Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 29 de enero de 2024

La pesadilla de los billetes de dos mil rupias continúa y va para largo

           Al fin llegó el lunes. Después de dormir más de nueve horas salimos a las destartaladas calles -cada viaje, lo están mas-, en las grandes ciudades de India. 

          Habíamos trazado un plan para el día bastante milimetrado, pero cuando India se lo propone, siempre se sale con la suya.

          El primer objetivo era ir al banco, a cambiar los malditos billetes de dos mil rupias. Probamos en dos y la respuesta es la misma: solo se pueden canjear en el State Bank of India, que se haya en Central Secretariat.

          Nos dirigimos al metro y siguen los problemas: la máquina no acepta la puñetera tarjeta y nos cuesta encontrar las ventanillas, porque las han cambiado de sitio. En total, una hora desde el hotel hasta la línea amarilla, por la que debemos recorrer tres estaciones.

          Tras preguntar a varias personas y caminar entre monos hambrientos, llegamos al sitio indicado. Un policía nos dice que hoy está cerrado. ¿Un lunes?. Otro nos indica, que hay una sucursal cerca del parlamento. Pero allí, solo hay obras y más obras y el montaje de un escenario para el Día de la República. ¿Pero no es el 15 de agosto?. No puede ser festivo, porque todo está abierto. Al pasar por el banco, de vuelta, el primer policía nos llama y nos dice que pasemos. Efectivamente, nos lo certifica un empleado: está cerrado, sin más explicaciones.

          Se nos han fastidiado todos los planes de la jornada y no hemos cambiado los billetes. Lo dejamos para mañana. No tenemos más días, porque por la noche tomaremos un tren para New Jalpaiguri. Cuando ya casi nos hemos olvidado aparece una sucursal del PNB, donde mi pareja ha oído, que también los cambian. No es así, pero al menos nos dan la dirección exacta, que no es la que teníamos, sino donde nos mandó el segundo policía. Es la siguiente: Reserve Bank of India. Parlamient street.

          Continuará.....

Lo que pueden dar de si dos billetes de dos mil rupias

           La primera gestión fue la del visado, que obtuvimos con extraordinaria rapidez, entregando la aprobación y poniendo en una máquina, el pulgar derecho. A mí, como en la anterior visita al país, no me la leyó, por lo que debo carecer de ella.

          El primer inconveniente no tardó en llegar. La vez anterior nos habían sobrado dos billetes de 2000 rupias. Quisimos cambiarlo en cuatro oficinas del aeropuerto y de forma muy borde, en todas nos contestaron lo mismo: que no trabajaban ese billete. No entendimos nada. Pero no tuvimos que cambiar porque el metro al centro lo pagamos con tarjeta.

          La segunda fue caminar siendo noche cerrada, por calles imposibles, sin asfaltar, con el firme deteriorado con grandes socavones y con multitud de charcos y barros. El norte de India en invierno es mucho más duro, que en verano.

          Tercer descuadre. Han cerrado la tienda de la cerveza de siempre, aunque han abierto otra enfrente. Pero para llegar, debemos cruzar una terrible carretera a oscuras, con un tráfico brutal y con los vehículos sin ninguna luz.

          Cuarta adversidad. Queremos comprar unas botellas de güisqui y al ir a pagar nos espetan, que para ese billete, hablemos con el banco. Son las diez de la noche de un sábado y ni siquiera están abiertas las oficinas de cambio.

          Llega la quinta mala noticia: el cajero nos cobra un 9,50% de comisión. No nos queda otra, que asumirlo, porque tampoco podremos sino, pagar el hotel. Afortunadamente este lo encontramos sin dar demasiadas vueltas, aunque los precios han subido sensiblemente.

          Cinco contratiempos en menos de dos horas. El siguiente, dejo pasar la noche de por medio.

          Sexto problema. Queremos cambiar de hotel, porque el wifi solo lo tienen en la recepción. Preguntamos en casi veinte y desistimos, porque cuestan más del doble, que donde estamos. No es mala habitación, pero sí ruidosa.

          Séptimo quebradero de cabeza. Han cambiado la oficina de venta de billetes de tren y nos cuesta encontrarla. Todo ello acompañado, de que vamos rodeados de comisionistas, que nos dicen, que allí solo venden billetes para indios y nos quieren llevar a las caras agencias. Por supuesto, no creemos una sola palabra.

          ¡A por la octava!: rellenamos el formulario, para adquirir los boletos a New Jalpaiguri. Nos dicen, igual que a unos franceses, que estaban delante de nosotros, que los billetes de 2000 rupias los han retirado por la corrupción.  Y, alucinante, no se puede pagar con tarjeta en una empresa de más de un millón de empleados. Nos cuesta más de media hora ir y volver  a una oficina de cambio

domingo, 28 de enero de 2024

Saliendo de Emiratos

           Ingenuo de mi, después de cuatro viajes a India, que acumulan cerca de un año de estancia en el país, le había dicho a mi pareja días atrás: "después de tantas noches de dormir en el aeropuerto y de encontrar hotel, el día siguiente lo dedicamos a cuatro gestiones rápidas y el resto, a descansar ". La única forma de reposar en India es, no salir de la alcoba en toda la jornada. En el momento, que pisas la calle, problemas.

          Treinta horas, antes del vuelo, Etihad nos mandó un correo indicándonos que ya podíamos hacer el check in on line. Desconfiamos, porque la última vez, que volamos con ellos, hace poco más de un año, no fue posible. Mal hecho, porque en poco más de diez minutos, teníamos las tarjetas de embarque en el móvil, con asientos contiguos. Es la primera vez, en cualquier compañía, que nos permiten hacerlo por internet, habiendo un visado de por medio. Habíamos optado por la aerolínea d Abu Dabhi, por su reducido precio -unos ochenta euros -, a pesar de haber tenido con ellos un aparatoso aterrizaje de emergencia, a finales de 2022. 

          Salimos de Emiratos, sin problemas, ni en el control de pasaportes, ni en el de equipajes (toda una novedad). Hacia mucho tiempo que no volábamos -incluidos los trayectos de más de doce horas -, en una compañía, que entregué comida gratuita, por lo que devoramos el pollo con tomate y dalh y ensalada de pimientos y berenjenas, con salsa de queso y una especie de arroz con leche... Llegamos en hora.

La visita a la mezquita Sheikh Zayeb

          En algunos sitios de internet se asegura, erróneamente, que para coger los buses, en Abu Dabhi, debes comprar una tarjeta de plástico, que cuesta 10 dirham. La realidad es bien distinta: pagando 20 te entregan una de cartón gratuita, que te incluye unos 8 o 9 viajes -no es cifra exacta, costando cada viaje unos 7 céntimos, que puedes usar en las líneas que quieras. Todos los recorridos cuestan lo mismo, incluido el del aeropuerto. En el bono pone "temporary", pero no aclara el periodo que cubre. Para quien vaya tieso, decir, que resulta bastante fácil colarse en los buses de Abu Dabhi, porque son muy confiados.

          En el exterior de la terminal A, se toma el A2, que te deja enfrente de la estación de autobuses interurbanos. Debes cruzar el paso elevado al otro lado y coger el 94. Cada trayecto dura una media hora y el tiempo del transbordo resulta variable (10 minutos a la ida y más de media hora, a la vuelta).

          Si estáis en una escala, deberéis disponer de entre siete y ocho horas, para ir, volver y visitar el templo, sino queréis perder los nervios o peor: el vuelo. En taxi, tal vez os valga con cinco.

          El acceso es largo y complicado, sobre todo, si vais a primera hora, porque coincidiréis -como nosotros - con los numerosos y pesados grupos organizados. La entrada es gratuita. Se desciende hasta un enorme centro comercial y hay que ir hasta el principio -para que te empape de todas las tiendas y restaurantes, casi vacíos, donde te registran. El formulario es en árabe solo, pero tranquilos, porque lo rellena un amable empleado. Después y con el QR de la mano -nos lo pidieron más de 20 veces a lo largo de la visita - cruzas el mall entero y te indican el camino. Debes subir y bajar varios tramos de escaleras y transitar por varias cintas móviles, como las de los aeropuertos, antes de acceder al patio: ¡Un coñazo integral! Efectúan un riguroso control de equipajes, antes del acceso, donde dan especial importancia a la tecnología y a los cigarrillos electrónicos. Nosotros introdujimos alcohol y no lo detectaron, al ir en botes muy pequeños..

          La mezquita -construida en 1996- es grandiosa. Se visita el exterior, el patio -el centro está cerrado, por lo que las fotos salen sin casi nadie- y algunas estancias interiores, con el mirrab y una alfombra de más de 5400 metros cuadrados, elaborada en dos años, por 1200 artesanos del sector. En el recinto total entran  cuarenta mil personas. A las mujeres les basta con no ir muy veraniegas y un pañuelo para la cabeza.

sábado, 27 de enero de 2024

viernes, 26 de enero de 2024

Abu Dhabi

           Durante nuestra estancia en Inezgane, ya habíamos decidido, cambiar nuestros planes. Los vuelos entre Abu Dhabi y Mascate ya se habían disparado, al igual que los de esta ciudad y los diferentes destinos en India. Por otra parte y en la dirección contraria, habían caído drásticamente las tarifas entre Abu Dhabi y Delhi o Bombay. No fue difícil decidir dejar Omán para el final del viaje, a la vuelta, cerca de Semana Santa, y marcharnos directamente,  a New Delhi, para desde allí, tomar un tren hacia New Jalpaiguri, a escasos kilómetros de Darjeling, donde conseguir los permisos para Sikim.

          El cambio de rumbo, lo materializamos en nuestra escala en el aeropuerto de Viena, al reservar con Etihad y por 80 euros un vuelo con destino ala capital de India. Eso nos dejaba de margen, dos días para movernos por los diferentes puntos de Abu Dhabi, cuya principal visita y como no puede ser de otra manera, es la alejada Gran Mezquita. Ya estuvimos en esta ciudad en 2011, pero al venir solo unas pocas horas, rumbo a Ala In y Omán, nos equivocamos de autobus y nos quedamos sin margen de tiempo para visitarla 

          En la próxima entrada, os hablaremos de la logística de esta pequeña excursión, si se hace de forma individual pero de momento, nos vamos a centrar en los aspectos prácticos de esta ciudad tan dispersa.

          La mejor noticia es el transporte urbano, es muy barato, eficaz, frecuente, cómodo y nuevo. Para una estancia corta como la que hace la mayoría de la gente en las escalas no se necesita ni es recomendable, comprar la tarjeta permanente de transporte público, que cuesta 10 dirham al contrario de lo que se explica en muchos blogs que solo escriben de oídas.

          Lo más complicado y ya lo sabíamos de antemano, porque llevábamos dos semanas buscando, es el capítulo del alojamiento. Los hoteles convencionales, a diferencia de Dubai o Sarjah, son realmente caros. La mayor parte de la oferta de precio medio -económicos no hay-, está formada por los apartamentos turísticos, que en la mayoría de los casos son muy difíciles de loca, yienen propietarios despreocupados por tu situación y se suelen pagar por adelantado sin posibilidad de recuperar el dinero. Ante l situación de no poder hacer una reserva fiable, no nos ha quedado otra, que dormir dos noches en el aeropuerto. Evidentemente, la segunda la pasas mejor que la primera, porque vas descubriendo cosas y aclimatándote al sitio. Buen wifi y posibilidad de tumbarse en varios lugares. Desde luego, el ahorro compensa sobremanera, el precio a pagar por subir y bajar en el eficiente autobús.

          La mejor forma de alimentarse en Abu Dabhi - como nos pasó en el resto de Emiratos, en 2011-, es la gran oferta de comida preparada de los supermercados, mucho más barata, que la de los restaurantes de comida rápida o India, que predominan en la ciudad. Los super más baratos son los Lu Lu -más que los Coop-, y se encuentran en los numerosos centros comerciales, que tienen casi las dimensiones de ciudades enteras.

          La mezquita es única, la Corniche muy discreta -siendo la menos agraciada de todas las ciudades del golfo Pérsico-. Y sin casi más atractivos, entre moles de edificios similares, cuesta cogerle el pulso a la ciudad. Y se lo fuimos a tomar, poco antes de irnos, al descubrir la gran tienda y de las bebidas alcohólicas, que lejos de cobrar altos impuestos, venden a unos precios y muy razonables. Nosotros hemos adquirido una botella de ron cubano a 2,50 euros y medio litro de cerveza strong a poco más de un euro, lo que es imposible, en cualquier otro país musulmán. Está ubicada cerca de la estación de autobuses, junto al Queen Palace. Y tiene una apariencia muy discreta, porque no dispone de cristaleras en la puerta y está se abre y se cierra, con el acceso y la salida de los clientes, por lo que sino hay muchos flujos, es casi imposible percibirla. Abre de 9 de la mañana a diez de la tarde y en su rotulación pone "Drinks and Delhigts. Es un buen motivo para en el  futuro seguir, haciendo escala en Abu Dabhi.