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sábado, 27 de abril de 2013

Hola, desde Sanliurfa

                        Esta y las dos de más abajo son, de Sanliurfa (Turquía)
          A medida que viajamos por el este, el país se desturquıza y se va arabizando. Estamos en Sanliurfa, lugar de bellas mezquitas y con una ciudadela imponente, que quita el hipo. Aunque, lo más conocido son sus estanques, llenos de gordas carpas, a las que todo el mundo da de comer. La leyenda es larga y procede de los tiempos del mismísimo Abraham y del rey de este lugar. Y el final de la misma, consiste en que quién pesque una, se quedara ciego. Así, que creo, no atraparemos ninguna para nuestra cena.

          Sanliurfa es muy conservadora, como es habitual en un centro de peregrinación. La anécdota tuvo a los pantalones, como protagonistas principales. Nos miraban de forma muy extraña, por llevarlos cortos. Incluso, se reían de nosotros, sin disimulo. Mientras, debíamos observar con toda la naturalidad del mundo, los de los hombres lugareños, con la tela colgando hasta casi las rodillas, para separar ambas piernas (se observa en la primera foto).

          La magnífica Gaziantep, etapa anterior del viaje, supuso la reconciliación definitiva con Turquía. La modesta, pero bonita Ciudadela Romana, esta de restauración, así que solo pudimos verla por fuera; pero su colorido y enorme mercado, nos compenso todas las decepciones del Estambul, de hoy en día.

Pamukale (Turquía)
          Esta ciudad si que es auténtica. Las tiendas y talleres, hechas de madera o piedra, a franjas blancas y negras, están dispuestas para cubrir las necesidades de la población local o para trabajar. Todo es genuino. Nada esta puesto para algo o para alguien, como ocurre en los bazares y mercados de Estambul, que parecen una representación teatral, hábilmente montada para desplumar a los guiris.
Adana (Turquía) 
        En Gaziantep, te quedas embobado viendo a los artesanos labrar el bronce y el estaño en plena calle y a los vendedores de especias, hortalizas deshidratadas puestas en coloridas ristras -tipo pimientos choriceros y otras, irreconocibles-, esponjas naturales, dulces, frutos secos, aceitunas crudas, queso de feta... Dicen, que aquí se producen los mejores pistachos de todo el hemisferio norte.

          De sus calles salen hermosos patios: en uno venden alfombras, en otro felpudos con la cara del Che Guevara o Ladi Di y en un tercero, se ubica una hermosa cueva-bodega, construida en piedra, armoniosamente decorada a la turca, con alfombras y cojines para sentarse en el suelo. Fuera, en la terraza, enormes shisas -pipas de agua- están dispuestas para fumar y ver la vida pasar, relajadamente.

          Y es que cada vez, estamos mas contentos por haber optado por esta ruta alternativa del este de Turquía, donde no hay turistas, en decenas de kilómetros a la redonda. ¡Todo un agradable privilegio.
                      Esta, la de más arriba y la de más abajo son, de, Gaziantteep (Turquía)

        Días atrás y tras haber abandonado la antigua Constantinopla, estuvimos unas horas en Adana, que cuenta con la mezquita más grande y majestuosa, entre Estambul y Arabia Saudí. Mención especial en este lugar, merece el kebab local -denominado con el nombre de la ciudad-, que se come en plato, pan normal o de pita, con guindillas, tomate, perejil, cebolla morada y limón. Y es que en Turquía, podríamos estar engullendo kebab, durante semanas y todos los días, variando entre las especialidades de cada localidad o región. La carne es similar en todas partes, pero varía el tipo de pan y los complementos. En este país, también se consume el mejor pan que probamos, jamás. No parece extraño, que se consuma aquí, cuatro veces más este producto, que en el resto del continente europeo.
                  Esta y las dos de más abajo son, de Sanliurfa
          También visitamos, Denizli, aburrido lugar, donde no existe el alcohol -qué narices le habrá hecho a Mahoma la cerveza- y sí muchas tiendas de zapatos y ropa de saldo, a 3 y 5 liras turcas, donde revuelven las orondas lugareñas, ataviadas con sus capas y capas de faldamentos – superpuestos, a modo de cebolla-, de diversos olores , pero colocados sin disposición lógica, en cuanto a diseño y colores. También hay numerosas pastelerías, que venden sabrosos dulces y que les ayudan a mantener la corpulenta línea. Era necesario llegar hasta este lugar, porque a media hora se encuentran las maravillosas piscinas naturales de travertino (Pamukale) y las ruinas de Helıópolıs. Diez euros por la entrada nos parecieron demasiados, así que decidimos, trepar como furtivos, por una angosta ladera y arrastrarnos por la tierra para colarnos con éxito, aunque con algo de riesgo y nervios, La práctica de entrar a los sitios sin pagar, ya la empezamos a utilizar en el sudeste de Asıa -adonde son muy confiados, en cuanto a la honradez de los demás- y Túnez -donde lo son mucho menos-. Y es, que la crisis nos afecta a todos.

          Turquía, ya no es el país de precios razonables, que era. Sobre todo, en lo relacionado a lo que te succiona el estado: 10€ de visa y otros tantos o mas por cada atracción turística. Solo visitar lo básico en Estambul, en un par de días, cuesta unos 75€ por persona, cuando hace tres anos, era menos de la mitad.

          Con lo que cuesta aquí vivir 20 días, se mantiene unos 25 en Túnez, 30 en Sudamérica -menos en Argentina y Brasil-, 50 en Tailandia y unas 65 jornadas en Vietnam. Todo mas barato, que en España, donde llevando el mismo ritmo, que aquí o en viajes anteriores nacionales, solo nos daría para 11 días.

2 comentarios:

Eva dijo...

Hoy en día, la visa de Turquía ya no vale 10 euros, sino 15.

Anónimo dijo...

Umm!!. Que interesante propuesta para un futuro viaje.

Gracias.

Jaime.