Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Santander, para cerrar el animado verano


                        Tocaba poner punto final al verano, a través de un quinto viaje, después de dos periplos por Asturias, uno por Lombardía y otro por la Comunidad de Madrid. Y esta vez, nos decantamos por Cantabria. En un principio, pretendíamos conocer algunos lugares nunca antes visitados, pero al final, nos decidimos por quedarnos los tres días, apaciblemente, en Santander.

         Nuevamente, contamos con la inestimable ayuda de ALSA, que en otra de sus innumerables promociones estivales, nos ofreció los billetes de ida y vuelta con un descuento de un 50%. Pero, nuestro auténtico quebradero de cabeza, fue encontrar alojamiento. La litera más barata para nuestras fechas costaba 28 euros y la habitación doble más económica, 80.  
 
        No nos quedaba otra, que ir de camping y nos costó tomar la decisión, porque desde nuestra estancia en Iverness, en 2006, no habíamos utilizado está forma de alojamiento -salvo para asistir a un festival cercano, en 2015- y nos daba mucha pereza. Elegimos el más cercano, a la ciudad, el del Faro, junto a la playa de Mataleñas: 17,50 euros por una tienda pequeña y dos personas. Parcelas de hierba, algunas sombreadas; buenos baños, aunque algo ruidoso durante la segunda noche

      Partimos al mediodía del viernes 27 de agosto y después de instalarnos, aún tuvimos tiempo de disfrutar un buen rato de los alrededores del camping, con praderas y acantilados, que llegan hasta el Faro. También, nos bajamos a ver el ambiente nocturno de la ciudad y a sentarnos largo tiempo sobre la arena del Sardinero.

        El sábado exploramos la magnífica playa de Mataleñas -bastante concurrida y con marea baja- e hicimos una ruta, desde cabo Menor y a través de cabo Mayor -donde se encuentra el Faro-, hasta el Sepulcro del Inglés, dejando atrás una estación meteorológica, un pueblo, acantilados y bonitas formaciones rocosas en superficie, tipo las de La Pedriza. La senda llega hasta Liencres, a 10 kilómetros de la capital, pero no la completamos.

        Por la tarde, recorrimos varias veces el paseo peatonal y serpenteante, que conecta la playa de Mataleñas -ya con marea alta-, con la ciudad, quedando maravillados por los numerosos acantilados y la playa de los Molinucos, que es muy recogida.

          El domingo y ya con el equipaje a cuestas, fuimos retornando al centro, pero no por el paseo marítimo, sino por las playas. Nos dio tiempo a dar la vuelta entera a la península de la Magdalena, contemplando vistas excepcionales. ¡Demasiados domingueros!

        Buscando la sombra, paseamos por las calles estrechas del centro y comimos junto a la plaza de toros, donde corría el aire. La tarde la pasamos por el puerto chico y el barrio de los pescadores, una zona, que recordamos con encanto y que sin embargo, hoy en día, está bastante deteriorada.

lunes, 6 de septiembre de 2021

México, durante cinco semanas


         Todas son de nuestro viaje a México, en 2.008 

       Si no aparecen contratiempos, el próximo ocho de octubre comienzan nuestras vacaciones anuales, durante las que pretendemos visitar el país norteamericano, donde ya estuvimos, en 2008, aunque en aquella ocasión, no accedimos a territorios más al norte del Distrito Federal.


                Nos ha tocado elegir, entre los no demasiados países fuea de Europa, que nos permiten entrar en la actualidad sin exigir PCR negativa (estamos vacunados desde el 25 de junio). Entre Brasil, República Dominicana y México, descartamos los dos primeros. Brasil, por ser el vuelo caro y República Dominicana, por ser imposible completar el destino, con Haití.

       Volaremos con Iberia, a Cancún, haciendo escala en el DF. No hemos adquirido aún los vuelos, pero viene a salir por unos 310€ ida y vuelta, maletas a parte, por lo que iremos solo con equipaje de mano. Debemos rellenar un formulario on lunes, siendo la estancia máxima de un visado de 180 días. Nos toca renovarnos el pasaporte, que nos venció a finales de noviembre pasado.

          El itinerario previsto y desde Cancún, sería el siguiente

        Campeche (484), Veracruz (850), San Luis de Potosí (655), Monterrey (624), Zacatecas (461), Aguas Calientes y Guanajuato (302), San Miguel y Querétaro (149), DF y Morelia (192), Guadalajara (289), Puerto Vallarta (333). En total, suman 4338 kilómetros, que pretendemos llevar a cabo en autobús. Desde Puerto Vallarta a Cancún, resultan 2468 kilómetros, que probablemente, hagamos volando.

        Salvo a la capital, no retornaremos q ninguno de los destinos visitados en nuestro primer viaje al país, de dos semanas y media de duración. Lo más seguro es, que tampoco vayamos a ninguno de los destinos del noroeste, como La Paz, Todos Santos o San Lucas, por encontrarse demasiado alejados. Si queremos ir a visitar parajes naturales, pero no hemos decidido todavía a cual.

lunes, 30 de agosto de 2021

Madrid, bajo temperaturas extremas

 

                       Madrid, Manzanares y La Pedriza            

        Nuevamente y como va siendo costumbre este verano, pillamos una muy buena oferta con ALSA para desplazarnos, a Madrid, durante el puente de la virgen de agosto. Como todo no podía ser perfecto, nos tocó la ola del calor, teniendo, que soportar temperaturas de hasta 44 grados. Habíamos pensado complementar la capital y alrededores con un retorno, a Toledo, donde no vamos al menos, desde hace veinticinco años, pero por motivos logísticos, la cosa no cuajó.

        Pasamos tres noches: una con aire acondicionado y lejos del centro y otras dos en un infierno aliviado por un ruidoso ventilador, al lado de Tirso de Molina. No pagamos ni sesenta euros, en total, porque la oferta hotelera, en Madrid, es muy amplia. Si te buscas un poco la vida, dormir sale tirado.

          La tarde del viernes, la dedicamos a especular por el barrio de Hortaleza y por el cey comercial, Palacio de Hielo.

        El sábado y no sin problemas de orientación, nos fuimos a Manzanares el Real y La Pedriza, tomando el autobús 724 en el intercambiador de plaza de Castilla. El pueblo tiene un bonito castillo (5 euros). Al parque natural, se puede ir andando -unos seis kilómetros-, aunque los fines de semana existen autobuses lanzadera gratuitos, que ese día no funcionaron, desconociendo las causas.

          El lugar cuenta con caminatas muy pedregosas y sinuosas y el paisaje rocoso resulta bastante atractivo. Nos vaciamos menos de lo esperado, debido al insoportable calor. Hicimos tres pequeñas rutas, a través del cañón de La Camorza, senda de Carboneras y camino de Canto Cochino. Está prohibido bañarse en el río, pero la gente no hace ni caso.

                                  Por la noche, disfrutamos de lo lindo, paseando por el inconmensurable, Lavapiés, crisol de culturas. En la zona de Mesón de Paredes abundan los subsaharianos con sus restaurantes, ritos y costumbres. El la de Ave María, los indios. Apenas queda rastro de los chinos y sus tiendas mayoristas o de las carnicerías musulmanas, que invadieron el barrio a finales de los noventa. En la plaza principal, aún sobreviven un bar castizo y el Carrefour 24 horas.

          La mañana del domingo, la dedicamos a ver la céntrica iglesia de San Antonio de los Alemanes y nos acercamos al cauce del río Manzanares y el parque Madrid Río, entrando por el puente de Segovia y saliendo por el de Toledo, dejando a un lado las poco vistosas ruinas del antiguo estadio Vicente Calderón. 

        Por la tarde y tras un receso, nos zambullimos en el barrio de Vallecas, donde visitamos el cerro del Tío Pío. Su hisy es muy larga y ofrece buenas vistas de Madrid, viéndose el Pirulí y las torres Kio. Fue un poblado chabolista y el parque enseña siete montículos -siete tetas, según los más salidos-, que no son naturales y que están formados por los escombros de las infraviviendas.

          Finalmente, el lunes y tras desestimar Toledo -los buses se toman en la plaza Elíptica-, nos fuimos a ver un templo sij, en Santa María de la Cabeza, que como habíamos previsto, consiste en un simple local en un edificio de viviendas. Paseamos por el Madrid tradicional, que tanto nos recuerda a nuestra juventud y a los tiempos de estudiante, aunque ya no se parezca mucho, a aquellos increíbles tiempos.

        Antes de regresar, durante la madrugada del martes, matamos el viaje en el abarrotado parque del Retiro -que el descerebrado Almeida había cerrado el día anterior, domingo, por turbios motivos-, en el barrio de Las Letras y su animada zona de Huertas .

¡Acantilados!


De Cabo Mayor, a Cabo Menor: bahía de Mataleñas