Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 11 de septiembre de 2024

Desquiciante, anodino y accidentado Adiós 🫂 a India

           Tal, como habíamos previsto, apuramos hasta la hora del check out del hotel, el domingo, al calor de unas cervezas strong. La mañana resultó bastante fructífera, porque conseguimos hacer el check in on line de los dos vuelos de Índigo. No nos dieron unas tarjetas de embarque válidas, pero al menos, nos asignaron asiento gratuito, uno detras del otro en la misma letra.

          También encontramos una forma de no ir a la T3 y tener, qué coger el burocrático bus entre terminales. Combinando la línea amarilla y la magenta del suburbano, llegamos, directamente, a la T1.

          En Delhi, solo te dejan entrar al interior del aeropuerto, cuatro horas antes del vuelo, mientras en Ahmedabad, al día siguiente , fueron seis. Así, que tuvimos, que tirarnos fuera a dormir, siendo devorados por el calor, las impias moscas y una selección de mosquitos muy hambrientos.

         El vuelo -medio vacio- partió en hora y a las siete de la mañana, ya estábamos en Ahmedabad, con más de 19 horas de escala. Parecía, que nuestra combinación aérea la hubiera comprado algún desagradable enemigo.

          Como bien pensábamos, iba a resultar más fácil ir al Iskon de Hare Krishna, que al centro de la ciudad, donde ya estuvimos en 2011. Se tarda en llegar más de media hora. Arquitectónicamente, no vale mucho, pero sí los ritos, rezos y tradiciones, que allí dentro se desarrollan. Como premio a ser los únicos guiris, nos invitaron a desayunar.

          El resto  del día fue para olvidar y enterrar. Paseo arriba y abajo de una terminal a otra, evidentemente, sin pasar desapercibidos ante los militares, que tenían tomado el aeropuerto y que nos dieron tanto la brasa, que acabaron con nuestra ya escasa paciencia. ¡Que pesados son aquí todo el mundo!

          Para colmo, cayó la mundial. Menos mal, que encontramos un wifi libre y abierto, porque el del exterior  de las terminales solo está pensado para teléfonos indios (el del interior te dan un código con el pasaporte)

          A media tarde, tomamos una decisión: facturariamos las dos mochilas, porque las llevamos hasta arriba de botecitos de alcohol, que no acarreea problemas en los aeropuerto s-100 mililitros-, pero es, que los espirituosos son ilegales en este estado de Gujarat, desde 1960 -producción, compra y consumo- y aunque los traemos de Delhi, vaya a saber uno, la legislación, que nos podrían aplicar, multas, castigos... y quien sabe qué 

          Para ello, fuimos al mostrador y nos dieron el mismo coñazo, que ayer. Que después de Dubai, adonde íbamos, que les mostráramos los siguientes billetes, sin saber, que no necesitamos de boletos de continuación, porque podemos estar en el país, durante 90 días

          Pero ell@s se divierten, ponen en riesgo tus vuelos y tu viaje y cuanto más ignorantes y desinformados están, más listos se creen y más crecidos van por sus vidas de mierda.

Zoco del Oro 🥇, de Dubái


 

Zocos de Dubái


 

Dubái Creek


 

Zoco de las especies, en Dubái


 

Mezquita en Dubái


 

domingo, 8 de septiembre de 2024

Comienza la cuenta atrás: nueve días para el final del undécimo viaje largo

           Aunque habíamos estado por allí apenas hace siete meses, decidimos pasar nuestro último día completo, en Delhi, por la zona de la mezquita y de la remozada Chandni Chowk , porque además, por haber por allí mayoría musulmana, se come mejor y más barato. 

          Pero de camino al metro de New Delhi nos zampamos un biryanis de pollo y unos momos y nos entró la pereza. Y es, que en el suburbano de Delhi son también muy pesados con la separación de colas por sexos y los molestos registros. Y después, si consigues entrar al vagón, todos bien apretaditos.

          Así, que finalmente, nos quedamos por la zona del hotel y cuando completamos la logística del día, nos refugiamos en el potente aire acondicionado de la habitación, porque la sensación térmica, a pesar de no haber sol, rondaba los 40°.

          Mañana agotaremos el check out del hotel, comeremos algo y haremos las últimas compras. De madrugada , volaremos a Ahmedabad, en el que es nuestro único periplo interno aéreo de todos los viajes, a India. El metro te deja en la terminal internacional -la 3- y nosotros salimos de la de nacional (1). Pues bien: hay un autobús gratis, que une ambas, pero a lo indio. Debes mostrar tu tarjeta de embarque, rellenar un formulario -como no- y así, obtener un billete. Si no, veinticinco rupias, al canto.

          En Ahmedabad, pasaremos casi veinte horas, por lo que o bajaremos al centro o tomaremos un autobús al Iskon de Haré Krishna. Lo que sea más sencillo.

        La madrugada siguiente y también con Índigo, aterrizaremos en Dubai, ciudad, que no visitamos desde hace doce años. Estamos teniendo dificultades para reservar alojamiento, porque o piden fianzas abusivas -rondando los cien euros- o certificado de matrimonio y evidentemente, no nos hemos traído el libro de familia.

          El jueves, autobús a Abu Dhabi, para al día siguiente, volar a Larnaca, con Wizzair. Allí, haremos noche y a última hora del domingo y con la misma compañía, embarcaremos para la ciudad eterna.

          El martes de madrugada y con Ryanair, completamos el ciclo aéreo, uniendo Roma y Santander. De ahí, el  ALSA, a Valladolid, donde pretendemos llegar, durante la tarde del día 17 de septiembre, yéndonos  a un total de 71 días de viaje.

sábado, 7 de septiembre de 2024

Andanzas de monos ladrones e indios pesados (lo son casi todos)

          Dándole vueltas, hemos llegado a la conclusión, que lo del robo de las gafas por parte del mono, fue una trama organizada. Si no, sería imposible, que de repente, como ocurrió, apareciera tantísima gente de la nada. El operativo funcionaria así: al mono le han enseñado a robar objetos de valor a los turistas. Por devolverlo, el animal recibe una pequeña recompensa en forma de comida o zumo y los lugareños le sacan una cifra importante al viajero, por heroicamente, haber recuperado el bien hurtado. Pero les salió mal, porque no nos sacaron ni una rupia.
  
          De hecho, un concienzudo estudio concluye -según hemos leído -, que algo así ocurre en el templo de Uluwatu, en Bali. Aunque en este caso, el personal del lugar sagrado hacen de intermediarios entre mono y turista poco precavido, sin sacar nada a cambio. La negociación más larga fue de veinticinco minutos y los objetos favoritos de los primates son, los móviles, las billeteras y las lentes graduadas. Lo que no cuenta el artículo es, si los monos aprendieron está técnica por si mismos o fue cosa de humanos.

          En Delhi, seguimos apurando la estancia en India y aguantando la dura vida cotidiana de la ciudad, casi ya a cambio de nada. Ya casi, nos enfadamos por todo y eso, que sabemos que es lo que hay: que el tránsito a pie es imposible, que son muy mal educados y que las moscas, comparadas con los indios y en cuanto a pesadez son monjas ursulinas. Y todo mientras vemos a una vaca tragarse un plátano de una sola vez y con cáscara, escupiendo solo el rabo.

          Lo de pesados lo son a nivel individual, grupal e institucional y no se sonrojan por ello. 

          Está mañana, nos han entrado, al menos cinco ociosos indios para informarnos de algo, que no habíamos preguntado. Que si por aquí no se va al metro; que si anda para allá, que hay un mercado; que si esto es el downtown... Y todo, para romper el hielo y ver si te sacan algo.

          Después, hemos cogido el metro para ir al templo Askardam y nos han dicho, que no tenían cambio de 500 rupias para pagar sesenta en la ventanilla y se quedan tan anchos. Y tú, a buscarte la vida con los comerciantes -o como se te ocurra-, que tampoco lo tienen.Lo de la vuelta en este país es un problema tremendo y eso, que el billete mayor equivale a 5€.
  
          Y ya en el templo, ha sido el acabose, poniendo a prueba nuestra paciencia, que no es mucha porque nuestro indiómetro ya ha colapsado.

          Primero, un control no muy exigente de bultos para acceder a una zona de verjas y caminos trazados, mientras por los altavoces van recitando, los objetos prohibidos, que son casi todos, incluyendo móviles, cámaras, comida o bebida. Recuerda bastante a las películas de los campos de concentración de los nazis. Todo lo debes dejar en la consigna.

          Después, te entregan un papelito, que debes rellenar, detallando tus pertenencias. En el depósito de bultos comprueban, que has dicho la verdad y te hacen hasta una foto, para que no las pueda recoger otra persona.

          El siguiente paso es la separación en colas por sexos y un severo registro. Me libré de quitarme el cinturón y no, como les ocurrió a los indios, que estaban delante de mi.
 
          Y cuando piensas, que has terminado, pues va a ser, que no. Como llevo pantalón corto, debo pagar una fianza por un faldamento naranja, que me devolverán a la salida (dan recibo).

          El templo parece antiguo, pero fue construido en 2005. Es precioso, pero no os lo podemos enseñar, porque la única foto que puedes obtener -videos nada- es pagándosela a ellos y no es digital.

          Al menos, hoy, hemos obtenido la mejor tasa de cambio del viaje: noventa y cuatro rupias por euro.