Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 6 de marzo de 2024

lunes, 4 de marzo de 2024

El día perfecto

           Hoy era un día marcado en el calendario. Ninguna visita nueva, que llevarnos a la boca y si algunas gestiones, que iban a dilucidar si seguimos adelante por Gujarat o tirábamos la toalla, porque 38 días por India nos empiezan a pesar un poco (y eso, que en 2014, estuvimos 89).

          El principal objetivo se antojaba muy difícil: conseguir un billete para hoy, a Bhavnagar, que se halla a 55 kilómetros de nuestro siguiente destino, Palitana. Lograr un pasaje en sleper para el mismo día es algo casi imposible, en cualquier región de India. Nuestros problemas, en este caso, nos los hemos generado nosotros mismos, por nuestra dejadez y placidez, en  los tres días, en Nashik. Si nos hubiéramos ocupado de este asunto entonces, habría sido mucho más fácil conseguir billetes para estas fechas.

          Nos planteamos una estrategia de emergencia de cuatro variantes, con su correspondiente porcentaje de éxito: 1. boletos para hoy, Vapi - Bhavnagar (5%). 2. mismo recorrido para mañana (10%). 3. para esta misma fecha, pero tren directo, a Palitana, siendo el único semanal (10%) 4. billete de segunda clase en recorrido Vapi - Vadodara, todo un sufrimiento y continuar a Bhavnagar en autobús diurno (100%) porque en esa clase no es necesario reservar plaza, pero viajas en  plena jungla.

          Llegamos a la estación de Vapi con la moral muy baja, pensando, que la opción 4 sería la adjudicada sin remedio. Efectivamente, billetes para hoy, nada y para mañana y pasado tampoco. A Palitana, nos mandan a la "wait list". Nos resignamos a nuestra merecida suerte.

          De repente y después de que el taquillero fuera advertido por otra trabajadora, aparecen  dos plazas -de extremo a extremo del vagón -, provenientes de la cuota tatkal, que nunca habíamos utilizado. Se trata de asientos, que se reservan y se venden más caros el día antes de la salida y que desaparecen fugazmente. Hemos tenido la enorme suerte de tomar los dos últimos, aunque viajaremos separados y en malos asientos.

          Como no nos moveremos hoy, ahora nos toca buscar hotel, en Vapi y la empresa resulta tan difícil, como imaginábamos, porque de los diez, que preguntamos, solo nos cogen en uno y poniéndonos muchas pegas. Primero, nos piden un documento indio de identificación y después, nos quieren retener los pasaportes hasta el check out, a lo que nos negamos. Cuando pensábamos, que nos tocaría volver a dormir a Daman, nos lo devolvieron.

          El tercer problema posible era el del alcohol, porque en la vieja Lonely Planet pone, que al salir de Daman y entrar en Gujarat, hay controles policiales para detectar si te lo llevas en el equipaje. Desde luego, si nos lo confiscában, se acababa el viaje por Gujarat, porque no estábamos dispuestos a seguir sin este elemento esencial para paliar el estrés diario. Pues bien: no existe inspección alguna en este sentido, por lo que nos llevamos provisiones para cinco días y repondremos género, en Diu.

          Por la tarde y mucho más relajados, volvimos a Daman, donde nos llevamos un buen susto: un individuo nos empezó a gritar y a acosar por el paseo marítimo. Tratamos de arrimarnos a otra gente, a ver si se marchaba. En realidad, solo quería saludarnos y hacerse una selfie con nosotros.

domingo, 3 de marzo de 2024

Daman

           Hoy cumplimos 45 días de viaje -37,'en este país- y de momento y a diferencia de otros periplos, hemos visto tres Indias distintas: la de toda la vida, que os llevamos contando desde hace tres lustros; la de Sikkim y Darjeeling -también, algunas zonas de Himachal Pradesh y Ladak- y el lugar donde nos encontramos, en Daman, que resulta una versión intermedia, entre el caos absoluto y el orden imperfecto.

          Daman cuenta con más de diez kilómetros de paseo marítimo -dividido en dos tramos distintos -; tiene un bazar cubierto, ostentoso, limpio y ordenado; está casi libre de basura -incluidas las playas- y la gente es relativamente educada (algunos conductores hasta nos han cedido el paso).

          Lo único que nos ha decepcionado de Daman -ademas de la relación  calidad precio de los hoteles-,es su estresante calle principal, que la esperábamos mas colonial. Todo lo demás nos ha encantado.

          Os contamos, lo que ha sido nuestra hoja de ruta de hoy.

          Empezamos la mañana en el coqueto bazar, donde es posible encontrar algunas gangas y después, a través de un muy genuino barrio musulman sin asfaltar y con dos mezquitas -una de ellas, muy bonita-, nos dirigimos a un puente motopeatonal, que te lleva el  fuerte portugués más grande. Tras las murallas y con mucho tráfico, dos iglesias -una medio ruinosa-, una calle de casas coloniales -tipo Panaji-, una florida plaza, varios vestigios de edificios y las magníficas y tranquilas ruinas de un monasterio construido hace más de cinco siglos.

          Saliendo del recinto y a la izquierda se encuentra un faro, que da inicio a un paseo marítimo, que termina después de unos 5,5 kilómetros, en la playa de Jampore. No es nada buena, aunque sí muy colorida, con sus sombrillas, toldos, camellos, caballos tirando de carrozas, puestos de garbanzos, de pani puri... Más que mar, al fondo, hay marismas, pero les da igual, porque los indios, ni saben nadar, ni se bañan. Como mucho, se remojan con la ropa puesta.

          A primera hora de la tarde, tocó la visita del fuerte pequeño, con una muralla más alta y una puerta grande espectacular. A este lugar se llega por una calle de casas coloniales algo decrepitas.Dentro una iglesia, un mausoleo y varias tumbas muy antiguas. En la explanada central, completamente abandonada, unos jóvenes juegan con pasión al béisbol y no nos llevamos un pelotazo de milagro.

          Ya solo quedaba el paseo marítimo principal, de unos seis kilómetros, donde está la playa de esta localidad -de arena negra, como todas aquí -, que sin ser gran cosa, es la mejor de todas. Hacia la izquierda, un templo hindú moderno, estructuras de pescado secándose y muchas barcas enclavadas en la bahía. A la derecha, un agradable paseo de unos tres cuartos de hora, hacia la playa de Devka, mucho más rocosa y más cutre, donde se encuentran buena parte de resorts y garitos nocturnos. Ayer y hoy, dos bonitas puestas de sol.

          Conmocionados hemos quedado al leer en la prensa la violación por siete hombres de una española, en el norte de este país, mientras le ponían un cuchillo en el cuello a su pareja. Recordar, que si no se cometen imprudencias muy gordas o se va a los bares a última hora de la tarde y por la noche, India es un país relativamente seguro.

          Determinados indicios nos indican, que mañana será un día determinante para este viaje.       

¡Vamos de bodorrio!, en Daman


 

El otro fuerte de Daman

 


¡Vamos a la playa 😄!


 

Ruinas de un monasterio portugués en Daman


 

Muralla de uno de los fuertes de Daman


 

Uno de los fuertes de Daman


 

sábado, 2 de marzo de 2024

Experimentando Daman

           El amable conductor nos dejó en el andén adecuado y no se fue, hasta que se aseguró, de que nos habíamos enterado del asunto. Objetivo conseguido, pero estábamos seguros, de que al día le quedaba mucha vida.

          Efectivamente, no pasaron ni cinco minutos, cuando apareció el autobús, algo más cómodo y barato, que los de Nashik. Para el viajero, los límites administrativos entre Vapi y Daman son difusos, porque no deja de haber casas, ni existe barrera o control alguno. Hay un indicio más perspicaz, que es contemplar, cuando empiezan a ser mucho mejores los edificios, cuando desaparecen la basura y los hedores y empiezan a proliferar las aceras.

          En poco más de veinte minutos llegamos a la estación de Daman. Se nota en muchas cosas -ya mencionadas-, que esta es una India distinta, aunque el tráfico es caótico y tortuoso y pone al endeble y resignado caminante, en peligro. Más todavía, si de repente, como es el caso, aparece una procesión de mujeres bailongas arropadas por una colorida carroza y la calzada se estrecha mucho más.

          La calle principal no está mal, para lo que estamos acostumbrados en este país, pero al ser ex colonia portuguesa esperábamos algo más parecido a Margao o Panaji, que a estos edificios no muy decrépitos pero insulsos. En ella y en las adyacentes se encuentran la mayoría de hoteles.

          Y, como preveíamos, empieza nuestra pesadilla: 80% de "no rooms", " is full", a veces, después de subir tres pisos a oscuras y mugrientas escaleras . Donde te aceptan, casi triplica, lo que estábamos pagando, anteriormente. Y, cuando ya resignado, aceptas la perdida económica, llega el check in -no menos de media hora, en el que ya te advierten, de que te sientes+, que casi siempre se convierte en un interrogatorio policial humillante.

          Al final y a regañadientes, nos quedamos en el alojamiento más barato, que a la vez, es el más caro que hemos pagado nunca en India:1500 rupias. Hemos recuperado el baño -muy básico - y el wifi, aunque pagando el doble, que en Nahsik.

          De comida, tampoco vamos muy bien. Han desaparecido la mayoría de los puestos de los últimos tiempos, no solo los de garbanzos, patatas o fritanga, sino hasta los de fruta o té.

          ¡Todo mucho más caro, salvo el alcohol y la cerveza, en tiendas y bares!

          Hagamos cuentas: precio medio de una habitación, en India: 900 rupias. Tarifa más barata, en Daman 1500. Importe medio de whisky y cerveza en India, respectivamente 250 y 110 rupias, por 150 y 80 aquí. ¡Mal para el hígado,pero peor para el presupuesto!, aunque tampoco dramatizaremos.

          Aunque, que no se pongan tontos estos de Gujarat y aledaños, porque si mandamos a tomar por el culo a seis estados del nordeste, nos cuesta la mitad hacer lo mismo con ellos. ¡Que todavía en España, seguimos teniendo casa!.