Alaverdi (Armenia)
Y la cosa no dio para mucho más.
Una información incorrecta, que nos proporcionó el dueño del hotel, de Prizren,
nos causó bastantes molestias. Nos aseguró, con contundencia, que en Kosovo no
hay cambio de hora. Pero luego, eso no es verdad. Así, cuando nos levantamos a
pasear por la ciudad –solos y al amanecer, contemplando sus maravillosos
edificios y las vistas, desde la elevadísima fortaleza-, eran las seis y no las
siete o cuando fuimos a tomar e autobús, para Skopje, no había ninguno, porque
todavía faltaba una hora.
Nos enteramos, cuando creyendo
estar en las doce menos cuarto, fuimos a protestar, por el retraso del bus, que
salía a las once y media. En realidad, faltaban tres cuartos de hora.
Dos pequeñas incidencias más: el
exhaustivo registro, que nos hicieron en la aduana, de Macedonia y encontrarnos
una caja de rico baklava, que nos zampamos, sin piedad.
Teníamos miedo de perder o de
retrasos, en alguno de los tres vuelos, que nos devolvían a casa. Pero
afortunadamente, esto no ocurrió.
Durante este viaje, hemos
recorrido algunas de las zonas más conflictivas de Europa, que han sido protagonistas
de conflictos, en las últimas décadas. La permanente tensión entre Armenia y
Turquía, viene ya desde hace más de un siglo y lo que ha ocurrido en los
Balcanes, a lo largo de los años noventa, a nadie se nos escapa. Si añadiéramos
Azerbaiyán, Nagorno Karabaj, Osetia del Sur y Abjasia, podríamos montar una
ensaladilla rusa, de lo más variado y de imprevisibles sabores.
Las dos principales preguntas, en
el plano trascendente, que nos hemos hecho, durante este periplo, son las
siguientes: 1ª. ¿Ha llegado la hora de pasar página, después de casi un siglo,
al genocidio, que acabó con más de millón y medio de armenios?. 2ª. ¿Se
pudieron evitar las terribles guerras de los Balcanes y haber permanecido una
Yugoslavia unida y próspera?. Y ya, en un sentido menos relevante y sin buscar
una respuesta tan urgente. 3ª. ¿Qué pintaba Armenia, en un bloque como la URSS,
cuando es un país absolutamente distinto, a los otros siete, que conocemos?.
Supongo, que responder a las dos
primeras cuestiones, llevaría decenas de folios y ni siquiera, los mismos
historiadores, se pondrían de acuerdo. No soy una persona experta, pero me
considero con derecho, a emitir una opinión.
En cuanto al primer asunto, yo
creo que sí. Va siendo hora de cerrar las heridas, después de tanto tempo y
aunque sea algo muy doloroso. De hecho y en 2.010, estuvo a punto de reabrirse
la frontera, pero finalmente, este paso no se produjo. Turquía reconoce la
masacre, pero no lo considera un genocidio, al alegar, que mucha de la gente
murió en la huída, de frío o hambre.
Sin embargo, La mayoría de los
historiadores aseguran, que lo fue. Incluidos, algunos turcos. Es el segundo
genocidio más estudiado en el mundo, después del holocausto de los judíos.
Parece, que va llegando el
momento, de que unos reconozcan sus errores y llamen a las cosas por su nombre.
Y la de que los armenios perdonen, aunque no olviden. Es, como si siguiéramos
aireando, a estas alturas, los desmanes, que pudieron cometer los incas o los
españoles, en su imperio americano.
En Yerevan existe un museo
dedicado al genocidio. Los armenios harían bien, en reestructurarlo y que la
gente, que lo visita, pueda hacerse una idea, de lo que realmente, ocurrió
(aunque sea solo, la versión de una de las partes). Nosotros no estuvimos, pero
sí, Romualdo y Patricio y nos comentaron, que tras la más de dos horas, no
habían conseguido hacerse una composición de lugar y de cronología.
En cuanto a la segunda cuestión,
no solo pienso, que las guerras de los Balcanes, se podrían haber evitado, sino
que hoy habría una Yugoslavia próspera, tras el particular comunismo, de Tito.
Nosotros hemos visitado las siete repúblicas, que salieron de ese antiguo país
y a simple vista, no se observan tantas diferencias. En Macedonia y hoy en día,
cristianos y musulmanes, conviven en total armonía.
Solo habría bastado, con haber
controlado a esos elementos separatistas, que prendieron las hogueras
nacionalistas y haber reprimido, de alguna forma, las ansias de poder, de
Serbia. Ya sé, lo que diréis. Muy fácil de decir, pero nada sencillo, de
conseguir.
Este tema es muy delicado y
fácilmente exportable, a la situación de otros países, como el nuestro, a falta
de un día para las elecciones, en Cataluña. Pero, sobre este asunto, no voy a
opinar, porque la política no es el objetivo de este blog