuestro probable primer destino en India. ¡Todo llegará, a no mucho tardar!.

jueves, 11 de septiembre de 2014

¡Cuando las cosas se enredan!

Incluida esta selfie, todas las fotos de este post son de Kanchanaburi, salvo las 2 últimas, que pertenecen a Sangkhlaburi (Tailandia, en ambos casos)

          Después de 25 años de viajes, aún mantenemos muchos misterios sin resolver, afortunadamente (dicho sea de paso). Y uno de ellos, ocurre en Asia: cuando las cosas tienen posibilidades de enredarse, siempre se enredan. No recuerdo casi ningún día de viaje por este continente, en que no me enfrentara a una situación surrealista. Casi nunca, nos pasó en África y eso, que en términos generales, los asiáticos son más templados, que los del continente negro. Creo, que asiáticos y europeos, tenemos formas de ver la vida muy distintas. Ni mejores, ni peores, pero incomprensibles para ambos. Sirva esta endeble y poco argumentada teoría, para detallar un hecho, de cuando las cosas se enredan.

          Sólo habíamos cambiado 50 euros en Khaosan, a muy buena tasa, por cierto. Para que más: sitios habrá en la turística Kanchanaburi. Pues no. Calle kilométrica de bares, restaurantes, guest houses y, sobre todo, viejos babeando y babeando en los bares y ni una sola oficina/chiringuito de cambio.

          Aguantamos, porque todavía teníamos bahts y nos vamos a Sanghklaburi. Llegamos justo, siendo viernes al mediodía, cuando los bancos están cerrando y no admiten ni un único cliente más. Ni una sola casa de cambio o sitio donde canjear nuestra -supuestamente- poderosa moneda occidental. A duras penas, tenemos para comer, pagarnos el alojamiento y el tedioso transporte de vuelta.

          Son las ocho de la tarde del sábado y ya de retorno, en Kanchanaburi, continua la pesadilla, dado que los alejados cambios del puente sobre el río Kwai cierran a las cinco de la tarde y el de un banco más céntrico, a las seis. Ni siquiera una agencia de viajes usurera -como comprobaríamos al día siguiente-, que nos recomiendan, está abierta.

          Tentamos un alojamiento nuevo, que creemos mejor que el anterior. Todo son amabilidades y facilidades, hasta que hablamos de pagar mañana: “is full”, responden entonces, sin más miramientos o compasiones.

          Volvemos, entonces, al de la otra vez, esperando que confíen en nosotros, por ser clientes ya contrastaddos. El chico habla un poco de inglés, pero no lo entiende (algo no infrecuente en Tailandia). Ha aprendido, mecánicamente unas frases, pero no sabe interactuar. Acepta acogernos, pero mantiene nuestro equipaje bajo llave, retenidos, hasta que hagamos el check-in. Salimos, entramos, volvemos a salir y a entrar, durante un par de horas y siempre la misma pregunta: “check-in now?”. Como no queremos tener sorpresas, le entregamos los justificantes de pago de las noches anteriores. Ahora sí, parece que lo ha entendido y nos devuelve nuestras pertenencias. !Que alivio, tan solo se trata de pagar por la mañana, una vez consigamos efectivo!.

          Pero, la enredada y -a priori- insignificante historia, no termina ahí:

          A las 7:30 horas de la mañana, alguien llama a nuestra puerta, interrumpiendo nuestros placenteros sueños. El chico de ayer, sonriente, ha terminado su turno y nos despierta para devolvernos nuestros recibos de las noches anteriores. Parece ser -nada es seguro en esta Tailandia menos explorada- que todo está aclarado con su jefe. Pero, aún tuvimos que sufrir. En la oficina de cambio del centro, tenían el ordenador estropeado y nos echaron con cajas destempladas y sin más. Sobre la bocina y ya temiendo, que fuéramos a acabar en la cárcel, conseguimos pagar la habitación. Tailandia es el país de la eterna sonrisa, pero como en otros muchísimos lugares, siempre con el dinero por delante.

          Al hilo de todas estas vicisitudes, propongo varios y preventivos consejos:

          -En general, Tailandia es bastante turística -aunque hay zonas y otras, que muy poco-, pero si estáis bastantes días y os vais a mover por el país, tratad de cambiar en Khaosan, más de lo que necesitéis (lo que te sobre te lo reconvierten a euros o dólares con escasa penalización).

          -Sacar del cajero: podría ser la alternativa, pero los bancos thais meten una abusiva comisión que se os quitaran las ganas


          -Si tenéis sólo 250 bahts -era nuestro caso- y no hay posibilidades de conseguir más, mejor abastecerse de comida, bebida y alcohol y luego, ya pensar, como negociar una habitación. Si lo hacéis al contrario, tendréis sábanas y almohada, seguro, pero dudo, que hidratación y viandas varias, que llevaros a la boca.   

lunes, 8 de septiembre de 2014

Bangkokeando

                                                                   Sangkhlaburi (Tailandia)          
          ¿Y Bangkok?. Pues, como siempre. Tengo la sensación y es motivada, de que si me reencarnara, dentro de 150 años en algo o alguien -bicho frito de Khaosan incluido-, todo sería igual: los abundantes puestos de calduverios, las sopas picantes del Eleven, los viejos guiris baboseando con jovencitas, los molestos tuck tuck, el caos controlado, la humedad, los olores fuertes, los tranquilos templos, las piernas y el culo perfecto de las jovenes lugareñas, el incienso tapándolo todo, los anglosajones mamándose en el Khaosan, la deliciosa, animada y colorida Chinatown... A pesar, de no haber cambiado casi nada y tras siete visitas en los últimos seis años, nos sigue fascinando Bangkok.
     
          Aunque, sí podemos detallar dos acontecimientos novedosos. Vivimos el cumpleaños del rey, en el que enfervorizadas decenas de miles de personas con camisetas amarillas e inscripciones diversas, vitoreaban a su monarca. Gente esperando horas y horas bajo el sol, a más de 40 grados, para recibir como respuesta, arengas, agua algo fresca, helados, caramelos pegajosos del Eleven e imposibles de abrir, refrescos calientes con sabor a azúcar artificial y poco más.
Bangkok (Tailandia)
          El otro hecho tiene relación con la conflictividad social del país, esporádicamente comentada en los medios de comunicación. pero no siempre tan evidente, como durante nuestras diversas estancias: concertinas escalofriantes y sacos terreros, salvaguardando los edificios oficiales y gran acampada de protesta en la Thanon Ratchadammen Kiang, justo detrás del Monumento a la Democracia.

                                                                             Kanchanaburi (Tailandia)
          Por lo demás, sino venís a esta ciudad en mayo, haréis muy bien. 29º-39º de máxima/mínima no es la mejor forma de disfrutar de nada. Estamos esperando el monzón, como agua de mayo. Perdón, de junio, que es cuando debe de llegar. Pero, que no os engañen, que en este mes ya hay un pre-monzón y también llueve, aunque no refresca. Y dicho eso, nos vamos con el ventilador a otro sitio porque para aire acondicionado, no nos llega (salvo cuando entramos en centros comerciales, en tiendas y los escasos supermercados)


           Por no aburriros ni un minuto más, termino con unos pocos flashes: Kanchanaburi, me gusta -por ejemplo- más que Chiang Mai (aunque pueda sonar raro). Shangkhlaburi, está bien, pero no merece la pena, por lo lejos que está. Y lo de las tres pagodas de la frontera con Myanmar, sencillamente, es un timo (al margen, de que está cerrada, como todas las líneas fronterizas del país birmano).  
Kanchanaburi, en ambas imágenes

¿El wi-fi matará a la estrella de los viajes?


                                                                                           Sangkhlaburi (Tailandia)
        Corrían los incipientes años ochenta, cuando alguien se atrevió a vaticinar, que el vídeo mató a la estrella de la radio. Afortunadamente, predicción tan catastrófica, nunca llegó a cumplirse, pero, ¿aniquilará el wi-fi a la estrella -esencia- de los viajes largos por libre ?. Seguro, que no, pero es otra interferencia más, a manejar con cautela. Desde luego, cualquier intrépido viajero de los sesenta o setenta hubiera siquiera imaginado todos los medios, que tenemos hoy en día, los trotamundos.
Bangkok (Tailandia)
          Partimos hacia Bangkok, con la tablet y los smartphones, reflexionando: ¿por qué no habría habido estos aparatos hace 25 años, cuando empezamos a viajar?. Aunque nos conformamos, pensando en las duras condiciones, que vivió Marco Polo hace siglos, cuando ni siquiera -como nosotros en 1989- no podía acercarse al ofuscado funcionario de la RENFE, de la calle Alcalá de Madrid a suplicarle un mapa de los ferrocarriles de Europa para poder hacer una fotocopia, que guiara nuestro interrail.

                                                                                      Kanchanaburi (Tailandia) 
         Comprobamos entusiasmados, que en la Tailandia turística, todos los hoteles -hasta el más cutre y desangelado- tienen wi-fi. Nos pusimos manos a la obra con nuestros trastos tecnológicos. Era admirable: ahora podíamos preparar nuestro periplo desde la habitación del hotel, sin ir al ciber, relajadamente y tomando y comiendo algo.

          Más tarde, nos adentramos en foros, en prensa, quisimos seguir al dedillo el desenlace de la liga española... y apasionadamente y sin pestañear, terminamos viendo Velvet y el magnífico final de El Príncipe. Una voz lejana, pero persistente y rezongona, nos decía, que esto no era lo de los viajes largos anteriores.
                                            Phetchaburi (Tailandia)
          Tras diferentes avatares por el país de la eterna sonrisa, acabamos alojados en una curiosa y algo decrepita y decadente cabaña, en Sangkhlaburi, propiedad de un curtido y simpático alemán , que con un modesto cartel, da la bienvenida a rednecks, backpackers, old hippies, vikingos y duchts. ¡Oh Dios!. Nuestra primera noche sin wi-fi. ¡Qué ansiedad, qué terrible e insuperable síndrome de abstinencia!

                                                                           Nakhon Ratchasima (Tailandia)
          Pero, finalmente, sin la necesidad de un tranquimazin o valium, la tensión fue disminuyendo: lavamos la ropa amontonada hacía días, conversamos sobre las experiencias de la jornada, nos miramos a los ojos, escribimos el diario de viaje y este post y nos volvimos a sentir como antes, como siempre: “on the road” y no “in the net”.


        Tal vez, el wi-fi -y aún más, la inmediatez de whatsApp-, sea el mejor invento para el viajero, en décadas. Pero mal utilizado, te puede eclipsar un viaje y acabar con toda la esencia y las emociones del mismo. ¡Estáis advertidos!. Ahora, la decisión es vuestra.
Ayutthaya (Tailandia)

viernes, 25 de abril de 2014

Segundo intento de sexto viaje largo (esperamos, que sea el bueno)

                                                                        Agra (India)
          Después de numerosas contrariedades y de resolver diversos problemas, parece, que en breves días, nos largamos a Asia, por dilatado tiempo. Nuestros destinos no han variado, en relación con los del anterior post. Pero sí, la forma de llegar hasta Asia.

          Con altas probabilidades -aunque, no seguras-, recuperaremos los 360 euros perdidos, en los malogrados vuelos con Pegasus Airlines -compañía de pésima atención al cliente, donde van a lo que van (la pasta)-, entre barcelona Y Dubai, gracias a las arduas negociaciones con la compañía de seguros, de nuestra VISA oro.

          Aunque, no tenemos aún los billetes, pretendemos no demorarnos más de una semana en partir, con dos opciones y un único destino inicial, la que es nuestra segunda casa: Bangkok (sexta vez).

                                                                                      Bangkok (Tailandia)
          La primera es la compañía Norwegian -low cost noruega: Barcelona-Oslo (67 euros) y Oslo-Bangkok (161). Austeridad para un viaje tan largo y no muy buenos horarios. Nos tendríamos, que hacer cargo del tema comidas, durante dos días, que de facto significa, llevar viandas para ese tiempo, dado que ni nos atrevemos a depender de la manutención en el aeropuerto noruego.
Varanasi (Inida)
          La segunda nos atrae más: Madrid-Bangkok, con escala en Zurich, con Swiss Air, por 277 euros. Sería un viaje más cómodo y con menos preocupaciones, aunque con una escala de 10 horas, en la que no saldremos del aeropuerto, dado, que conocemos Suiza de cabo a rabo.

           Después de darnos un paseito por Tailandia, por algunos lugares, que no conocemos, volaremos a Calcuta, con IndiGo (unos 67€) y pasaremos dos meses en India. Luego, Bangladesh y después... ya veremos...


           Trataremos de iros contando algo, aunque no somos mucho de ir al ciber durante los viajes (lo imprescindible). Si no, a la vuelta.  

domingo, 9 de marzo de 2014

Sexto viaje largo, segundo a India

                                                                  Kanchipuram (India)
          Tras un periodo algo oscuro, aunque muy tranquilo -demasiado-, he decidido recuperar los contenidos para este blog, después de un año 2.013 algo aciago, en el que no viajamos al extranjero. Nuestras vacaciones anuales se repartieron en ese ejercicio, entre una semana en la Costa Brava, otra en las animadas fiestas de Salamanca y dos en la agradable isla de Gran Canaria.                             Dubai (Emiratos Árabes)

          Sin embargo y después de una temporada de cimentación de nuestros ahorros, la historia parece cambiar: el próximo 19 de marzo y en los albores de la primavera, nos ponemos, una vez más, “on the road”, con un nuevo viaje largo, en un principio, de unos tres o cuatro meses de duración.

          Por 168 euros y con la compañía turca de bajo coste, Pegasus Airlines, hemos comprado un vuelo desde Barcelona, a Dubai, con cambio de avión en Estambul. Pasaremos un par de días en esta ciudad de Emiratos Árabes, ya varias veces visitada y después, nos dirigiremos a Omán, para visitar Mascate, Mizwa, Bahla y Jabrin (estos tres últimos sitios, se encuentran muy cercanos entre si).
                                                        Puducherry (India)
          Desde la capital de Omán -por 38 euros- volaremos con la bajo coste IndiGo, a Mumbay (Bombay) e iniciaremos nuestro segundo viaje a India, de unos dos meses, duració0n similar a la del primero, llevado a cabo durante el segundo semestre de 2.011. Como en aquella ocasión, recorreremos unos 10.000 kilómetros, por el norte y el sur, viajando a través de unos 35 lugares, de los que solo repetiremos, cuatro o cinco.

                                                                            Fort Cochin (India)
          También, abarcaremos Bangladesh, durante unos 15 días. Lo que no sabemos, es si será después del periplo por India o entre medias de este. Es un destino, que nos atrae bastante, a pesar de que carece de grandes atractivos turísticos. Sin embargo, las experiencias vividas, según relatan otros viajeros, son casi, inigualables. Esperamos abandonar ambos destinos, antes de que comience la molesta y caótica época de lluvias (monzones).
Hampi (India)

          Mantenemos una duda razonable, de si en este sexto viaje largo incluiremos Pakistan. No son muchas las posibilidades, pero no lo descartamos por completo No hemos podido obtener información actualizada y fiable, sobre la seguridad en las diferentes regiones (aunque parece, que no es muy buena). Por otra parte, nos han hablado de la enorme dificultad de obtener la visa fuera de tu propio país (incluida la sede diplomática pakistaní, de Delhi, lugar donde pretendíamos hacerla).

          Trataremos de volver, a finales de junio, vía Kuwait, que es el único de los pequeños países del Golfo Pérsico, que todavía no conocemos.

          La visa de turismo de India la hemos gestionado, personalmente, en ARKE de Madrid, que es la agencia, que se encarga de resolver los trámites burocráticos. El papeleo del visado ordinario es muy sencillo -mucho más, que en la embajada de Colombo, en Sri Lanka, donde la obtuvimos la otra vez-, pagamos una tasa de 64,5 euros y nos lo entregaron en 48 horas (a pesar de que indican, que tardan una semana). Por tanto y salvo excepciones, no merece la pena sacarlo de forma urgente (107 euros). La validez son seis meses, con entradas múltiples, no pudiendo estar en el país más de 90 días seguidos.
                                                                           Dubai (Emiratos Árabes)
                                                                         Pushkar (India)
          Habríamos querido, que este periplo fuera algo más largo e incluyera otros destinos pendientes, como Azerbaiyán, Kirguistán, Uzbekistán, Japón, Corea del Sur y alguna nación de Oceanía, pero de momento y por razones, que no vienen al caso, no va a poder ser. Es muy probable, que este objetivo pueda ser puesto en marcha a partir del próximo mes de septiembre u octubre. ¡ojalá!.                            Udaipur (India)

martes, 2 de julio de 2013

Días de conciertos y de playa

          Como no dispondremos de vacaciones hasta septiembre, hemos decidido ocupar los fines de semana del verano, en diferentes actividades,entre ellas, algunos viajes. Ya, comenzamos a cumplir lo prometido la semana anterior, asistiendo a algunos de los diferentes eventos- entre ellos, varios conciertos de grupos “tributo” y la tradicional hoguera-, que se celebraron en nuestra ciudad, con motivo de la festividad de San Juan.
Todas las fotos de este post son de Burgos, menos la última, que es de Santtander
          Para el del 29 y el 30 de junio, lo teníamos muy fácil, dado que varias provincias de Castilla y León celebran sus fiestas patronales. Nos acabamos decantando por Burgos y las de San Pedro y San Pablo, dado que allí, se llevaría a cabo un concierto de Revólver; pero sobre todo, porque iba a ser teloneado por una banda local, de la que nos habían hablado maravillas y con mucha razón: La M.O.D.A (Maravillosa Orquesta Del Alcohol). Además, hacía ya varios años, que no visitábamos la ciudad.

          Burgos es una ciudad agradable y coqueta, que dispone de un pequeño y cuidado casco histórico ocupado por numerosas iglesias, con el máximo exponente de su Catedral, cuyo interior y de forma vergonzosa, cuesta visitar siete euros. En 2.003, cuando viajamos a Mallorca, prometimos no volver a pagar por ninguna y hasta ahora, hemos cumplido. Si les sacan rendimiento económico a las seos, ya es hora de que empiecen a pagar el IBI y a serles retiradas las ayudas estatales. Pero, de eso, ya hablamos otro día.

          Fuera de esta zona, los alejados monasterio de las Huelgas Reales y la cartuja de Miraflores, merecen la atención del viajero.

          Si la ciudad, ya es interesante en cualquier época del año, en fiestas, aún más. La sobriedad castellana asalta las calles, para abarrotarlas y disfrutar de las numerosas actividades: estatuas humanas, marionetas, magos de postín, cantantes de rancheras... Las únicas distorsiones -tampoco moloestas- procedieron de dos hombres, ubicados sobre el suelo: uno pidiendo dinero para sus tres “higos” y el otro, para poder independizarse.

          Los bares son numerosos y se hallan altamente concurridos. Resultan más baratos, que los de nuestra natal Valladolid, aunque eso, ya no nos sorprende, cuando viajamos a otros puntos de España (salvo Cataluña y País Vasco). Los productos gastronómicos más conocidos son la morcilla y el queso de Burgos, pero hay platos más elaborados, como la sopa castellana, las lentejas a la Burebana o la olla podrida, por no hablar del tradicional lechazo.


        En una de las calles más céntricas, nos sorprendió el cartel de un establecimiento, en el que se sostiene la teoría, de que sus gestores son los inventores del cubata a un euro. Y en otro apartado del mismo se añade: ”de los creadores de el cubata a un euro, ahora presentamos el “cachi” -vaso de litro- de varias bebidas alcohólicas, a tan sólo, 5 euros”. ¡Buena noticia para la maltrecha juventud!.

          Y llegamos a los conciertos. ¡Noche pletórica!. Primero, en el espacio Atapuerca, al otro lado del río. El encuentro con La M.O.D.A supero las mejores expectativas. Muy buen directo, para temas que transitan por el folk, el blues, el country y en definitiva, por el rock & roll. La única recomendación, que les haría, es que cantasen más en español y menos en inglés. Pero, parece que ya se la han aplicado, dado que en octubre sale su primer trabajo, con 10 temas en lengua patria. La crisis ha posibilitado, que grupos locales, a los que antes no les daban bola, tengan ahora su oportunidad. Apuntad dos nombres de mi ciudad: Ele de Eme y chloe.

          Aunque el concierto fue algo irregular, Revólver cumplió con lo esperado, a lo largo de dos horas. Pero, nos dejó muchas preguntas: ¿es normal, qué bandas que tuvieron su mejor momento hace 20 ó 30 años, sigan copando los escenarios en horario estelar, hoy en día?. ¿No hay músicos de calidad en la actualidad? ¿Que habría pensado yo, si a mis 18 años, me entero, de que mi madre de cuarenta y pico o mi abuela de setenta, van a un concierto de rock?.


        Pues esto es lo que está pasando, en este tipo de espectáculos, a los que cada vez, acude gente de más edad, que no para de dar botes y mover el ya castigado esqueleto. Hace 30 años, iban a estos conciertos, apenas habiéndoles salidos la barba y ahora, muchos de ellos, ya no tienen pelo en la cabeza. Trataban de ocultar, que tenían gatas, aunque no vieran casi nada sin ellas -sobre todo, ellas- y ahora ya las muestran, como signo de lo irremediable.

          De las preguntas planteadas, para una, si que tengo la respuesta: ahora hay bandas buenísimas, pero por razones, que desconozco, no disponen de oportunidades, porque los ayuntamientos no los contratan y las cadenas musicales los marginan. Y para muestra, varios botones: Miss Caffeina, Second, Love of Lesbian, Cyan, Efecto Pasillo, Jesse & Joy, Lori Meyers, Lagarto Amarillo, Taxi, Maldita Nerea, Vetusta Morla...


        Después, la noche nos deparó una magnífica sorpresa: la orquesta La Misión, en el otro escenario, junto a la catedral. Excelente sonido y escenificación, para un grupo algo gamberro, que mezcla el rock & roll con contenidos sociales y reivindicativos. Es aquí, donde estaban los jóvenes, que se sabían la mayor parte de las letras. ¡Nos llenó de alivio!. Si tenéis la oportunidad, no dejéis de degustar su espectáculo.


          A las 4,30 de la madrugada, felices y no muy pasados de alcohol, tomamos el bus de vuelta. Fue arribar a Valladolid y subirnos en el coche de unos amigos, rumbo a Santander, para pasar el domingo. La playa, el vino y un cocido montañés repusieron nuestras agotadas fuerzas.