jueves, 16 de enero de 2025
miércoles, 15 de enero de 2025
lunes, 13 de enero de 2025
Dakhla y Lanzarote, para abrir boca en este 2025
Mañana, se cumplen dos semanas del inicio de este nuevo año y será el momento de arrancar los viajes de 2025, buscando el calor. Se trata de un periplo de nueve días, que nos llevará a la ciudad saharaui de Dakhla y a la isla de Lanzarote. Y todo ello , gracias a los nuevos vuelos, que Ryanair ha implementado desde el día ocho de enero, uniendo estos dos destinos entre sí y con Madrid. En ambos lugares ya habíamos estado en el pasado. A la isla canaria, arribamos en febrero del 2000, pocos días antes, de que por sorpresa sufriera mi primer despido, después de casi diez años de trayectoria laboral. En el enclave sureño del Sáhara Occidental, pusimos los pies en el mismo mes del 2012, en un ambicioso proyecto, que nos llevó por tierra desde Nador, en el norte de Marruecos, hasta Mauritania, Senegal y Malí.
Este viaje podría haber sido algo más extenso, dado que durante las últimas fechas y no siendo muy costoso económicamente, pretendimos incorporar el retorno a la ciudad de Estambul, a la que no vamos desde hace casi tres lustros. Acabamos desestimando está opción, por la molesta condición de una escala de 48 horas en Londres Luton y por las bajas temperaturas, que asedian a la ciudad turca en esta época del año y que rondan los cero grados de sensación térmica de minima. Probablemente, este destino y junto a alguna ciudad francesa o alemana nos quede para febrero o marzo, antes de que implanten la ETA en el Reino Unido. Actualmente, los billetes baratos para Estambul, requieren pasar obligatoriamente por la capital inglesa.
Nuestro viaje a Lanzarote de finales de siglo pasado, resultó ser un dos por uno de Halcón Viajes, de una semana de duración, a cambio de un importe total de 35.000 pesetas. Estuvimos asentados en un apartamento en Playa Honda, cerca del aeropuerto, Puerto del Carmen y Arrecife. Además de estos dos lugares, llevamos a cabo un circuito organizado por la isla, que nos transportó a Teguise, el Parque Nacional de Timanfaya -subimos en camello y nos arrepentimos después, tras conocer las condiciones en las que viven-, el Mirador del Rio, el Parque de Cactus y los Jameos del Agua (había que elegir entre estos y la cercana Cueva de los Verdes).
En esta ocasión, no tenemos los objetivos aún definidos, aunque serán mucho más modestos. Los precios de todo en las islas se han disparado hasta cifras impensables. En Lanzarote es imposible dormir por menos de cincuenta euros la noche y siempre, en habitaciones muy alejadas de las zonas de interés. El importe a pagar por excursiones o entradas es solamente asumible por millonarios, por lo que solo el sol guiará nuestros pasos. Todo se ha encarecido vertiginosamente, desde que hace casi cuatro años pasamos una semana en La Palma. ¡El turismo de masas nos va a matar, pero la verdad es, que todos tenemos derecho a viajar!
A Dakhla llegamos desde El Aioune, tras un viaje de autobús nocturno de ocho horas. Estuvimos un solo día, hospedándonos en el hotel Sáhara y pasamos más tiempo negociando nuestro viaje en un mercedes compartido a Nouadhibou, en Mauritania, a través de la frontera minada, que paseando por los diferentes atractivos de este lugar, que mezcla desierto y mar.
Según hemos constatado, a través de un blog de una pareja bilbaína y de las webs de algunas agencias locales, las principales e interesantes visitas de la zona se hallan algo lejos de la ciudad y deben ser llevadas a cabo a través de carísimas excursiones organizadas, en 4 por 4, por lo que las dejaremos al margen. Son tres: la Duna Blanca y algunas playas cercanas, el desierto Imili y un periplo en catamarán hasta la isla del Dragón. En nuestro caso, nuevamente, será el sol el que nos guíe. Al menos, en Dakhla el alojamiento, es más barato, que en Canarias.
En cuanto al resto de viajes del año, aún tenemos un panorama bastante incierto, debido a unos compromisos, que nos atan bastante a nuestro lugar de residencia. Entre nuestros objetivos están, un viaje largo a América del Sur o al Sudeste Asiático,dos o tres interairs, Canadá y Este de Estados Unidos, Islandia, Madeira y las Azores.
viernes, 3 de enero de 2025
domingo, 22 de diciembre de 2024
Adiós a 2024: el año más viajero de nuestras vidas
Termina el año viajero más prolijo de nuestras vidas, superando al ya lejano 2011, cuando visitamos por primera vez, India.
De los casi 300 vuelos, que hemos llevado a cabo a lo largo de nuestra existencia, 51 se han producido este año. El primero, el dos de enero, entre Roma y Asturias, que ponía fin al noveno viaje largo. El último, el diecisiete de diciembre, entre Stanted y Castellón.
Stanted siempre está plagado de viajeros españoles y en nuestra noche allí, antes del regreso, apareció una pareja de jóvenes sevillanos, que se seguían comiendo a besos, a pesar de haber perdido su vuelo. Ella decía, que a diez personas le había pasado lo mismo y en su caso alegaba, que le había ocurrido, porque la habían sometido al control de drogas. ¿Estupefacientes? No conocemos ningún control aleatorio de ese tipo de sustancias en ningún aeropuerto del mundo. Como mucho, el de explosivos, pero es muy rápido. Hemos visto hacérselo en los pies, hasta a bebés de meses.
El caso fue, que habían tenido, que comprar un nuevo billete con la misma Ryanair para el día siguiente, pagando 180€ cada uno y no se les veía muy afectados. ¡Bendita juventud!
A lo que íbamos al principio: 2024 será recordado por ser nuestro año más viajero, en el que hemos realizado dos viajes largos -en torno a los tres meses cada uno-, dos interair por el norte de Europa, cinco periplos por Marruecos, uno por Turquía, algunas escapadas cortas y decenas de viajes recurrentes, a Madrid. Gracias gobierno, por mantenerlos hasta junio de 2025.
No hay más vuelos, ni viajes, de aquí, a Nochevieja. Después de Reyes, probablemente, hagamos un periplo triangular Madrid - Dakla - Lanzarote, con los dos nuevos vuelos de Ryanair. Y os lo contaremos, como siempre.
Hasta entonces, os deseamos unas Felices Fiestas y un próspero 2025.¡Que buena falta nos hace a todos!
sábado, 21 de diciembre de 2024
La Turquía de hoy en día, se parece muy poco a la de hace una docena de años (parte II)
-Restaurantes: en el old town de Fethiye hay muchísimos, pero el 95%de ellos están cerrados, por lo que parece una zona fantasma, donde hubiera caído la bomba neutrónica. En Kas, la mayoría si están abiertos.
Vamos a explicar, la diferencia entre Kebab, doner y durum. El primero, en general, se refiere a una carne -cordero, pollo, incluso ternera - elaborada a la parrilla. En el segundo, la carne se extrae de un pincho, que da vueltas y se coloca en un pan plano , de pita o pide. Y el tercero, es una versión enrollada del anterior, con masas mas finas.
El día, en que llegamos a Fethiye y vimos, que los precios del kebab superaban los 2€ para 70 gramos -pagábamos en 2012 entre 0,4-0,8€ por casi el doble de peso-, nos pareció caro. Pero,cuando llegamos a Kas, casi nos da un infarto: 10€ por un kebab Adana o Sanliurfa, 8 por unas patatas fritas con queso y 18 por unos espaguetis con pollo. Comer en un restaurante en la costa turquesa -no sé en el resto del país - es un lujo, al alcance de muy pocos.
-Beber en los bares y terrazas: preparad la cartera. Un café negro, dos euros; un capuchino, cuatro y una jarra de cerveza entre 4 y 8.
-Supermercados: hay muchos más, de los que recordábamos en 2012, siendo las cadenas más importantes -no las únicas -, BIM, Migros y Carrefour. La primera la usamos para la comida, la segunda para la cerveza y el alcohol y la tercera para nada
Se encuentran casi vacíos y la mayoría de los que lo usan, llevan a cabo compras pequeñas. No me extraña, porque los precios son imposibles. A modo de ejemplo, una decena -no docena- de huevos, más de dos euros y el kilo de queso gouda, a 26. Solo hemos visto cuatro cosas baratas en ellos: las insípidas sopas de bolsa para hervir, el pan, el tabaco y el cig kofta. Este último es un preparado de carne cruda con aditamentos de verduras y especias, todo triturado. Está bueno, pero por su bajo coste intuimos, que hoy en día y de la primera, lleva muy poca cantidad.
-Cerveza y alcohol: en la costa turquesa no te das cuenta de estar en un país musulmán, ni siquiera los viernes. Las mujeres visten de forma bastante occidental y la cerveza y el alcohol están en todas partes (no el cerdo). Hay tiendas exclusivas para su venta, aunque también se comercializan en Migros y Carrefour (no en BIM). Sin embargo, el precio es elevado. La cerveza de medio más barata, 1,35 y el vodka más económico de 70 centilitros, 17€.
-Entradas: en Turquía, entrar a cualquier lugar de interés suele costar dinero. No son importes muy elevados, pero el goteo constante acaba formando un buen charco.
-Duty Free: las tiendas libres de impuestos de los aeropuertos de Turquía son con mucha diferencia las más caras del mundo. No se les sonroja la cara por cobrar 16€ por medio litro de Efes Pilsen o 59€ por un benjamín de Champán por muy Moet Chandon que sea.
La Turquía de hoy en día, se parece muy poco a la de hace una docena de años (parte I)
Hacia doce años, que no visitábamos Turquía y evidentemente, desde entonces, muchas cosas han cambiado, allí. Es más, en nuestra anterior comparecencia por el país otomano, lo que hicimos fue, cruzar la nación de oeste a este en autobús, camino hacia Georgia y Armenia, que eran nuestros objetivos. Solo a la vuelta, llevamos a cabo breves paradas en Kars, Sivas, Kaiseri y un par de días en Estambul, para acabar en Bulgaria y Macedonia.
Pero vayamos al lío y hablemos de cambios:
-Visados: por entonces, era necesario obtenerlo en el aeropuerto o frontera terrestre y dicho trámite costaba 20€. Se suprimió en marzo de 2020, en plena pandemia.
-Dinero: en 2012, un euro eran 2,30 liras turcas. En la actualidad, ascienden a más de 36 por unidad europea. Pero la inflación es tal -supera el 45% anual-, que esto no supone una ventaja para el viajero, sino todo lo contrario. La mayoría de las cosas básicas son más caras de largo, que en España, rondando el salario medio turco, los 500€ mensuales. ¡Ya me diréis, como viven!
-Cambio de divisas: bastante bueno en todas partes -incluido el aeropuerto -, con comisiones entre el 2 y el 3%. Por eso, en ningún momento, tiramos de cajero.
-Alojamiento: muchos y en buenas condiciones en Fethiye y Kas, siendo menos en Kalkan, aunque en esta época del año, buena parte de ellos están cerrados. El problema es el precio. Cuesta muchísimo encontrar habitaciones por menos de 40 o 50€ la noche cuando en 2012, pagábamos entre 10 y 15€. Es verdad, que aquellas alcobas eran mucho más básicas. Desconocemos, si estos precios son extrapolables a zonas menos turísticas, como el este de Turquía.
-Transporte: es de lo poco, que mantiene unos importes razonables, costando más o menos, entre 4 o 5€, cada cien kilómetros de autobús. Aunque los vehículos son más viejos e incómodos, que hace una década.
Sin embargo, los microbuses, que recorren los alrededores de Fethiye salen carísimos. Te cobran más de dos euros por recorridos de 10 o 15 kilómetros, aunque la frecuencia es muy buena, sobre todo teniendo en cuenta, que estamos en época invernal.
-Excursiones a las distintas bahías, desde Fethiye o Kas: a pesar de haber decenas de agencias, no existe competencia y los tours tienen precios estratosféricos. En esta época, la única salida, que se ofrece y solo los sábados es, visitar la isla griega de Meis, en un ferry rápido, que tarda 20 minutos y que sale ¡por 35 eurazos!
viernes, 20 de diciembre de 2024
La larga, pero tranquila vuelta desde Fethiye
La segunda noche en el hotel de Fethiye dormimos gratis, porque los propietarios del establecimiento no contestaron a nuestros WhatsApps, sobre como pagársela. No insistimos más. Como teníamos el dinero calculado con este gasto, nos sobraban unos 25 euros en moneda local. Así, que nos pasamos todo el domingo bebiendo cervezas hasta la hora de tomar el bus para el aeropuerto.
Sobre las seis y cuando estábamos ya en la parada, comenzó a caer la tormenta más bestial, que hemos vivido en los últimos años y eso, que vamos sobrados de monzones, en Asia.
Al llegar a la terminal aérea constatamos, que varios vuelos habían sido suspendidos y cruzamos los dedos, para que a la mañana siguiente todo se hubiera normalizado. Dormimos, como angelitos, sobre los bancos de listones de madera, sin ser molestados.
El lunes amaneció algo fresco, pero soleado. El día anterior y con sorpresa, habíamos obtenido nuestras tarjetas de embarque digitales, a pesar de que Ryanair indica en su web, que en Turquía, Marruecos y Albania, se debe acudir al mostrador. Desayunamos a base de unos bocadillos vegetales y de queso, procedentes de un hotel, que alguien había abandonado.
El vuelo partió en hora y a pesar de ir más gente, que a la ida, pudimos juntarnos. Nos habían dado asientos a trece filas de distancia. Ni un solo contratiempo, ni una sola turbulencia, por lo que dormimos la mitad del camino.¡Menuda diferencia con la ida!
En Londres, el mismo mal tiempo, que hace ocho días, aunque menos jaleo en la terminal, que entonces. Dormimos con algo de frío lo más lejos, que pudimos de los famosos y molestos secadores de manos.
El vuelo a Castellón partió puntual. Casi completo, pero pudimos juntarnos, gracias a una amable chica.
Un autobús nos llevó desde el aeropuerto a Torreblanca y un tren regional, hasta Valencia. Nuestro plan era coger el AVE a Madrid, a las nueve de la noche, pero había subido mucho de precio y adquirimos billetes para las 15:30 del día siguiente.
Tocaba pasar la noche en la ciudad che, a unos cinco grados. Paseamos largamente y nos sentimos parte y solidarios con los numerosos mendigos, que nos encontramos, envueltos entre cartones.
Al final y a partes iguales, dormitamos en las escaleras de una estación de metro y en el interior de una oficina de atención al discapacitado de ADIF de donde nos acabaron echando. ¡Pusimos una reclamación!. Solo faltaría