Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

lunes, 2 de enero de 2012

Rumbo al sur: Galle, Unawatuna, Matale y Kalutara

                                                                              Playa de Unawatuna
             Aunque, no las teníamos todas con nosotros –habíamos puesto ofrendas a los dioses de las cuatro religiones, que tan pacíficamente conviven en Trincomale-, por fin, nos entregaron la visa de la India, después de esperar dos horas, sentados en una sala, junto a otras cincuenta personas. Nos fuimos a celebrarlo, a la concurrida y maravillosa playa de Colombo, donde centenares de lugareños, disfrutan todas las noches –más, durante los fines de semana-, del paseo y los puestos de comida.
Galle
Como, aún disponíamos de unos días para volar a Bangalore, nos encaminamos al sur de la isla, donde las playas son magníficas. Contemplándolas, entra casi, en un estado de éxtasis

            Nuestro destino principal era Galle –topónimo de la calle de la embajada de India-, que cuenta con una maravillosa fortificación, junto al mar, que casi se puede rodear por completo por encima de la muralla.

Y a pocos kilómetros –se puede ir andando-, se halla la playa de Unawatuna, que dicen, está entre las 10 más bonitas del mundo (se muestra excepcional, aunque no se si para tanto). Allí nos bañamos solos, constatando, como la gran mayoría de restaurantes y numerosos alojamientos, permanecen  casi vacíos. Lo de siempre: mucho arroz para tan poco pollo.
                                                                                                       Kalutara
            La llegada a Galle, fue complicada, dado que ese día –otra celebración más, que nos pilla-, visitaba el Presidente la ciudad y había más militares en el fuerte, que turistas y lugareños juntos. Creo, que hasta el último cuervo, de los miles que vagan y cagan por la isla, era atentamente vigilado y controlado. A la jornada siguiente, sí pudimos disfrutar con calma de sus encantos, que son casi eternos.

            Después, Invertimos un día para conocer Matara, ciudad de escaso valor, promocionada más de la cuenta. Sí, que nos pareció más amena, Kalutara, donde paramos unas horas a la vuelta, camino de Colombo, para comer una de las más maravillosas bondas de todo el viaje.

Continuamos, observando las maravillosas playas de camino a la capital -mejor tomar el tren, que el bus-, aunque según te acercas a Colombo, la basura y los suburbios, –sumergidos en su vida cotidiana, a la puerta de sus casas de madera y tejados de chapa-, se van comiendo al mar.

                                                                                                  Galle
            Nosotros, nos conformamos con tomar una cerveza fría, cosa que no siempre es fácil aquí, y con zamparnos unos caramelos de tamarindo, vicio que hemos cogido con fuerza, durante los últimos días.

            ¡¡¡India nos espera!!!.                        Matara


                                                                                                       Galle

Trincomalee: una bonita bahía, decenas de templos hindúes y deliciosa comida

                                                                                      Playa de Nilaveli
            Nuestro periplo por el norte, terminó en la fantástica Trincomalee, una ciudad donde predominan los hindúes, que visitan y rezan en los numerosos templos de la ciudad, al ritmo de repetitivas músicas rayantes, que amenizan sus constantes ceremonias, El más espectacular, es el que se halla, casi enfrente de la estación de autobuses, donde en uno de sus muros exteriores, existe una pintada, donde conviven juntos y en armonía, elementos simbólicos de las cuatro religiones, más seguidas, cristianismo, hinduismo, budismo e islamismo.

La bonita bahía, el Fuerte y el templo Nuevo –en esta  ocasión, dedicado al budismo- nos llenaron de gozo, en una de las localidades, que más nos ha cautivado en el país, a pesar de que nos obligaran a dejar el hotel a las 8 de  la mañana, por la llegada de los asistentes de un congreso de fanáticos religiosos, que ocuparon hasta el último rincón.
                                                              Trincomalee
            Una pequeña maldad, en forma de venganza: como en el templo Nuevo, estábamos solos, lo visitamos de arriba a bajo, pisando y repisando, sin quitarnos las sandalias

            Las bondas, variadas cada día y los rollitos –los llaman rolls, aunque se parecen más, a croquetas gigantes-, de un restaurante muy concurrido y cercano a la estación de autobuses, nos llegaron tanto al estómago, como al corazón. Pido disculpas, por haber dicho el primer día, que llegamos a Sri Lanka: “en este país, nos vamos a pasar los 17 días comiendo una puta mierda”.

            De la playa de Nilaveli, mejor ni hablamos no vaya a ser que empiece  a coger fama y la destruyan. Si me sabéis guardar un secreto, os diría, ¡qué es realmente maravillosa!.
 Trincomalee
            Hemos descartado, visitar las ruinas de Polonanaruwa y de Mihintale. En uno de los casos, por estar mal comunicadas y en los dos, por ser caras.

Por el centro de la isla: Nuwara Eiliya, Kandy y Anuradhapura

                                                                                                        Kandy
            Partimos desde Colombo hacia la fresquita –tal vez más de la cuenta- Nuwara Eliya, situada a más de dos mil metros de altitud. Durante el trayecto, pudimos comprobar, que este país dispone de maravillosos paisajes montañosos, aunque también de los peores autobuses del mundo, con diferencia, a pesar de que son baratísimos.
Nuwara Eiliya
Nada más llegar y siendo tan sólo un puesto de la calle, nos reconciliamos con la sabrosa cocina del país, que los días anteriores, nos había jugado una mala pasada. Al margen de bellos edificios coloniales tipo inglés, la localidad ofrece la posibilidad de trekkings urbanos, visitas a las plantaciones de te –salvo los domingos- y transporte directo hasta Ella, otro coqueto y recomendable pueblo montañoso.

            Más adelante, agradecimos los calores de Kandy, sólo por un rato. Nos costó bastante tiempo, encontrar un alojamiento. Kandy es una de las joyas del país. Está limpia y cuidada. Dispuestos alrededor de un lago, se encuentran varios templos, entre ellos el del diente de Buda. Es bello y se visita sin coste en su patio descubierto, aunque pretenden -y en algunos casos consiguen-, cobrar a los extranjeros la exagerada cantidad de 7€ por visitar la famosa pieza dentaria. Será, que debe recuperar el bolsillo, de algún caro empaste. No hace falta que os digamos, lo que hicimos nosotros.
                                                                                        Kandy
Cerca del lago existe una zona de edificios coloniales, bastante bien conservados. Hay partes con aceras por las que transitar y eso se agradece. No ocurre lo mismo, en el área que va desde la estación de trenes hasta el lago, donde el caos y el despiporre son absolutos e ingobernables. Desde lo alto de la colina –que hay que acometer con esfuerzo-, una gran estatua de Buda sentado, observa el ir y venir de sus conciudadanos y de los escasos guiris

            Desde Kandy, tiramos hacia Anuradhapura. Tampoco aquí es fácil encontrar alojamiento, y menos, a precios económicos. La ciudad es absolutamente desagradable, hostil y polvorienta. El núcleo principal, discurre a través de una interminable e insufrible calle, por donde el tráfico y las obras, te convierten en un sucio y gris peregrino, que va camino de las estupas.
                                                                                                Anuradhapura
Los templos –que visitamos al día siguiente-, por el contrario, son bastante interesantes y evocadores de un tiempo pasado y lejano. Son gratis o nos hemos colado. Una de dos. Pero, el problema mayor, es que caminar sin zapatos, por desnivelados y desgastados caminos de hormigón, con pequeñas piedritas y a veces, salpicados por barros y charcos, se hace insufrible. En bastantes ocasiones, te hace acordarte –y no para bien- de los padres del budismo, sin ni siquiera conocerlos.
                                                                                           Kandy
                                                                  Kandy

sábado, 31 de diciembre de 2011

Por fin, el tan deseado -y sufrido- visado de India

           Desde siempre –y casi, desde que tenemos usos de razón-, nos había dado pereza hacer el visado de India,  a  pesar de la sorpresa de muchos viajeros, que no entendían  -nosotros tampoco-, que después de haber visitado más de 100 países, aún no conociéramos tan demandado e idolatrado destino. Al comprobar la realidad, entendimos perfectamente, que nuestra desidia burocrática, estaba altamente justificada.
                                                                               Hampi
            Madrugamos y nos levantamos con buen ánimo, como no podía ser de otra forma. Caminamos hasta la bonita  -espectacular, diría- playa de Colombo, que recorremos casi entera, para llegar a las entrañas de la calle, Galle. Aquí, se haya la embajada de India, pero no es donde se hacen los visados. Hay que caminar, unos cuatro kilómetros más, hasta una agencia privada, aunque dependiente de ella, que sólo se dedica a ello.

            El primer contratiempo, consiste en el desagradable trato de la persona, que atiende al público,.tras haber sido cacheados y habernos retenido la cámara de fotos. A duras penas, logramos entender el precio de la visa -unos 34 €-, que tardan seis días laborables en concedértela y que el formulario de solicitud, hay que rellenarlo en una web, por internet y luego imprimirlo.
Varanasi
Por supuesto, han montado un chiringuito enfrente, donde a un caro precio de 350 rupias, te lo rellenan ellos, por lo que decidimos buscar un cíber –resulta esforzadamente costoso-, para responder a más de 3 páginas de preguntas: unas lógicas, otras estúpidas y la mayoría, sencillamente absurdas. Menos mal, que nunca comprobarán las respuestas y se darán cuenta, de que ni tenemos ningún amigo en India, ni somos católicos, ni actualmente, estamos trabajando.

            Volvemos a la oficina y ahora sí, nos dan un número y otro cuestionario, que hay que cubrir a mano. Llega nuestro turno y con él, nuestros problemas. Como, tenemos por costumbre, cuando reservamos vuelos, poner un solo apellido –dado, que fuera de España, es muy frecuente no tener dos-, lo hemos hecho así y resulta, que hay que poner exactamente, lo que figura en el pasaporte.

            Otra vez al cíber. Volvemos. Ahora, el inconveniente es, que hemos escrito una letra, que aparece junto al número de pasaporte. Pero, ¿no había que ponerlo todo y tal como está escrito?... ¿Y  no se puede tachar a mano?.  No, no y no y requete NO. Para colmo, nuestras fotos con fondo blanco, no presentan el tamaño adecuado, por lo que hay que hacer unas nuevas, en un tenderete lateral, que “amablemente” y pagando unas pocas rupias, han instalado al lado de las ventanillas.
                                                                             Khajuraho
            Tampoco, están conformes con que hayamos rellenado el formulario en un cíber ajeno al “sistema” y nos mandan enfrente, a su negociado. Es tarde, estamos abatidos y ya resignados, entramos por el aro. Cruzamos y nos mostramos, absolutamente sumisos y adoctrinados.

            Cuando volvemos, resulta que también se han equivocado y a uno de los dos, no  le han puesto el segundo apellido. Desesperación contenida y llanto fingido, que hace que se ablande el corazón del funcionario, que nos lleva conduciendo por la calle de la amargura, durante toda la mañana.

Afortunadamente y con súplicas gestuales –que no verbales-, ellos mismos arreglan el desaguisado. Pero, para mayor desgaste psicológico, deberemos volver a pagar la fotocopia del sello de entrada de Sri Lanka, a pesar de que han sido ellos, los que la han perdido.

            Casi una hora más tarde, tras pagar y cuadrar cuidadosamente por más de 10 veces, todos los papeles y distribuirlos en sobres distintos, nos dan su aprobación -¡aleluya¡-, tras cinco horas y media de frustrantes gestiones, que en su momento, consideramos la tomadura más grande de pelo, de nuestras vidas.¡Qué ingenuos¡
Mysore
            Si no hubiera sido, porque desde días atrás, ya teníamos comprado un billete aéreo a Bangalore, les habíamos mandado a la mierda y una vez más, no habríamos visitado India.

            Y lo peor –tras dos nuevas horas de espera-, fue comprobar al recoger la visa, que contenía defectos ortográficos, al  menos similares, a los que nos habían reprochado.

            Toca brindar con cerveza: No hay champán –ni siquiera vino-, a precios asequibles. ¡India nos espera y estamos seguros, que nos compensará con creces, todas estas auto-mordeduras de lengua, control del carácter y demás cosillas.   

Fascinados por Colombo y por Sri Lanka (Ceilán)

                                                                           Colombo
             Los escasos turistas, que visitan la maravillosa Sri Lanka, salen despepitados, como alma que lleva el diablo, de la capital – Colombo – y se pierden sin titubear, sus numerosos atractivos y su perenne  y estresante caos. Aunque, al menos y en la mayoría de la ciudad, se puede transitar por las aceras, apenas hay fosos laterales y si te aventuras, es fácil que puedas sobrevivir en los pasos de cebra.
                                     

            Esta urbe presenta varias caras. Las más amables son las de la zona de Fort – con edificios coloniales -  y donde se halla el distrito financiero y el área de la calle Galle, cerca de la magnífica, salvaje y larga playa, que muestra orgullosa un coqueto paseo marítimo –para estar en el tercer mundo– y numerosos puestos de comida, donde zamparse una bonda, un chapati relleno de vegetales o unos ricos y calientes cacahuetes fritos.

                                      Colombo

            El templo sobre el lago, hace honor  a la  fama que tiene. Mientras, los enamorados se cobijan y acurrucan en la cercana isla, a la que se accede por un puente, donde unos recién casados completan su álbum de fotos (decir reportaje de boda, sería aquí, demasiado).


            Diseminadas por varios lugares, hay unas cuantas callejuelas con encanto, donde el nativo se sorprende de ver visitantes. También, existen algunos bonitos templos, aunque en esta ciudad  y en gran parte del país, lo que predominan son los altares callejeros, ubicados en cualquier parte: desde una rotonda cualquiera, hasta introducidos entre los puestos del mercado. ¡Todo sea, para que no se enfaden los dioses, ya sean del budismo –mayoritario- o del hinduismo!. Hasta los hay cristianos, con vírgenes, jesucristos o santos, pero con las típicas ofrendas de aquí, consistentes en las coloridas flores y comida diversa



         Pero, sin lugar a dudas, la zona que más nos engancha es la de Pettah, junto a la estación de trenes. Numerosas tiendas y tenderetes, enlazan esta estación con la de autobuses. Detrás, un animado mercado de frutas y verduras y algunos puestos donde venden ropa. Es un milagro, caminar por aquí, sin ser atropellado por algo y más, cuando cae la tarde, horas en las que infinidad de carros tirados por humanos, se amontonan en las aceras, formando una bonita –y, por qué no decirlo-, molesta  composición.
                                                                                   Colombo

            Mientras, tomamos unas frescas cervezas –como en otras partes, asfixiadas a impuestos– y degustamos los ricos snacks locales (que nos acompañaran a lo largo de todo el país y también por el sur de India), buceamos en la incertidumbre: mañana vamos a tratar de intentar, obtener el visado para India y eso, nos parecen palabras mayores.

¡Bienvenidos al paraiso (de los folletos de las agencias)!

            A la vuelta de Myanmar, en un par de horas, en un cíber de Bangkok, decidimos que nuestro siguiente destino, sería Sri Lanka. Allí, trataremos de gestionar el visado de India.

                          Bangkok

            Compramos el vuelo para Colombo, en la oficina de Air Asia, en Kaosan. Como, deberemos partir desde Kuala Lumpur, decidimos hacer el viaje a tramos y no en el expreso nocturno, que conecta con Butterworth y que ya tomamos en 2008, en dirección inversa. Ponemos nuestras ilusiones en manos de las afamadas islas del sur, aunque sólo visitaremos Ko Samui, después de haber valorado todas las posibilidades, incluido Phuket.



            Antes de partir de Bangkok, rumbo a Shura Tani, nos encontramos cinco vestidos y dos guías Lonely Planet, en la calle. Todos nuevos y con los tickets de compra. El paseo que bordea el río –con muelle fluvial incluido- en esta localidad, resulta agradable. Sobretodo por la noche, cuando los puestos de comida están en plena actividad y efervescencia.

                                                             

            A una hora de aquí –que hacemos en bus-, se toma el ferry que nos conduce a la anhelada isla, donde pasaremos algo más de dos días. Lo que prometía, ser la bienvenida al paraíso, resultó ser una estancia salpicada por el iracundo monzón y playas mediocres, bordeando la costa.

                                                Ko Samui

            Cuando, llegamos a la más famosa, después de mucho caminar, nos entró un ataque de risa (menos mal, que no fue una depresión): arena fina –sí- y blanca, también- con marea bajísima y unos miserables charquitos –que no se asemejan ni a marismas-. Para que te llegue el agua hasta  las rodillas, debes adentrarte centenares de metros.



En esta zona, los alrededores están llenos  de resorts, que no de turistas. Resulta increíble, lo que pueden llegar a vender – y a que precio de oro-, en  una agencia de viajes, con cuatro fotos bien hechas.



            Así, acabó nuestra aventura insular. Aunque habíamos valorado conocer el este de Malasia –no visitado en 2008-, finalmente y de retorno en Shura Tani, nos fuimos directamente, a Kuala Lumpur, donde nos fueron a coincidir dos festivos: el final del maldito y siempre presente Ramadán y la fiesta nacional del país.



            Tales eventos, nos dejaron ante un panorama algo desolador, con las calles abarrotadas de maleducada gente y casi todo cerrado. Problemas para cambiar dinero, problemas para comer decentemente, problemas para encontrar bebidas alcohólicas… Siempre y allá donde vayamos, nos tocan todas las celebraciones. Estamos empezando, a tener complejo de feriantes.

Hat Yai
Menos mal, que siempre nos quedarán las ricas –y gratuitas- salsas picantes y de chutney del Mcdonalds, del aeropuerto de Kuala Lumpur

viernes, 30 de diciembre de 2011

Sensaciones de Myanmar

                                                                                                Bagan
Veníamos con las expectativas tan contenidas, que Myanmar las ha sobrepasado con creces. Hemos quedado prendados de las estupas y la apacibilidad de Bagan, de la cotidianidad y patrimonio cultural del lago Inle, e incluso, el propio Yangon ha calado en nuestro corazón, con su animación nocturna de terrazas y sus templos birmanos, hindúes, mezquitas y estupas, repartidas por el centro y el extrarradio.

                                                                Entorno del lago Inle

La gran decepción del viaje ha sido Mandalay. Sus atractivos artísticos no han compensado, el horror de pasear por sus calles - más bien por la calzada -,  porque sus aceras están siempre ocupadas con motos, bicis y todo tipo de trastos y puestos, más o menos ambulantes. Además, del reinante caos e insoportable ruido y lo insulso y anodino, que resulta todo el centro de la ciudad. Lo mejor que se puede hacer aquí, es seguir efusivamente las instrucciones de uno de los baretos, que ofrece cinco cañas de 33 cl,. al precio de cuatro. Y relajarse. Bueno. Y también acercarse hasta, Amarapura

                                                                                          Bagan

Nos hablaron, tanto bien como mal, del trekking que en tres jornadas se hace, entre Kalaw y el lago Inle. Tal vez, porque en uno de los casos sólo habían pagado 8€ por jornada y en el otro, 15. Al margen, de que cada persona es un mundo ( y más, en Myanmar).



Nuestra dolorosa cuenta pendiente, es no haber podido acercarnos a Mrauk U, que dicen que cuenta incluso, con más estupas que Bagan. Pero, de no ser rico y poder pagar los caros vuelos, sólo se puede ir allí, enlazando varias barcas, dado que el acceso por tierra a los extranjeros, nos está prohibido.

                                                                                Entorno del lago Inle

 Las expectativas con la comida, también fueron ampliamente sobrepasadas. Cinco platos a elegir, entre sopas, arroces, tostadas con huevos, fruta variada, mantequilla, mermelada, zumo y café, es bastante más de lo que uno espera desayunar, cuando te dicen que está incluido, en un hotel que cuesta 12 $.



Para comer, unos noodles fritos con cerdo, vegetales y huevo o un arroz con pollo y huevo, además de varios cuencos con pescado seco, carne seca, carne con tomates y chili con cebolla, son dos buenas alternativas. Y para un tentempié rápido, unas samosas vegetales, unos rollitos de primavera o unas bolas fritas de carne o pescado, ayudaran al estómago a pasar muy buenos ratos.



    Tenemos que expresar, tres agradecimientos sinceros al gobierno de Myanmar, que permite visitar las cercanas ruinas de Amarapura (Mandalay), sin pagar los 10$ establecidos, gracias a algunos taxistas despiertos. Además, que no hayan subido el precio de las visitas turísticas, durante años y que acceder al recinto histórico de Bagan, siga costando lo mismo, que hace mucho tiempo.

                                                                                            Bagan

Y como guinda final y en nuestro caso, que se despisten a la hora de cobrar los 5 $, que se deben abonar para acceder al lago Inle. Si lo hubiéramos hecho aposta. no nos habría salido mejor.





    En el anterior post, frivolizaba sobre la situación del país. Pero, ahora quiero plantear dos dudas: ¿Cómo es posible, que los rollos de papel higiénico no tengan canutillo interior?. ¿Alguien puede entender, que una botella de ron añejo de 7 años, cueste menos que un envase normal de cerveza, de medio litro?. ¡Por favor, qué alguien nos lo explique!.

El kyat aplasta al dólar

                                                     Fajo de billetes de kyats
Resulta tan gracioso como grotesco, conversar con un comisionista del mercado de Yangon -donde se negocia la tarifa legal-ilegal del cambio de divisas- y escuchar de su boca: ¡"no hay nada que hacer, el dólar está por los suelos"! Y ¿qué lo diga el ciudadano de un país, cuyo billete de mayor valor es del equivalente a 1€ y del tamaño de una sábana?



Aunque, en la realidad financiera, no le falta razón, ya que hace tres años, aquí por un euro te daban más de 1700 kyats y el cambio de hoy, por más vueltas que le hemos dado, no hemos podido conseguir, más de 1050 K por cada unidad europea o 735 K por cada billete verde.



Ello quiere decir, que uno de los más prósperos negocios en la actualidad, sería invertir en la no convertible divisa de Myanmar, puesto que en tan solo tres años, se ha revalorizado más de un 75%, respecto al euro. ¿Andará la economía birmana en la cresta de la ola, mientras norteamericanos y europeos se lamen las heridas y luchan, casi por la subsistencia ?.

                                                                                      Yangon

En realidad y abandonando la ironía, esta es sólo otra más de las molestias y trabas del gobierno de Myanmar, que trata de imponer a los sufridos visitantes: la ficticia y constante revalorización de su moneda, frente a las divisas occidentales. Otras son, la ausencia de cajeros automáticos a lo largo de todo el país, el hecho de que tengas que entrar y salir sólo por vía aérea y no por tierra o la imposición de un visado -fácil de gestionar - bien por correo en la embajada de Berlín, bien de forma personal, y en un par de días en Bangkok (este último, ha sido nuestro caso).



El acceso al país, sin embargo y aunque lento, no es riguroso. Se limitan a sellarte la tarjeta de entrada y el pasaporte, sin más inconvenientes. Ya, una vez dentro, no hallamos tantas cosas enigmáticas y misteriosas, como esperas encontrar antes de la visita. Al menos, en lo que se nos permite ver, dado que algunas zonas del país están cerradas para los extranjeros (al menos, para viajar por libre).

                                                                Yangon

Myanmar resulta más caro, que las naciones de su entorno, en  casi todos los conceptos. Especialmente, en el alojamiento. Aunque, los desayunos -siempre incluidos- suelen ser excelentes y le quitan algo de peso a la factura.



Mientras, en pleno mes de agosto media España reposa en las playas de la costa, casi la otra mitad -la de los “josteleros”, “rastas” y la de la alternativa  de la bicicleta para todo- pedalean a buen ritmo por las ciudades y campos de Myanmar. Resulta difícil entender, el gran número de viajeros españoles, que hay  y su perfil tan marcado, en un país tan escasamente turístico, donde resulta difícil cruzarse con un foráneo, hasta en los templos de Bagán.

  

Yangon

Tampoco es muy fácil, para una persona que piense por si misma, asimilar la demagogia, que se escribe sobre este destino tipo: "tened en cuenta, que cada vez que estáis haciendo un gasto o pagando una entrada, estáis enriqueciendo a uno de los gobiernos más corruptos del mundo ". O: " tratad de repartir vuestros dólares y kyats entre varios restaurantes y alojamientos, a lo largo del país, para ir redistribuyendo el dinero de una forma equilibrada entre varios sectores de la población".



Esta última reflexión, solo va encaminada a mitigar la mala conciencia, que europeos, norteamericanos y occidentales, en genral, tenemos con el tercer mundo. El que quiera hacer algo por Myanmar o por otro cualquier país, más valdría que se viniera a cooperar a la zona y no tratara de redistribuir la miseria de unos pocos centenares de dólares.



En cuanto a mantener a gobiernos corruptos, ya lo hacemos directamente con nuestros impuestos en otras zonas del mundo, incluida alguna comunidad autónoma española (o todas).

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Reencuentro con Bangkok, tres años después

                                                                                      Bangkok
Nuestra llegada a Bangkok - aquella ciudad que abandonamos precipitadamente en octubre de 2008, entre lágrimas- resultó algo desconcertante. No porqué nos impidieran la entrada al país -como ya se ha dicho- y a pesar de que Selene estaba angustiada con el tema, sino porque el recibimiento nos pareció hostil, en uno de los países más amables del mundo. Por un lado y para sacar más dinero, han quitado el bus directo a kahosan. O tomas varias y tediosas combinaciones de autobuses o te subes al no barato monorrail, que, encima, no deja nada céntrico.

Por otro, la ruda atención de la oficina de turismo y el que - al menos hoy -, si sales de la terminal de llegadas, no puedas volver a entrar, ni siquiera a pedir un plano, nos resultaron desconcertantes e impropios, de lo que recordábamos, como una maravillosa ciudad.
 Bangkok           
            Cierta contrariedad, también estuvo motivada, porque todos los bancos de Tailandia, se hallan puesto de acuerdo, para extorsionar al pobre extranjero: Han decidido cobrar –y cuando digo todos, son todos-, 150 abusivos bhatas de comisión, para cada extracción del cajero automático. Por tanto y dada la seguridad del país, ahora resulta mejor, viajar con dinero en efectivo.
                                                                           Bangkok 
           Tras estos primeros momentos de incertidumbre y tras descansar unas horas, pudimos constatar, que lo que es la ciudad en sí, no ha cambiado mucho, desde hace tres años. Lo más perceptible, es que se ha reducido el número de tuk-tuk - en favor de los taxis convencionales -, han aumentado los rentables Seven Eleven - donde comercializan una nueva bebida, llamada Siam Sato, que alivia el bolsillo, después de la abrupta subida de los impuestos de la cerveza -, y que ya no es tan fácil escaquearse de pagar en los templos (sobre todo en el Pho), como antes. Los que también han aprendido, son los de los exóticos insectos fritos - hay menos que hace años - y ahora, además de por el género, cobran por hacerles fotos.
            
             Bangkok, sigue siendo barato. Muchas cosas ni siquiera han subido de precio, aunque el incremento se produce, por estar en 2008, el euro a 53 bahts y ahora, a 42. Pero, en la calle paralela a la principal de Kahosan, aún es posible comerse unos espectaculares noodles fritos, con marisco - bastante - y vegetales, por tan solo 35 bahts. O sopas picantitas en el Eleven -a 12 bhats-, enormes salchichas, a 5…Bangkok           
             
            Aquí, estuvimos diez días, entre parón por enfermedades leves y hacer la visa de Myanmar, gestión que resultó muy fácil. Podríamos, sin embargo, estar perfectamente un mes, sin cansarnos, en esta fantástica ciudad, donde disfrutamos ganado una Euro de fútbol, en junio de 2.008. Y todo. ello a pesar de la discreta calidad de los alojamientos económicos. Por cierto: por segunda vez, se frustraron nuestros planes de visitar Kanchanaburi ( la localidad del puente sobre el río Kwai ). ¡Otra  vez será¡

No boarding pass

                                                                                 Bangkok
Catorce días sin tomar una sola cerveza - y eso que el Ramadán no empieza hasta mañana - por Bahrein, Omán y Emiratos, es demasiado tiempo hasta para un bebedor habitual de este líquido. Menos mal, que habíamos venido debidamente provistos de ginebra etíope, en cantidad suficiente. No refresca, ni es tan agradecida como la otra, pero al menos, sacia las necesidades etílicas, cuando estas surgen. En cualquier caso, las cosas están a punto de cambiar.
                                                                               Bangkok
Nos hallamos en la terminal de salidas de Dubai, tomando de extranjis el último cubata, mezclado en una botella no sospechosa y pensando en las fresquitas cervezas, que engulliremos mañana, nada más llegar a Bangkok, adonde pretendemos volar esta misma noche, vía Colombo. Pero ¡¡aún nos va a tocar sufrir¡¡.

Nos dirigimos al mostrador de Sri Lankan Airlines y nos piden el billete de retorno desde Bangkok, para poder entregarnos las tarjetas de embarque. Les indicamos, que hemos viajado varias veces a esta ciudad y nunca nos han solicitado tal requisito. Ni ninguna aerolínea, ni en el control de inmigración de la capital de Tailandia. Pero, la empleada sigue en sus trece: si no hay boleto de retorno, procederá inexorablemente a la negación del embarque. Y se muestra muy taxativa.

Mientras, pensamos como replantear el asunto y le damos vueltas a la cosa, de la nada aparecen Selene y Valerio, dos italianos que han contemplado la escena y que se encuentran en idéntica situación a la nuestra. Aún, seguimos –y seguiremos- siendo agnósticos, pero Dios nos acompaña a todas partes ¡y eso no podemos negarlo!. Al encontrarse con cuatro casos iguales y con una mayor presión, la empleada accede a tratar el caso con sus superiores.
Colombo
La espera es larga y tensa, aunque amena por la animada conversación de cuatro personas, que están contentas por haberse conocido, aún en esta situación. Hasta de Berluscuni y de Zapatero, acabamos hablando.              


 Definitivamente, parece que nos dan una solución razonable. Deberemos firmar una declaración, en la que eximimos a la aerolínea de cualquier responsabilidad, en el caso de que nos presenten alguna pega, a la llegada a Bangkok. Al fin y tras cumplimentarla, tenemos en nuestras manos las tarjetas de embarque.

El primer vuelo sale con bastante retraso. La compañía en sí, es bastante buena y la comida, la mejor que hemos probado en años, en el interior de un avión: como plato principal, un excelente y delicioso, hammour con tagliatelle. Apenas, dormimos, a pesar de que lo intentamos.

El aeropuerto de Colombo es un remanso de paz, sin el aire acondicionado a todo trapo y con la gente durmiendo donde le parece, sin que nadie les moleste. Todo lo contrario a Dubai. Hay internet veloz y gratuíto, que nos sirve para acortar la espera.
                                                          Sharjah
Selene está de los nervios, pensando qué vuelo comprar, por sino la dejan entrar en Bangkok. Valerio, aunque más tranquilo, también muestra sus dudas. Somos nosotros dos. los que estamos absolutamente convencidos –gracias a nuestras experiencias anteriores-, de que no habrá problema ninguno, para acceder a Tailandia. Auguramos, hasta que seremos recibidos con una sonrisa en la cara, en tan hospitalario páis. Afortunadamente, así ocurre.
    
¿Meticulosidad exagerada de un empleado de tierra del aeropuerto de Dubai o compañía aérea  "rompe cogioni" (como se diría en italiano) ?. Nunca lo sabremos. Lo cierto es, que estuvimos a punto de llevarnos un serio disgusto.