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jueves, 6 de junio de 2024

miércoles, 5 de junio de 2024

Sztutowo

           Después de las recientes visitas de Sopot, Gdynia, Malbork y Hel, ya solo nos quedaba descubrir el Museo de Sztutowo, para completar los alrededores, de Gdanks.

          Para llegar hasta allí, se debe tomar el autobús local 870, en la terminal, que se halla junto a la estación central de trenes. Tarda hora y cuarto y es algo caro para 50 kilómetros (20 zlotys).    

          Para empezar, decir, que no esperéis encontrar en Sztutowo, una copia literal, ni siquiera aproximada de Auschwitz. Primero, porque en este lugar murieron más de un millón de personas, por sesenta y cinco mil de Sztutowo.

          Pero es, que además, Auschwitz es un escenario real, donde se vive el sufrimiento y la tragedia que allí ocurrió, en directo y en tiempo real, mientras Sztutowo es una reconstrucción amable, de lo que pasó de ser un falso centro de readaptación para el trabajo -formacion para currar para la industria armamentística alemana-a un campo de exterminio en los tiempos finales.

          Desconozco, si la puerta y la alambrada de acceso son las originales -no encuentro la información, pero todo lo demás está reconstruido y se ve, que es moderno y no ha sufrido el gasto del uso, a pesar del horrible olor y calor, en el interior de los barracones.

          En la parte exterior se encuentran la casa del comandante, los pabellones de los vigilantes y los edificios administrativos. En el interior, varios barracones -incluido el de las mujeres -, con las camas -parecen compradas hoy-, los baños -de alicatado moderno- y los diferentes utensilios de la vida cotidiana.

          Todo el terreno está muy verde, debido al abundante césped y trasmite más paz, que angustia.

          Al final de este espacio, se encuentran la cámara de gas, el crematorio, las vías y los vagones donde trasportaban a los presos, una cruz y una estrella de seis puntas, además de un tosco y enorme monumento a las víctimas.

          Cerca de este lugar, se halla Stegna, una agradable localidad con muchas zonas verdes y una extraordinaria iglesia, donde el cura da la misa de espaldas.

Hel

           En diversos relatos de internet se asegura -en la oficina de turismo de Gdanks, también -, que no existe tren directo entre Gdanks y Hel, debiéndose hacer cambio, en Gdynia. Esa información es absolutamente falsa y la prueba es, que nosotros hemos llevado a cabo, in person, ese recorrido de forma directa.

          A ver. A nosotros Hel nos ha decepcionado un poco, pero tiene sus atractivos y sobre todo es muy apreciado por los polacos, que lo han convertido en un lugar de masas y es precisamente eso, lo que a nosotros no nos gusta, pero cada uno puede y tiene derecho a ir, donde le de la gana.

          Lo más afamado de Hel es su santuario de focas, que en realidad es, un acuario público. Tiene dos playas: la de las afueras es salvaje y bonita, aunque sin demasiadas olas. La del centro tampoco está mal, pero la han llenado de grandes y antiestéticas pasarelas de madera, que la afean.

          De camino a la primera, se pueden contemplar las fortificaciones y los búnkeres que sirvieron de entrenamiento a los soldados, durante la segunda guerra mundial. Son algo cutres . 

          Además, se puede visitar el faro, algo lejano y unas céntricas y curiosas esculturas alineadas formando un banco de quince metros de largo que consiguieron ganar un récord de los Güines.

          Pero, en Hel hay demasiados puestos y tenderetes de todo, con precios, que duplican o triplican a los del resto de Polonia, especialmente, en lo que se refiere a la comida.

          La ciudad está además, invadida de esos molestos, alargados, insípidos y modernos tuck tucks, que ahora están de moda en todas partes y que posibilitan, que los miles de culos gordos del lugar no tengan, que caminar a de diez metros seguidos. Si a ello añadimos, el caos y bullicio en la estación de trenes, de forma constante e incluso en dia de diario, el panorama es poco amistoso.

          En Hel, todo lo que se ve o se oye suena a rancio,a playa española de los años setenta o a albanesa de los primeros dos mil.

Los puñeteros días festivos de Polonia

           Y menos de un mes después de haber arribado a Billund por primera vez en nuestras vidas, volvimos a esta peculiar y pequeña ciudad danesa. No fue, porque nos hayamos enamorado del lugar o por una promesa. La razón resultó mucho más mundana: se trata de la forma más barata de llegar a Gdanks -centro de vuelos, a Noruega-, desde Madrid.

          Realmente, Billund, puede llegar a ser el paraíso terrenal para las familias con niños de corta edad. Pero, eso sí, hay que llevar la cartera bien llena de billetes. Y cuando esto digo, me refiero, a repleta.

          Todo cuesta un pastizal: la entrada del Legoland, los dos hoteles relacionados con el parque, las tirolinas, la pista de hielo, el parque acuático, el museo de los osos de peluche y el WoW Park (parque de los árboles).

          Además de respirar o de dar un paseo por el parque de las esculturas, solo hay una cosa, que resulta gratis, en Billund: las terrazas de la casa de LEGO, que representan diferentes escenarios temáticos de juegos, que a los críos -y a los no tanto -, les encantan 

          Bueno. Tampoco cuesta dinero, recorrer los distintos carriles bici/peatonales de los alrededores y por eso, nosotros los controlamos casi todos, después de dos visitas.

          Desde Billund, llegamos, a Gdanks y nos pusimos de morros. Teníamos la sospecha, de que el jueves iba a ser festivo, provocando un macro puente, al haber tratado de reservar hotel para ese día. Y, efectivamente, al consultar en internet, descubrimos, que en Polonia es sagrada la celebración del Corpus Cristi. ¡Menuda puñeta! Resulta que en Gdansk, vamos a estar seis días en dos periodos distintos y tres de ellos, coinciden con festivos (los otros dos, el 1 y el 3 de mayo pasados, fechas del día del trabajo y de la constitución).

          Y os preguntaréis, seguro: ¿por qué os molesta tanto, que haya días de descanso general? Tres son las razones poderosas, solo aplicables en el primer mundo: los precios de los alojamientos se disparan, el transporte interurbano reduce drásticamente su frecuencia -o desaparece - y debes comprar los alimentos y bebidas por duplicado en los supermercados, aumentando el peso del equipaje. Naturalmente, esto no te afecta, si comes en restaurantes y bebes en bares, pero desde hace mucho tiempo, ese no es nuestro caso.

La belleza de Tromso, a medianoche


 

Tromso, a medianoche


 

Catedral de Tromso, a medianoche