Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

sábado, 31 de agosto de 2024

Transitando despacio hacia el final del viaje

           En Lucknow, estamos en un hotel de los de circuito de 24 horas. En el sur hay muchísimos, pero por el norte, donde estamos, son escasos. Es una fórmula agradecida para el cliente, que consiste, en que tu check out se produce a la misma hora, a la que  llegaste el dia anterior. Por eso, nos tomamos la vida con tranquilidad, dado que nuestro check -in había sido a las 16:50.

          En un principio, nuestros planes eran claros: pasar el día relajados y coger un bus nocturno, hacia Agra o Matura. Pero al despertarnos vimos, que había cuota Takal para esos destinos para el día siguiente y nos entraron las dudas.

          Nos fuimos - asediados por los monos del pasadizo elevado- a la estación, pero está vez, fracasamos. En cinco minutos, se habían vendido los 97 billetes disponibles y solo quedaban para la jornada siguiente. Y como tardamos en decidirnos, también volaron.

          Nos entró pereza y decidimos, que ya no nos marcharíamos hoy y que renovaríamos la habitación del hotel, pero a poder ser, cambiando a aire acondicionado, porque los ultimos días no ha llovido y estamos sufriendo sensaciones térmicas d hasta 45 grados.

          Como se puede llegar a través del barato metro - tres estaciones - nos acercamos hasta la nueva terminal de autobuses, para recabar información. Buses a Agra, cada media hora -las 24 del día - y cada 60 minutos, con aire, entre las 6 y las 21.

          Justo al lado y sin cruzar, nos topamos con un moderno centro comercial, elegante, pero sin casi clientes y estuvimos paseando más de hora y media, bajo su refrigeración. Tiendas muy sugerentes, supermercado tradicional y los garitos de comida con precios, que multiplican por diez, los de la calle.

          Regresamos. Estamos cansados de la poca luz, que hay de día en las estaciones de transporte público -sobre todo, en las de trenes- y los días, en los que ataca el monzón y su nublado,son aún peores. También, odiamos el constante exceso de escaleras.

          Nos quedamos en la misma habitación, donde pagamos ochocientas rupias, porque por la del aire acondicionado nos pidieron mil ochocientas. En India lo que sería una necesidad, resulta ser un lujo. El A3 del tren es un simple slepeer con aire sin nada más, pero por el que te cobran tres veces más. Por el bus a Agra nos han pedido un 50% a mayores.

          Vamos transitando despacio hacia el final del viaje, ya con escasos objetivos, más allá de Vrindavan o de volver a Estambul después de muchísimo tiempo. Sin billetes de regreso confirmados, ahora mismo el plan es el siguiente. Delhi -Estambul (Índigo, 179€). Bus a Sofía, unos 20 euros. Sofía - Bolonia, Bolonia -Santander (30€ en total)

viernes, 30 de agosto de 2024

De vuelta a Lucknow , derretidos por el calor

           En el alojamiento de Varanasi no nos dieron la misma habitación, que el día anterior, porque estaba ocupada. A la nueva no llegaba el wifi y como teníamos pendientes varias búsquedas -entre ellas, los vuelos de vuelta, para mediados de septiembre - salimos a la zona común con unas cervezas de la mano. Al poco tiempo, vino un áspero empleado, que nos dijo, que no se podía beber alcohol en el hotel. No nos dió tiempo a replegarnos, porque poco  después llegó el dueño, nos pidió disculpas y nos explicó, que ese veto era solo para los nacionales y no para extranjeros, así, que seguimos dándole. ¡Por una vez, teníamos ventaja en algo!.

          La verdad es, que los indios se vuelven muy brutos -más todavía -, cuando ingieren alcohol. Pero, no es solo su culpa, sino del sistema. Ya hemos hablado varias veces de esto, pero volveremos al tema en un próximo artículo.

          Sobre la rata huida, no volvimos a saber nada, después de taponar todos los agujeros visibles del baño y bajar la tapadera de la taza.

          En nuestras dos últimas horas en New Japailguri, habíamos tenido un par de buenos momentos. Por un lado, habíamos reservado plazas en slepeer, entre Varanasi y Lucknow, para seguir volviendo. Por otro, el partido de los seguidores de Ghandi, había celebrado esa tarde una manifestación en la ciudad, en la que regalaban  una bolsa a los participantes. Como les sobraron, nos entregaron dos: un huevo duro, un plátano, un bollo dulce y una botella de agua, por barba para completar la cena.

          El tren para Lucknow salía a las ocho y veinte, pero como debíamos  cambiar de estación y coger un cacharro, nos levantamos a las 6:30 con las legañas puestas. Como el vehículo venía lleno atrás, nos sentamos con el culito prieto, a ambos lados del conductor. Menos mal, que estamos delgados.

          Salimos en hora y llegamos al destino solo cinco minutos tarde, pero el viaje resultó muy pesado, con muchas paradas y un insoportable calor derritiente. Nunca habíamos pasado tanto. Ni siquiera, en aquellos trenes de asientos de escay, que se dirigían a la frontera francesa, en nuestros interrailes de hace 35 años. Bueno. En el primer viaje, a India, también casi morimos asfixiados, en el trayecto entre Jodpur y Jaisalmeer, tragando, como imbéciles la arena del desierto, mientras no dejábamos de cruzarnos con convoyes militares.

           En Lucknow, volvimos al hotel de la otra vez y no hicimos más, que comprar la cena y el alcohol.

          Vista la experiencia , queremos no volver a viajar de día en los trenes. Además, para Agra -nuestro próximo destino- no hay plazas para los próximos días. Tocará ir a la estación de autobuses de las afueras, desde donde salen los servicios de más larga distancia.

          Después, nos quedará Vrindavan y camino de Delhi, para iniciar una vuelta, que se prevé larga. En principio: Delhi - Estambul - Viena - Santander.

jueves, 29 de agosto de 2024

Locura de trenes, calor asfixiante y objetivo cumplido en el día de la rata

 Por una cuestión de principios, más que de dinero y ya sin objetivos en Varanasi, nos pasamos toda la tarde del miércoles, urdiendo un plan ferroviario -no hay mucha frecuencia de trenes-, para llegar a Sarnath sin tomar un solo tuck tuck. Hay que anticipar, que conseguimos el objetivo, pero no, como habíamos planificado.

          Los tutuckeros de la estación y de los ghats están demasiado acostumbrados a engañar, fácilmente, a los turistas y les sienta mal -si pueden, actúan en grupo ante la presa -, si opones resistencia. Te tratan de colocar el viaje de ida y vuelta y recorrido por Sarnath y cuando les dices, que solo one way, se descolocan y empiezan a pedir cantidades absurdas e inaceptables.

          Al despertarnos, la cosa pintaba a desconcierto, al consultar la aplicación. El tren elegido y con transbordo en Varanasi City no circulaba y el que ayer nos daba unavailable, estaba a punto de llegar. Recogida de equipaje y corriendo a la estación, con tanta suerte, que cogimos el convoy, casi en marcha.

          Llegamos a Sarnath dos horas antes de lo esperado, en el que ha sido el más horrible día de calor de nuestras cinco semanas, en India.

          Sarnath es un lugar tranquilo, con muchas aceras y la zona monumental está casi peatonalizada (como siempre, algunos motoristas y ciclistas lo joden todo). Hay pelmas, buscavidas y pedigüeños, pero son poco profesionales. Los del transporte son plastas, pero no te engañan con el precio -como comprobamos más adelante - y el escaso turismo está compuesto por grupos nacionales y unos pocos guiris sueltos.

          Empezamos -casi en soledad- contemplando una pagoda japonesa, un templo tibetano y un estanque sagrado, para seguir con un increíble templo budista - por dentro y por fuera-, otro jainita y la columna antigua de Ashok, que junto al museo arqueológico es lo único de pago.

          No adquirimos las entradas, por dos razones. Por un lado , la primera -250 rupias - se ve desde fuera y el segundo, porque no nos interesaba. Por otro lado, no hay taquilla física y debes  escanear un código QR y nosotros viajamos sin datos móviles y con mucha pereza internética extra.

         A la una de la tarde ya habíamos completado la visita. El próximo tren de vuelta salía -como ya sabíamos- a las cinco- y no llegaba hasta Banaras, como pensábamos -estación a cuatro kilómetros de Juntion-, donde habíamos planeado dormir, puesto que partimos desde allí mañana, de regreso, a Lucknow.

          Pedimos precio a un driver, para llegar hasta allí y nos pareció adecuado, pero nos empezó a dar pereza buscar nuevo hotel, sitio de cenar o la tienda de la cerveza y decidimos, que volveríamos donde ayer y la madrugada siguiente, cogeríamos un cacharro a Banaras.

          El regreso resultó tortuoso y en vez de directo, fue con cambio en Varanasi City, porque unos pasajeros indios nos malinformaron

          Cruzamos la calle de la muerte, casi anocheciendo y volvimos al hotel de anoche, donde -teniamos muchas dudas-  no nos hicieron un nuevo check in.

          Llevábamos días alardeando - en respuesta a comentarios de alojamientos en Booking -, que nosotros no habíamos encontrado una sola habitación con basura o ratas, en seis viajes a India.Pues bien: hoy hemos visto corretear a la primera, desde debajo de la cama a los desagües del baño.

Templo jainista, en Sarnath


 

Columna antigua budista, en Sarnath


 

Interior del templo budista más bonito de Sarnath


 

Principal templo budista de Sarnath


 

Estanque, en Sarnath