Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

domingo, 26 de agosto de 2012

Los valles de la Luna y de la Muerte


El autobús de dos pisos, con destino hacia San Pedro de Atacama, sale puntual. Vemos ponerse el sol, cuando solo llevamos una hora de viaje. Nos enfrentamos a un viaje de 24 horas, el más largo que hayamos hecho hasta ahora en el continente.
Todas las fotos son del desierto de Atacama, menos la última, que es de San Pedro de Atacama
            El panorama en el colectivo es el mismo, que el de otras noches: Siempre, hay un roncador compulsivo y uno o varios niños, llorando. Como no me duermo, me pongo música en el MP4 y mientras escucho, al argentino Fito Páez, observo el bonito paisaje que rodea la franja de La Serena. Los pueblos, las montañas y las playas se van sucediendo, mientras la luna llena se refleja en el majestuoso océano Pacífico.

            Es una pena, que el paisaje fuera tan bonito por la noche y ahora no tenga interés alguno. No disponemos de demasiada comida y agua, porque nos habían dicho que nos darían el desayuno y dos comidas, pero el primero ha consistido en un minúsculo zumo y las segundas, no sabemos cuando llegarán, porque ya son las dos y no hay noticias de ellas

A las tres, llegamos a Antofagasta. Llevamos casi hora y media de retraso. Paramos diez minutos. Bajamos corriendo a comprar algo, que llevarnos a la boca y al cruzar la calle, faltan menos de cinco centímetros, para que me atropelle un coche. Menos mal, que tanto el conductor como yo, hemos tenido reflejos.

            Arribamos a Calama, donde se baja la mayoría del pasaje. Llevamos dos horas de demora y al conductor y a su ayudante, no se les ocurre otra cosa, que ponerse a limpiar el servicio, con toda parsimonia. ¡¡Era la gota, que faltaba para colmar el vaso!!. Le hacemos saber de neutro descontento, pero para variar, no nos hacen ni caso. Escribiremos una reclamación, a Turbus, por las numerosas molestias, que nos están ocasionando: Mientras llegamos, contemplamos la segunda puesta de sol, desde este mismo autobús.

             Los principales atractivos de San Pedro de Atacama son, la iglesia del mismo nombre -rodeada por un muro de adobe, tiene tres puertas coronadas por un arco y es la más grande y bella de la zona-, la casa Incaica y el Museo Arqueológico.

            A la mañana siguiente y una vez, que abre la oficina de turismo y que nos dan los suficientes elementos de juicio, empezamos a tomar decisiones. El Valle de la Luna está a 12 kilómetros del pueblo y se puede hacer, perfectamente, alquilando una bicicleta o andando. Comeremos pronto e iremos poco a poco hasta allí, con tranquilidad. Preferimos hacerlo así que organizado, porque en el programa que ofrecen las agencias, se ve todo muy deprisa y se hacen solo dos o tres paradas, de poco tiempo,

            El Valle de la Muerte está más cerca todavía, a unos cuatro kilómetros, por la carretera por la que vinimos ayer. Lo dejaremos para mañana por la tarde. Por diversas causan, no contrataremos la excursión de los geisers del Tatio.

            Primero, andamos durante 15 minutos hasta un cruce. Luego 40, por una carretera y una hora, por una segunda, por la que nos hemos metido, a mano derecha (es bien empinada, como nos habían dicho). Llegamos a la boletería, donde nos dan un folleto/plano y pagamos los 2.000 CH$ de la entrada. El calor es intensísimo y no nos habría sobrado, si incluso, hubiéramos traído más, que cinco litros de agua.
            El Valle de la Luna es una depresión, rodeada de dunas desérticas y cerros con impresionantes crestas filosas, que se encuentra sobre la Cordillera de la Sal. Forma parte de la Reserva Nacional de Los Flamencos.

            Por el interior del valle –y descontando las paradas- caminamos otra hora y cuarto, hasta llegar a las Tres Marías (tres pequeñas, esbeltas y bonitas formaciones rocosas, que se encuentran casi al final).

            Comenzamos recorriendo el sik -del estilo al de Petra, aunque mucho más modesto-, hasta llegar a la cueva. Menos mal, que traemos la linterna, porque si no es imposible visitar el interior. Hay que agacharse bastante y tener cuidado, porque las rocas son bastante cortantes y a veces, es necesario, moverse a gatas.

            Pasamos de largo los miradores –a los que subiremos a la vuelta, para ver la puesta de sol- y nos desplazamos por delante del bello Anfiteatro, hasta llegar al final. De camino y al margen de las señaladas, hay centenares de bellas formaciones rocosas recubiertas de sal, que convierten a este lugar, en un verdadero santuario de la naturaleza.

Estamos solos, durante toda la tarde, pero a las siete menos cuarto, se empieza a llenar de autobuses y de grupos de guiris, en tropel. Menos mal, que no hemos venido por agencia, porque a parte de tirar 10.000 CH$ (los dos), nos habríamos enfadado bastante y encima, no hubiéramos disfrutado de esta maravilla, como lo estamos haciendo.        

            Todos, nos aprestamos a escalar por el lateral de la duna, para contemplar la puesta de sol, que en este punto, tampoco tiene nada de espectacular, pero al bajar e ir retrocediendo, es cuando vemos el más bello atardecer, que hayamos observado en nuestras vidas.

Y es, que el cielo se va convirtiendo poco a poco, en una amalgama de colores y tonalidades, que van variando, cada escasos minutos, haciendo una tras otra, decenas de impresionantes acuarelas. A la vez y siguiendo el ritmo acompasadamente, van cambiando las tonalidades de las rocas y de la sal, dando lugar a estampas, sencillamente, espectaculares.
Volvemos. Algunos conductores nos quieren, llevar. Declinamos, amablemente, la invitación, porque hay luna llena y queremos volver viendo el valle, guiados por su luz. Pasan dos chicas en bicicleta, que nos saludan efusivamente. A estas horas, ni ellas ni nosotros sabíamos, que íbamos a compartir, tanto tiempo, juntos, en el futuro

Por la carretera pasan decenas de camiones, de los de transporte de coches, pero vacíos y nos da la sensación, de encontrarnos en una “road movie”, en medio del desierto y que, de un momento a otro, nos van a meter en el interior de uno de eso trastos y nos van a secuestrar. ¡Las malas pasadas de la mente
           
En la jornada venidera, cuando iniciamos el camino para el Valle de la muerte, varias chicas recorren el pueblo voceando “pan amasado”. Si la visita de ayer nos había impresionado, ahora nos quedamos con la boca abierta y es tal el impacto, que no sabemos, si podremos cerrarla algún día. Sus formaciones son espectaculares y caprichosas, aunque a diferencia del de ayer, son de arena y de adobe -o algo similar- y no tanto de piedra. También hay algunas estructuras salinas.

Sorprendentemente, el Valle de la muerte, que es el desierto más inhóspito del mundo, en el que no se alberga, absolutamente, ningún tipo de vida, es gratis. Estando en Chile, ¡no nos lo podemos, creer!. 

sábado, 25 de agosto de 2012

"Bienvenidos y prepárense para ser desplumados"

“Bienvenidos y prepárense para ser desplumados”, es un cartel de advertencia, que deberían colocar en todas las fronteras de Chile. Y es, que en esta nación no se sonrojan, al tratar de desplumar al máximo viajero, en la visita a las diferentes atracciones turísticas.

Para un español medio, Santiago suena a dictadura, a derramamientos de sangre, a Pinochet y a inseguridad ciudadana. Pero, ninguna de estos cuatro elementos, se hallan hoy presentes, en el entramado social de la ciudad. Veníamos con unas no muy altas expectativas y esta urbe nos ha encantado. Mucho más, que Buenos Aires.
 Las primeras seis fotos de este post son, de Santiago (Chile)
En nuestra opinión, el mayor encanto de Santiago reside en su amplia zona peatonal, que emerge desde la plaza de Armas, donde resulta una delicia pasear sin prisa, tomar o comer algo y ver a los chilenos en sus actividades cotidianas. Este barrio cuenta también con otras plazas con encanto, que lo hacen mucho más acogedor e íntimo, que los de las grandes ciudades, que hemos visto hasta ahora en el continente.

Llevan a cabo su trabajo, bastantes vendedores callejeros, lo que nos hace pensar, o bien que aquí la legislación es algo más relajada en esta materia o que la situación económica es menos boyante, que en la vecina, Argentina. Más adelante, nos iríamos dando cuenta, de que no siempre ambas cosas están relacionadas: Por ejemplo, Ecuador es un país de los más pobres de Sudamérica y apenas hay venta ambulante.

Nos llaman, extraordinariamente la atención, los vendedores de mote con huesillos -especialidad local, que nunca llegamos a probar-. Mientras y en las horas del mediodía, que ya estamos, los lugareños abarrotan las cocinerías y fuentes de soda, con la intención de poder llevarse algo a la boca.

            Uno de los emblemas nacionales es, la plaza de la Libertad, donde se halla el famoso Palacio de la Moneda, que permanece constantemente rodeado de policías, que impiden el paso desde una distancia considerable. Creo, que la señora Kichner gana a la señora Bachelet ,en cuanto a la belleza de su palacio de gobierno. En la parte de atrás, se encuentra la plaza de la Constitución.

            Sin lugar a dudas, nos enamoramos de sus cerros. Nos encanta el de Santa Lucía, a cuya cima no es demasiado esforzado, subir: También, la fuente de la Terraza de Neptuno, que está casi a la entrada y las alegres cascadas. Igualmente, las construcciones repartidas por toda la montaña y las vistas, tanto de la ciudad, del otro cerro -el de San Cristóbal-, como de los imponentes Andes, que nos circundan e impresionan. Hay un poco de neblina perpetua en las montañas, según dicen, provocada por la contaminación.

            Otra opción interesante, es dar un paseo por el barrio de la Bellavista y Lastarría. Es precioso, bohemio y hedonista, con sus casitas de colores. Aquí tuvo una casa Pablo Neruda. Se nota, que vive gente con plata. Salimos a la calle Pío Nono, muy animada y llena de terrazas, donde sirven litros de cerveza a partir de mil pesos.

Como ya de está al lado, hay que decidirse, a subir al cerro de San Cristóbal, donde están el zoológico y el Parque Metropolitano. Este sí, que es más esforzado, dado que en una distancia que no es muy larga, hay que ascender, casi desde los 300 metros a los 800. En la cumbre se encuentra la estatua de la virgen de la Inmaculada Concepción, de 14 metros de altura. También existe una capilla, donde se da misa al aire libre y un Memorial. Se nota, que es un centro de peregrinación, con multitud de mensajes pidiendo o agradeciendo cosas.

La avenida Providencia –que nomina al barrio del mismo nombre-  está siempre muy animada, con gente que sube y baja o que compra en los establecimientos de la zona. Cerca hay una oficina, que vende los boletos de Turbus, compañía que a cambio de 27.700 CH$, nos debe llevar en la tarde de pasado mañana, a San Pedro de Atacama (un día completo de viaje).

Lo único que no nos ha gustado, es que por la noche, Santiago es una ciudad bastante mal iluminada, aunque en ningún momento, hemos llegado a temer por nuestra seguridad. Nos ha decepcionado, el barrio de Brasil, que esperábamos, fuera menos residencial

El camino, a Valparaíso, ha sido un Vía Crucis. No sólo, hemos tenido que aguantar, a Tatiana, una pasajera, que sabe de todo y no suelta el móvil de la oreja, sino un concierto entero, de los Iracundos –un grupo uruguayo casposo-, enel monitor de televisión.
               Las últimas cuatro fotos de este post son, de Valparaiso (Chile)
Al poco de estar en esta ciudad, uno ya se puede dar cuenta de que hay tres zonas bien diferenciadas:

            1ª.- El espacio comprendido entre la estación de autobuses y el centro, que es eminentemente comercial y tiene bonitas casas, aunque algunas bastante decadentes.

            2ª.- El centro. Está al lado del puerto. También tiene plazas y calles bonitas, pero está algo descuidado.

            3ª.- Los cerros. Al contrario de lo que pudiera pensar y según mi opinión, claro, es más bonito lo que se ve en los propios cerros, que lo que se observa desde ellos. En los cerros, hay cuidadas zonas residenciales de casas de chapa y de vivos y variados colores. El más importante es el Cerro Concepción, al que por 250 CH$, se puede subir en un ascensor que fue inaugurado en 1.883 y que durantes bastantes años, funcionó con vapor.

            Retornamos, a Santiago, de noche. Habíamos pensado coger el metro, para franquear las seis estaciones, que nos separan de nuestro hotel, pero los alrededores de las estaciones Alameda y Borja están tan animados –con decenas de puestos de todo tipo y muchas gente en sus alrededores-, que decidimos, retornar andando. Como es viernes, las pandillas de chicos y chicas han tomado las aceras, para disfrutar de unas horas de diversión.

miércoles, 22 de agosto de 2012

Desde El Calafate, a Santiago


             Nos marchamos de El Calafate bastante enfadados, después de haber leído en la prensa local, que están tratando de que la zona, tenga un “turismo de calidad”. Traducido a un lenguaje comprensible, significa encarecerlo todo y mayormente, poner trabas, a los que llegamos con presupuestos más bajos.. Eso ya han aprendido a hacerlo en Torres del Paine, donde todo cuesta un pastón, aún siendo los diversos servicios, pésimos (por ejemplo, los buses que unen Puerto Natales, con el Parque Nacional). ¡Qué tengan cuidado unos y otros, porque determinadas decisiones, se pueden tornar en su contra!.
                                                                          Ambas fotos son de Bariloche (Argentina)
            Nuestro siguiente destino es Bariloche, pero llegar por tierra, resulta una aventura. No por las cosas, que te acontecen de camino, sino por la distancia y por los cambios de transporte. Primero, debemos tomar un colectivo a Río Gallegos. Allí, esperar y subir a otro, con destino a Comodoro Rivadavia, una ciudad de la Argentina profunda, con casas de alubión o a medio hacer. Y finalmente y desde este lugar, un tercero, que nos pone en nuestros destino. En total, unas 32 horas, incluyendo el tiempo entre transbordos
              Puerto Montt (Chile)
            Horas y más horas, transitando por la cansina Patagonia y viendo la misma estampa, en forma de pedregoso, seco y aburrido desierto. Tan anodino es el viaje, que al llegar a Caleta Olivia y por ver una bonita playa, nos pega un subidón tremendo. Pocas más cosas pasan, salvo unas musulmanas, que se dedican a eliminar cualquier rastro de cerdo, en los sándwiches, que nos han entregado y una señora, que en el bus nocturno, cae fulminada y nos mete a todos un gran susto. Afortunadamente, se recupera.

            Bariloche es un lugar cuidado y caro. Está bien, pero esperábamos algo más. Dicen, que es la Suiza argentina, pero francamente, prefiero el país helvético. Y Federer, también. Cruzar el paso andino entre Argentina y Chile, vuelve a ser algo exótico. En esta ocasión, nos recogen los pasaportes y nos van llamando en forma de lista, por familias, como si estuviéramos en el colegio o el médico. El paisaje es maravilloso, a pesar de que lo estropea, parcialmente, la densa niebla. Hace algo de frío.
                                                                                                        Isla de Chloe (Chile)
            Puerto Montt es un destino discreto. Lo mejor, la habitación que tomamos, en una casa particular –cuya dueña, nos ha abordado en la estación- y el enorme y bien abastecido supermercado, Jumbo. En el cono sur americano, la atención al cliente en estos establecimientos, es nula. Como, a la cajera quiere quitarse de encima monedas, nos da la vuelta en un rollo de 25 unidades de pequeño valor, envueltas en plástico y pegadas con celo. También, nos llaman la atención, las alargadas ristras de mejillones, otros moluscos y algún crustáceo, que han sido secados y puestos a la venta. Supongo, que luego toca, hidratarlos.

Mucho más valiosa y muy recomendable, es la visita a la isla de Chloe, donde arribamos en excursión de un día, la misma jornada, que Zapatero gana sus segundas elecciones generales.
 Volcán de Pucón (Chile)
En Villarrica, volvemos a la fórmula de la habitación privada, pero esta vez, con menos suerte. Por la noche oímos ruidos. Parece un animal, que está revolviendo una bolsa. No logramos dar con él, pero a la mañana siguiente, el único bollo de pan, que tenemos, aparece con un agujero redondo, en el centro, de unos cinco centímetros de diámetro.

El único interés de este lugar, es ver de frente –cuando las nubes lo permiten-, el extraordinario volcán, de Pucón, que da nombre a un pueblo, mucho más coqueto, agradable, turístico y selecto. Está bastante lleno de guiris con poder adquisitivo.
                                    Villarrica (Chile)
Nuestros siguientes destinos chilenos, serán Santiago y Valparaíso, antes de afrontar una de las etapas más deseadas del viaje: el inhóspito y espectacular desierto de Atacama.

martes, 21 de agosto de 2012

Explosión de naturaleza

                                                 Perito Moreno (Argentina)
            Tras unas primeras semanas de viaje, más urbanas y playeras, al aterrizar en El Calafate, llegan días de intenso contacto con la naturaleza. Esta ciudad de Patagonia se articula en torno a una calle principal, donde se encuentran los numerosos restaurantes, que ofrecen especialidades de la zona. Como más destacado, el cordero patagónico, hecho a la parrilla, con un adobo compuesto de aceite, vino blanco, ajo, perejil, sal y ají molido picante.. Pero, como aquí todo es muy caro –incluido el alojamiento-, nosotros nos tenemos que conformar con las deliciosas empanadas del supermercado, La Anónima.
 Parque Nacional de las Torres del Paine (Chile)
            Nos ha recibido una buena climatología, aunque bastante ventosa, que permite que en poco más de una hora, se seque un pantalón vaquero y una gruesa toalla, recién lavados y escasamente, escurridos. Es está época del año –finales de febrero-, aún no ha anochecido, siendo las once de la noche.

Nuestra llegada a este punto tan meridional, ha sido motivada, para llevar a cabo una visita al glaciar, Perito Moreno, que se haya a una hora de autobús. Como bien se ve, en los numerosos videos, que se exponen en las tiendas de la calle principal, el glaciar rompe cada cuatro años y casualmente, es en estos días, cuando debe producirse este fenómeno.
                                                                               Perito Moreno
Lamentablemente, no podemos coincidir con ese acontecimiento, pero sí contemplamos al majestuoso gigante, más rebosante de hielo, que nunca. Tenemos la suerte, de contemplarlo primero, con el cielo absolutamente nublado y posteriormente, estando despejado, siendo las tonalidades cromáticas muy distintas, aunque igualmente, atractivas. El mayor espectáculo consiste en ver caer desde lo alto, los enormes trozos de hielo, sobre el agua y la sonoridad hueca, que provoca.
                                                                 Parque Nacional de las Torres del Paine 
Cuando nos hallamos en lo más intenso de la contemplación, alguien grita a mi lado. No es debido al inmenso escenario, sino a que le ha picado una avispa. “Me cago en la madre, que me reparió”, es su espontánea respuesta.

Cruzar la frontera entre Argentina y Chile, por esta zona, tiene su miga. Los funcionarios de inmigración son bastante tocapelotas, con el tema de los equipajes, que se pretenden introducir en el país, estando estrictamente prohibidos, el queso, la carne, la miel, la fruta y cualquier souvenir, de procedencia animal.
                      Perito Moreno
Llegamos a Puerto Natalaes y por primera vez en nuestras vidas, contemplamos el océano Pacífico, que desde luego, no hace ningún honor a su nombre. Nuestra intención no es otra, que visitar desde aquí, el impresionante parque nacional de las Torres del Paine.

Por diversas razones –relacionadas, fundamentalmente, con la escasa equitación-, decidimos no hacer la “W”, tradicional trekking de cuatro jornadas. Utilizaremos un día, para hacer la larga caminata hasta las Torres del Paine y otro, contratamos una excursión, que nos haga una visita panorámica por el parque.
                             Parque Nacional de las Torres del Paine
En un día despejado –como es el caso-, la vista de las Torres resulta espectacular. La subida lleva vayas horas y se transita por terrenos de dificultad variable. Aunque, salvo el último, eterno y esforzado tramo, en el que hay que ascender –a veces a gatas- por bloques de piedras, no es una caminata demasiado complicada.
                                                                    El Calafate (Argentina) 
En este día trekkinero, están a punto de suceder dos hechos, que pudieron cambiar para siempre nuestras vidas. Además, uno a cada uno: una casi total deshidratación y un resbalón al borde de un precipicio, frenado en el último instante y de milagro. No son pocas las muertes en el parque nacional. Después sabríamos, que una francesa ese mismo día, reposaba en un tanatorio, de Puerto Natales.

Al principio, por la mañana, empezamos la ascensión como un tiro, adelantando a todo el mundo. El día era muy caluroso y escasamente variable, algo raro por aquí. No bebimos lo suficiente y la ascensión se terminó haciendo eterna. En el último tramo, era ascender cinco metros y tener, que parar 10 minutos.
  Parque Nacional de las Torres del Paine
La visión empezó a nublarse y los calambres aparecieron por todo el cuerpo, además de la respiración jadeante. La decisión estaba clara y optamos por la segunda opción, entre un posible fatal desenlace y tomar el agua de los riachuelos, que teníamos más a mano, desconociendo su salubridad.

A una española, que por allí pasa, no se le ocurre otra cosa, que decir: “Pero, no bebas de esa agua, que la está pisando todo el mundo, al pasar”. Pero, ¿esta idiota no se ha enterado, de que está fluyendo, constantemente?.
                                        Perito Moreno
Tres litros de agua y un largo rato sentados a la sombra, devuelven la situación, a la casi total normalidad. Al día siguiente, el guía de la excursión panorámica, nos informa, de que el líquido elemento no solamente es potable, sino que es de unas cualidades extraordinarias.
                              Parque Nacional de las Torres del Paine
Descartamos ir a Ushuaia, por estar lejos y no ser un lugar muy atractivo en esta época del año  

lunes, 20 de agosto de 2012

La noche de Los Estelares


            Nuestro objetivo inicial no era otro, que investigar la mejor fórmula posible, para llegar desde Puerto Iguazú, hasta Montevideo. Pero, en la oficina de turismo nos desaconsejaron este plan, debido a un conflicto entre Uruguay y Argentina, por el asunto de una fábrica de celulosa
 Buenos Aires (Argentina)
            Compramos entonces, boletos de bus para Buenos Aires. El viaje es más largo, de lo que cualquiera puede desear. Tardamos casi 20 horas –dos de retraso-, en las que sufrimos algunas incidencias, como un cambio de autobús y paradas más largas de la cuenta, en las que suben vendedores, comercializando, “chipas, chipas –una especie de pan con queso, huevos y manteca-, calentitas”.
                                                                                            Buenos Aires (Argentina)
            Los “colectivos” en Argentina son algo caros, en comparación con el resto de Sudamérica (excepción, de Chile), pero resultan muy confortables. Es lógico, porque cubren distancias muy largas. En esta ocasión y con la compañía Crucero del Norte, nos estaba incluida la cena: pollo relleno y rebozado, con patatas fritas y verduras. Muy de agradecer.

            El metro de Buenos Aires es algo viejo, al menos en las líneas, que nosotros utilizamos, pero resulta extraordinariamente, barato. Gracias a él, nos bajamos en la calle Callao, donde ocupamos un alojamiento, que habíamos gestionado por teléfono, desde la propia estación de buses. En la recepción atiende una rubia muy simpática y limpia las habitaciones, una mujer muy mayor, que nos recuerda a cualquier chacha, de las películas españolas de los años sesenta.
 Buenos Aires (Argentina)
            No es lo único, que nos rememora a España. La propia pensión, donde estamos, evoca aroma de las del Madrid de los años ochenta –con esas habitaciones grandes, de techos altos y ventanas de madera- y muchas de las calles del centro –especialmente la llamada, Florida-, también se nos insinúan muy parecidas, a las de la ciudad del oso y el madroño. Casi idénticas, sino fuera porque sobre el asfalto, aquí se baila tango.

            Buenos Aires es una gran ciudad. Es por eso, que le dedicamos cuatro días. Pero, a decir verdad, nos termina decepcionando un poco. No, porque no merezca la pena, sino porque esperábamos más. Tal vez, también haya influido la frialdad con la que nos ha recibido, en estos días de febrero, en los que la mayoría de los porteños, se encontrarán de vacaciones.
                                                     Buenos Aires (Argentina) 
            Nos encanta La Boca –aunque es una zona más pequeña de lo imaginado- y resulta agradable pasear por Puerto Madero, a pesar de que no podamos tener acceso a sus caros restaurantes. También, nos sentimos muy atraídos por la zona de San Telmo o por calles, como Rivadavia, que en cierto sentido, nos recuerdan a Malasaña, en Madrid. Los parques de la zona de Palermo, resultan relajantes y la plaza de Mayo, se muestra como todo un icono de la historia. Pero, al menos en estos días, a esta ciudad le falta la magia.

            Aunque, finalmente y el día antes de irnos, la acabamos encontrando, asistiendo a un espectacular concierto de Los Estelrares –junto a Hana y Pánico Ramirez-, la última noche, en el parque de Lezama. No conocíamos a este fantástica banda, que nos ha deparado uno de los momentos más adrenalínicos y felices del viaje.
      Colonia del Sacramento (Uruguay)
            En Buenos Aires, tomamos dos importantes decisiones, en forma de compras. Los billetes de ferry, para viajar a Colonia de Sacramente y otros de avión, para volar desde Montevideo, al Calafate, en la Patagonia, surcando los cielos con Aerolíneas Argentinas.

Nuestro paso por Uruguay fue algo efímero. Quedamos encantados con la pequeña y coqueta Colonia y con la cotidianidad algo rancia de sus lugareños, un domingo por la tarde, junto al río de la plata. En plan, merendolas y mate al estilo picnic, de los años setenta hispanos. Lo peor, nuestro alojamiento, en una algo tétrica y húmeda chocita, que nos rentó una chica, que más bien, parecía un zulo.

Lo de Montevideo, ya es otra cosa. Sin lugar a dudas, la capital más fea de todo Sudamérica y Centroamérica, para nuestro gusto. Y el aeropuerto se nos presentó, como el más inflexible del mundo. A los maleducados funcionarios de inmigración, no les basto con retenernos una lata de cerveza y una botella de brasileña cachaza, sino que hasta nos despojaron de dos paquetes de galletas (lo nunca visto).    Montevideo (Uruguay)

viernes, 17 de agosto de 2012

"No me gustan los israelíes, porque lo rompen todo"

                                                  Cataratas de Iguazú
            Llegamos a Puerto Iguazú, agotados y carentes de reflejos. Sólo así, se puede explicar, que nos dejemos atrapar por las garras de un comisionista de alojamientos y que accedamos a quedarnos en uno, que no sale muy barato y no resulta gran cosa. La propietaria habla por los codos y cuando los ha desgastado, empieza a hacerlo hasta por las orejas. En claro, apenas sacamos, que le tiene bastante manía a los viajeros israelíes, porque lo rompen todo.
              Paraty (Brasil)
            Dos noches seguidas de autobús, han tenido la culpa de nuestro estado extremo. La primera, nos transportamos desde la magnífica ciudad colonial brasileña, de Paraty y desde sus maravillosas playas de los alrededores, hasta la capital, Sao Paolo. A pesar, de que no son muchos sus atractivos monumentales de esta ciudad, no nos decepcionó, en absoluto. Sobre todo, gracias a una zona algo decadente, con unos cuantos pintillas, cuyo nombre no recuerdo –aunque podría ser, la del metro de santa Cecilia- y que al menos de día, se nos mostró con bastante encanto.
                                                                                              Sao Paolo (Brsil)
            Durante la segunda, conectamos esta ciudad con Foz de Iguazú, ya en la frontera con Argentina. Nos pareció estar transitando por Kosovo, dado que todas las luces interiores del autobús –“colectivo”, en estas tierras-, iban apagadas, incluidas las de lectura. Nos daba la sensación, de irnos infiltrando por las líneas enemigas, a gran velocidad, para conseguir el objetivo.
                                 Cataratas de Iguazú
Al ir al baño –todos los buses de largo recorrido, lo tienen- y no ver nada, le arreé un buen mangurrino en la cabeza, a una señora, que casi quedó conmocionada. Desde entonces, aprendí la costumbre local: Para manejarte en el interior del vehículo, es necesario desplazarse, apoyando las manos en los portaequipajes de arriba y no en los asientos.
                                      Cataratas de Iguazú, arriba y Puerto Iguazú, (Argentina), debajo
            Las cataratas de Iguazú deben contemplarse, tanto del lado brasileño, como desde el argentino. Desde el primero y en nuestra opinión, resultan más espectaculares, al verse de lejos, a través de un recorrido muy bien acondicionado. Espectacular, contemplar atónitos desde abajo, la Garganta del Diablo. Desde Argentina, se observan saltos desde mucho más cerca, aunque con menor perspectiva y en ocasiones, con demasiado vapor de agua en suspensión. Se puede –y debe- navegar desde el islote de san Martín, hasta acercarse bastante a una caída de agua, impresionante.
    Cataratas de Iguazú
            Dado, que muy cerca se halla también, la frontera de Paraguay, no es desaconsejable hacer una excursión de un día, a Ciudad del Este, sobre todo, si os gustan las compras de casi todo. Pero, no hagáis el panoli, como nosotros, que fuimos un domingo y desde la una de la tarde, estaba todo cerrado.

            Lo primero, que nos sorprendió de los paraguayos –de esta zona- es, que no les entendíamos absolutamente nada. Lo segundo, la cantidad de parrilladas, que se estaban haciendo a la hora de comer. Y después, a escuchar los partidos del campeonato nacional de fútbol, con las radios de los coches a todo trapo, mientras consumían mate. Los narradores y como era de esperar, espectaculares. ¡Ni la tele en alta definición, te lo pone más colorido!
                                                                Cataratas de Iguazú
            Ya de nuevo en Puerto Iguazú –donde asistimos a una especie de Carnaval nocturno-, fueron las maravillosas empanadas, las que ganaron nuestro corazón para siempre (de queso y cebolla, bonito y tomate, queso fundido y jamón, espinacas…). No así, la cerveza Quilmes. Como bien dice un buen amigo argentino: Esta cervecera aprendió hace tiempo, en que el secreto del éxito, consiste en servirla helada”. Lo dice todo.

            Pero, con ese amarillento líquido, tuvimos varios conflictos en el cono austral –incluyendo también, Chile-. En el Calafate, una cajera se negaba a cobrarnos una botella, porque no llevábamos casco. “Mire, venimos de España –le dijimos-. ¿Qué quiere, que nos lo traigamos de casa”. “Sí –contestó” Y fueron infinito, los conflictos, porque después de ingerido el líquido y devuelto el recipiente, no nos quisieran devolver el dinero. Siempre, salimos victoriosos, aunque en Puerto Montt, nos costó rellenar media hoja de reclamaciones.

                                                          Cataratas de Iguazú
            Por cierto y retomando el tema Calafate. Por motivos ecológicos, se ha suprimido el uso de las bolsas de plástico en la ciudad. Pero sin embargo, las calles presentaban una suciedad significativa. Nos llamó la atención este curioso contraste.             

miércoles, 15 de agosto de 2012

Río maravilhoso

                                        Todas las fotos de esta entrada, pertenecen a Río de Janeiro
            Estamos a punto de aterrizar en Río. Es la primera vez, que cruzamos el charco y que iniciamos un viaje largo, de una duración estimada, de unos cinco meses y por eso, estamos nerviosos. Volamos con Air Europa, con el localizador, YIDZT4, inolvidable para siempre.

            Los trámites de inmigración son sencillos. Es 7 de febrero y nada más salir, notamos la agradable embestida del calor húmedo. Los 30 grados contrastan bastante, con los dos sobre cero y la fresca brisa, que hemos dejado en Valladolid, esta misma mañana.

            Nada más salir nos aborda un taxista, que nos saluda en perfecto español. Se ve a la legua, que tiene tablas Además de transporte, nos ofrece un apartamento en la zona de Copacabana. Declinamos la oferta, dado que tenemos una habitación reservada, algo menos céntrica (Botafogo). Pero, tras un regatero, consigue igualar el precio que traemos. No solemos romper los pactos ya fijados, pero esta vez, lo hacemos, con bastante remordimiento.

            Necesitamos dinero y nos encaminamos al cajero. Nos llama la atención, el sistema de funcionamiento. Debes introducir la tarjeta y sacarla a los dos segundos. Es entonces y sin ella dentro de la ranura correspondiente, cuando se empieza a operar. Pactamos el precio del taxi. Nuestro conductor nos va haciendo de guía, de camino a la ciudad. A un lado, El Pao de Azúcar. Al otro, las luces que iluminan al lejano Corcovado, pues el Cristo no se ve, al ser cerca de las doce de la noche.

            El apartamento es agradable. Cuenta con una enorme estancia, que sirve de dormitorio y salón y cocina y baños pequeños, con un frigorífico, que se asemeja a un arcón congelador, de extraordinaria potencia. N

os impresiona, que disponga de varias cerraduras, con numerosas vueltas de llave y que en el portal haya un vigilante, con monitores de video. No es poca, la paranoia que traemos sobre la seguridad –hemos tratado incluso, de localizar las distintas favelas, con Google Maps-, para ahora ver esto o las enormes verjas, que protegen la mayoría de los edificios de las zonas nobles, que hemos contemplado desde el coche. ¡A ver si vamos a tener un percance en los primeros días del viaje y lo vamos a arruinar!.

            A pesar, de que el leve jet lag de tres horas, nos favorece y de que nos tomamos unas cuantas cervezas, resulta imposible dormir. Estamos absolutamente emocionados, como en una nube, como si una fuente maravillosa de energía, se nos hubiera metido dentro del cuerpo. Está a punto de comenzar, el viaje soñado desde la infancia. Con el final previsto –México-, aunque con un inicio distinto –en la tierna imaginación, se iniciaba en Patagonia-.

            A la mañana siguiente, visitamos el centro. Agradable y entretenido, aunque no espectacular. Sin quererlo y callejeando, arribamos a lso límites de una favela. Retrocedemos, casi corriendo Quedamos fascinados con los jugos de maracuyá, que venden en algunas tiendas y por la variedad de oferta culinaria –incluidas las carnes-, que encontramos en los baratos, “todo a kilo”. Y que decir, de poder estar tomando una caipirinha al borde del mar, con pajita y en manga corta, siendo 8 de febrero.

            Al contrario, que a la mayoría de la gente, a nosotros nos gusta más, la zona de Copacabana, que la de Ipanema. Esta última es más pija y de gente de posibles, mientras que la otra, nos resulta mucho más auténtica y de gente más normal, con una vida más cercana, al habitante medio de Río. En cuanto a playas, también nos reconforta más Copa, con sus fantásticas e interminables olas. Las mujeres muestran el culo, pero nunca los pechas. Hay más celulitis de la esperada. Mientras, al borde del paseo, decenas de hombres musculosos se ejercitan en los aparatos gimnásticos, allí ubicados. Y en la arena, con sus neveras y cachivaches, los numerosos, coloridos y agradables, vendedores ambulantes

            Los tres primeros días –de los cuatro, que estaremos-, no me frenan ni los problemas de salud. Sea por el brusco cambio de clima, sea porque casi nos pillamos una insolación, al hacer ida y vuelta –andando-, cuatro de las playas de Río (Leme, Copacabana, Ipanema y Leblón)  ), sea por la comida o la bebida, me agarro una severa diarrea, una afonía, que me impide hablar y una flojera general, que comienza a preocuparme.

Aunque, somos agnósticos, fue llevar a cabo la visita al Corcovado –desde donde se ven las imágenes más espectaculares de Río de Janeiro y a la mañana siguiente, estar como una rosa. Por cierto: a este lugar hay que ir por la tarde y al Pao de Azúcar, por la mañana. Así, el sol queda de espaldas y se hacen mejores fotos.