Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 13 de marzo de 2024

El inicio de la cuenta atrás

          La segunda  noche en el alojamiento de Junagadh volvieron los picores en brazos, piernas y manos, aunque menos intensos. Como medidas de emergencia y a las seis de la mañana, dimos la vuelta al colchón y empapamos las sábanas, pero con el ventilador a tope, salía frío del colchón y debimos apagarlo. Fue entonces, cuando aparecieron los mosquitos, a los que no habíamos invitado a la fiesta.

          Por la mañana, entre el polvo y un calor insoportable, tratamos de hacer el último intento de reservar plazas, a la costera Ratnagiri. Es el tercero, que llevamos a cabo en los últimos días (dos desde Vapi y este, desde Bombay). El primero era un tren especial por el cercano Holly - no lo pillaremos esta festividad por tan solo 24 horas y nos da pena- y el el segundo, nos mandaron a la posición 66 de la lista de espera. Hoy, a la 200 y eso, que faltan  cuatro días para la fecha de salida. Desistimos y buscamos el plan b de nuestro recorrido -más cómodo, incluso -, que consiste en dedicar la última semana del viaje a los alrededores de Bombay, disfrutando de laen naturaleza, despues de tanto estres acumulado. En concreto, a los extensos extrarradios de Lonevala -donde ya visitamos hace año y medio las cuevas de Karla- y en Matheran, excursión fallida en ese mismo viaje por coincidir con un sábado, cuando el tren de juguete, que lleva hasta allí, estaba colapsado por los viajeros nacionales. Hemos aprendido e iremos en jornada de diario.

          Casi quince horas duró el regreso desde Junagadh hasta Vapi, pero sobre ese asunto, se escribe una entrada posterior. 

          Al llegar a este destino, tomamos el hotel de la otra vez y el check in, fue más sencillo y corto. La tarde la pasamos vagueando, pero por la mañana, estuvimos a punto de tener un disgusto. Nos fuimos a Daman, a cambiar dinero -en una agencia de viajes con productos de bazar en todas sus estanterías, en una bocacalle de la principal, con excelente tasa y llamada Abhi Fly y Fly Travels-, a comprar comida -más rica, que la de Vapi- y a adquirir cerveza y alcohol, estando con la despensa vacía.

          Al llegar al arco -que hace de simbólica frontera-, subió un policía, pero está vez, empezó a palpar equipajes, de indios jóvenes. Afortunadamente, el nuestro se lo saltó -y el de una chica -, porque con cuatro botellas de cristal, no tendría, que haber investigado mucho. Creemos que con los extranjeros hacen la visita gorda, pero en realidad, no sabemos que puede pasar , si te pillan con la mercancía. ¿Simple requisamiento o acusación de delito y consecuencias inciertas? . Esperemos que la duda siga, porque aún nos queda otro viajecito.

lunes, 11 de marzo de 2024

¡Con los precios de las visitas turísticas, a tomar el pelo a otros!

           Puede haber, quien se extrañe, de que después de miles de kilómetros recorridos, del sufrimiento en los transportes, de las carencias alimentarias, de las decenas de aventuras vividas, de la empatía/odio con la población local, del demoledor calor de primeros de marzo...no nos estiremos y paguemos los poco mas de cinco euros, que cuesta el fuerte de Junagadh.

          Para estos, que se sorprenden, darles un dato bien clarificador: hemos estado cuatro veces en Agra y todavía no hemos visitado el Taj Mahal. Simplemente, porque no nos da la gana entrar en el juego de las autoridades indias, ya sean locales, estatales o centrales. Para los habituales de nuestras andanzas, este hecho no les extrañará nada.

          Nosotros, como viajeros concienciados y defensores de la igualdad entre sexos, nacionalidades y religiones -entre otros- no podemos permitir ser discriminados, por el mero hecho, de que cuatro avispados sin escrúpulos y con tintes altamente corruptos, quieran hacer caja a consta de los cuatro guiris mensuales, que podemos venir aquí (en dos días no hemos visto ninguno).

          ¡Lo hacen, además, de forma tan descarada, que no ocultan su alegría -como si hubieran visto a Dios-, cuando avistan a un extranjero. ¿Podemos aceptar con naturalidad y sin sentirnos humillados, que por lo mismo, nos quieran cobrar veinte veces más -exactas-, que a los nacionales?.

          Y después y sin ser siquiera un dotado lumbreras, está la comparativa y el que te tomen por tonto en tu propia cara. El precio de las dos entradas al fuerte de Junagadh, equivale en precios locales, a lo siguiente: una noche de hotel de precio medio, 1.700 kilómetros de un viajero en clase sleper de tren, casi la mitad de la visa de 30 días de un extranjero, 10 platos de arroz biryani con pollo en un restaurante, 100 samosas o bondad en un puesto callejero, 10 kilos de snaks en una tienda del mercado, 200 paquetes de galletas, 200 plátanos en un puesto de fruta -o 12 kilos de uvas-, 14 cervezas de 65 centilitros en los estados más baratos o cinco litros de whisky en Daman.

          ¡Con los precios de las visitas turísticas a tomar el pelo a otros!

Junagadh, polvorienta y abrasadora

           Por la mañana, al llegar a Junagadh, la elección de hotel, nos pareció bastante adecuada. Habitación grande, limpia y luminosa, con baño impecable y con un potente ventilador, además de buen wifi. Pero, no tuvimos en cuenta, que estábamos en el último piso y que el sol caía de plano todo el día sobre el tejado y en los amplios ventanales. Cuando llegamos por la tarde, -con 36 grados en la calle -, la sensación de asfixia era devastadora y así siguió -mientras el ventilador removía a lo loco el ardiente aire- durante toda la noche. De madrugada y llevando dos horas dormido, me comenzaron a picar los brazos, las manos y las piernas, en forma de una reacción alérgica virulenta, que me acabó de amargar la madrugada. ¿Bichos en el colchón o reacción brutal al calor y a la humedad excesivos?

          A pesar de tener más de ciento cincuenta mil habitantes, Junagadh es una ciudad cacharro, polvorienta -como ninguna de las anteriores-, con muchas calles sin asfaltar y plagada de basura y escombros.

          Las temperaturas extremas y la pobreza gastronómica logran , hacen que la estancia sea aún mas desagradable. Al menos, no pululan demasiados pelmas.

          Al margen de esta dura realidad cotidiana tres son los motivos para venir hasta aquí.

          Primero.El Mausoleo Mahabat Maqbara, deslumbra, al ver su colosal puerta, situada enfrente de la estación de trenes y tú, te dices: "por dentro será maravilloso". Y cruzas el umbral y llega el chasco, porque te topas con decenas de desordenadas chabolas con los pobres niños trajinando, sin rumbo, con el edificio abandonado de un antiguo mercado, con otras viviendas de aluvión, con cuatro tiendas cutres y vacas y gallinas, comiendo del inmenso basural , que rodea el complejo del mausoleo. Además de la tumba, tiene una mezquita y otros edificios religiosos, impecables.

          Segundo. El fuerte Uperkot, que en su interior tiene una mezquita, unas cuevas budistas y unos pozos típicos, de Gujarat. El camino hasta llegar es frenético y peligroso, pero merece la pena hacerlo andando, porque se contemplan templos musulmanes e hindúes, iglesias con arcos góticos, tumbas, estupas y edificios tan bellos como decadentes. El disparatado precio de entrada son 500 rupias -25 los indios- por lo que sin dudar, decidimos, no entrar. No parece sensato pagar por una visita, lo mismo, que nos cuesta la habitación de hotel. No solo nos ahorramos el timo, sino que al regresar, mi pareja se encontró 300 rupias tiradas en el suelo.

          Tercero. Templos hinduistas y jainitas, que están a las afueras y a los que se llega subiendo diez mil escaleras. Nosotros, ya tuvimos bastante con los tres mil de Palitana y además, habíamos leído alguna opinión que rebaja las expectativas de esta esforzada excursión.

          Mañana y en autobús, regresamos a Vapi. Matheran y otros puntos de Maharastra nos esperan, antes de poner punto final al viaje, durante la Semana Santa 

Estupas en Junagadh


 

domingo, 10 de marzo de 2024

Accidentado camino de Junagadh


           Nos levantamos con mucha pereza para abandonar Diu, después de tres noches seguidas de aire acondicionado. Nos dirigimos a la explanada, delante de la muralla, que hace las funciones de estación y llega el primer desconcierto del día. Nos habían asegurado - y lo confirmamos en dos momentos distintos -, que a las nueve, había un autobús directo, a Junagadh y ahora, nos dicen, que no. Una chica, con buen inglés, nos agranda la confusión: sí existe y es el que parte para Rajkot, pero se necesita reservar plaza. ¿Reserva? ¿Y donde? Si, aquí lo único, que hay son una especie de agencias, que consisten en una silla, una mesa y una sombrilla, que no ofertan nuestro destino.
 

        Al final , nos recomiendan , que cojamos un vehículo, a Una, ciudad ya de Gujarat, que se encuentra a 12 kilómetros y a media hora de travesía. Asi lo hacemos. Al salir de Diu, tras pasar el puente, sube un policía al bus, que va a registrar el equipaje de un pasajero en concreto : Alarma! Si nos toca a nosotros, nos requisaría todas la reservas alcohólicas , que llevamos para el resto de días en este estado seco. Afortunadamente, esto no nos ocurre.


        Tenemos suerte y nada más llegar, a Una, parte un viejo y abarrotado bus, a Junagadh. El peor, sin duda, que hayamos abordado en todos nuestros viajes, en India. Y encima, nos toca en la última fila, al despiadado sol. La carretera es infernal, está llena de baches y en vez de arreglarlos, no se les ha ocurrido otra cosa, que colocar resaltos -esas elevaciones para frenar la velocidad -, por lo que vamos de bote en bote, con el culo y la espalda machacados y casi, dando con la cabeza en el techo. Cada vez, que el conductor para - lo hace varias veces -, nos asfixiamos de calor. En total y para 148 kilómetros, tardamos cinco horas y cinco minutos.

          Hemos viajado por peores vías y en cacharros más nefastos, pero una conjunción de ambos aspectos tan brutal, no se nos había dado nunca.

          En Junagadh, a 36 grados, buscamos un hotel recomendado por la Lonely Planet, pero este ha cerrado. Menos mal, que al lado de la estación hay un par de ellos, donde nos aceptan, pagando casi la mitad, que en Diu, aunque como era de esperar, perdemos vel aire acondicionado.

          Solo nos quedaba gestionar, como salir de aquí, hacia Vapi, a poder ser, mañana por la tarde. Es domingo y la oficina de reservas de la estación de trenes está cerrada, por increíble que parezca. En la de buses nos dicen que circula un vehículo diario, pero que para el lunes, ya está completo. Contrariados, compramos boletos para el martes 

Complejo religioso de Junagadh


 

Puerta 🚪 lateral del mausoleo, de Junagadh


 

Otro del mismo mausoleo, en Junagadh


 

Mausoleo Mahabat Maqbara, en Junagadh


 

Junagadh: acceso principal al mausoleo