martes, 28 de mayo de 2024
lunes, 27 de mayo de 2024
Gilimanuk
Desde Kuta a Dempasar. ¡Como han cambiado los tiempos (a peor)!
En los dos viajes anteriores a Bali -2008 y 2018- ya habíamos ido andando, desde Dempasar, a Kuta. En la primera ocasión había bemos casi a cada instante, que cubrían el trayecto por un precio muy barato, por lo que el paseo fue casi por placer y por contemplar los templos del camino y entrar al Carrefour.
En la segunda ocasión, aún circulaban algunos bemos, pero de manera muy infrecuente, desde la estacion de Tegal, por lo que decidimos regresar caminando, para evitar esperas. A mitad de camino, había unas obras tremendas, que nos supusieron muchas dificultades. Al menos, habían tapado las alcantarillas del camino, que en la anterior vez estaban descubiertas y ansiosas de tragar peatones.
Hoy en día, ya no circula un solo bemo por toda la isla. Han ideado un sistema de autobuses rojos con tarjeta, que no coge nadie y que para dos personas son más caros, que los propios taxis. Así, que decidimos ir andando, más por necesidad y vagancia que por buscar otras alternativas.
La salida de Kuta fue sencilla, también hasta medio camino, con muy pocos cruces complicados. Pero en la parte de acceso a Dempasar, todo se enmaraño. Primero porque nos equivocamos de calle y debimos retroceder y después porque las aceras se transformaron en asesinas, llenas de todo tipo de objetos -algunos, inimaginables, ni para un guionista de Hollywood - y de irregularidades del asfalto o elementos punzantes o arañantes. Amenaza tras amenaza, en un interminable peregrinar hasta la terminal de Tegal, hace tres caótica y ahora, sencillamente, abandonada. Una pena.
Hasta la de Ubung, hay unos cinco kilómetros, desde aquí, por un camino recto y más tranquilo. Este será el último punto desde donde abordaremos los buses, que conectan el oeste de la isla, con Java. Antes, los bemos drivers, te agobiaban, para que cogieras sus servicios. Hoy solo, algún taxista despistado. Menos mal, que de camino se contemplan templos espectaculares. Siendo generosos, la estación de Ubung funciona a medio gas, aunque al menos, hay autobuses para nuestro próximo destino: Gilimanuk.
Decidimos descansar. Es tarde por lo que cogeremos un servicio al día siguiente. Encontramos un cercano hotel barato pero perdimos la piscina y el aire acondicionado del día anterior. Cómo recompensa cenamos las mejores patatas rebozadas del viaje y degustamos un exquisito plato de pasta con pollo, crujiente y varias verduras.
domingo, 26 de mayo de 2024
Últimos días en Kuta, preparando el final del viaje
Hoy cumplimos 56 días de viaje o lo que es lo mismo, ocho semanas completas de este noveno periplo largo, que probablemente, tendrá su final, dentro de algo más de quince jornadas, rondando la nochevieja. Aún no hay nada concretado, pero nuestra vuelta puede ser: Kuala Lumpur - Singapur - Atenas (Scoot) y Milán - Madrid ( Wizzair). No tenemos ni idea de cómo conectaremos la capital griega y la ciudad italiana.
Llevamos veinte y dos días en Indonesia y nos quedan otros seis, para retornar por tierra, a Surabaya, desde donde enlazar mediante Air Asia con Malasia. El de hoy supone el hotel número treinta del viaje y ya estuvimos en él hace tres semanas. De ellos la mitad han sido en Indonesia, ocho en Vietnam y siete en Tailandia, que ya nos resultan muy lejanos.
Para quien no conozca un poco el país de las mil islas, darle una recomendación básica con el alojamiento. En general, los hay de tres tipos,en las zonas más turísticas (en el resto es otra cosa). Los mega carísimos, en forma de resorts, donde se puede hacer vida completa e intensa, sin salir siquiera a la calle. Los de precio medio, que rondan los 25-30€ y que ofrecen ciertas comodidades. Los usan los turistas o viajeros incautos o poco experimentados, que no saben o no se fian de los económicos, que cuestan la tercera parte y si se sabe buscar, ofrecen casi lo mismo: piscina y aire acondicionado. Quizás los baños estén un poco peor, pero no siempre .
Nuestros dos últimos días en Kuta fueron más relajados. El primero, tratamos de llegar más allá del aeropuerto -se puede ir por la playa- en la dirección contraria a Canggu. Es complicado, porque no es posible rodear el aeródromo, salvo por mar o por grandes carreteras.
El segundo, además de varias gestiones logísticas, visitamos el famoso centro comercial DFS, en el que solo hay guiris. Se supone, que es para gente de tanto dinero, que nada tiene precio. Pero nosotros y en nuestra linea, nos pusimos las botas a base de probaturas gratuitas de pescado en salsa y galletas variadas.
Mañana y si no hay contratiempos, iniciaremos la vuelta por tierra, hasta Surabaya, vía Dempasar y Gilimanuk.
sábado, 25 de mayo de 2024
Reflexiones de una prenavideña tarde tropical
No es tan malo irse al OYO
En el sudeste asiático ir al hoyo, no significa necesariamente morirse. Sobre todo si le quitamos la h (oyo). O lo que es lo mismo: on your own. Se trata de una mega cadena de alojamientos, fomentada por un chico indio de 19 años, que la creó en 2013. A diferencia de Booking, no es un mero intermediario de reservas, sino que participa en la gestión de hoteles o habitaciones exigiendo unas condiciones mínimas y reformas necesarias para garantizar cierta calidad en estos alojamientos. Controla más de 12.000 y ya se ha introducido, incluso, en España.
A diferencia de Tailandia o Vietnam, donde todos los alojamientos los gestionamos con sus propietarios, en Indonesia hemos tirado bastante de Booking. Especialmente, en Bali y Flores ( no así, en Sumbawa o Lombock)
En relación a los viajes anteriores al país, en 2.008 y 2018, la calidad ha aumentado mucho más, que el precio y para nosotros, Indonesia se ha quitado esa lacra de alojamientos muy cutres, que compartía con países, como Turquía o Marruecos. Eso sí y salvo excepciones, los fantásticos desayunos de entonces -incluidos en en precio- están desapareciendo o han mermado en su cantidad.
Seguimos en Kuta, en un hotel fenomenal y barato. Y el día de hoy lo hemos dedicado a llevar a cabo una excursión estupenda y calurosa, de unos 38 kilómetros (ida y vuelta). Hemos recorrido el paseo marítimo hacia la derecha, para llegar a Senmiyak y Canggu, a través de decenas de playas de arena ocre y negra y diversos y atractivos templos de roca volcánica, tan oscuros como el azabache.
La única dificultad de la jornada ha sido atravesar unos cuantos canales de corrientes diversas y hasta alguno de ellos de posibles aguas fecales.
Cuatro planes desde Kuta
Nos costó la tarde entera, porque la información es escasa e imprecisa, pero trasteando en el hotel por internet y embadurnados de calor, nos planteamos tres objetivos con el transporte para el día siguiente (luego serían cuatro).
La jornada comenzó bien, reservando más barato en un hotel prometedor y con aire acondicionado. Y siguió mejor, porque en una zona de la playa nos invitaron a desayunar té y café y nos ofrecieron una caja , que contenía una croqueta gigante de verduras, dulces y cacahuetes.
Llegamos hasta el Discovery Mall, desde donde supuestamente, operan buses de Kura Kura, para diferentes destinos del sur de la isla. Fracaso total. Nadie sabe nada. Seguimos por la playa hasta el Lippo Mall y junto a una parada de Grab -el Uber indonesio -, sí encontramos otra de Kura Kura, pero solo con destino a Ubud y más caro -suplemento por equipaje-, que Perama, la del shutle de ayer. Nada de Dempasar o Canggu.
Tercera baza: a Ikea y la estación de ayer, por un largo, aunque no incómodo camino. En la multinacional sueca, albóndigas al doble de precio, que en España, aunque los refrescos son ilimitados, por poco más de cincuenta céntimos. Y, en la terminal, solo buses a Dempasar, carísimos. Y además, hay que adquirir una tarjeta de recarga de alto precio, para solo una vez.
El cuarto plan, vino de una pedrada mía, que contradecía a Google, que indica, que no es posible llegar a Canggu, desde Kuta, yendo caminando por la playa. De esta forma conseguimos hacer la mitad del camino -unos siete kilómetros - hasta unos bonitos templos y tuvimos, que volver, por hacerse de noche, para reintentarlo mañana.
Empieza el tercer "interair"
Mañana domingo comienza nuestro tercer "interair", que nos va a llevar, durante 18 días, por varias ciudades europeas. Por primera vez, llevamos todo el recorrido cerrado y no nos vamos a gastar en él más de 180 € por persona.
Da un poco de vértigo, porque se trata de un puzzle de diez vuelos, en tan solo dos semanas y media, con el estrés que supone, el transitar y pasar por los controles de seguridad de los distintos aeropuertos. Pero, creemos, que podremos con ellos, especialmente, si no hay retrasos aéreos y el clima acompaña. Solo, entre tres y cuatro noches de hotel.
26 de mayo: Valladolid - Madrid
27 de mayo: Madrid - Billund, con Ryanair. Territorio conocido
29 de mayo: Billund -Gdanks, con Ryanair. Intentaremos explorar el cercano campo de concentración de Stutthof y Hel
1 de junio - 3 de junio: Gdanks - Stavanger -Gdanks, con Wizzair, ida y vuelta
4 - 5 de junio: Gdanks - Tronso - Gdanks y su sol de medianoche, con Wizzair. Solo 23 horas en el círculo polar ártico
7 de junio: Gdanks - Hamburgo, con Ryanair. Visitaremos este destino y la cercana Bremen.
9 de junio: Hamburgo - Málaga, con Ryanair. Seis horas de escala.
10 de junio: Málaga - Burdeos, con Ryanair, para descubrir esta ciudad.
12 de junio: Burdeos - Madrid, con Ryanair y fin del viaje.
Regreso a Kuta
En un supermercado de Lombock nos compramos unos tintes super morados para el pelo. Nos los dimos en el hotel de Padangbai. Desde entonces, somos la sensación de las islas y casi todas las mujeres de diversas edades -también algunos hombres- se deshacen a nuestro paso con calificativos, como "great", "beautiful", "nice", "deep purple"...
Al final y con más esfuerzo del esperado, tuvimos, que volver a Kuta con Perama, pagándolo caro y en un trayecto muy pesado de casi dos horas para 35 kilómetros, debido al denso tráfico. De camino, vimos un Ikea y una estación de autobuses, que nos abrió futuras esperanzas, para poder ir a Dempasar, desde donde pensamos acometer la vuelta por tierra hasta Surabaya -Java- desde donde tenemos un avión, a Kuala Lumpur, el día 21 de diciembre.
En Kuta -como en el resto de Indonesia -, contratiempos podíamos esperar, pero no desde luego, con el alojamiento, al querer volver al de la primera vez, con nuestra gran piscina y aire acondicionado. Pero el conserje nos devolvió a la realidad, indicando, que todo estaba lleno. Más tarde y trasteando en Booking descubrimos, que si había alcobas, pero que no estaban dispuestos a ofrecerlas al precio de la otra vez.
Comenzó entonces un largo, tedioso, caluroso, húmedo, esforzado y desanimado peregrinar por los diversos hoteles de la zona. Pagamos lo mismo que hace más de dos semanas, pero sin aire, sin piscina y con un baño indecente. Mañana, definitivamente, buscaremos otra cosa.
En los próximos días debemos visitar Canggu y volver a Dempasar y probablemente, en ambos casos, será andando por la escasez y el alto precio del transporte colectivo, que de público tiene poco.
viernes, 24 de mayo de 2024
Nunca debimos volver a Ubud
Si segundas partes nunca fueron buenas, no digamos, las terceras. Nunca debimos volver, a Ubud. De hecho, no entraba en nuestros planes, pero al acortar nuestro circuito por Flores, nos sobraban días. El templo del lago -el principal y el más visitado, aunque no el más bello- estaba en nuestros recuerdos y en las fotos de los dos viajes anteriores a esta ciudad y al que habíamos acudido docenas de veces en el pasado. Al bajar del bus de Padangbai, le dije a mi pareja: "algún día cobrarán por entrar a ese templo, a no tardar mucho". Más bien, a no tardar nada, porque ya han puesto férrea billeteria junto al Starbucks.
Lo único barato en Ubud ya solo son los hoteles, porque hay tantos, que no pueden subir los precios. Pero, en general y en cuanto a los económicos, son algo más rústicos, que en el resto de la isla, aunque suelen compensar con sabrosos desayunos.
Cada vez eso sí, nos da más la sensación, en cada ocasión, que volvemos a Ubud es, que con más descaro y sin disimulo, tratan de estafarte con todo, siendo la inflación galopante. Definitivamente - ya había pocos en 2018-, han desaparecido los bemos y por tanto, no hay forma de moverse en transporte público, por Bali. Solo te quedan los shutles -diez veces más caros el kilómetro, que en Sumbawa o Lombock - o los carísimos taxis (un recorrido de 30 kilómetros equivale a cuatro noches de hotel para dos personas).
Los fantásticos templos de la ciudad, que antes visitabas entre sonrisas y en pantalón corto, ahora, o los cierran o ponen carteles en los que dicen que solo se puede entrar para rezar -ni puto caso - y en los que están abiertos, tratan de echarte, pesadisimas señoras, por no llevar el sharong (a la mierda, todas ellas). Los templos de la ciudad no los cobran porque no va nadie, en los de las afueras y pagando una carísima excursión no hay problema.
Algo, si ha mejorado, desde hace un lustro. Han construido un mercado nuevo y moderno y peatonalizado los alrededores, pero obras, sin educación, no sirven para nada, porque siguen campando a sus anchas y aparcando en cualquier parte con las malditas motos.
En Ubud me caí y me arañe un brazo. La última vez, había sido en Guadalajara, México, hace más de dos años.