Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

jueves, 29 de febrero de 2024

El templo de Trimbakesward

           Hay que decir, que nuestro hotel -donde ratos huele a incienso de ginseng y otros a chapati quemado-, es de los de 24 horas del sur, donde sales a la misma hora, que entras y por tanto -de haberlo sabido -, podríamos haber ingresado el día de la llegada, a las tres de la mañana. Está ha sido, la primera noche de ventilador en nuestros 42 días de viaje.

          El segundo día, en Nashik, comenzó con mucho calor y mi pareja devolviendo todo el picante, que ha ingerido en los últimos días. Y es, que de amarlo, ya casi no lo toleramos.

          Tomamos el bus 245, que nos lleva al templo de Trimbakesward, ubicado a unos 30 kilómetros de Nashik. Otra vez, nos encontramos con una ciudad populosa y dividida en mi cachos, separados por la nada y donde resulta imposible orientarse. Como yo las llamé en nuestro primer viaje largo  a África son las ciudades no ciudades. Pensamos, que podríamos resolver la l trámite de la ida  en poco más de una hora, pero fueron casi dos, en un vehículo ardiente, abarrotado y tortuoso.

          Este templo es uno de los doce sagrados de Shi a y el ambiente de sus extensos y comerciales alrededores, no nos gustó nada desde el principio: niños y adultos muy agresivos para tratar de poner el tikaen la frente -punto rojo-, además de ancianas con mal carácter, tratándose de vender, hierbajos indistinguibles para las ofrendas. Gente para aburrir y poca buena. Para colmo y al tratar de comer algo descubrimos, que por lo mismo, que nos llevamos a la boca ayer, en Nashik, pretendían cobrarnos entre un 50 y un 100% más.

          La traca final llegó al arribar a la puerta del santuario, donde un tipo muy maleducada nos espetó gritando, que a pagar, a pagar y a pagar, señalando un cartel, donde pone: donativo 200 rupias. El caso es, que de los indios no soltaba nadie nada. Es la primera vez en cinco viajes, que nos tratan de cobrar por un templo a ierti al culto. Teniendo en cuenta, además, que un donativo es voluntario y elige la cantidad quien lo da.

          Por supuesto, los mandamos a la mierda y a que se fueran a estafar a otros. ¡Será por templos, en el sur de India!.

          Rodeamos sel templo, viendo solo la parte de arriba, paseamos pors malolientes y degradados ghats, nos divertimos recorriendo el animado mercado y volvimos a Nashik, empapados en sudor y con la sensacion de no haber tenido una buena mañana.

Templo de Trimbakesward


 

Complejo comercial del templo de Trimbakeswar d


 

Primer día en Nashik

           En India te están molestando a todas horas y por cualquier causa, pero si algo respetan es el sueño ajeno. Nunca en cinco viajes, nos han levantado de un suelo de este país y en Nashik ocurrió lo mismo. 

          Corrían ya las ocho y éramos los únicos tirados en el piso de la estación, dado que todos los mendigos -menos el del conflicto de anoche - se habían ido, por lo que decidimos ponernos en funcionamiento.

          Organizar la logística, en Nashik, no es sencillo, pero nosotros tuvimos esa suerte, que siempre esperamos dé sus frutos con la insistencia. Para empezar, junto a las estaciones de tren y autobuses locales, no hay demasiados hoteles y en muchos de ellos, no te cogen. En los que sí, tiran a caros, aunque sin dar demasiadas vueltas, y encontramos uno de 800, como en Calcuta, aunque por primera vez en el viaje, perdimos el baño en la habitación. De wifi, ni hablar, ni siquiera en los de precio medio. Quiso el azar también, que encontráramos un buen lugar para comer y otro para comprar snaks, galletas, agua y refrescos, sin ni siquiera cruzar la calle. El destino fue aún más generoso con nosotros, dado que la única tienda de alcohol, que hemos visto en varias manzanas, está justo en frente y es más barata, que las de West Bengala.

          Nuestra habitación tenía ligeros problemas con la cerradura y al principio no le dimos importancia y más, con lo cansados, que estábamos. Hubo una primera invasión del propietario en ella, para invitarnos a un té y también lo consideramos normal. Pero todas las alarmas saltaron por los aires, cuando llevando tres horas durmiendo, volvió va irrumpir con dos vasos de no se que, sin llamar a la puerta. Le metimos tal bronca, que no hizo falta ni pedir el cambio de alcoba, dado que además de mil disculpas, nos la ofreció él, a una menos luminosa, pero más segura. No le atribuimos maldad, si no que creemos, se pudo pasar de amable. La amabilidad India puede llegar a ser muy peculiar o crear confusión.

          La logística de Nashik en las visitas -una ciudad de más de un millón de habitantes -, también está de nuestra parte. No tendremos que andar por sus zonas cacharros más, que lo justo y eso, con los 36 grados, que tenemos, se agradece. A las dos excursiones que llevaremos a cabo se puede ir en autobús: mañana al templo de Trimbakesward, situado a unos 30 kilómetros y pasado, a los ghats de Ganga, a unos 9.

          Con el wifi, también terminamos teniendo fortuna, porque aunque no llega a la habitación, encontramos uno libre en el pasillo, que con cierta inestabilidad, nos acabó sacando de los más urgentes apuros.

miércoles, 28 de febrero de 2024

La familia Botejara

           Dado, que salíamos hacia Nashik, cerca de las ocho de la tarde, no quisimos desperdiciar ni un solo minuto del día, en Calcuta.

          Tomamos el metro en dirección contraria al día anterior y nos bajamos en Kaligat, con el fin de visitar el templo de Kali, que se encuentra a poco más de diez minutos andando. El camino está muy bien indicado. Ha revertido la temperatura y el calor aplana a pesar del cielo nublado.

          Nos llevamos una buena sorpresa. En 2014, este templo era modesto, no había nadie y se veía a la diosa desde la puerta, sin ni siquiera entrar. Sin embargo, la cola en esta ocasión es de centenares de metros -no intentamos ni entrar -, la multitud se concentra en la barriada y en los cercanos y guarrisimos ghats y asusta por lo impresionante. Y, todo ello aderezado con un gigantesco mercado -fundamentalmente, de ofrendas, pero no solo-, que se expande en el caos más absoluto. Desconocemos, si se trata de una celebración puntual o es así todos los días.

          Regresamos y recogimos los bultos en nuestro hotel. Como teníamos tiempo decidimos ir andando hasta la estación de Howra, que se encuentra a una hora y media, casi en línea recta. Salvo algún cruce cruel, el camino no sería difícil pero como todo el recorrido y a mercado gigante y en muchas partes se estresa, no resultó sé una buena idea.

          Junto al puente de Howra y el río Hooghly, se encuentra un extraordinario mercado de flores algo caótico, que visitamos con calma. No son pocos, los que se bañan en las contaminadas aguas de las riberas, en este lugar

          Anocheció, después de una bonita puesta de sol y ya solo nos quedaba enfrentarnos a la enorme y desastrosa estación y a 29 horas de viaje y casi 1800 kilómetros.

          Salimos en hora y al margen del jaleo habitual del trasiego de pasajeros, vendedores y pedigüeños varios, el único inconveniente nocturno fue un listillo -que supongo-, viéndonos extranjeros nos trató de despojar de nuestros asientos, desconociendo, que tenemos muchas tablas en este país.

          A la mañana siguiente descubrimos que el susodicho, era el jefe de un clan, compuesto por su esposa, dos menores y dos adultos sin parentesco claro. Ya de día tuvimos, que pararles los pies, amenazándolos con llamar a los policías, para que nos dejarán en paz. Después descubrimos, que al menos cuatro de ellos viajan sin plaza, reservada y les fueron echando de sus asientos de okupas. Estuvieron dando guerra todo el viaje, con esa mala suerte endémica, q tenemos nosotros con nuestros compañeros de tren. Los bautizamos, como la familia Botejara, por ser extremadamente garrulos, gritones y por llevar todas la cacharrería entera  incluida cazuelas y platos. Como hemos visto otras veces en familias indias, primero comieron los hombres y después le dieron a ella, que no abrió la boca en todo el viaje.

          Por lo demás, el día resultó largo y caluroso, pero, para lo que es costumbre en nuestros últimos periplos, casi todo transcurrió con relativa calma 

          Al levantarnos, llevábamos una hora y cuarto de retraso y nos planteamos bajarnos en Jalgaon, que conocíamos por las cuevas de Ajanta, que visitamos, en 2011. Pero lo terminamos descartando, porque el retardo continuó hasta las dos horas y media finales y también llegábamos muy tarde allí.

          Después de recorrer West Bengala, Orissa casi enteros y de treinta y una horas de viaje, llegamos a la estación de Nashik y no nos quedaba otra, que dormir en el suelo con los mendigos (con uno de de ellos,, muy agresivo, tuvimos un problema).

Mercado de las flores 🐝 de Calcuta, desde abajo ⬇️


 

Mercado de las flores 💐 de Calcuta, desde arriba


 

Ghats cerca del templo de Cali, en Calcuta


 

Barrio del templo de Cali


 

Templo de Cali, en Calcuta