Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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viernes, 20 de octubre de 2017

Mitos y falsas verdads sobre, Phuket, Malasia y Brunei

                                    Esta y la de abajo son, de Bangkok
          -”Celebrar tu luna de miel, en Phuket, será el momento más inolvidable de tu vida”. Poca historia vital vas a tener, si esta afirmación se cumple Phuket, como ciudad, es un sitio, que no está mal, con sus casas coloniales y sus tempos. Algunas playas de su entorno -no precisamente, la de Patong, que es la más concurrida-, no están nada mal. Pero de ahí, a pegarse doce o catorce horas de avión y gastarse un dineral en este evento, media un abismo.
Esta y la siguiente son, de Kuala Terengganu
          Las playas de Formentera o de Fuerteventura, por ejemplo y entre otras, se encuentran bastante más cerca y pueden culminar con total satisfacción, la boda de cualquier pareja enamorada.


          -”Malasia es un país de los más modernos y desarrollados del sudeste asiático”. Las famosas Petronas, el circuito de Sepang, las numerosas playas con supuestas infraestructuras turísticas..., pueden dar esa sensación engañosa al que no conozca el país, pero la realidad es, que el desarrollo y la modernidad de Malasia, se hallan más cercanas al nivel, de Tailandia, que al de Singapur.

          Hay ciudades, como Kuala Terengganu, que se ve que manejan dinero y aún así, tienen la mitad de las infraestructuras abandonadas o en construcción. Otras, como Alor Setar, dan una sensación de modernidad, que se diluye en el momento, en que te alejas del centro. Por el contrario, la mayoría resultan un poco o un mucho desastre -destacando, por encima de todas, Kota Bharu-, como la mayoría de países de la zona, con la excepción de la ya mencionada, Singapur.
                                     Esta y la siguiente son, de Kuching
          Las infraestructuras de las famosas islas Perhentian resultan escasas, insuficientes y muy precarias, dignas del tercer mundo. Pero, no tienen ningún problema en cobrar el ferry, que llega hasta ellas, a precios del prim er mundo.

          La propia Kuala Lumpur y en esta ocasión, se encontraba sumida en un insoportable caos, debido a las interminables horas del centro, que avanzan, a ritmo malayo, duplicando las fechas previstas de entrega.
          -”Malasia es uno de los países musulmanes más permisivos del mundo”. Malasia cuenta con mucha inmigración -fundamentalmente, procedente de China- y por eso parece, que la religión se viva de forma muy laxa en algunos lugares. Sin embargo y en toda la zona noreste -incluidas Besut y las Perhentian-, el integrismo islámico está a la altura de países musulmanes de corte muy radiccal. A mi, en Khota Baru, casi me pegan por ir en pantalón corto.
Kota Bharu
          -”Trabajas, como un chino”. Y eso se suele decir, pare referirse a personas, que laboran mucho y a casi todas las horas del horas. Sin embargo, la mayoría de los titulares de negocios de esta nacionalidad, echan la chapa sobre las cinco de la tarde y tampoco, abren muy pronto. ¡Vayamos cambiando nuestras ideas preconcebidas de toda la vida!.
Kuala Besut
         -”Borneo es una isla paradisiaca”. No voy a ser yo, que conozco sólo una pequeña parte, quien niegue esta afirmación. Sin embargo y como puede pasar con Bali, no todo el monte es orégano. Para hallar lugares idílicos, hay que tragarse muchos kilómetros de insulsas carreteras.

          -”Brunei es uno de los estados musulmanes más duros para el viajero”. Aunque el país está gobernado desde tiempos inmemoriales por una monarquía absoluta y desde hace un par de años se aplica la sharia, ya se encargan ellos de que el turista no lo perciba de ninguna forma. Bandar Seri Begawan es una de las ciudades más relajadas y relajantes del mundo, sobre todo, si se visita en fin de semana, debido a sus impagables mercadillos y al corte de la circulación en el ce4ntro.    Phuket

  ”Túnicas blancas, como vestimenta y hombres de a `pie, que viven de los negocios del petroleo”. No es difícil imaginarse así, a los habitantes, de Brunei, pero la realidad resulta bien distinta. A diferencia de Qatar, aquí la gente viste de forma muy dispar y bastante relajada. Incluso, la mayoría de las jóvenes, ni siquiera llevan velo (al menos, en la capital). Y lo del petroleo, tampoco tiene mucha pinta.
Bandar Seri Begawan
          -”Brunei es uno de los países más estrictos con la legislación anti-alcohol”. Esa fama tiene, pero la realidad es, que no se controla el equipaje en las fronteras y que además, se permite la entrada de una cantidad determinada de cervezas y de bebidas alcohólicas, incluso superior, a los de algunos países países no musulmanes. Eso sí, tiendas de bebidas espirituosas en la capital, no encontraréis, al menos, de forma visible. Pero seguro, que como en casi todas partes, existe un mercado negro
Miri
          En algún blog hemos leído, que a los nacionales, que salgan al extranjero y beban alcohol, les pegan una paliza a su vuelta. Y la verdad es, que nos ha entrado un ataque de risa.

domingo, 8 de octubre de 2017

Tras dos meses y medio de andadura, primer balance de este séptimo viaje largo

                                      Todas las fotos de este post son, de Kullu (India)
          Llegamos casi a los dos meses y medio de viaje y es hora de echar la vista atrás, del que será seguro, nuestro último viaje largo, por varios motivos: no soportamos por tanto tiempo; el ritmo frenético, que nos autoimponemos y del cual no somos capaces de escapar; cada vez llevamos peor lo de encadenar noches sin dormir en cortos periodos de tiempo:-de 73 días, diez las hemos pasado en autobuses, tres en el aeropuerto KLIA 2, dos en trenes, dos en estaciones, dos en aviones y dos en la calle -menos mal, que era Japón-, siendo el total, 21; ya no nos quedan tantos países por conocer, para poder hilar un recorrido lógico y atractivo y también, por último, porque vamos cumpliendo una cierta edad, aunque esto y gracias a nuestra buena forma física y estado de salud, resulta lo menos problemático.
       
          Y eso -y a pesar del pánico de las tarjetas SIM, del que ya han transcurrido dos meses-, que el balance de esta ya dilatada experiencia, está resultando, claramente, muy positivo.

          Japón nos fascinó y según van pasando las semanas, aún le cogemos más cariño a este país tan amistoso y barato. A pesar de ser nuestra ciudad favorita de Asia, en Bangkok no pasamos nuestros mejores días, algo que nunca hubiéramos imaginado, pero sí, en Phuket. También eramos reticentes a visitar el este de Malasia, que tuvimos que ampliar, a Borneo, para poder hacer tiempo por el tema de las tarjetas, mientras buscábamos una solución. Y, salimos encantados de este plan, sobre todo con Bandar Seri Begawan y Kuching.

          También hemos sacado una conclusión: no volveremos al sudeste asiático jamás, a no ser, que uno de sus aeropuertos nos hagan de conexión a otro destino. A estas alturas, con esta premisa, solo nos queda Oceanía, el gran revés de este viaje, que nos dará opción a una nueva aventura, probablemente, a mediados del año venidero.

          Y, con India -donde ya cumplimos tres semanas, y casi seis meses en total-, ocurre lo mismo. El primer viaje resultó fascinante en todos los extremos, sin apenas reparos, a pesar del ímprobo esfuerzo. El segundo fue, el del calor asfixiante, el de las dudas de si haber vuelto fue lo mejor y el del descubrimiento de sitios más remotos,no muy familiares para la mayoría de viajeros.

          En el tercero, estamos visitando lugares donde ya estuvimos, pero poco tiempo y otros, ya desperdigados o lejanos, sin muchos contratiempos, más allá de los que generan los autobuses estatales, sus peculiaridades, su incomodidad y su no reserva. Viajamos tranquilos, abusamos de nuestra experiencia a la hora de comer y beber y buscamos, cada vez más, la montaña, el fresquito y los cascos peatonales del noroeste del país.

          Ya no hay casi emociones escarpadas y de las que surgen y leves, predominan las negativas, fundamentalmente dos: no podemos con el tráfico rodado, ni con la mala educación y el salvajismo de los indios, aunque ninguna de las dos cosas es nueva, cclaro. Nos gustaría acabar este viaje en una playa de cualquier parte, pero todavía no veo formula, y mucho menos, antes de ver que todavía, nos falta Ladakh, Jammu y Cachemira y si, finalmente, nos esforzamos, Darjeeling y Sikkim.

          En la jornada de hoy, hemos disfrutado de Kullu, con su caro y entretenido bazar peatonal, el entrañable barrio del templo y su río serpenteante, en cuya margen explotan sus puestos los fruteros. Al menos, durante esta jornada no hemos visto monos (que sí momos, pero a unos precios desorbitados, como toda la comida aquí).

miércoles, 27 de septiembre de 2017

La travesía del desierto

                                                 Las fotos de este post son, de Phuket y de las playas cercanas 
         Como, lo que no mata engorda -y eso, que debido al calor y a la repetición de las especias y los olores constantes, no estamos comiendo en grandes cantidades-, y la tempestad termina amainando, vamos progresando adecuadamente, aunque de forma lenta. Gracias, sobre todo, a las numerosas, esmeradas y dilatadas gestiones, que hoy en día, con cualquier wifi, puedes hacer por internet (el hotel de Phuket no tiene, pero hemos pillado una muy bueno de la calle).

          Y otras veces, por la pura casualidad, al estar todo el día paseando, arriba y abajo, mientras te bañas en la playa o paseas por la ciudad (colosal, por cierto, el mercado nocturno de los domingos, en Phuket). Así, sin esperarlo y como ya se esbozó en otro post anterior, desplazados por bus nocturno, de Phuket, a Hat Yai, en este último lugar, encontramos una oficina física de Air Asia, donde basta con meter el pin de nuestra tarjeta para hacer consumismo, sin más exigencias.

          Por unos 32 euros, hemos comprado billetes a Miri, lo que nos permitirá explorar el Borneo malayo y Brunei, en unos diez días. No se trata del plan de nuestras vidas, pero es una oportunidad más de profundizar en Malasia, el país del sudeste asiático, que menos conocemos.

          Después y desde ahí, solo quedan tres opciones, si nada cambia: dos meses por India -la deseada-, esperando que al hacer la visa on line, no pidan el puto SMS de confirmación -que lo pedirán-; Australia, la improbable, ya que resulta arriesgado alejarse más de España, si no sabemos como vamos a volver y la tercera, y la más nefasta -con lo que nos costó salir-, volver a casa, pagando un precio elevado por el vuelo.

          Pero no tengáis dudas de que por el camino, irán apareciendo oportunidades, que todo lo pueden modificar. Lo más inminente es, abandonar mañana Tailandia y poner rumbo a las islas Pherentian y a otros destinos del este de Malasia, antes de volar a Borneo. ¡Ah, muy importante!. A ver si compramos el billete de vuelta, desde esta isla, para estar un poco menos atrapados.


          Y así ocurrió, cuando una mañana, se me encendió la luz y escenifiqué la escena del huevo de colón. Y, ¿si escribo un correo, a Bankia y les digo, que cambien mi número de teléfono por el de mi padre?. De esta forma, el me podría mandar los códigos por e-mail y podríamos insertarlos para confirmar las compras. La luz empezó a aparecer, al final del túnel.  

Hacer justicia con las playas thais

                                           Todas las fotos de este post son, de Karong y Kata (Tailandia)
          Mi pareja, que como vidente profesional no podría ganarse la vida, dijo, cuando llegamos a Phuket : “no entiendo a estos guiris, que se tiran aquí tres días”. Bueno, pues mañana será nuestra sexta jornada en esta calurosa, pero relativamente, tranquila isla.

          Tras nuestros irresolubles problemas con los SMS -el siguiente post seguirá hablando de nuestra pesadilla, por desgracia- decidimos descansar una jornada y reconciliarnos con las playas de Tailandia, aunque seguimos pensando, que no merece desplazarse doce o catorce horas, desde España, para llegar aquí.

          Abordar la playa de Karong o la de Kata, lleva el mismo tiempo de autobús, que acercarse a Patong y con mayores recompensas, sobre todo, si se trata de la primera, más salvaje y casi vacía. Pero, la segunda tampoco está nada mal y es frecuentada por familias extranjeras, que tienen una vida más tranquila, que los que van a mamarse, a Patong.

          Cuando te hablan o te venden Phuket, a miles de kilómetros, solo mencionan las playas de aguas verdes -cuando lo están, que no es siempre- y las rocas de James Bond. Lo que nadie explica, tal vez, porque nadie lo pregunta es, dónde coño están estas últimas. Pues bien: al sur de la isla, a tomar por el culo de todo.

          Durante el monzón, al menos, las playas tienen la tendencia a volverse muy flexibles. En la marea alta, resultan revoltosas y algo alborotadas, con muchas algas y plásticos. No voy a a volver a insistir sobre las playas del tercer mundo, de las que ya he hablado muchas veces. Simplemente, indicar que durante la marea baja, pueden surgir nubes negras y desiguales, que alivian el bochorno del día, sobre todo para los que llevan muchos por aquí. Luego, cae agua y la situación es impredecible, pero la amalgama de colores resulta apasionante.

          La baja mar, va dejando la arena mojada, pero lisa. Y, poco a poco, todo se va difuminando hasta que comienza un nuevo ciclo.


          Nos da pereza largarnos de Phuket, porque le hemos cogido cariño. Nuestra mejor noticia del día es, que nos han subido la prestación por desempleo un 1%. ¡¡Gracias!!. La única vez, que el SEPE me manda un correo en años.

martes, 26 de septiembre de 2017

Phuket y Patong, vecinos, pero bien distintos

                                                         Las tres primeras fotos son, de Phuket (Tailandia)
        Phuket, en si, tras un largo, pero muy cómodo viaje desde Bangkok, es un sitio más de Tailandia, con sus templos, sus mercados, su cultura, sus playas de los alrededores... Un lugar, por el que dejarse caer unos días, si no estás lejos o te pilla de paso. Otra cosa distinta es, la famosa playa, de Patong, a la que acuden, como posesos, esa masa de idiotas, que se pega quince horas de avión para venir hasta aquí y para encontrar lo de siempre, en cuanto se refiere a playas del tercer mundo. Y aún peor -y no se ocultan, ni avergüenzan-, ese elenco de vejestorios salidos y babosos, que se gastan una fortuna en compartir unas tardes o noches con -supuestamente- cándidas jovencitas locales.

          Resorts abandonados con pasado más glorioso; timos varios, a la que te descuidas; tuktukeros pesadísimos; restaurantes caros y pésimos; baños callejeros, que te cuestan un euro... No me extraña, que estén tan turbias las aguas de Patong, donde tras el baño, yo he pillado, por cierto, manchas en la piel.

          Pero, vayamos por partes, que si no, me pierdo. Patong no es ni de lejos -varia mucho, si la marea está alta o baja-, una de las 50 playas más chulas del mundo. Pasa lo mismo, que en otras zonas del subdesarrollo sostenido: demasiado arroz para tan poco pollo. Vamos, que las infraestructuras sobrepasan y devoran con creces a la escasa oferta de playeros y babosetes Los macrocentros de diversión se presentan, entre esperpénticos y espectaculares. Parece, que fueran idea de un jeque millonario y excéntrico, al que el proyecto se le ocurrió un día y se le olvido a la jornada siguiente.

                                                         Esta y las tres siguientes son, de Patong (Tailandia)
          La playa no deja de ser muy mediocre, aunque el panorama mejora, cuando sube la marea o se nubla el sol, lo que ocurre casi todas las tardes en esta época de monzón. Aunque, no os engañéis: en esta zona del planeta existen muchas playas-charco, durante todo el año.

          La organización del espacio arenoso resulta diversa, aunque comprensible a la mente humana, después de dar un largo y no agobiante paseo. En el centro, encontramos un poco de distorsión, donde todo se mezcla (las corrientes ayudan). Unas pocas guiris blanquitas, unos pocos lugareños tapados hasta las cejas, pescadores por necesidad o aficción, vende burros, vende taxis, practicantes de actividades como el parasailling, -desde una lancha te suben hacia el cielo, colgado de un paracaídas y acompañado por un bigardo local, no sea que te caigas al mar- y así, por tan solo 2500 baths, durante unos dos minutos, te crees un súper héroe.

          Quien viene aquí, desde luego, no piensa en el dinero, ni en si esta playa es mejor -ni de coña-, que una de Formentera o de Fuerteventura. Unos cuantos Mai Tai -ron, curaçao de narranja y lima- te terminan de nublar la visión y, ya en ese estado, ni te enteras de los precios, que son de escándalo.


          Yo, llevo todo el día tratando de resolver como funciona esto y no lo entiendo. Creo, aunque me pilla lejano, hace algunos años escribí un post sobre las playas del tercer mundo, al que habría, que remitirse. Para resumir, y aquí, así ocurre, una hamburguesa cuesta el doble, que un cuidado masaje de una hora -no sexy, según indica el cartel- y dos cervezas, lo mismo que nuestra noche de hotel, algo básico, pero limpio y ubicado en el bonito centro, de Phuket.

lunes, 25 de septiembre de 2017

La isla de Kho Kret, una joya cerca de Bangkok

                                                             Esta y las tres siguientes son, de Bangkok
          Por mucho que vengas a Bangkok, -y ya llevamos siete veces en nueve años-, la ciudad te sorprenderá.

          Nos ha hecho gracia, que algunos coloridos tuck-tuck -ya no son tan ruidosos, exóticos ni cutres, como hace una década-, dispongan incluso de wi-fi. La aldea global expande sus tentáculos hasta los sitios más insospechados, como un virus imparable o la lepra.

          Nos ha atemorizado, en un país tan pacífico como este -a pesar, de sus constantes golpes de estado-, encontrar montones de fundas para pistolas, en loas centros comerciales más transitados de la capital..


          Nos ha encantado, que determinado servicios de bus públicos -como el que va a la cercana isla, de Kho Kret-, sean de uso gratuito, aunque desconocemos las causas y si la iniciativa perdurará en el tiempo.

          Nos ha malhumorado y llenado de indignación, en un día de extremo calor, que haya algunos Seven Eleven de la periferia -en plan muslium-, que no dispensen, ni cerveza, ni bebidas alcohólicas.

          Nos ha compungido, que cada vez haya más obras empezadas y menos terminadas. Algunas, como la del templo del Amanecer o las que tienen a Chinatown patas arriba, ya las encontramos en nuestra última visita, hace ya tres años.
Nos ha confundido, que lleven tres años sin dar un golpe de estado. Raro, raro, raro, teniendo en cuenta la tradición local.

                                                    Estas tres son de la isla, de Kho Kret, en Bangkok
      Por lo demás y a pesar del húmedo bobhorno y de las persistentes lluvias vespertinas, nos dedicamos a los imprescindibles de siempre: el Pho, Chinatown, el templo de mármol...-, aunque siempre quedan nuevos lugares por descubrir, si varias tus recorridos habituales. Por ejemplo, ayer, nos topamos con un desértico y agradable complejo de templos, estupas, rocas y cuevas, que nos sumió en un estado inmenso de felicidad.

          Y, hoy, ¡el no va más!. A unos 16 kilómetros de Bangkok, -contad unas cuatro horas entre esperas y tránsito del bus, para la ida y la vuelta-, se encuentra la fantástica isla artificial, de Kho Kret -ubicada en el Chao Phraya-, que parecería sacada de un cuento del país maravilloso de Alicia, sino fuera por las persistentes y escandalosas motos, que campan a sus anchas en un mundo de paz y de gentes genuinas y auténticas.

          El lugar es idílico: casas de madera, riachuelos, puentes, estupas -la más famosa, torcida-, templos impolutos, fábricas de alfarería artesanal, plataneras y naturaleza virgen, que provocan una humedad tropical insoportable. Sólo y además de las motos y de los carritos de salchichas, hay dos cosas que recuerdan a la maldita civilización: un garito, en plan carretera del desierto americano de Nevada, con macarras y música a tope -aunque sin señoritas visibles, al menos, por la mañana- y la mundana realidad, de que para abastecerse de cualquier cosa en este lugar, se debe coger el bote y cruzar al supermercado Tesco, en tierra firme.


          Un maravilloso y bullicios mercado y un templo de bandera -cercanos a la isla-, completaron una jornada de leyenda, que solo estuvo parcialmente malograda por el ya mencionado asunto del transporte.

¡Volvimos a hacerlo!

                                            Todas las fotos de este post son, de Bangkok (Tailandia)
           Otra vez y con muchas ganas, toca escribir un post sobre Bangkok. Y alguien pensará: ¿tendrá fuerzas para hacerlo?, ¿aportará algo nuevo?... Recuerdo, que en 2014 y al inicio del sexto viaje largo, ya afirmé, que todo seguía igual, que en nuestras anteriores visitas, de 2008 y 2011. Y, en cierta medida, hoy pasa lo mismo, aunque con matices, que expondré más adelante.

          De lo primero, para muestra un botón: en el templo del Amanecer, en el mercado del otro lado del río o en pleno Chinatown, siguen más o menos igual, las eternas obras de restauración o construcción. Resulta triste y chocante comprobar, que determinadas cosas, pase el tiempo que pase, no avanzan. En una de estas mastodónticas reconversiones constructivas -o construyentes, aunque lo dudo-, lo que más nos llamó la atención fue, ver a los albañiles con su uniforme y su tartera, sin hacer absolutamente nada y tranquilos. Lo mismo, llevan en este trabajo, para su suerte, los últimos tres años y hasta cobran.

          Pero, tres acontecimientos hacen que Bangkok no sea el mismo, que el 22 de mayo de 2014, fecha en que abandonamos por última vez el país de la eterna sonrisa:

          1º.- Esa misma histórica jornada y mientras despegábamos, hacia Madrás, se produjo un golpe de estado, que aún sigue en vigor. Aquella deliciosa y pacifica acampada, que abarrotaba medio centro de la ciudad, y que para nosotros, las únicas ventajas, que nos proporcionaba, eran cortes de tráfico y cenas gratis, ya nadie la recuerda. Y, para borrar sus evidencias, hasta el típico templo negro, lo han pintado de dorado.

          2º.- La muerte del anterior rey -el veterano, Bhumibol Adulyadej, también conocido, como Rama IX-, ocurrida el pasado octubre, aún colea y coleará por largo tiempo (aunque parece, que su hijo y actual monarca, no es tan tonto, como lo pintaban). Molestias para lugareños y turistas y beneficios para aspirantes a policías, que quisieran tener un sueldo, no haciendo más que intimidar a la gente, que pasea. Como duelo, casi eterno, han cortado la zona céntrica del Palacio Real y numerosos edificios administrativos. Aquí, se ubicaba un agradable mercado nocturno, al lado de un canal, de ropas, complementos, artículos vintage y sobre todo, comida. Desconocemos, si les han dado alguna solución a esta gente, para que monten sus tenderetes en otra parte o... ¡Qué ingenuidad, la mía!.

          3º.- Este aspecto, se presenta como mucho más personal y humano. No resulta lo mismo, venir a Bangkok desde España, que desde Japón. En el primer caso, a los thais los ves casi blancos, mientras en el segundo, bastante negruzcos. Si aterrizas desde Japón, Tailandia, te parece un caos. Si lo haces desde Madrid, un sitio totalmente normal


          Lo que no ha cambiado y no cambiará nunca -me temo-, es el conjunto de aromas que a uno le invaden, cada vez que caes por aquí: incienso, dulzor, humedad, especias, lima, alcantarilla, grasa vegetales, calduverios, pescado seco... Cada vez, que venimos por estos lares, mi nariz me recuerda, que ella también tiene derecho a divertirse y sentir emociones de montaña rusa.