Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

jueves, 1 de mayo de 2025

El hotel cápsula, el libro de condolencias del Papá, el vino gran reserva y el queso.

           Son las cuatro de la tarde del martes 22, cuando cogemos un Media Distancia, a Madrid. El miércoles es la fiesta de Castilla y León y mi pareja ha tomado jueves, viernes y lunes de asuntos propios, con lo que íbamos a disfrutar de un viaje de una semana, que terminaron siendo ocho días, por culpa del apagón. ¡Siempre terminamos estando en todas las salsas y en el foco de la noticia!.

          Por 28€, toca pasar la noche en un hotel cápsula -mejor, en el que dormimos en Bilbao, durante la pandemia -, situado en Usera. Debido al racismo de hoy en día, se trata de un barrio con mala fama, pero a nosotros nos parece de los más coloridos e interesantes de la capital, al estar lleno de inmigrantes. Sobre todo, chinos y bolivianos. Fruterías exóticas, asadores de pollo, peluquerías, masajes, arreglo de uñas, tiendas de alimentación..., todo abierto, se respira un ambiente genial y no como en los barrios nobles. Lástima, que en unos doscientos metros de la calle Marcelo Usera haya más de cinco casas de apuestas.

          No volaríamos hasta las siete de la tarde del miércoles, a Faro, por lo que disponíamos de toda la mañana para hacer algo. Teníamos pendientes desde Semana Santa, las exposiciones del Palacio de Cibeles, pero decidimos coger un Cercanías a Chamartín e ir a firmar en el libro de condolencias del Papa Francisco, situado en la Nunciatura, en la calle Pío XII. No somos nada religiosos, pero este gran hombre y sus actos nos han llegado al corazón. Mientras nos despedimos del pontífice ya fallecido, despejan una de las mesas y aparece de repente una nube de periodistas y fotógrafos. Detrás de ellos, llega el ministro Albares.

          Desde allí, un tentempié y al aeropuerto. Pasamos los controles con celeridad y sin pegas y partimos para Faro, en hora, con Ryanair. Aunque tenemos asientos de punta a punta del avión, conseguimos sentarnos juntos, porque hay bastante espacio libre.

          Aterrizamos después de sesenta minutos. No hay nubes y el descenso resulta delicioso, contemplando la laguna del Parque Nacional de Ría Formosa.

          No nos gusta tener, que cambiar la hora, porque anochece bastante antes, que en España. En los alrededores de la terminal se encuentran numerosos bares, restaurantes e incluso, un Aldi, pero, cuando llegamos ya ha cerrado. Al menos, determinamos el camino de unos siete kilómetros para ir mañana hasta el centro, que no parece muy complicado.

          El aeropuerto de Faro es un lugar bastante amistoso para dormir, mucho más, que el de Lisboa. Abre toda la noche, nadie te molesta a ninguna hora y existen sillas corridas para tumbarte y dormir a pierna suelta. Para nuestra suerte, además, encontramos dos desayunos de hoteles intactos, que llevarnos a la boca.

          Y la cosa no terminó ahí. Más tarde, nos hicimos con tres botellas de vino gran reserva en su cartoncillo original, que alguien  había abandonado al no poder embarcarlas. Al vernoslas coger, una chica nos debió ver necesitados y nos regaló más de un kilo de queso envuelto en paquetes individuales de plástico. Por supuesto, lo aceptamos.

martes, 29 de abril de 2025