Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

domingo, 20 de septiembre de 2020

Información práctica sobre Grecia (comida y bebida)



           En términos generales, comer en Grecia viene a salir de precio, como en España, sino se opta por los supermercados, que son más caros, que aquí y ofrecen menos variedad de productos. Puedes hacerlo en:

          -En restaurantes para turistas en Atenas o Chania (en el resto de Grecia, los hay, pero menos): prácticamente, casi todos disponen de la misma oferta, predominando la omnipresente ensalada griega, siempre con feta y aceitunas de Kalamata -el país está plagado de olivos-; la musaka y el soulaki de pollo o de cerdo. En estas dos ciudades -especialmente en la segunda-, se encuentran buenos platos de pescado y mariscos. A veces hay menús de primero, segundo y postre, pero solo en las zonas más concurridas. No dejéis de probar el saganaki: queso frito.


          -Restaurantes para lugareños: Básicamente, soulaki barato y ouzo, que luego explicaremos, lo que es. ¿Cuál es la diferencia entre un giros y un soulaki? Habría casi, que recurrir, a una tesis doctoral, habiendo mucha confusión, además, porque existen diferencias regionales. Dado, que soulaki viene de la palabra "solo", que significa pincho, entenderemos, que este es el que se sirve sobre un plato con verduras, patatas fritas o arroz pilaf y el giros, enrollado en un pan de pita, con casi los mismos ingredientes, salvo el arroz.


        -Restaurantes de los indios o asiáticos (solo en Atenas): los primeros, están casi todos juntos en el barrio de Psirri-. La carta es muy poco variada, pero con buena calidad y unos precios inigualables: giros, a un euro; samosas a cincuenta centimos o arroz biriyani con dos trozos de pollo, a tres.

          En Atenas, están de moda los woks, pero la mayoría no son bufete libre.


        -Supermercados: opción poco recomendable, aunque a veces necesaria para no repetir comida. Escasa variedad de productos y pocas tiendas. La mejor opción es Lidl, presente hasta en ciudades pequeñas. Hay, que fijarse en los productos, que van a caducar y que llevan un 30% de descuento. Buenas ofertas de superadictivo, yogur griego


          -Mercados: no vimos demasiados, pero si dos bastantes interesantes, en Atenas. El primero es, el que está en el centro. Bien abastecido, aunque no tan concurrido y con la zona de pescados algo guarrilla y cara. Pero, se puede comprar muy buena fruta a precios imbatibles.

          El otro está en la zona del alojamiento Sfiggos -calle Machis Analatou-, a unos tres kilómetros del centro. Pero es mucho más auténtico y animado. Tiene un pescado fresquisimo y también, comida cocinada. Sólo funciona los sábados.


        -Puestos callejeros: en Atenas, de pan con sal gorda -tipo Europa del este-,carromatos de frutos secos servidos en bolsitas de papel y otros con rodajas de coco fresco y gominolas del mismo. Todos ellos regentados por señores que deberían estar ya gozando de una merecida jubilación. Y en toda Grecia, de maíces asadas, como en el tercer mundo.

          Vamos con las bebidas:


        -El agua es potable en toda Grecia continental y Creta (consultar otras islas). Suele salir muy fresca de las fuentes, pero a los efectos prácticos, en Atenas solo hay una, al principio de la calle Ermou. 

          -El café expreso, al estilo turco y con un vaso de agua (nero). No vimos mucho te.


          -Los refrescos son caros, aunque a mí me encanta la fanta de naranja ácida, que venden y es parecida a la de Kirguistán.

          -Cerveza y vinos: las marcas más populares de las primera son Alfa, Mitos y Fix. No muy buenas y caras. Nos gustó la Sparta. El vino es bueno, en general, aunque de precio elevado. El formato más popular para borrachitos es el de una garrafa de litro y medio de plástico, por entre dos y tres euros. Normalmente, son de alta graduación (12,5%)


        -El ouzo: licor anisado y de olor a regaliz, parecido al raki turco, arak sirio, mastika...

sábado, 19 de septiembre de 2020

Información práctica sobre Grecia (transporte y alojamiento)



         Grecia, en general, es un caos semicontrolado, más parecido a la España o Portugal de finales de los setenta, que a la Europa de ahora. ¡Es su encanto!. Ni crítico, ni defiendo, pero no me extraña, que los llamados países "frugales" del norte de Europa, no aprueben el estilo de vida griego y de otros países del sur.


          Para mi, la mayor vergüenza ajena del viaje fue comprobar, que un estado de la Unión Europea haya dejado caer más de la mitad de su sistema ferroviario, durante los últimos años. En unos cuantos lugares -como en Corinto, por ejemplo- es todavía posible observar parcialmente las vías y el trazado -donde no las han quitado para poner un aparcamiento, claro- y los vagones destartalados y oxidados. ¡En Grecia, las ruinas no son solamente de la antigüedad! Si no, id a ver una de las dos estaciones de la capital.


          Las dos únicas líneas existentes hoy en día son Atenas-Kalambaka y la que lleva de la capital, a Tesalónica, que fueron vendidas a precio de saldo a un grupo inversor italiano. Se suspendieron todos los trenes internacionales con Estambul, Sofía, Belgrado...Y se cerraron los tramos con Patras -conexion con ferries a algunas islas y a Italia- y Kalamata. Este último pasaba por Corinto y Esparta.

          Todos los autobuses, que tomamos -y no son pocos- fueron de la empresa Ktel. No vimos más competencia. La frecuencia es escasa y suelen ir llenos si no se reserva un día antes. La mayoría de las veces son viejos y en muy pocos disfrutamos de aire acondicionado, en pleno mes de agosto. Para hacerse una idea de las dificultades de conexión, entre la capital y Monemvasia, separadas por 300 kilómetros, se deben hacer dos trasbordos: uno, en Esparta y otro, en Molay. En el mejor de los casos, algo más de cinco horas.

          Mejor opinión nos merecen los alojamientos. Como siempre en el tercer mundo -y digo bien-, lo privado funciona mucho mejor, que lo público. Pagamos entre 12,5 y 40 euros, aunque la media de todos no llega a los 25.

          En Atenas estuvimos en cuatro, por aquello de la oscilación de precios diaria. Todos son fáciles de encontrar en Booking y de mejor, a menor -aunque todos superan el aprobado-, el Mansion, el Sffigos, el Urban Rooms -autocheck-in, muy cómodo- y el Sparta. El único alejado del centro es el segundo. 

        El único Hostel, donde nos alojamos, fue en Kalambaka, pero había poca gente y nos dieron la habitación de cuatro literas para solo los dos. También este, sin aire acondicionado, a diferencia de todos los demás. En el Mansion, en el de Esparta, en Corinto y en Chania disfrutamos de baño privado. En todos los casos, limpieza impecable.

          La pega de este pandemico verano es, que la mayoría de alojamientos en Europa exigen pago por adelantado y son tarifas no reembolsables, por lo que cancelar es imposible. Por eso, nosotros los buscamos, en Booking y luego contratabamos con el propio hotel, a la llegada al destino.

Información práctica sobre Grecia (precios)



        Grecia no es un país especialmente barato, sobre todo, para los propios griegos, que disponen de media de un salario anual inferior al español, teniendo que soportar en la mayoría de los casos precios superiores a los nuestros.

          Lo más caro, sin lugar a dudas, es el transporte interurbano. Antiguamente, los trenes eran más baratos, que los autobuses, pero hoy en día han subido su precio, hasta igualarse. Para unos 300 kilómetros de recorrido te cobran unos 30 euros, lo que resulta una cifra muy elevada, si comparamos con lo que pagas aquí en un ALSA. El motivo parece la nula competencia. Lo del desastre del tren se explicará en el próximo post.

         El transporte al aeropuerto de Atenas cuesta seis euros en el autobús y diez en el metro. Al de Chania, son 2,5. El precio de los ferries a las islas es algo disparatado en comparación con lo que cuestan los vuelos de Ryanair o Volotea.

          En cuanto a los hoteles las tarifas son muy similares en relación con las de los países del sur de Europa, salvo en Atenas, donde hemos llegado a tener una habitación doble algo alejada del centro, por 12,5 euros, pagando de media, 17. Pero en otras capitales, como Madrid o Roma, actualmente, también ocurre este fenómeno.

        Las entradas a los lugares de pago tienen un precio razonable, salvo las ruinas de Atenas, exceptuando el Partenón. Pero para ver todo y por treinta euros, se puede comprar un pase combinado. Nos parece incluso barato el importe del acceso a las bellas ruinas -estan casi enteras- de Mistra: 12 euros. Las excursiones organizadas a lugares de interés -normalmente, no acessibles en transporte publico- suelen salir bastante caras.

          Comprar en supermercado resulta bastante más costoso, que en nuestro país. Y se ve, por ejemplo, comparando los precios del Lidl en ambas naciones. La razón fundamental es, que apenas existen las marcas blancas y hay menos competencia entre distribuidores. Si hablamos de cerveza, vino y bebidas alcohólicas, duplican o triplican lo que pagamos aquí. No es un buen país para emborracharse. 

        Comer en un restaurante sale por lo mismo, que aquí, pero hay menos ofertas de menú del día y son más básicas. Una ensalada griega sale por entre 6-8 euros, igual que un plato de musaka. En Atenas, tienes la opción de acercarte a los restaurantes regentados por indios, cercanos a la plaza de Omonia -barrio de Psirri-, donde te puedes zampar un suculento soulaki en pan de pita con verduras y patatas fritas por tan solo un euro o un biriyani con dos trozos de pollo, por tres. Una pinta de cerveza en una terraza de la capital cuesta entre tres y cuatro euros.

Información práctica sobre Grecia (corinavirus)

       Antes de demostraros, que Grecia tiene mas actitudes y características del tercer mundo, que del primero y de constatar, que asume más concomitancias con Turquía -por mucho, que se puedan odiar-, que con Europa, vamos con la información práctica del país, groso modo.

        -Mascarilla: hasta el 4 de septiembre -fecha de nuestro regreso-, las mascarillas en la Grecia continental no eran obligatorias, siempre, que se respetara la distancia de seguridad. De hecho, el 90% de la población no la llevaba, a diferencia del irracional histerismo patrio. Caso distinto, creemos, es el de Creta, donde la mayoría de la gente la portaba y a nosotros en una ocasión, un policía nos obligó a colocarnosla. Nos fuimos de allí y seguimos sin ella el resto de la estancia, como casi todos los extranjeros.

          En el transporte son obligatorias y en los supermercados se suelen exigir, aunque no en todos, ni en los negocios pequeños. En definitiva, puedes andar por las calles de Atenas, Kalambaka o Esparta, sin que ningún integrista paranoico e idiota te grite: "súbete la mascarilla"

          Es verdad, que cuando España llegó al medio millón de casos de infectados, en Grecia solo llevaban 9000. ¿Que han hecho bien los griegos y que se ha hecho mal aquí? Eso es lo que no nos cuentan, ni nos contarán, ni siquiera los periodistas del redil preguntan.

        PCR: Hasta el 16 de agosto, no necesitabas llevar hecha una prueba de este tipo, 72 horas antes, como máximo, desde España. El día 17 de ese mismo mes eso cambió para españoles, croatas, suecos y checos. A fecha de hoy, hay que seguir metiendola en el equipaje y pagarla de tu bolsillo (el informe debe estar escrito, en inglés). En nuestro caso y el 14 de agosto, se hacían test aleatorios y a mi pareja le tocó ese trámite, dando negativo.

        Transporte: Funcionamiento con normalidad -a diferencia de España- en todos los medios de transporte. Aeropuertos y estaciones de trenes y autobuses sin más restricción, que el uso de la mascarilla.

          -Hoteles: Total normalidad. Todos los que estuvimos estaban bastante limpios, pero sin ninguna medida excepcional, al margen de algún gel hidroalcoholico, poco usado por la clientela.

        No nos tomaron el control de la temperatura en ninguna parte, aunque tenemos dudas sobre el aeropuerto de Barajas. 

viernes, 18 de septiembre de 2020

Un viaje bien planificado, pero totalmente improvisado


         Nuestros objetivos al principio del verano eran modestos. Siete u ocho días por Galicia oriental y Asturias occidental y una escapada de una semana, a algún punto del sur de Italia. Grecia, casi ni se nos pasaba por la cabeza.
 
        Sin embargo, el viaje a este país estaba perfectamente planificado, desde el verano de 2016. Íbamos a llevarlo a cabo en noviembre y teníamos los billetes aéreos de ida comprados, con Ryanair. Pero un coche nos atropello de forma no muy grave el día 5 de ese mes y desistimos de nuestros planes por mi dolor de hombro


          Lo único, que ha cambiado de aquel itinerario inicial es, que hemos sustituido la visita a Rodas, por la de Creta (la bella Chania, en concreto).
          Corría el 8 de agosto, cuando volvíamos de Bilbao, encantados de la vida. No habíamos mirado ni vuelos, ni nada, pero me puse a enredar en proyectos europeos y encontré billetes, para Atenas, a 25 euros para el día 14 y no lo pensamos dos veces, a pesar de la cercana fecha. Anteriormente y como viaje menor del verano, habíamos comprado unos billetes de ALSA, a mitad de precio, a Madrid, para el día 12
 Nuestro objetivo inicial suponía una semana en esta comunidad, visitando La Pedriza, El Escorial, Guadalajara, Chinchón...

          Y al final, utilizamos ese boleto de bus para hacer una mezcla de ambos itinerarios, puesto que además de Grecia continental y Creta, añadimos Guadalajara y El Escorial, además de un par de días en la capital.

          Con la celeridad ya acostumbrada, nos pusimos a informarnos sobre los trámites administrativos del viaje. Ahora, en los tiempos que corren, viajar por Europa ya no es, como antes y exige casi tanto papeleo -aunque gratis-, como un antiguo visado, a India. Por internet, afortunadamente y con aprobación automática, se debe rellenar, cansinamente, el llamado PLF, en inglés; formulario de localización de pasajeros. Basta con uno por cada familia.

          Partimos sin billete de vuelta y con la duda de Creta, pensando estar unos doce días en el país, pero al final, se alargaron, a veintidós. Habíamos estado en Atenas, Salonica y Patras, en 1994 y solo hemos repetido la primera ciudad. Entre lo que ha cambiado y los pocos recuerdos de entonces, nos ha sonado, como un destino nuevo. ¡Nos encanta Atenas -sobre todo, su Soho- y los atenienses ! Y por eso hemos pasado allí -en dos fases- una semana de viaje, en muy baratos y adecuados alojamientos.
 
        Además de la capital y la zona del Pireo, hemos visitado Kalambaka, Kastraki, Meteora, Ioanina, Corinto, Nauplia, Esparta, Mistra, Monemvasia y Chania.

          Lo mejor del viaje, TODO, menos el sofocante calor y los elevados precios del transporte público, que además cuenta con muy poca frecuencia. Es increíble -aunque ya lo analizaré en otro post-, como un país del primer mundo -eso también, requiere otro artículo- ha dejado morir la mitad de sus líneas ferroviarias.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

El aeropuerto de Barajas da miedo, sobre todo de noche

 
       Cuándo planificamos los viajes de este verano, incluido el europeo, una de las cuestiones, que más curiosidad nos despertaba, es como iba a ser el funcionamiento pandemico de los aeropuertos, especialmente, el de Barajas.

          Como volabamos a Atenas, sobre las seis de la mañana, decidimos pasar la noche en la terminal aérea, sin saber a priori, si estaríamos dentro o fuera. Tomamos el autobús 200, como siempre, en avenida de América, con total normalidad. Al llegar a la terminal 1, solo había una puerta abierta, custodiada por un par de vigilantes de seguridad.

        Como a esto ya estamos acostumbrados en muchos aerodromos del mundo, nos limitamos a preguntar, si era condición, entrar un número mínimo de horas antes de tu vuelo, ante lo que se encogieron de hombros.

          Por tanto y siendo sobre las once de la noche, mostramos nuestras tarjetas de embarque en la pantalla del móvil y nos permitieron  el acceso al hall de salidas, casi vacío y más parecido a un cementerio, que a un aeropuerto. Aunque dentro tienes libertad de movimientos y nadie -aparentemente- te vigila, lo que puedes hacer va poco más allá, que sentarte en una silla. Eso sí y aunque seas conviviente, dejando una libre en el medio, porque han pegado pegatinas cada dos con un símbolo de prohibido. Pero bueno, te puedes tomar una cerveza o dos y nadie te molesta.

        A fecha 14 de agosto, las terminales 2 y 3 estaban clausuradas, todos los negocios y servicios de la uno cerrados, no habiendo abierto ni un triste bar, salvo uno en la entrada y varias máquinas automáticas. Cada cinco minutos -cuando el reloj corre por el tres y por el ocho-, te machacan con un mensaje sobre distancias de seguridad y mascarillas. Es decir: doce cada hora. Como estuvimos siete, escuchamos la misma cansina cantinela 84 veces. Ya no emiten el de que vigiles tus equipajes, porque evidentemente, a Barajas no quieren ir, ni los ladrones.

          Dos ventajas, para no ponerlo todo negativo: los baños funcionan normalmente y si te bajas la mascarilla no pasa nada. Salvo tu acompañante, el viajero más cercano está a 200 metros.

          Pasamos los controles de bultos con normalidad antigua. Incluso, con más manga ancha, porque con el virus han aflojado sobre el tema de los líquidos. Bueno, aunque yo para variar, tuve que someterme al control de explosivos, pero eso ya venía de antes. 

        El avión de Ryanair, con menos de la mitad del aforo y con un azafato muy pesado, que nos comentó más de diez veces, que nos despertaría, si nos bajabamos la mascarilla. A bordo, ya solo se puede pagar con tarjeta de crédito.

          Días antes, habíamos tenido que rellenar por internet un formulario griego, llamado PLF -formulario de localización de pasajeros-, que te genera un código QR y una autorización, que te van a escanear o vas a tener, que mostrar, en el aeropuerto de Grecia. Tuvimos suerte, porque tres días más tarde, se iba a implementar la obligación para los españoles de mostrar una prueba PCR negativa, hecha durante las 72 horas anteriores.

        En ese momento, solo se hacían pruebas aleatorias y vaya por Dios, a mi pareja le tocó. "Grita con la garganta", le dijeron, sobre una especie de bastoncillo, como los de los oídos. En teoría, deberíamos habernos confinado, durante un día, pero no lo hicimos. Si nos llamaban, es que había salido positivo y deberíamos encerrarnos, durante dos semanas. Nada nuevo, ¡sabíamos el riesgo antes de salir! Todo fue bien y al margen de varios SMS automáticos al movil, nadie nos llamó. 


        Al  ir y volver de Creta y al regresar, a Madrid comprobamos, que los aeropuertos griegos funcionan con toda normalidad, sin paranoias. Pero, al volver a España, más de lo mismo: un solo acceso para salir del aeropuerto, largo, en fila y pasando por delante de las puertas de salida. Imposible salir del redil, porque las flechas y los vigilantes son claros. Además y por internet -otro código QR-  o la llegada a boli, debes rellenar otro formulario, aunque seas español

martes, 15 de septiembre de 2020

Bilbao

         He dejado Bilbao para el final, porque mi primera intención era hay una comparativa ey esta ciudad y San Sebastián. Pero, reflexionando, my he dado cuenta, de que a pesar de haber estado varías veces en Donosti, ha y por muy cortos períodos de tiempo.

         En cualquier caso y en un solo párrafo decir, que nos gusta más Bilbao, porque nos  parece mucho más alternativa, genuina, cosmopolita y sobre todo, menos pija, pero por otra parte, La Concha y los paseos marítimos de San Sebastián, son valores muy poderosos a incluir en la balanza.

        Como la información sobre Bilbao y sus lugar de visita la podéis encontrar en cientos de sitios, mt limitó a destacar los lugares, que más nos gustaron:

          -El casco viejo, evidentemente, con su ambiente un poco golfo -mucha gente bebiendo en el suelo, sobre todo los fines de semana, en la calle Somera-, buenos garitos el rojo o y mucha facilidad para integrarte.

          -El barrio de San Francisco: es conocido también como el Soho, el barrio chino, el rojo o Monmartre. Aunque las denominaciones son exageradas, puede tener un aire. Está repleto de inmigrantes con sus negocios, sus bares muy concurridos, sus aromas tradicionales y de nuevo, su facilidad para integrarte.

          -El paseo por la Ría, desde el centro, pasando por el Guggenheim y la araña gigante y llegando hasta el nuevo San Mamés. Para mi, uno de los más placenteros recorridos peatonales de España. Aunque en el País Vasco es difícil de elegir, porque hay tantos...

        -Nos gustaron mucho -dado que estuvimos algunas noches alojados por allí-, un par de callejuelas de Deusto, donde se entremezclan numerosos bares de tradiccion vasca, con otros de procedencia sudamericana y Centroamérica. Ambiente optimista y distendido, a pesar del coronavirus. 

        Y, ¿que no nos gustó de esta vibrante ciudad, donde ya habíamos estado fugazmente, en 2010? Casi nada, si quitamos la calle comercial y no peatonal, Diego López de Haro y la maldita torre de Iberdrola, que se ve desde media ciudad. La Alhóndiga la vimos muy apagada, pero será por los tiempos que corren