Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

sábado, 8 de junio de 2024

Concierto en Bremen


 

El sol de medianoche nos llenó de felicidad

           Aterrizamos en Tronso el día 4 de junio a las 22:50. Desde el aeropuerto y hasta el centro son cinco kilómetros, que pretendemos cubrir andando. El camino es seguro - por carriles peatonales y calles-, aunque a la ida Google Maps se vuelve loco y nos lleva por un sendero altamente rural e inverosímil, aunque bueno.

          Lo primero que nos topamos, al salir de la terminal es el mar azul y al fondo espectaculares montañas llenas de nieve.

          El horario del sol de medianoche, en Tronso es, aproximadamente, entre las diez de la noche y las dos de la madrugada. El astro rey permanece anclado en la línea del horizonte -como si le hubieran puesto una chincheta-, aunque se mueve hacia los lados. Su tonalidad es anaranjada y su circunferencia es pequeña y nítida.

          Hay un periodo -entre 23:45 y 0:30-, en el que se genera cierto crepúsculo y se encienden las luces de las calles, pero la luminosidad diurna es perfecta, aunque suave.

          En esos momentos se genera magia, con muchas personas haciendo fotos con una lumínica incomparable y un ambiente en los numerosos bares y pubs, que nos dice, que no estamos en Noruega . Mientras, las gaviotas -animal non grato-, aprovechan para desmenuzar con el pico y las patas las bolsas de basura en busca de alimento y lo dejan todo hecho un asco.

          Hay, que decir, que desde el puerto de Tromso y en el periodo crucial, no se ve el sol de medianoche, porque está en un valle rodeado de montañas nevadas 

          A partir de las dos de la madrugada todo termina y parecen las doce del mediodía, con un sol grande y difuso. Solo pasamos algo de frío en las manos y durante poco tiempo. Después de siete horas, regresamos al aeropuerto a las cinco de la mañana, media hora después, de que hubiera abierto. Nos tumbamos en unos sofás y nadie nos molestó, hasta que nos despertamos al mediodía.

          Tromso está en obras en su aeropuerto, en el entorno del Rema 1000 y en la propia ciudad.

          Sus principales atractivos son las dos catedrales -una de ellas, llamada ártica -, Polaria, el barco MS Polstjerna ,el Museo Polar, su calle principal y el maravilloso entorno del puerto.

          Después de levantarnos volvimos a la ciudad, pero ya nada era igual, ni siquiera parecido. Regresamos a Gdanks con retraso, por culpa de una huelga de los controladores polacos y nos percatamos, de que el sol de medianoche lo iba a tener hoy mucho más difícil, por culpa de las nubes.

Sol de medianoche: un plan de alto riesgo

           El plan estrella de este tercer "interair" era, acudir al espectáculo del sol de medianoche, en Tromso, donde no anochece desde el 20 de mayo de cada año, hasta el 22 de julio (paralelo 70). Pero este ansiado empeño, paso a ser, a la vez, el de mayor riesgo del viaje y con muy altas posibilidades de fracaso. Os vamos a explicar, por qué:

          -Vuelos difíciles de cuadrar. Queríamos pasar dos o tres noches, en el círculo polar ártico -la primera vez-, pero resultó imposible cuadrarlo, por la frecuencia de vuelos y por el distinto precio, segun el día, Wizzair vuela  a Tromso, desde Gdanks, martes, miércoles y sábados. Finalmente, solo pudimos encajar un plan de 23 horas en el destino, yendo el cuatro de junio y volviendo, el 5.

          Horario diabólico : el vuelo de ida, salía de Polonia a las 19 horas y llegaba a Noruega a las 21:50. Dado que volveríamos la jornada siguiente, a las 21, cualquier retraso nos impediría contemplar el sol de medianoche y regresar a Gdanks, hechos polvo.

          -Meteorologia: cagados íbamos, porque las previsiones eran muy malas, tan solo una semana antes de partir. Lluvia, viento y temperaturas bajas. Y nosotros, con solo una bala en la recámara.

          -Ropa: lo más de abrigo, que hemos traído es un jersey, porque para el resto de destinos se preveía tiempo primaveral.

          Para que generar suspense, innecesariamente. Todo ha salido de puta madre: el avión llegó puntual, con 15 grados de temperatura -al día siguiente, llegaron a 22-, ni una sola nube en el cielo y viento cero.

          Deciros, que nuestras expectativas se han visto altamente superadas y que hemos disfrutado de uno de los espectáculos más maravillosos de nuestras vidas.

viernes, 7 de junio de 2024

Stavanger y caminatas por los alrededores del aeropuerto

           Con absoluta puntualidad, partimos desde Gdanks y llegamos a Stavanger, a un aeropuerto algo pequeño, aunque no tanto, como el de Alesund. Resulta bastante confortable para el viajero, como pudimos comprobar las dos noches siguientes.

          Para llegar al centro de la ciudad, se deben combinar dos autobuses: el 42 y el 4 y se emplean unos cuarenta minutos, pero nosotros nos enrolamos, en una gran caraja y tardamos casi dos horas, a salto de mata ( o de bus en bus, a la desesperada).

          Pasado el amargo momento, nos encontramos con otro: la catedral está completamente tapada,por lo que nos quedamos sin verla (por dentro y por fuera). Para colmo, algo de frío, nuboso y con mucho aire.

         Después de pasear por su lago, remontamos y obtuvimos recompensa, visitando el puerto, enclavado en una soberbia bahía. A un lado, las maravillosas casas blancas de madera y al otro, el animado barrio cercano a la catedral , con calles de estilo nórdico, bares y restaurantes, un torreón y la famosa calle Holmegate con las casas pintadas de colores.

          Aquí, son menos muermos, que en otros lugares de Noruega. Era sábado y contemplamos tres escenarios activos. Dos con bandas musicales y uno con espectáculos para niños. Stavanger es una ciudad petrolera -pais noveno productor de crudo del mundo - y eso se nota en diversos lugares de esta urbe. 

          Era media tarde, cuando decidimos poner punto y final a la visita, pero como en esta época anochece a media noche, decidimos abordar la vuelta al aeropuerto, andando, tirando del GPS, porque si no, es imposible. Son 16 kilómetros y salvo dos tramos de medio, cada uno,se transita por carriles peatonales/bici.

          Gracias a ello descubrimos, que hay un Rema 1000, no muy lejos de la terminal aérea y un sendero para hacer una caminata al día siguiente.

          Se trata de unos diez kilómetros -ida y vuelta -, en los que se va bordeando el mar, aunque también se camina por zonas de vegetación salvaje. Atraviesa los pueblos de Ormen Lange y Austerheimvegen. Este último tiene preciosas esculturas modeladas en troncos de árboles y extraordinarias vistas marinas.

          El el aeropuerto -abierto las 24 horas- hay cómodos sofás para dormir, comida varía y gratuita sin empezar y ni una sola molestia.

🍬 Carameleria en Bremen


 

Plaza del ayuntamiento de Bremen


 

Una plaza de Bremen