La estancia en Tailandia se dilató más
de lo esperado. Fuimos a Phimai y nos colamos en sus pequeñas, pero
muy valiosas ruinas. Y terminamos en Petchaburi, que cuenta con
varios recogidos templos, siendo el más interesante, el de la
colina.
Phimai (Tailandia)
El caso es, que esta primera parte del
viaje termino, convirtiéndose en la peli del “Día de la Marmota”.
Porque, casi después de cada destino, había que retornar a Bangkok,
recogernos en nuestro alojamiento en Khaosan, hacer lo mismo de
siempre y volvernos a ir. Y, especialmente y dado que siempre vamos
andando, cruzar la multitudinaria concentración, que se extendía
desde el templo Saket -mas allá de la plaza de la Democracia-, hasta
casi la misma entrada de la zona de los guiris (para quien no conozca
Bangkok, la ya mencionada zona de Khaosan).
Esta y la de abajo, de Nakhon Rachasima (Tailandia)
Pero, empecemos esta historia por el
final.
Ya en nuestra querida Puducherry,
India, el día después de abandonar Tailandia, trasteando con la
tablet nos enteramos, de que durante la jornada anterior, había
habido un golpe de estado en el país de la eterna sonrisa. No
sabemos aún, si justo antes de irnos, después o incluso, durante
nuestra estancia en el aeropuerto.
Fue entonces, cuando entendimos muchas
de las cosas contempladas. En uno de nuestros regresos, de ya no me
acuerdo dónde, a la capital, encontramos la ya citada gigantesca
acampada. Miles de personas ubicadas bajo techados artificiales, en
tiendas de campaña, sin hacer nada ante la pasividad de la policía,
escuchando discursos y arengas en pantallas de televisión y
vitoreando, de vez en cuando, pero tampoco muy efusivamente, a
supuestos líderes. La música era militar, pero los que lanzaban sus
soflamas no tenían uniforme o distintivo alguno. Eso sí, la bandera
tricolor y el himno nacional ocupaban todos los espacios disponibles.
Frontera entre Tailandia y Myanmar
El resultado para los viandantes
-guiris o no-, de lujo: el tráfico cortado y comida variada y rica
-aunque un poco fuertecita-, bebida, café y dulces, siempre gratis,
durante todo el día. ¡Sólo faltaban los cubatas y los mojitos¡
Dada la escasa tensión y presencia de
policía o ejército, la evidente ausencia de periodistas y la de
extranjeros, supusimos, que se trataba de algún evento festivo
tradicional. No le dimos más importancia, porque nos venía genial:
tráfico cero en pleno centro de Bangkok y calduverios a gogó, para
engordar nuestra tripa todas las noches. Pero, pasaban los días y
empezamos a sospechar. Para celebración folcclórica, sin más,
estaba quedando ya muy largo.
Nakhon Rachasima
La tarde de nuestra marcha hacia
Madras -supimos después-, se decretó el toque de queda, afectando
incluso a Khaosan -donde todo fue cerrado a cal y canto- y no sé, si
también, a la propia acampada.
Es nuestro segundo golpe de estado en
directo. Y como en Mali, no nos enteramos hasta después. Desde
luego, guiris muy listos no somos, pero al menos y en ambos casos -en
el primero, con exhibición de tanques y metralletas incluidos-,
vivimos como una fiesta, lo que era para dar pánico. ¡La
inconsciencia de los ignorantes!
Y, ahora y dadas las dotes, que
tenemos en esta materia, ¡a por el tercero!. ¿Que os parece, si
regresamos mañana a España?.
Petchabury (Tailandia), arriba y Nakhon Rachasima, abajo