Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

sábado, 21 de enero de 2023

Los alojamientos del viaje (parte II)

           1.- El que no se entera de nada. Habitación en Benevento, pagada por adelantado, sin poder cancelar, a través de Booking. Nos toca subir a un cuarto sin ascensor por una empinada escalera. Por supuesto, no hay nadie al otro lado del timbre. Nos cuesta varios WhatsApps e e-mails, que quien debe atendernos nos haga caso, alegando, que el está en su casa y de la habitación se encuentran en una cesta exterior de publicidad, sin protección alguna. Esa noche pasamos bastante frío, porque los 25 euros pagados no daban para calefacción.

          2.- Los listos. Habitación en Bari, reservada en Booking, sin necesidad de tarjeta de crédito. Han encontrado una triple vía de ingresos. Los propietarios de pisos, el mastodonte metabuscador y los usuarios 

          Funcionan, como agencia, muy bien organizados y con sede física, en la plaza Luigi de Saboya. A los primeros, les cobran una justa comisión por gestionar sus viviendas. A la plataforma Booking, la usan para captar clientes, a los que se otra forma, nunca podrian llegar. Luego y cuando el cliente se presenta, le convencen, de que si accedes a cancelar la reserva telemática y les pagas directamente a ellos, les devuelven una parte del precio.

          Previamente y de manera muy confusa, han avisado a los moradores por correo, que la ropa de cama y las toallas cuestan ocho euros a mayores, pero no aclaran, si es obligatorio contratarlas. Pero, ahora in situ, buenos samaritanos ellos, de esos ocho, te perdonan cinco por cancelar la reserva original. Cómo es complicado de explicar, resumo: Booking bpierde su quince por ciento de comisión, el cliente tres euros y ellos se lo embolsan todo 

      3.- La dejada. Apartamento entero en Taranto, reservado con Booking, sin pago por adelantado y con la posibilidad de cancelar hasta las cinco de la tarde del mismo día. ¡En un principio, no suena nada mal!

         Cómo de costumbre y a la hora concertada, llamamos y no había nadie. Conseguimos contactar con la dueña oír WhatsApps, después de que su pareja, pasará olímpicamente de nosotros. Llegó tarde y no se excusó.

          Entramos en el mundo de las contradicciones. Apartamento extenso y biwn equipado, pero con carencia de mantenimiento -el colchón se hundía, las teles no funcionaban, el chivato de la luz saltaba enseguida y el desagüe de la lavadora era en el bidé -, la calefacción funciona a medias y la falta de higiene, en la cocina encontramos: un horno asqueroso y lleno de grasa, además de un bocadillo rancio de carne y patatas de hace varios días y un asado pegajoso, que orgulloso había cumplido por lo menos, su primera semana.

          Sin embargo, la dueña nos obsequió con un bono de desayuno en un bar cercano, compuesto por un supercorneto relleno de rebosante crema y un espumoso capuchino, que fueron los mejores y más grandes del viaje.

viernes, 20 de enero de 2023

Los alojamientos del viaje (parte I)

           Si en este viaje ha habido unos protagonistas claros - con el permiso de los bellos lugares visitados -, han sido los alojamientos. Y eso, que nos ha ido bastante mejor, que en Cerdeña, hace poco más de un año donde sufrimos mucho la incertidumbre del día a día y donde nos gastamos mucho más dinero, que por aquí.

      Ya he repetido hasta la saciedad, que en materia de hospedaje, las cosas han cambiado mucho en los últimos tiempos. Antes, podías viajar sin reserva previa y en todos los sitios te atendía alguien. Hoy, con fecha confirmada y - muchas veces - pagada de antemano y sin derecho de reembolso, tienes que rezar para que en el lugar elegido haya alguien para atenderte - o un sistema de autochek - in automatizado - y no tengas, que molestarte mandando correos electrónicos y whatsapps, para que te expliquen , cuando tienen a bien, ofrecerte el ingreso a tu ansiada habitación, después de un duro día de viaje.  Suerte tienes, si además, no tienes que llamar por teléfono y pagarla en tu factura telefónica.Y eso, que previamente, te han molestado varias veces y por diversos canales comunicacionales, solicitándote la hora de llegada, cosa impensable hace tan solo una década.

          Yo, no me acostumbro y me cabreo, casi diariamente y eso que se y asumo, que esto ha venido para quedarse. De todas formas no todo es malo. Si algunos hoteles no hubieran reducido personal y no hubieran surgido los alojamientos turísticos proporcionados por particulares -mucho más baratos y bastantes veces, mejores- nosotros hoy en día, probablemente no podríamos estar viajando tan alegremente por España y por Europa.

          En los próximos dos post os vamos a contar nuestras experiencias alojeras, entre las que se mezclan unos sinvergüenzas amables y serviciales, un check in a lo cutre del sur de Italia, otro automático con ratón en la habitación incluido, un apartamento grasiento y gélido con el mejor desayuno del viaje y uno más de cien metros cuadrados para los dos solos en el centro de Lecce. Pero y en esta misma ciudad -donde no repetimos alojamiento en tres noches-, pernoctamos en otro, donde eran aún más descarados con los intentos de estafarte, que los inmisericordes de la primera alcoba reseñada, en la que moramos, en Bari.

jueves, 19 de enero de 2023

Lecce, Gallipoli y Otranto

           Lecce era una de las visitas más deseadas desde hace mucho tiempo. Y suele ocurrir muchas veces, ante tan altas expectativas, que después llega la decepción. Afortunadamente, no ha sido el caso.

        La vida en esta ciudad gira en torno a sus tres emblemáticas plazas. En la zona nueva, la funcional Mazzini y en la vieja, las espectaculares Orozno y la del Duomo. La primera de estas dos últimas, más grande, mezcla iglesias, ruinas, una alta columna conmemorativa y la agradable decoración navideña. La segunda es más armoniosa y está compuesta, fundamentalmente, por edificios religiosos y en esta época, por un enorme belén.

          No os imagináis a Lecce, como una ciudad medieval, al estilo de Taranto. Aunque sus calles son preciosas, están bien trazadas y son anchas, desembocando en plazas o espectaculares puertas. Iglesias hay para aburrir, aunque todas son iguales, representando a un barroco , que no es el estilo, que a nosotros más nos emociona.

          El centro histórico de Gallipolli esta bien insertado en una ventosa península Aquí las calles si son estrechas y serpenteantes ,-además de mucho menos transitadas-, pero no antiguas, ni de piedra, sino con casas pintadas. Resalta su castillo, sus iglesias, -catedral tapada y en obras, como  en Taranto -, y algún hipogeo -tuneles subterráneos utilizados en el pasado -, en la actualidad convertidos en almazaras de aceite de oliva 

          Gallipolli es el paraíso de las pulperías e incluso, te cocinan el cefalópodo a la galiciana, como ellos dicen. El delicioso olor es más reclamo para el estómago, que cualquier pesado apostado en la puerta del local, tratándote de colocar su propio cocedero.

          Otranto cuenta con una cuarta parte de habitantes, en relación a Gallipoli, aunque es algo más turístico, cuando las hordas del fin de semana mañanero invaden su coqueto, aunque pequeño casco histórico. El paseo marítimo y la playa son mucho mejores, que los de la localidad anterior y en pleno enero, hay gente sentada sobre la arena o los bancos, comiendo un bocadillo o tomando, tranquilamente, cerveza. Da pereza, acercarse hasta Otranto, desde Lecce, porque para 50 kilómetros, hay que llevar a cabo un muy ajustado cambio de tren. Pero a pesar de ello, ha merecido la pena.

miércoles, 18 de enero de 2023

Italia del sur se parece poco a Europa

           Llevamos una semana de viaje y a pesar de que en el tacón de la bota italiana -Puglia- se habla más español, que en ningún otro sitio, -tal vez, por la larga dominación patria en este área en el pasado y de que muchos monumentos se refieran a nombres de la corona de Aragón o a reyes ibéricos -, nos estamos empezando a cansar de la vida cotidiana de esta zona sureña, aunque no de lo que vemos.

          Y es, que Italia del sur en general y Puglia en particular, se parece más a África, que al norte de este mismo país o al resto de Europa. En los transportes públicos, el niño va con el jueguecito o el vídeo de Youtube a todo volumen, mientras su madre habla a gritos por el móvil. En las calles, el caos gobierna en las zonas peatonales y en las de circulación. ¿ Y donde es peor? En las dos. En las primeras -algo impensable en el norte desde hace veinte años- las bicicletas, motos y patinetes son los reyes del mambo y no hay quien les tosa. En las segundas, cuando los hay, porque la mayoría de las veces están medio borrados, nadie respeta los pasos de cebra. Ni te ceden el paso -circulando a gran velocidad - y además, te bloquean, aparcando sobre ellos.

          Nadie puede negar, que aquí la gente es amable, pero tampoco, que se muestra agresiva en su día a día, como mecanismo puro de supervivencia. Si quitas sitios muy puntuales -como el centro de Lecce y con tu sudor lo pagas, porque abonas cada noche 2,50 euros de impuesto municipal por persona -, la basura te rodea por todas partes y la Italia profunda, austera, cutre y difusa, te puede sorprender a la vuelta de cualquier esquina.

          La última desfachatez y falta de respeto ha sido, que las instituciones correspondientes locales o regionales - a saber-, se han cargado todas las oficinas de turismo de los principales centros de visita, dejando sus edificios abandonados, sin inmutarse.

          En Puglia, es imposible llevar a cabo 50 kilómetros de tránsito en vehículos colectivos, sin tener que hacer uno o varios cambios.

          Ya os hablaré -largo y tendido- de la picaresca en los alojamientos sureños, que desprecia de igual manera a la poderosa Booking, que a sus propios clientes.

          Pero ahora vamos a un  caso práctico, que nos ha ocurrido esta tarde, una vez había anochecido, en Gallipoli. No hay nadie por la vía pública y trato de hacer una foto de una callejuela del casco histórico. De repente, aparecen unos empleados de un restaurante sacudiendo y doblando y desdoblado un enorme mantel, como si estuviéramos en un pueblo del interior español de hace cincuenta años.

          Le hago un comentario a mi pareja y uno de ellos, que habla nuestra lengua, se ofende y grita airado varias veces, sobre que problema hay. Callamos y seguimos avanzando, porque ni siquiera lo habría entendido y se habría puesto más violento. Pero los problemas si los hay y son tres:

          1. Nadie se estaba dirigiendo a él

          2. Mostró muy mala educación, porque nosotros estábamos antes.

          3. No sé en Italia, pero en España, está prohibido sacudir en la calle.