Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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miércoles, 1 de mayo de 2013

Hola, desde Trabzon

                                                                     Monasterio de Sumela (Turquía)
          Nuestros siguientes destinos fueron Mardin y Hasenkeif, imprescindibles en cualquier viaje por el este. La primera, es una pequeña Jerusalén. Las formaciones y grutas del segundo lugar, están a la altura de Capadocia, sin exagerar un ápice. Aunque, no es conocido por casi nadie. Va tan poca gente, que no les compensa pagar el sueldo a alguien, para cobrar entrada, ¿Algo gratis en Turquía?. ¡Pues sí!
                                 Hasankeyf (Turquía)
          Dıyarbakir nos decepcionó un poco, en materia de visitas. La culpa no fue de la Lonely, porque los atractivos, que destaca en esta ciudad, realmente existen, aunque se encuentran muy descuidados. Se supone, que la falta de ayuda gubernamental, a una ciudad, históricamente hostil, tiene que ver bastante con ello. Sin embargo, nos pareció maravillosa, en el sentido, de que pudimos empaparnos de la cultura kurda y de las vivencias de una población -encerrada dentro de los altos y gruesos muros negros de la ciudad-, fundamentalmente, humilde.
                                                                                                                         Mardin (Turquía)
        Si sales de sus dos calles principales, la miseria y la pobreza gobiernan sus angostas y abandonadas callejuelas, que un día debieron de ser de mas lustre, dado que la piedra de las paredes de las casas y el empedrado del suelo demuestran, que allí hubo tiempos mejores.

          Y claro esta, aunque no debería haber relación directa, la miseria y la pobreza llaman siempre a la basura, por lo que hay zonas de la ciudad que resultan intransitables. Las calles están llenas de niños. Unos jugando, otros peleándose o pegando a las niñas, incluso con palos; los menos pidiendo dinero y buena cantidad de ellos, encendiendo hogueras al atardecer, en plena vía publica. No supimos, si para pasar el rato o para calentarse (la temperatura no era muy baja).
                                                             Diiyarbakir (Turquía)
                    Erzurum (Turquía)
          Así, que dejamos esta localidad -donde los cantos de los muecines de las mezquitas suenan a cante jondo-, al anochecer de un viernes, estando plagada de planchas callejeras, en las que fríen brochetas de higaditos y otras carnes más identificables, que en el sudeste asiático. Luego, las depositan en pan de pita, le añaden vegetales a discreción y lo enrollan. El olor a plancha usada y poco lavada era insoportable. Tras nueve meses dando vueltas por el mundo, no hay nada mas fácil de reconocer con tan solo olerla, que una parrilla con el nombre 'cagalera' escrito de forma invisible en sus entrañas. A mi, una similar a estas, me tuvo cuatro días seguidos sentado en la taza del inodoro, en Cartagena de Indias.
                                                                                                                                  Trabzon (Turquía)
        En nuestra huida, estuvimos a punto de tener un problema de autobuses, al modo surrealista del sudeste asiático, que casi nos causa un gran contratiempo, pero los astros, esta vez, estuvieron de nuestra parte. Durante la mañana del sábado visitamos, Erzurum. Es bella, con impresionantes mezquitas, acabadas en torres cónicas y otros bellos monumentos. Pero, hacía tanto frío, que lo más importante de lo que nos preocupamos fue, como los viejos, de ir buscando el sol y la cobertura de los muros, para evitar el helador aire.
                                     Monasterio de Sumela
                               Hasankeyf
          La tarde de ese mismo día, tras una gran paliza de autobús, llegamos a Trabzon, el mayor puerto comercial del mar Negro. Tras la caída de la Unión Soviética, aquí llegaron en busca de una vida mas prospera, comerciantes y prostitutas de esa zona, a las que los turcos apodaron como, 'natashas'. Al menos, eso pone en la Lonely. Así, que esperábamos encontrar aquí, un bario chino decadente y algo peligroso y lo que vimos, desde el principio, es una prospera ciudad, estılo europeo, con tiendas y pastelerías elegantes, abundante venta de vino y cerveza -ya era hora-, calles peatonales y luminosas y chicas con formas femeninas y no embutidas en faldamentos -ya era hora también, después de nuestros últimos destinos, tan recatados-, respirando vitalidad y autoestima. En tan solo unas horas, nos pareció, haber pasado del lugar mas recóndito de Irán, a Las Vegas. O quızás y digo bien, a Sodoma y Gomorra.
                                                                                                                               Mardin 
        Para colmo, en Trabzon, la temperatura era excelente, así que hasta me llegue a plantear, tras varias copas de de vino, la osada idea, de salir a recorrer la ciudad al día siguiente, en pantalón corto. Pero..., ¡finalmente, no lo huce!.

          Hoy, hemos ido a Sumela, un precioso monasterio griego enclavado en un desfiladero, en el interior de un impresionante parque nacional, plagado de escarpadas montanas, riachuelos y cascadas. No hemos podido colarnos, dado que éramos los únicos visitantes y podía cantar mucho. Así que tuvimos que pasar por la taquilla.
                             Hasankeyf
          Esta noche nos vamos para Amasya, pero antes llenaremos nuestra bodega de vino, en previsión de que puedan volver los tiempos difíciles. Después, tiraremos para Sivas, Divrigi, Ankara, Safranbolu y Bursa, a visita por día, para llegar el domingo por la tarde, a Estambul, a la espera de nuestro vuelo a Roma, que saldrá en la mañana de lunes.

          Nos quedaran dos cosas sin ver, de las inicialmente previstas: la ciudad armenia de Anı, junto a Kars y el Monte Nemrut. Una pena, porque son preciosos lugares. En un caso fue, por no traer la equipación suficiente para un clima, que puede ser complicado, en esta época del año. Y en el otro, por enormes restricciones militares, que desaconsejan la visita. ¡Ya tenemos excusas suficientes para retornar a este país.

sábado, 27 de abril de 2013

Hola, desde Sanliurfa

                        Esta y las dos de más abajo son, de Sanliurfa (Turquía)
          A medida que viajamos por el este, el país se desturquıza y se va arabizando. Estamos en Sanliurfa, lugar de bellas mezquitas y con una ciudadela imponente, que quita el hipo. Aunque, lo más conocido son sus estanques, llenos de gordas carpas, a las que todo el mundo da de comer. La leyenda es larga y procede de los tiempos del mismísimo Abraham y del rey de este lugar. Y el final de la misma, consiste en que quién pesque una, se quedara ciego. Así, que creo, no atraparemos ninguna para nuestra cena.

          Sanliurfa es muy conservadora, como es habitual en un centro de peregrinación. La anécdota tuvo a los pantalones, como protagonistas principales. Nos miraban de forma muy extraña, por llevarlos cortos. Incluso, se reían de nosotros, sin disimulo. Mientras, debíamos observar con toda la naturalidad del mundo, los de los hombres lugareños, con la tela colgando hasta casi las rodillas, para separar ambas piernas (se observa en la primera foto).

          La magnífica Gaziantep, etapa anterior del viaje, supuso la reconciliación definitiva con Turquía. La modesta, pero bonita Ciudadela Romana, esta de restauración, así que solo pudimos verla por fuera; pero su colorido y enorme mercado, nos compenso todas las decepciones del Estambul, de hoy en día.

Pamukale (Turquía)
          Esta ciudad si que es auténtica. Las tiendas y talleres, hechas de madera o piedra, a franjas blancas y negras, están dispuestas para cubrir las necesidades de la población local o para trabajar. Todo es genuino. Nada esta puesto para algo o para alguien, como ocurre en los bazares y mercados de Estambul, que parecen una representación teatral, hábilmente montada para desplumar a los guiris.
Adana (Turquía) 
        En Gaziantep, te quedas embobado viendo a los artesanos labrar el bronce y el estaño en plena calle y a los vendedores de especias, hortalizas deshidratadas puestas en coloridas ristras -tipo pimientos choriceros y otras, irreconocibles-, esponjas naturales, dulces, frutos secos, aceitunas crudas, queso de feta... Dicen, que aquí se producen los mejores pistachos de todo el hemisferio norte.

          De sus calles salen hermosos patios: en uno venden alfombras, en otro felpudos con la cara del Che Guevara o Ladi Di y en un tercero, se ubica una hermosa cueva-bodega, construida en piedra, armoniosamente decorada a la turca, con alfombras y cojines para sentarse en el suelo. Fuera, en la terraza, enormes shisas -pipas de agua- están dispuestas para fumar y ver la vida pasar, relajadamente.

          Y es que cada vez, estamos mas contentos por haber optado por esta ruta alternativa del este de Turquía, donde no hay turistas, en decenas de kilómetros a la redonda. ¡Todo un agradable privilegio.
                      Esta, la de más arriba y la de más abajo son, de, Gaziantteep (Turquía)

        Días atrás y tras haber abandonado la antigua Constantinopla, estuvimos unas horas en Adana, que cuenta con la mezquita más grande y majestuosa, entre Estambul y Arabia Saudí. Mención especial en este lugar, merece el kebab local -denominado con el nombre de la ciudad-, que se come en plato, pan normal o de pita, con guindillas, tomate, perejil, cebolla morada y limón. Y es que en Turquía, podríamos estar engullendo kebab, durante semanas y todos los días, variando entre las especialidades de cada localidad o región. La carne es similar en todas partes, pero varía el tipo de pan y los complementos. En este país, también se consume el mejor pan que probamos, jamás. No parece extraño, que se consuma aquí, cuatro veces más este producto, que en el resto del continente europeo.
                  Esta y las dos de más abajo son, de Sanliurfa
          También visitamos, Denizli, aburrido lugar, donde no existe el alcohol -qué narices le habrá hecho a Mahoma la cerveza- y sí muchas tiendas de zapatos y ropa de saldo, a 3 y 5 liras turcas, donde revuelven las orondas lugareñas, ataviadas con sus capas y capas de faldamentos – superpuestos, a modo de cebolla-, de diversos olores , pero colocados sin disposición lógica, en cuanto a diseño y colores. También hay numerosas pastelerías, que venden sabrosos dulces y que les ayudan a mantener la corpulenta línea. Era necesario llegar hasta este lugar, porque a media hora se encuentran las maravillosas piscinas naturales de travertino (Pamukale) y las ruinas de Helıópolıs. Diez euros por la entrada nos parecieron demasiados, así que decidimos, trepar como furtivos, por una angosta ladera y arrastrarnos por la tierra para colarnos con éxito, aunque con algo de riesgo y nervios, La práctica de entrar a los sitios sin pagar, ya la empezamos a utilizar en el sudeste de Asıa -adonde son muy confiados, en cuanto a la honradez de los demás- y Túnez -donde lo son mucho menos-. Y es, que la crisis nos afecta a todos.

          Turquía, ya no es el país de precios razonables, que era. Sobre todo, en lo relacionado a lo que te succiona el estado: 10€ de visa y otros tantos o mas por cada atracción turística. Solo visitar lo básico en Estambul, en un par de días, cuesta unos 75€ por persona, cuando hace tres anos, era menos de la mitad.

          Con lo que cuesta aquí vivir 20 días, se mantiene unos 25 en Túnez, 30 en Sudamérica -menos en Argentina y Brasil-, 50 en Tailandia y unas 65 jornadas en Vietnam. Todo mas barato, que en España, donde llevando el mismo ritmo, que aquí o en viajes anteriores nacionales, solo nos daría para 11 días.

domingo, 21 de abril de 2013

Hola, desde Denizli

Las fotos de esta entrada son de Estambul, con la excepción de esta, que corresponde al recorrido de nuestro viaje y la última, que es de Pamukale.(Turquía)
          Algunos de los destinatarios de este correo, ya conocéis las dificultades, que tuvimos en Túnez, con el tema de internet: pocos cíbers, muy caros y lentos y con el teclado francés, con todas las teclas en revoltijo (gabachos tenías, que ser). Los que no lo sabíais, daros por enterados. Hoy y hasta el día 10 de noviembre, retomamos las crónicas, que enviábamos desde el sudeste asiático, unos meses atrás. Ahora son desde Turquía.

          Hemos vuelto a Estambul, esa ciudad, que tanto nos cautivó y embrujó en nuestras anteriores visitas, de 1994 y 1997. Pero, 11 años no pasan nunca en balde y aunque para sus habitantes habrá cambiado para bien, para el visitante, que llega buscando sensaciones y autenticidad, esta ciudad ha perdido bastante. ¡Es lo que trae consigo, la modernidad y el ser una nación emergente!.

          Estambul sigue sıendo un centro monumental incomparable y goza del privilegio de luir, los encantos naturales. que le da el estrecho del Bosforo. Pero, ha perdido su magia. Al menos, para los que lo conocemos en etapas anteriores.

           Los caprichos de la geopolítica hicieron, que una parte de esta ciudad sea Asia, mientras que la otra es, Europa. Paradógicamente, hasta la década pasada, la porción asiática era -en estilo de vida, infraestructuras y comercio-, lo mas parecido a Europa y la zona europea, lo mas similar a Asıa, con sus carencias y miserias, pero también, con sus casi inigualables encantos. Hoy en día, ambas partes parecen Europa y a veces, incluso, mas modernas que la propia Europa, porque los turcos en lo de europeizarse se han pasado de frenada. Parece, que nada de lo de antes valiera.

          Las calles coloridas y con encanto, dejaron ya paso a insulsas vías de empedrado pequeño y moderno, donde se posan anodinos mercados o bazares, con sosos vendedores y no demasiados clientes. Ya no queda ni rastro de los mercadillos con olor a especias y a té caliente, servido en vasos pequeños, que yacían apoyados sobre bandejas gigantes y eran transportados por hábiles camareros, que serpenteaban entre las multitudes (además de los turistas, mucha gente trabajando en lo que fuera o buscándose la vida)

          Ya no hay gangas -mas bien todo lo contrario-, ni aguadores vestidos de época, sirviendo el líquido elemento, desde bonitas jarras metálicas; nı ancianos con basculas en la calles para que te peses, a cambio de unas pocas monedas; nı niños vendiendo SU (agua en turco), con agudos gritos; ni jovenzuelos persiguiéndote, para colocarte calcetines (empezaban pidiendo veinte duros por un par y a los tres pasos, ya te daban cuatro pares).

          También desaparecieron los limpiaplayeros y limpiabotas, los adolescentes que se ponían contigo en las fotos, por una propinilla o los vendedores del bazar, que te daban conversación y buen rollo, a cambio de lograr una venta. Ahora, no dicen ni mu, porque los peces deben ir, directamente, a la caña.

          El bazar de las Especias, legendario mercado cubierto y pequeño, de venta de casi todo lo autóctono, se ha convertido en una impersonal nave, demasiado iluminada y de anchas calles, donde solo se venden pastelitos -llamados delıcıas turcas, aunque de delicia tienen poco- y te de flores o de cascara de frutas, a casi 30 € el kilo. No hay turcos paseándose por los puestos, como ant4es. Solo guiris fáciles de desplumar, con cuatro o cinco estupideces, que les digan en su idioma materno, tipo: aquí más barato que en Andorra, en el Corte Inglés o en Mercadona.

          Porque, más español que se habla aquí, en ninguna otra parte del mundo, no hispana. En casi todos los puestos del Gran Bazar, pone que se domina nuestro idioma (también el catalán y el vasco) y la calle comercial y de los restaurantes -Divan Yolu-, que va a las mezquitas, parece la Gran Vía, de Madrid. En esta época del año, son gente de edad y la mayoría mujeres. No sé, si han dejado al resto de la familia en casa o se trata de solteronas con posıbles (o sea, funcionarias en días de moscosos). Me decanto por lo segundo. En cualquier caso, mucha maruja patria, que seguro se sienten como en casa, puesto que los supermercados mas numerosos en esta ciudad, ahora, son los Dıa.

          Aunque, sı bien es cierto, que Estambul cambió -para mal-, no lo es menos, que probablemente y en este tiempo, nosotros también mps hayamos transformado lo suyo (no se si para bien o para todo lo contrarioi).

           Las fotos, que obtenemos con nuestra nueva cámara, son bonitas, pero nada que ver con todas las que perdimos y volviimos a recuperar -fundamentalmente, de personas- en el sudeste asiático, donde nos pasaban cosas cada diez minutos. Tanto en nuestro pasado viaje a Túnez, como aquí, apenas pasa nada. Cada vez, echamos más de menos esta maravillosa zona del planeta. Y eso, que provocamos que pasen cosas. Hoy, nos hemos colado en las bonitas piscinas naturales, de Pamukale (Denizli), adonde viajamos durante la noche y en las ruinas romanas, casi como los inmigrantes por debajo de la valla, de Melilla. Pero eso, ya os lo contamos en el próximo correo.

domingo, 24 de febrero de 2013

Y al principio no nos gustaba

                                                          Todas las fotos de esta entrada, son de  Roma
        Corrían los primeros días de agosto, de 1.989. Realizábamos nuestro primer interrail -que no viaje al extranjero-. a través de Francia, Holanda, Alemania y norte de Italia. Nuestro objetivo final era, recorrer la costa Dálmata, pero al llegar a Trieste, acabamos desistiendo de este plan. El tren, que iba hasta Split, tardaba  más de 16 horas, era demasiado viejo e incómodo -tengo la certeza, de que con veinticuatro años más, hoy aguantamos mejor estas condiciones- y estaba abarrotado, con la gente arremolinada o tirada por los pasillos, dando gritos, como bestias.


Reconsideramos distintas opciones y finalmente, acabamos tomando un confortable expreso nocturno. hacia la Ciudad Eterna. Fue así, de esta forma tan abrupta e inesperada, como tuvimos nuestro primer contacto con Roma. Hoy en día y fuera de España, es la segunda ciudad, que más hemos visitado -en diez ocasiones-, después de la maravillosa Venecia (unas 15 veces).


Lo curioso es, que en esa primera cita. Roma apenas nos gustó. Salimos absolutamente, decepcionados y en esa ridícula disputa, de ¿cuál es más bonita? , nosotros abogamos claramente, por sobreponer, por amplio margen, a Florencia sobre la capital de Italia.

Roma nos pareció, sin más, una urbe llena de «escombros» arqueológicos -con la excepción del Coliseo-, de polución, escasamente limpia y con sus famosas plazas o el singular Trastevere, vacíos. Y para colmo, la Fontana di Trevi sin agua, en obras y medio tapada. 

Tan sólo nos sentimos aliviados, por el frescor del agua de las numerosas fuentes, por colarnos en los autobuses públicos y por los inigualables museos del Vaticano. Ni siquiera, la pizza nos pareció la mitad de lo que habíamos esperado. ¡Demasiada masa para un chorrin de tomate, un puñado de orégano y una mozarella, casi invisible!. ¡Y la cerveza inaccesible, para unos estudiantes con beca, de tercero de periodismo!.


Evidnetemente, de aquella imagen de Roma, hoy nos queda bien poco. Tal vez, el cansancio -era nuestro primer viaje al extranjero de un mes-, el asfixiante calor, algunas obras paradas. el estar casi todo cerrado y la ausencia por vacaciones de los lugareños, se convirtieron en un diabólico cóctel, que nos transformó la realidad. Por eso, siempre recomiendo no visitar Roma en agosto.


Habitualmente, nosotros usamos una forma bastante objetiva -sobre todo, en Europa-, de medir el encanto de las ciudades: lo que nos van ilusionando en las visitas posteriores, a la primera. Praga nos pareció bellísima, pero la cuarta vez, se nos tornó vulgar. Cracovia, París, Londres, Amsterdam, Dubrovnik o Estocolmo, solo aguantaron hasta la segunda. Estambul nos pareció incomparable, en !.994 y 1.997 y nos decepcionó altamente, en 2.008 y recientemente, en 2.012.


Después de diez visitas, aún hoy, Roma nos sigue pareciendo estaxiante y por eso -con el permiso de Venecia-, la calificaría como la ciudad con más encanto de Europa. Por lo tangible. Pero aún más, por lo intangible. Y después de estar en Vietnam, Kenia, India o Bolivia, por poner unos pocos ejemplos, nunca volveremos a decir, que el tráfico en la ciudad, es alocado y caótico.


Cuatro o cinco días es el mínimo, para descubrir esta increíble ciudad, durante la primera visita. Nuestras últimas, han sido por circunstancias diversas, mayoritariamente, de una sola jornada, en la que siempre y metódicamente, llevamos a cabo el mismo recorrido, caminando.

A saber. Partimos de la estación de trenes, de Termini y vemos las magníficas iglesias, que hay de camino al Coliseo. Contemplamos el Foro, sus alrededores y el Campidoglio. Desde la plaza de Venezia, enfilamos hacia el Trastevere, donde paseamos, tomamos unas cervezas y, a veces, almorzamos. De ahí, al Vaticano y al castello de San Pietro.


Por la tarde, es hora de explorar las inmediaciones de la vía del Corso, que une la plaza  de Venezia con la del Popolo: a la derecha, la Fontana di Trevi y la plaza de España. A la izquierda, el Panteon y la plaza Navona. Si aún sobra tiempo, nos acercamos hasta la villa Borghese.

A pesar de repetirlo varias veces, nos sigue resultando igual de excitante.

Casi siemrpe, es un buen momento para escaparse, a la Ciudad Eterna. Pero, el mes que viene, con el circo religioso, que se nos viene encima, la experiencia puede resultar aún más apasionante. 

viernes, 23 de noviembre de 2012

Un polvorín, en constante alerta roja

                                                        Alaverdi (Armenia)
Y la cosa no dio para mucho más. Una información incorrecta, que nos proporcionó el dueño del hotel, de Prizren, nos causó bastantes molestias. Nos aseguró, con contundencia, que en Kosovo no hay cambio de hora. Pero luego, eso no es verdad. Así, cuando nos levantamos a pasear por la ciudad –solos y al amanecer, contemplando sus maravillosos edificios y las vistas, desde la elevadísima fortaleza-, eran las seis y no las siete o cuando fuimos a tomar e autobús, para Skopje, no había ninguno, porque todavía faltaba una hora.
                                                                      Dilijan (Armenia)
Nos enteramos, cuando creyendo estar en las doce menos cuarto, fuimos a protestar, por el retraso del bus, que salía a las once y media. En realidad, faltaban tres cuartos de hora.

Dos pequeñas incidencias más: el exhaustivo registro, que nos hicieron en la aduana, de Macedonia y encontrarnos una caja de rico baklava, que nos zampamos, sin piedad.

Teníamos miedo de perder o de retrasos, en alguno de los tres vuelos, que nos devolvían a casa. Pero afortunadamente, esto no ocurrió.

Durante este viaje, hemos recorrido algunas de las zonas más conflictivas de Europa, que han sido protagonistas de conflictos, en las últimas décadas. La permanente tensión entre Armenia y Turquía, viene ya desde hace más de un siglo y lo que ha ocurrido en los Balcanes, a lo largo de los años noventa, a nadie se nos escapa. Si añadiéramos Azerbaiyán, Nagorno Karabaj, Osetia del Sur y Abjasia, podríamos montar una ensaladilla rusa, de lo más variado y de imprevisibles sabores.

Esta es de Dilijan y la de más arriba, de Yerevan (Armenia). La de abajo es, de Kars (Turquía)

Las dos principales preguntas, en el plano trascendente, que nos hemos hecho, durante este periplo, son las siguientes: 1ª. ¿Ha llegado la hora de pasar página, después de casi un siglo, al genocidio, que acabó con más de millón y medio de armenios?. 2ª. ¿Se pudieron evitar las terribles guerras de los Balcanes y haber permanecido una Yugoslavia unida y próspera?. Y ya, en un sentido menos relevante y sin buscar una respuesta tan urgente. 3ª. ¿Qué pintaba Armenia, en un bloque como la URSS, cuando es un país absolutamente distinto, a los otros siete, que conocemos?.
                                                                                        Sivas (Turquía)
Supongo, que responder a las dos primeras cuestiones, llevaría decenas de folios y ni siquiera, los mismos historiadores, se pondrían de acuerdo. No soy una persona experta, pero me considero con derecho, a emitir una opinión.
                                           Arriba, Maun y debajo, Skopje (Macedonia)
En cuanto al primer asunto, yo creo que sí. Va siendo hora de cerrar las heridas, después de tanto tempo y aunque sea algo muy doloroso. De hecho y en 2.010, estuvo a punto de reabrirse la frontera, pero finalmente, este paso no se produjo. Turquía reconoce la masacre, pero no lo considera un genocidio, al alegar, que mucha de la gente murió en la huída, de frío o hambre.

Sin embargo, La mayoría de los historiadores aseguran, que lo fue. Incluidos, algunos turcos. Es el segundo genocidio más estudiado en el mundo, después del holocausto de los judíos.

Parece, que va llegando el momento, de que unos reconozcan sus errores y llamen a las cosas por su nombre. Y la de que los armenios perdonen, aunque no olviden. Es, como si siguiéramos aireando, a estas alturas, los desmanes, que pudieron cometer los incas o los españoles, en su imperio americano.
 Skopje (Macedonia)
En Yerevan existe un museo dedicado al genocidio. Los armenios harían bien, en reestructurarlo y que la gente, que lo visita, pueda hacerse una idea, de lo que realmente, ocurrió (aunque sea solo, la versión de una de las partes). Nosotros no estuvimos, pero sí, Romualdo y Patricio y nos comentaron, que tras la más de dos horas, no habían conseguido hacerse una composición de lugar y de cronología.

En cuanto a la segunda cuestión, no solo pienso, que las guerras de los Balcanes, se podrían haber evitado, sino que hoy habría una Yugoslavia próspera, tras el particular comunismo, de Tito. Nosotros hemos visitado las siete repúblicas, que salieron de ese antiguo país y a simple vista, no se observan tantas diferencias. En Macedonia y hoy en día, cristianos y musulmanes, conviven en total armonía.
                                                                               Prizren (Kosovo)
Solo habría bastado, con haber controlado a esos elementos separatistas, que prendieron las hogueras nacionalistas y haber reprimido, de alguna forma, las ansias de poder, de Serbia. Ya sé, lo que diréis. Muy fácil de decir, pero nada sencillo, de conseguir.

Este tema es muy delicado y fácilmente exportable, a la situación de otros países, como el nuestro, a falta de un día para las elecciones, en Cataluña. Pero, sobre este asunto, no voy a opinar, porque la política no es el objetivo de este blog