Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

viernes, 17 de julio de 2020

Por Asturias occidental

 
            Fotos de Vegadeo, Figueras y Castropol 

       Decir, que a lo largo de nuestras ya dilatadas vidas, hemos llevado a cabo bastantes viajes por el norte de España, por lo que en este, solo hemos visitado lugares, que no conocíamos. Por tanto, han quedado fuera de este recorrido núcleos, como Navia, Luarca o Cudillero.

          Los pueblos de Vegadeo y Castropol tienen una población similar, que ronda los cuatro mil habitantes. Sin embargo y para nuestra sorpresa, su actividad y funcionamiento son completamente distintos. La primera resulta vibrante, llena de comercios, de sucursales bancarias, de hoteles y de hostales, de supermercados... En definitiva, está llena de vida y movimiento.

        Castropol parece un lugar muerto, incluso llegando a las cuatro de la tarde. Tan solo hemos visto una tienda y ya ha cerrado hace tiempo y un par de bares y restaurantes junto a la orilla de la ría. Un solo alojamiento -un caro hotel de 60 euros-, dado que hay otro, que en la actualidad está cerrado. Menos mal, que llevamos provisiones de todo tipo. Pero, la noche, nos tocó pasarla en la calle hasta que de madrugada, cogimos el bus para Tapia de Casariego.

          Sin embargo, Castropol es mucho más bella que Vegadeo, donde merece la pena hacer la ruta de los once puentes. Cerca de este lugar, se encuentra Taramundi, que tiene muy buena pinta, pero que habíamos tenido que descartar por razones logísticas.

        Castropol es recogida y presenta bastantes cuestas, una bonita iglesia y unas calles de Bellas construcciones. Un entretenido paseo por la ribera de la ría - desde donde se ve el puente de los Santos, que une Galicia con Asturias-, mientras algunos pescadores vienen con su género fresco y una bonita puesta de sol completaron una buena tarde.

          Previamente y con el bulto a cuestas, habíamos hecho un sendero peatonal y bien habilitado, que une está población con Figueras. Son algo más de cinco kilómetros de ruta, a través de un terreno algo escarpado, al principio y bastante más cómodo desde la mitad de la senda.
 
        La ciudad de Tapia de Casariego, algo más grande, que las anteriores es chula y homogénea, aunque la esperábamos aún mejor. Sin embargo, nos encantó su maravilloso entorno geográfico y sobre todo, su playa, que disfrutamos viendo amanecer en un día extraordinariamente nuboso y ventoso.

          Hay, que tener en cuenta, que la estación del FEVE de esta última localidad, está a más de cinco kilómetros del centro de Tapia. O tomas un taxi o te aventuras por ui carretera con poco arcén, siete con dirección, a La Roda.

El viaje por tierras gallegas

.                                Ribadeo, Lugo
         De madrugada, tomamos un ALSA, a Oviedo y tras enlazar con la línea del FEVE, dirección a Ferrol, a las once de la mañana estábamos ya, en Ribadeo, ciudad, que ya conocíamos, aunque no así sus alrededores. EI esta zona pasamos solo tres días, en los que vivimos las cuatro estaciones, desde la lluvia y el fresco, al sol impenitente.

        Tras encontrar un agradable hotel y tomar el pulso a la localidad, nos dirigimos al puerto, al faro y al puente de madera con el fin de recorrer el agreste sendero -a veces se cruza con una carretera comarcal-, que tras más de veinte kilómetros, llega hasta la famosa playa de las Catedrales. La ruta es esforzada, aunque los desniveles no son de los más exigentes si es, que estás en buena forma física. Las vistas de la escarpada costa resultan magníficas.

          Esta senda se puede recorrer en un día, pero no saliendo a las dos de la tarde, como hicimos nosotros, por lo que a los doce kilómetros y no habiendo transporte de vuelta desde Esteiro, que solo circula por la mañana, nos dimos la vuelta.

          La segunda jornada tomamos el FEVE hasta Esteiro -una sola estación- y tras caminar un kilometro, llegamos a la playa de las Catedrales. Había pleamar, con lo que estaba completamente cubierta hasta las cinco de la tarde (conviene descargarse alguna aplicación con los horarios de las mareas). Nos pusimos a andar en dirección, a Foz, cerca de ocho kilómetros, contemplando maravillosas playas, como A Longara, Fontela, As Pasadas, punta de Castro, Área Longa y al otro lado, la de Esteiro, de Illas, Os Castros, los Juncos, cetarea de Rinlo, Rinlo, Río y Cruces.

        Deshicimos el camino andado hasta Ribadeo por carreteras secundarias cercanas a la magnífica costa, echándole unas cuatro horas. El sol no tuvo piedad de nosotros y nos achicharramos la piel de la cara, el cuello y los brazos.

          La mañana del tercer día nos quedamos paseando por la ciudad y por su vibrante mercadillo, para cerca de la hora y comer, acercarnos a Vegadeo, ya en Asturias (por el interior de la ría y no cruzando el puente de los Santos)

La " nueva normalidad" en los viajes (parte II)

 
                                  RIbadeo, Lugo
 
      -Playas: La realidad es muy heterogénea, pudiéndose dar casos totalmente contrapuestos, incluso dentro de la misma comunidad autónoma. A la playa de las Catedrales acudimos el 30 de junio, justo un día antes de que fuera obligatoria la inscripción y cita previa para visitarla. Pero, el caso es, que entre Ribadeo y Foz hay decenas de playas de casi similar belleza y con escasez de bañistas, ei las que no hay vigilancia alguna o esta se limita a un socorrista.
 
        En Asturias, también son numerosas -muchas de ellas, distribuidas a lo largo de las rutas de senderismo del norte- las playas en las que puedes estar tú solo o escasamente acompañado, a lo largo de todo el día. Lastima, que la temperatura del agua solo es apta para los muy valientes y las banderas amarillas y rojas suelen ser muy frecuentes.

          Podemos establecer tres tipos de situaciones, vividas a lo largo de nuestro periplo norteño:

          1.- Playas con aglomeraciones significativas y sin apenas control. Como ejemplo, las de Guadamia, junto a los Bufones de Pria o uno de los espigones del pueblo de Candás. En el primer caso y cuando sube la marea, la zona de arena se reduce mucho. Era domingo y la gente no respetaba distancia alguna, no habiendo nadie para tomar medidas de control.

          La playa de Candás estaba vacía, pero uno de los espigones se encontraba abarrotado de jóvenes, que estaban tan juntitos y revueltos, que solo les faltaba estar unos encima de los otros.
 
        2.- Playas con aglomeraciones y con control discreto. Es el caso de uno de los grandes descubrimientos del viaje: la fantástica de las Cuevas del Mar, en Nueva. Mucha concurrencia, también en domingo y normas flexibles, aunque sin apelotamiento. Algunos frikis habían dibujado su propio cuadradito o círculo en la arena de distancia con los demás.
 
        3.- Playas casi vacías y supervigiladas: el caso más llamativo resultó ser, las de San Lorenzo y Poniente, en Gijon. Había muy poca gente en la arena y casi toda bien dispersa. Sin embargo, han contratado a personal -no son precisamente, pocos-, que con un peto fosforito y la denominación de "serenos" no dejan de tocar las narices a todo el que se acerca a la playa con recomendaciones u obligaciones diversas. No sería exagerar mucho decir, que había más de estos, que bañistas.

        -Conciertos. Pues si. En este viaje tuvimos la suerte de poder asistir a nuestro primer concierto de rock, desde que en el pasado mes de marzo se declarará el estado de alarma. Fue en la plaza de la catedral de Oviedo, el pasado día 13 de julio, donde disfrutamos de Bueno y Alberto & García. La organización rayó entre lo patético y lo absurdo.

          Durante la tarde y frente a un escenario discreto, fueron colocando sillas aisladas entre soy de una en una, protegidas por normas muy estrictas: no se pueden tocar, ni al sentarse, ni al levantarse; obligatoria la mascarilla; estancia individual y sin compañía; debes darte gel a la entrada y a la salida del recinto; no puedes ni fumar, ni beber nada...
 
        Sin embargo, la amplia parte de arriba de la plaza quedó abierta al tránsito, de manera que a medida que iba cayendo el crepúsculo, empezó a llenarse de gente sin mascarillas, sin ningún tipo de distancia física, bailando y bebiendo en plan botellón, hasta congregar a varios centenares de personas sin intervención alguna de la autoridad. ¡El que organizó esto se ha cubierto de gloria!

          El día 15 tocaban los Axelotes Mexicanos en un concierto, al que nos hubiera gustado asistir, si lo hubiéramos sabido con más tiempo. Desconocemos, si durante su actuación, se repitieron estos hechos.

jueves, 16 de julio de 2020

La " nueva normalidad" en los viajes ( parte I)

 
                    Ribadeo, en Lugo
 
      Quede claro, que no me gusta nada este confuso concepto creado por nuestros gobernantes para vendernos un humo, que yo no les voy a comprar. La normalidad, nunca puede ser nueva, porque entonces, dejaría de serlo. Pero bueno: el aberrante dislate sigue en la línea de telón de acero, crecimiento cero, discriminación positiva...

          Apenas una semana después de la finalización del larguísimo estado de alarma, nos pusimos en marcha para un viaje de siete u ocho días, que acabó siendo de dieciséis, por Asturias y parte de Galicia oriental. Queríamos experimentar y de primera mano, lo que la pandemia ha cambiado los viajes. Empezamos rodeados de incertidumbres, como es natural.

          Este proyecto forma parte de un triple plan. La segunda patita del mismo, sería hacer una escapada europea de diez días -Italia o  Grecia, probablemente-, en agosto, para observar, como son las cosas en otros países y ver, sobre todo, como está el tema de los aeropuertos. Y, por último y ya para el otoño, trataríamos de arrancar el noveno viaje largo, por países asiáticos, todavía por concretar.

          Pero, vayamos al tema propuesto:
 
        -El transporte: Tanto el público, como el privado, han reducido su frecuencia, en algunos casos, de forma bastante drástica. Sirva de ejemplo, que de los cuatro FEVES diarios, que circulaban entre Oviedo y Ferrol, ahora solo opera uno, a primera hora de la mañana.

          Hemos constatado, que en ALSA -algunos buses van bastante llenos-, son bastante exigentes con el uso correcto y obligatorio de la mascarilla, siendo un poco más transigentes y tolerantes en las líneas de ferrocarril.

          Los baños de las estaciones de trasporte público están abiertos y los de los trenes, también.

          -El alojamiento: Es donde menos hemos notado cambios, junto con la restauración. No tuvimos, qy usar mascarilla, ni en las zonas comunes, ni en el ingreso o salida y los empleados tampoco la llevaban puesta. Lay habitaciones limpias, pero sin ninguna medida de protección adicional. Ni siquiera, en los que tuvimos, que compartir el baño (más o menos, la mitad).
 
        Lo que si se debe tener muy en cuenta, es que el mecanismo de las reservas de la mayoría de ellos ha cambiado, supongo, que debido a la falta de cash en los hoteles, ocasionada por el largo parón. De esta forma en Booking y hasta marzo, la mayoría de las reservas eran cancelarles hasta uno o dos días antes. Ahora, la casi totalidad, son no reembolsables, por lo que si no vas, pierdes el dinero. Solo unas poquitas se pueden cancelar, pero con periodos, que rondan la semana de antelación.

          Como consecuencia, nosotros no hemos reservado ni un solo alojamiento y los hemos gestionado todos a la llegada al destino, siempre con éxito y la mayoría de las veces, un poco más baratos.
 
        -Oficinas de turismo: No hay un modelo fijo, dependiendo del grado de paranoia en el que viva cada persona, que te atiende. Las hay, que no te dejan tocar nada, ni acercarte a menos de dos metros. Pero también, otras más cercanas, que atienden, como antes.

          -Bares y restaurantes: Normalmente, terrazas abarrotadas -sobre todo, en Oviedo-, y sin apenas ninguna medida de seguridad. La diferencia más palpable con los viejos tiempos es, que los interiores de los establecimientos, están algo más vacíos, que antes.

          Dejó para un segundo post, asuntos, como las playas o los conciertos, dado que merecen un comentario más largo y detallado.

sábado, 11 de julio de 2020