Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

domingo, 28 de abril de 2024

Por tierras de More og Romsdal (parte I)

           A partir de ahora, no hablaremos de Alesund -es solo una ciudad en la inmensidad del archipiélago-, sino de More og Romsdal, la región, que lo alberga.

          El vuelo sale una hora tarde -hace mucho tiempo, que no teníamos retrasos-, pero en menos de hora y media tenemos el que seguro va a ser, el premio gordo del viaje. Por favor: si venís hasta aquí, hacedlo en un vuelo diurno y ocupad el asiento de ventanilla, aunque tengáis, que pagarlo (a nosotros nos tocó, aleatoriamente). Y después, rezad a todos los dioses de las diversas religiones, para que no haya nubes.

          Hemos volado cerca de 300 veces en nuestras vidas y jamás habíamos visto un aterrizaje tan espectacular: centenares -o miles de islas- repartidas a su antojo y de formas diversas -una incluso, similar a un volcán -, cubiertas de una gruesa capa de nieve. El contraste de este fenómeno con el brillo del sol y el color del mar, nos lleva a un extraordinario evento paisajístico jamás vivido y cercano al síndrome de Stendhal.

          Hemos aterrizado a las seis de la tarde, pero en esta época del año aun quedan cuatro horas y media de luz, por lo que nos decidimos a disfrutarlas de forma enérgica. El aeropuerto está en la isla de Vigra y Alesund -nuestro objetivo inicial -, tres ínsulas más allá, a unos quince kilómetros y comunicada por túneles y puentes. Como el precio del autobús es disparatado, pretendemos comprobar hasta que punto podemos acercarnos a nuestro destino, caminando. El tiempo no es malo, porque brilla el sol y no hay aire, a pesar de estar en una zona muy abierta y en el paralelo 62. 

          Tenemos suerte, porque desde  el minúsculo aeropuerto sale un carril peatonal/bicicletas, que en una hora, nos deja delante de un puente, que nos lleva a la isla de Valderoya.

          Nos recibe un supermercado Rema 1000, que sin duda es, el menos caro de todos los noruegos. Y después, un sendero, con el mar a la derecha y una espectacular hilera de montañas peladas, a la izquierda. Así, avanzamos evitando la carretera general.

          Tras otra hora, salimos a ella, por una población pequeña. Hemos avanzado ocho kilómetros y nos quedan siete, pero no podemos seguir, porque volveríamos a la terminal aérea de noche.

          El aeropuerto de Alesund es confortable -estilo Billund, con sillas y mesas de terraza y muchos puntos para cargar el móvil, sentado-, aunque diminuto. Aquí, se conocen todos, así, que como para pasar tres noches durmiendo de manera desapercibida. Habíamos indagado en internet, pero sin éxito, porque no logramos saber su horario.

          Ahora, nos lo explican claramente: es medianoche y van a cerrar, por lo que debemos irnos y buscarnos la vida, a dos grados. Tenemos un plan B, pero no los suficientes datos, sobre si podremos llevarlo a cabo 

Regresamos a Gdansk


 

Nuestro peculiar y salvador alojamiento 🏨, en Alesund (post 2.000 de este blog)


 

sábado, 27 de abril de 2024

Alesund: a ver si somos capaces de preparar más y mejor los viajes

           Tras dos días, abandonamos Billund y nos dirigimos, a Gdanks, donde nos recibió un fuerte aire helador. Entre esto y que estábamos cansados, apenas salimos del hotel, que fue el mismo -el fantástico Moon-, en el que estuvimos hace ocho meses.

          Sí acudimos a un par de supermercados, uno de ellos, el Lidl, donde nos hizo gracia ver la semana de los productos españoles, como en nuestro país, observamos la griega o la italiana. Nos indignó, que el aceite de oliva -producción española, aunque envasado polaco -, esté a mitad de precio, que en la patria.

          Y con las mismas y al día siguiente, nos largamos para Alesund. ¿Qué esperábamos de este destino? Íbamos convencidos, de que se iba a tratar de un Bergen, algo menos espectacular y poco más. Pensábamos, que de los dos días y medio previstos, nos sobraría mucho tiempo. Pues bien -en nuestro descargo decir, que hacia tres jornadas que habíamos vuelto de Marruecos y que en internet hay muy poca información -: nada que er con la realidad.

          Para empezar, Alesund carece de casco histórico, porque se quemó a principios del siglo pasado, por culpa de una compañía conservera, que hizo arder todas las casas de madera de los pescadores. Apenas cuenta con una iglesia y unas pocas calles de estilo modernistas y su mirador -de unos 400 escalones-, que es mucho más modesto, que los de Bergen. Pero esto, no lo sabemos por haber visitado la ciudad, sino por haberlo leído, dado que al final, no hemos ido allí, fundamentalmente, por el robo del transporte del aeropuerto (16€ para menos de 15 kilómetros).

          Pronto nos dimos cuenta en el avión y tras ver un mapa, de que lo interesante es recorrer la mayor parte de sus espléndidas islas. Muchas de ellas están conectadas por puentes o túneles -uno, incluso submarino -, por lo que lo ideal es alquilar un coche en el aeropuerto y perderte por sus costas. Más, cuando el transporte público es escaso y las infraestructuras de alojamiento son casi inexistentes o dispersas.

          Pero, no os apureis, los que no queráis conducir, porque hay otra forma de descubrir esta zona: caminando. Y ellos es posible, gracias a que han construido innumerables carriles peatonales/bicis, que llevan a todas partes. Así, hemos accedido a cuatro insulas y dos de ellas, las hemos recorrido enteritas.

          Pensábamos dormir en el aeropuerto, pero de nuevo, una contrariedad: cierra a media noche. ¿Cómo lo solucionamos?. En las próximas entradas os contamos, cronológicamente, estás 60 horas.

¡Adiós 🫂 a Alesund!


 

Otra bahía de Vigra