Va acercándose el final del periplo por Azerbaiyán y podemos explayarnos con algunas experiencias y conclusiones sobre los momentos vividos.
Azerbaiyán es el país de los taxistas -nunca vimos tantos, sobre todo, en lugares pequeños -, de los supermercados -los hay a decenas en una misma zona-, de los omnipresentes escalones -no hay calle, que no los tenga - y del juego de las adivinanzas, porque la dispersión y la confusión es tal -salvo en Baku-, que resulta muy difícil saber o no, si estás en el centro de una ciudad.
Azerbaiyán es la patria del inglés cero (extensible a todo aquel idioma, que no sea el azerí). Vaya de antemano, que nosotros no criticamos a un pueblo, porque no sepa más lenguas, que la suya, porque no tienen ninguna obligación y deberíamos ser los viajeros, los que pusiéramos algo más de nuestra parte. Pero es, que no conocen ni siquiera los números, ni palabras sencillas, como bus, station, breakfast o similares. A lo largo de treinta y cinco años de viaje, solo nos ha ocurrido lo mismo en Siria, hace muchos años ya, pero allí la gente es más amable, que por aquí y eso, que hemos visitado poco más, que los destinos esenciales del país. No queremos imaginar, que habría pasado, si hubiéramos ido a sitios más remotos
En definitiva, el caso es, que para entendernos sobre cosas muy básicas y salvo en la capital, hemos tirado de mucha paciencia -normal, porque éramos los interesados-, gestos, dibujos y cuando ha sido posible, sobre todo en tiendas, de los benditos traductores de internet.
Es curioso y a la vez, deprimente e inquietante: llevamos ocho días en el país y no hemos visto un solo mercado de nada.
El transporte interurbano se ha convertido en todo un misterio para nosotros y ya hemos renunciado, a descifrarlo. Fuimos de Bakú, a Quba, pero nos cobraron el billete hasta el destino final, Qusar. A la vuelta y desde aquí, tomamos un mismo servicio y no pasó por Quba. En Bakú, quisimos embarcarnos en transporte directo, a Sekhi, pero nos dijeron que resultaba imposible y solo podíamos hacerlo, a través de Ismailliyi. Y , ahora, desde Sekhi, existen todos los autobuses y marsustkas, que quieras y que te devuelven a la capital sin transbordo.
Y más, más asuntos sin explicación. Fuera de Bakú y aunque los dejes toda la noche, es casi imposible conseguir la carga completa de los móviles, da igual, el enchufe de la habitación, que uses.
¡Menudo país de enigmas!