Este es el blog de algunos de nuestros últimos viajes (principalmente, de los largos). Es la versión de bolsillo de los extensos relatos, que se encuentran en la web, que se enlaza a la derecha. Cualquier consulta o denuncia de contenidos inadecuados, ofensivos o ilegales, que encontréis en los comentarios publicados en los posts, se ruega sean enviadas, a losviajesdeeva@gmail.com.
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sábado, 26 de mayo de 2012

¡Hasta el martes, te jodes!


             Nos levantamos y vamos a comprar los billetes para ir esta misma tarde, a Mopti. Hoy si hay transporte público, pero es casi lo único. Contemplamos, entre desolados y aterrorizados, que todo sigue igual que ayer, cerrado a cal y canto, salvo unos cuantos puestos callejeros y algunas anudadoras de trenzas. Es San Viernes, pero no entendemos, que en este país, les de por cerrar dos días seguidos. Y además, porque a pesar de ser musulmanes –y como hemos visto en varios horarios oficiales-, la fiesta principal es el domingo.
En Bamako, los periódicos hablan del golpe de estado
            
Por la carretera y calles principales, sigue habiendo vehículos militares, aunque hoy, disparan menos al aire. Queremos proveernos de bebidas alcohólicas, para el resto del duro transitar por Mali, pero la tienda de la gasolinera y el supermercado, están cerrados. Preguntamos a un vigilante, cuando abren. La respuesta es, que están chapados, hasta el martes. ¿Están locos? ¡¡Cinco días festivos!!.  Y eso, que no es final de Ramadán.

            Gracias a la única tienda de coca-colas, que ha abierto, a un restaurante de carne y a las simpáticas chicas, que venden en la calle, pescado frito con cebolla, conseguimos comer. No hay más blancos en la ciudad, aunque nuestra presencia, no resulta incómoda ni a civiles, ni a militares, ni siquiera cuando fotografiamos casi todo, lo que permite el sentido común.

Al mirar el cartel de un banco, nos estremecemos y comenzamos a atar cabos. En él se lee, que cerraban ayer por festivo, pero que reabrían hoy, hecho que no se ha producido.
                                              Bamako
Gasolineras obligadas a cerrar –cuando según indican, abren siete de los siete días de la semana-, severos controles militares en nuestra entrada a la ciudad, militares pegando tiros por las calles, clases suspendidas, organismos oficiales cerrados...¡Y todo, por tanto tiempo!. ¿ No será por casualidad, que se ha producido un golpe de estado y que estamos en todo el medio, con riesgo de nuestras vidas?. Aún así, nos sorprende no encontrar resistencia activa en las calles, a los golpistas, haber hallado la frontera abierta o que nadie nos haya advertido de nada, estando todo el día por la calle.

También nos desconcertó, que cuando entramos en la ciudad, escuchando y viendo ráfagas de ametralladora, todos nuestros compañeros de viaje, ni siquiera fruncieran el ceño o pestañearan..

            Con tal certeza –aunque, no confirmada-, dudamos sobre si seguir o retroceder y optamos por lo primero. Tras un sufrido, pensativo y ajetreado viaje a Mopti, un conductor de piraguas, que responde al nombre de Alí Baba, nos confirma la respuesta, a la pregunta que no nos habíamos atrevido, a formular a nadie.

                                                                      Bamako
            Afortunadamente y en esta ciudad, aunque hay visible presencia militar, la situación a día de hoy, es mucho más relajada: todo ha abierto, incluido los bares y las escasas tiendas de bebidas alcohólicas. A las ocho, sin embargo, hay toque de queda. Pero, a las seis de la tarde, la mayoría de los negocios, ya están recogiendo.

Al menos aquí, para poder comprar algo, no nos tendremos que joder y esperar, hasta el martes.

 Por cierto: en este país la gente, los golpes de estado, se los toman como el café de media mañana.   

A tiros por la calle, como si tal cosa


                                                                    Bamako
              Podíamos haber llegado a Bamako, malquiera de los 365 días del año, pero lo fuimos a hacer –para refrendar nuestra forma de coincidir con todas las celebraciones y fiestas-, el día de los Mártires. Todo está cerrado. No sólo las tiendas o los puestos callejeros, sino también servicios tan esenciales, como el transporte, las gasolineras o las farmacias. Nunca habíamos visto semejante escena en el tercer mundo: gente renunciando a un día de trabajo e ingresos, a cambio de ocio ninguno, porque sencillamente o no lo hay o no se lo pueden permitir.

            La opción más festiva del día es, contemplar como los militares pasan a toda leche, en moto, coche o vehículos específicos, pegando tiros al aire, con sus armas reglamentarias, mientras son vitoreados por los lugareños. Se nos encoge el corazón, al ver como un alocado militar, carga aceleradamente, su arma de repetición, a dos metros de nosotros, apuntando para todas partes, como si fuera Rambo.

            Por lo demás, Bamako es una ciudad agradable y muy africana, que nos libera del polvo de los días anteriores. El centro está muy agrupado, con unos cuantos atractivos históricos y mercados, que se entrelazan entre si. Abundan las motos y las bicis, más que en los países anteriores. El calor es severo, a pesar de ese sol, que nunca termina de mostrarse del todo, debido a la neblina.
Bamako
            De momento, Mali está superando lo esperado, sobre todo en materia alimenticia. Además de tortillas francesas y arroces con salsa, hemos comido carne y pescado, a precios muy razonables. La primera, más barata que en Senegal, aunque los precios de casi todo, son idénticos, en ambos países.

En esta ciudad –que no es ciudad, al abandonar el centro-, se encuentra la sede del Banco Central de África Occidental. Es el único edificio alto de Bamako, junto a un mastodóntico hotel. Pero mientras el segundo, está bien acondicionado, los accesos del primero son penosos, con basura a montones, llena de moscas, murallas de chapa, puestezujos y un par de distraídos vigilantes –con uniforme de seguridad, tipo africano-, oteando el panorama.
                                                                          Bamako
A lo largo del día, no hemos visto, ni un solo blanco. Despedimos la jornada contemplando, como niños y niñas, juegan botando sobre aros neumáticos, con canicas o con cualquier cosa, que encuentren en la calle. Los pedigüeños y los pelmas, son menos, que en el vecino Senegal, pero aún debemos de corroborar hechos y sensaciones, a lo largo del resto del país. Si no hay contratiempos, mañana partimos para Mopti. Queríamos habernos largado hoy, pero todo el transporte público, está paralizado. 

¡Esto es una mierda!

            Llevamos unos días, constatando con sufrimiento, como tiramos el dinero. Al menos, eso nos parece. Pagar 15 €, por transportarnos en la perrera incómoda de un R12, de hace décadas. Abonar 6, por un padecimiento masoquista, al tardar en recorrer 183 kilómetros, 7 horas, en un Mercedes sexagenario. O abonar casi 20, por un hotel sin agua y sin luz, porque no hay otro en el pueblo. Y, desgraciadamente, podría seguir.
Diboli
            En Senegal y Mali, el precio, nunca es un indicativo, del servicio o producto, que se va a recibir. Pero, lo de hoy, ha sido ya casi insuperable. Las cosas ya empezaron mal. Por un lado, la frontera de Diboli es un caos. Nos sellaron dos veces el pasaporte, una de ellas en una hoja en blanco, con las pocas libres que nos quedan.

Por otro, el codiciado autobús grande, a Bamako, no es tal, sino un minibús –muy nuevo-, pero donde han tratado de aprovechar el espacio al máximo, colocando cinco asientos, donde sólo caben cuatro, por lo que la incomodidad es manifiesta, para un viaje tan largo. Salimos puntuales, pero de camino a Kayes, padecemos dos severos controles policiales, aunque educados.  

            Kayes tiene pinta de ciudad casi normal: está bien iluminada y se halla junto a un ancho río. Tras la cena, el conductor nos vuelve a deleitar con su sonora, estridente e insoportable música. Más que chóferes, parecen patrones y los lugareños lo asumen como tal: paran cuando ellos tiene ganas de comer y de orinar o machacan los tímpanos de los pasajeros, con vídeos, radios o casetres, como en este caso. La carretera es regular, pero la conducción, se desarrolla con magistral pericia, esquivando la mayoría de los baches.

Cuando intentamos dormir, algo en el motor, empieza a sonar mal. Como además del volante, son expertos en mecánica, en diez minutos ya ha decidido, que la dinamo está rota y que nada más puede hacer. Sin comunicar nada, se echa a dormir. No hay lugar para la controversia. Los pasajeros están acostumbrados, a ser tratados como animales y lo aceptan,
                                                                Diboli
Son las 12 de la noche y el interior del vehículo está oscuro. Sólo se ven linternas y furtivas sombras desplazándose, en una escena que aterrorizaría a cualquier blanquito, sin experiencia en el continente. Se trata de meriendas de negros, entre viajeros y lugareños de Konia KAri –pequeño pueblo, donde hemos parado-, mientras hay motos que van y vienen y que terminan, cuando los primeros se acoplan de cualquier manera, sobre el suelo del arcén y terrenos colindantes. Unos sobre esterillas, aunque la mayoría, así, tal cual. Conseguimos dormir un par de horas, pero nosotros, dentro del vehículo, ¡no nos vaya a picar o morder algo!.

La actividad vuelve, sobre las siete de la mañana, cuando sacamos toda nuestra artillería de protesta. A nosotros y a otros lugareños, que se salen del redil, nos buscan una solución. El resto quedaron allí tirados y nunca supimos, nada más de ellos.

Sin comerlo ni beberlo, nos vemos de nuevo en un maldito microbús sobreocupado. Salimos, sí, pero resulta de toda forma insoportable. La carretera empeora y el paisaje resulta, como si siempre pasaran la misma instantánea por delante de tus ojos.

Lentamente, van pasando las horas y el calor aumenta. Parada para comer. Otra vez y ya van dos días, bocadillos de tortilla francesa. Y a echarle un rato en cada pueblo, mientras sube y baja el pasaje. Al menos, hay muchos más vendedores que en Senegal, que te surten de agua, fruta o dulces. A 20 kilómetros del destino, un pinchazo. Hemos tenido avería, en los tres últimos transportes, que hemos abordado.
Diboli
Ya sólo nos queda sobrepasar, más de diez controles militares –con unos tanques incluidos- y escuchar ráfagas, que parecen de metralleta. ¿Pasara algo aquí?. No sé. ¡Como siempre venimos desinformados!.

Exhaustos, nos ponemos a buscar hotel, que encontramos en cinco minutos, gracias a un vendedor callejero. Es barato, escasamente visible y el único de la zona. Es noche cerrada y nuestro ángel de la guarda africano, ha aparecido cuando más lo necesitábamos. Aunque, esta vez no hemos encontrado ningún chiringuito de cervezas frescas, como hubiera sido lo suyo. Casi, ni de agua. Aunque sumes todos los contratiempos vividos a lo largo del día, los de aquí te dirán, que todo se reduce, a un “petit problem”.

viernes, 25 de mayo de 2012

El cacharro infernal


           Aunque, con dificultades y cambio de planes, hoy partimos para la frontera de Mali, después de casi haber tirado la toalla. Viajamos en una furgoneta Mercedes, flamante y codiciada, allá cuando paseaba por Munich o Hamburgo, en los cuarenta o los cincuenta. Hoy, ha perdido toda su tapicería, tanto en los laterales como en el techo, los asientos se hallan destrozados y el parabrisas entero, pero dividido en miles de porciones.
                                                                          Tambacounda
            Lo pillamos según sale y completamos el abarrotado pasaje. Uno de nosotros viaja, con más de medio culo fuera del asiento y el otro, con unos cinco churumbeles, situados detrás, trepándole por la espalda.

            Son 183 kilómetros hasta Kidira y la carretera es buena, salvo en los últimos 40 kilómetros. Los primeros 50, los hacemos en una hora, pero de repente, algo no va bien. Por donde normalmente sale aire acondicionado o calor, empieza a aparecer humo negrísimo. Parada, inspección ocular –como haciéndose los sorprendidos-, echar agua al motor y esperar a que se enfríe. Tras un escaso intervalo de avance, volvemos a detenernos, junto al mojón del kilómetro 103 (los que faltan para nuestro destino).

                                                                       Camino de Kidira
            Ahora –mientras el calor nos derrite-, además de llevar a cabo el mismo proceso, sacan el gato y hurgan por debajo del vehículo. Más de media hora de calvario y reanudamos la marcha, con recesos, cada diez minutos, para apagar la sed del motor.

Con bastantes dificultades, llegamos a Goudiry, un pequeño pueblo de cuatro puestos de madera retorcida y unas decenas de casas. Discutimos entre nosotros, por razones que no viene al caso –durante la dilatada parada para el almuerzo-, mientras un vendedor de carne asada, con la poca que le queda, nos persigue a cada movimiento, sin perder su esperanza. Esta localidad no dispone de luz, a pesar de ubicarse en ella, un generador de la maldita electra.

Para hacer los 65 kilómetros que nos quedan, tardamos más de tres horas, para un total de siete (una media de 26,14 a la hora)..

            Las constantes paradas para oxigenar el motor, hacen que adelantemos y seamos sobrepasados por el mismo camión, hasta cinco veces. Cada poco, sube y baja gente, hasta la interminable bajada de las de los criajos escaladores, que además, llevan una mudanza entera, sobre el techo. Y todo, para apearse en mitad de la nada. Aunque, con los que son, pueden hacer un asentamiento. Por la carretera es muy frecuente, ver otros vehículos averiados, con la rueda pinchada y hasta camiones volcados.

            Tras contemplar, como unos pájaros se comen una vaca muerta, llegamos a Kidira.

            Pensábamos hacer noche aquí, pero la hostilidad y fealdad del lugar, además de que sólo haya un hotel caro y con mala pinta, nos hace pensar en llegar a Diboli. Nuestra última experiencia senegalesa la tenemos al comprobar, que de donde te ponen el sello, a donde te dan el OK para salir, hay más de kilómetros y medio, en sentido contrario.
Kidira
            Ya atardeciendo, cruzamos un penoso río y en tierra de nadie, un alojamiento, que vivió tiempos mejores, nos depara una mala noche, pagando más de 20 €, sin luz y sin agua. Estamos a escasos metros del puesto fronterizo de Mali. Como ni sitios para cenar hay, volvemos a cruzar el puente ya de noche y otra vez nos toca salir corriendo, ante la amenaza de un asalto. Para retornar y escarmentados, pagamos a un conductor, que por allí pasa.

            En este caso, la culpa ha sido nuestra, por como otras tantas veces, creernos por encima del bien y del mal. África’s night no es para toubabs (blancos europeos). ¡Un día de estos, no vamos a llevar un disgusto!.

sábado, 19 de mayo de 2012

"Donnez-moi un cadeau"


             Llegas por la mañana pronto, a una ciudad nueva –de cuyo nombre no quiero acordarme- y consigues bajar del taxi siete plazas –increíblemente-, de una sola pieza y con todas las articulaciones gritando y protestando, al mismo tiempo. Enseguida, te rodea un montón de gente: “taxi, taxi madame, taxi…”Cuando consigues que entiendan, que no necesitas ninguno, te rodean los vendedores y comisionistas de los demás vehículos compartidos, ofreciéndote toda la variedad de destinos posibles, incluido, por supuesto, aquel del que acabas de llegar.
                    Personajes cotidianos de la vida de Mauritania y Senegal, tanto arriba, como debajo

            Otra vez, a decir que no y a esquivarles para conseguir llegar a la tiendecita de la esquina, donde venden bolsitas de agua de 500 mililitros y así aplacar la sed, pues aunque es pronto, el calor ya aprieta de lo lindo. Curioso lo de estas bolsas: yo nunca he sabido beber de la bota o el porrón y ahora si no quieres chupar todo el plástico –incluidos los gérmenes- tienes que lanzar a chorro, el líquido elemento. La otra solución es comprar botellas de litro y medio, pero son como cuatro veces más caras y a lo largo del día puedes, llegar a consumir, 5 ó 6 litros de agua por persona.

            Después de saciarte, comienza la búsqueda del hotel. No es fácil. En esta zona no abundan y como las ciudades están construidas a lo ancho, debes caminar varios kilómetros bajo el sol y por calles arenosas, hasta que encuentras uno.

            Todo esto es cotidiano en muchos viajes, pero lo que ya no lo es tanto, son las hordas de niños –de entre cinco y diez años-, que te rodean en manadas de 15 ó 20, para pedirte dinero o un regalo. A tu alrededor solo ves cabezas rapadas y pies descalzos. Y tan solo, escuchas: “donnez-moi un cadeau, donnez-moi un cadeau”.

            Les dices repetidas veces, que no, pero ellos insisten. Vuelves a negarte y ellos, a lo suyo. Al final tienes que enfadarte y dar cuatro gritos, para que se alejen un poco. La forma más efectiva de que se vayan corriendo, es mandarles a estudiar al colegio. Se les abren los ojos, ponen cara de susto y huyen.

            Colegios, claro que existen y a la puerta de todos ellos, hay dibujos y carteles informativos, en los que colabora Unicef y España, diciendo textualmente: “Yo quiero ir al colegio y quedarme en él”.
           
No sé si los intentos de otros gobiernos y de algunas organizaciones, caen en el saco roto de las autoridades locales, pero la realidad es que centenares de niños –sólo varones- llenan las calles desde las siete de la mañana, ataviados con su raído uniforme, consistente en: pantalón corto, camiseta futbolera y bote de tomate o de Nocilla, colgado a la espalda, donde recogen los restos de comida, que les ofrecen y diciendo a todo el que se cruza con ellos: ¡“donnez-moi un cadeau”! (¡Dame un regalo!).

Nota: Este fenómeno, es endémico en Senegal y muco más esporádico, en Mali y en el sur de Mauritania. 

sábado, 12 de mayo de 2012

Mejorar África occidental, ostensiblemente, saldría gratis o casi (parte IV de IV)

“Transporte”:

39º.- Encender el motor del vehículo media hora antes de partir y no apagarlo en las paradas, aunque sean largas, como para comer.

40º.- Transporte sin horarios fijos –en Senegal, que no en Mali-, siendo el único país de nuestro mundo conocido, en que esto ocurre.

41º.- los sufridos y resignados ciudadanos, son capaces de estar cuatro o cinco horas esperando, a que se llene un cacharro, sin inmutarse, aunque se doble la capacidad del vehículo.
Elinkine (Senegal)
42º.- Los militares viajan gratis en el transporte público, porque les da la gana y se lo consienten.

43º.- Se encargan de poner túmulos muy elevados, para frenar el tráfico de las carreteras, cuando esa función, ya la cumplen los numerosos, deteriorados y profundos baches.
44º.- Bajarse de un cacharro en mitad de la nada es fácil, avisando al ayudante, pero al llegar a la gran ciudad, te dejan a más de 12 kilómetros para que te busques la vida, sin llegar a las estaciones establecidas (ocurre muy frecuentemente, en Dakar).

45º.- Un simple autobús de 60 plazas, necesita para ser gestionado, de un conductor, un cobrador –sólo esporádicamente, eficiente- y tres ayudantes, con funciones muy difusas.

46º.- Los militares y la policía –bien simpáticos, eso si- están más bien, sobre todo en las carreteras, en labores de entorpecimiento y nunca, cuando los puedes necesitar en alguna situación difícil.
Camino de Djenné (Mali)
47º.- No entienden, que alguien decida desplazarse andando, como entretenimiento o para las gestiones cotidianas. Casi siempre, cuando preguntas por una dirección en la vía pública, te dicen que esta muy lejos y que cojas un taxi. Pero, como de pequeños no debieron ver “Barrio Sésamo”, los conceptos cerca y lejos, se muestran muy ambiguos.

48º.- Los deteriorados y carísimos taxis de siete plazas –para el desguace, ya desde que los trajeron a África- cuestan casi el doble, que un autobús, semiconfortable, con horario (aunque nunca se cumpla).

49º.- Senegal es el único país del mundo, que conocemos, en el que las rotondas, más que para descongestionar el tráfico, sirven para crear atascos.

50º.- Incumplen cualquier regla de circulación, con la avenencia general –incluida la de las autoridades-, con el fin de ser como el agua y colarse por la rendija más pequeña del asfalto.

51º.- En Dakar, conviven al menos, diez medios de locomoción –privados o no-, que hacen de transporte público, que se entorpecen entre si y que cubren rutas similares.

“Varios”, para terminar:
                       Nouakchott (Mauritania)
52º.- Las carencias se solucionan con nacionalismo en diferentes modalidades. Por ejemplo: todas las bolsas negras, que acogen mercancías, llevan grabado, decenas de veces, el nombre de Senegal.
                          
53º.- Son escasos los lugareños, que hacen algo de deporte, en forma de carreras o de gimnasia y generalmente en la playa. Pero o trotan sin ganas o hacen flexiones con trampa, moviendo sólo los brazos y sin levantar la tripa del suelo.

54º.- Después de escuchar los cincuenta y tres puntos anteriores, ningún senegalés se deprimiría y vería necesidad de cambios. Porque en Senegal –y también en Mali-, cualquier situación, por grave que sea, es solo un “petit problem”
                                                          Oujda (Marruecos)
            Para revertir todas estas situaciones y simplificando, lo que se me ocurre es canalizar la mayor parte de la ayuda humanitaria –al margen de proyectos concretos, como depósitos de agua, rotondas o carreteras-, a financiar programas de educación masiva. Por supuesto e inexcusablemente, laica y controlada estrictamente, por los gobiernos inversores. Todo lo demás, son cantos de sirena o seguir alimentando el negocio –bastante turbio- de unos pocos.

Mejorar África occidental, ostensiblemente, saldría gratis o casi (parte III de IV)

                                                                              Cap Skiring (Casamance, Senegal)
“Dinero”:

29º.- El estrastoferico ascenso de los precios, sin remordimiento o sonrojo. En un mes, el visado de Gambia ha subido, de 25000 a 45000 francos, la cerveza en el supermercado, un 20% y la visa de Mauritania, de 31 a 48 €.

30º.- El mismo vendedor, y en varios casos, preguntando el precio de un artículo, te lo sube sin rubor, diez minutos después.
                                    Rosso (Mauritania)
31º.- Redondeo de las cuentas y siempre a favor del comerciante.

“Servicio a los clientes”:

32º.- Los negocios –salvo los bancos y no siempre- nunca disponen de horarios en la puerta, perjudicando la actividad comercial y a ellos mismos. Pero, parece darles igual.

33º.- Son actores redomados de la mentira: después de haber pagado el hotel a precio de oro y tras haberte hecho una jugarreta, se sorprenden, cuando les dices, que no hay ni luz ni agua, ni la llave cierra la puerta por fuera.

34º.- Si vas a preguntar a la oficina de turismo de Dakar, única conocida y operativa en el país, las mujeres que atienden, no tienen la menor idea de nada. Las más voluntariosas, te mandan coger un taxi o alegan desconocimiento. Las más osadas, directamente, se inventan lo primero que les viene a la cabeza, sin pudor o remordimiento.
Djenné (Mali)
35º.- Incapacidad para la negociación. Prefieren tener un alojamiento vacío, que bajarse del burro de su tarifa.

36º.- Dejar el negocio vació y abierto –sea puesto, tienda o cíber- y sin señal alguna, de cuando volverán. En el caso, de que ya hayas consumido el servicio, te toca esperar –a lo mejor eternamente- o traicionas tus principios y le birlas unos pocos francos, a un supuesto pobre. Si se trata de una compra, lo usual es, coger el producto, dejar el importe exacto y esperar a que nadie ajeno, se lo lleve (cosa, que no suele ocurrir, porque afortunadamente, entre pobres no se suelen robar)

“Pedigüeños”:

37º.- El asunto de los niños pedigüeños –con el bote de tomate o nocilla, colgando del cuello- y que actúan en manada, es realmente un problema grave y molesto. Resulta imposible saber, cual es su origen y como termina y sobreviven, dado que llegada una determinada edad, desaparecen del asfalto. Son una rémora absoluta, que entorpece cualquier actividad o relación.
                                       Fez (Marruecos)
38º.- Muchos transeúntes –niños y no tan niños- se creen con el derecho de molestar al extranjero, pidiéndole regalos, dinero o que les compres cosas inservibles –que tienen a la venta-, supuestamente, porque eres menos pobre que ellos. En este sentido, el avasallamiento en las estaciones de autobuses, en los primeros diez minutos, hasta que te muestras firme, es tremendo.

Mejorar África occidental, ostensiblemente, saldría gratis o casi (parte II de IV)

          Sin anécdotas tan llamativas para ilustrarlos, enumero otras situaciones. Como suman un total de 54, he decidido agruparlas por campos
                                                   Cap Skiring (Senegal)
“Convivencia”:

6º.- Insensibilidad a la basura y a tirarla en cualquier parte.

7º.-Que te den una bolsa negra, con casi todo, por ínfima que sea la compra y que acabará revoloteando por cualquier parte, movida por el aire de la tarde.

8º.- Tratar de meterse con la moto, hasta el corazón de los mercados, de calles estrechas o hasta el interior de los establecimientos, sin reparar en el daño, que hacen a las ventas de los tenderos de los primeros o al patrimonio de los segundos, que han pagado el asfaltado de la calle, de su propio bolsillo.

9º.-.Falta absoluta de educación en las relaciones sociales y comerciales, una vez obtenido el dinero. Explicaciones inexistentes, ante cualquier carencia del servicio.

10º.- Transmitir por toda la ciudad y a todo volumen los cánticos religiosos, que sólo representan y desean escuchar unos pocos.
11º.- Comer todos del mismo plato –con cuchara o con la mano- habiendo vajilla suficiente.

12º.- La costumbre de convertir ríos y arroyos, en vertederos de basura.
Tarfaya (Sahara Occidental)
13º.- Pocas escuelas normales y muchas coránicas.

14º.- Por un mismo barrio, transitan coches de caballos, junto a vehículos de lujo, cabras, gallinas…. Aunque, haya quién pueda considerar esto, como un síntoma de tolerancia y convivencia.

“Calidad de vida”:

15º.- Alguien tendría que explicarles, a esta gente, que si con dos hijos, no pueden salir adelante, menos lo harán con cuatro.

16º.- También, que la cabeza sirve para algo más, que para llevar sobre ella, bidones, barreños, bandejas, platos o postizos para el pelo. Va a ser difícil, que lo entiendan, pero habría que hacer el esfuerzo.

17º.- Pero tontos, al final no son, porque a la vez celebran –con cierre de todos los servicios básicos-, fiestas católicas y musulmanas, convirtiendo el calendario laboral en una delicia, para cualquier occidental.
                          Nouakchott (Mauritania)
18º.- Teniendo verdaderas carencias económicas, a todas partes van en taxi, incluso, cuando son distancias muy cortas, No desgastan los pies, ni siquiera para bailar, porque también los arrastran, como hemos visto en unos cuantos bares

19.Barren con escobas de palo corto –incómodamente agachados-, siempre al centro de la calle o a los pies del que pasa en ese momento, por delante de ellos..

20º.- Tapan las cervezas con la chapa, mientras la beben, pero luego, comen o retozan entre la basura y sin lavarse las manos.

21º.- Cada parada en la carretera, es posible encontrar a los vendedores, ofertando la misma mercancía y no otra cosa. Además de lo que puede ser útil para el viajero –snacks y agua-, también abunda lo inútil, en formatos múltiples (mandos para la tele, pósters, imanes para nevera….).

22º.- Encontrar una farmacia de guardia en un día festivo -Pascua-, en Dakar, es tremendamente más difícil, que hallar una licorería abierta. Aunque, esto no carece de lógica. Hay bastantes más demandantes de bebidas alcohólicas, que de medicamentos (aparentemente).
Elinkine (Senegal)
23º.- El sistema de venta en las calles. Los de las tiendas sacan su mercancía afuera. Enfrente, se colocan los de los puestos callejeros y por el poco espacio que queda entre medias, circulan los vendedores ambulantes, cargados de trastos. ¿Por dónde acceden los compradores?. Habría que añadir además, los vehículos mal aparcados y el infernal tráfico de la calzada.

24º.- Una farola ha caído y se halla desplomada en la plaza principal, de Dakar. Lo curioso es, que aún da luz desde el suelo. Nadie se sorprende. Después de una semana, aún sigue así.

25º.- En occidente, los supermercados son las tiendas de los pobres. En gran parte de África, las de los ricos –blanquitos-, dado que se venden productos –teóricamente- exclusivos, por cuatro o cinco veces lo que valen, aquí. En los pocos bienes que compiten –de fabricación local-, son más económicas las tiendecitas callejeras.

26º.- Ausencia muy generalizada de mosquiteras, a diferencia de otros países más pobres, de África occidental, en los alojamientos económicos. El coste es ínfimo –un par de euros-, en relación con los beneficios.

27º.- En un recorrido en transporte público por Dakar, leímos en una pared: “vamos a retirar la basura de las calles y a aprender a comportarnos”. Sobre lo primero, está todo dicho. Sobre lo segundo, no está mal, que se planteen el objetivo, pero queda todo el camino por andar.
                                                                                Sale (Marruecos)
Al margen de poner freno a su habitual agresividad, ilustro con dos ejemplos, entre las diversas situaciones, que nos ocurrieron: a) subes en un transporte y dejas los bultos, ocupando tus asientos. Bajas y cuando reingresas, alguien se ha sentado en tu sitio y ni siquiera ya sabe, donde ha puesto tu equipaje. b) estas en un cíber navegando. Levantas el culo, para mirar algo en la pantalla y de repente, alguien llega por detrás y te quita la silla.

28º.- Se plantan en mitad de la acera, interrumpiendo el tránsito, como si fueran una farola. De poco sirve, que les digas y repitas: “s’il vous plait”.

Mejorar África occidental, ostensiblemente, saldría gratis o casi (parte I de IV)

            En este apartado, se reseñan situaciones características de África occidental (fundamentalmente, de Senegal). La mayoría, se podrían revertir, sin apenas desembolsos económicos importantes. Simplemente, bastaría con un cambio de mentalidad. Aunque, debería ser profundo. Vamos allá.

            En nuestra penúltima tarde en Kaolak (Senegal), acudimos al cíber, para tratar de decidir nuestro inquietante futuro y sufrimos un desagradable incidente. Tras una hora de nefasta conexión, vamos a pagar los 300 francos, con un billete de mil. Lo agarra el encargado, rápidamente y nos indica, que no dispone de cambio. Pasan cinco minutos y viendo, que no se mueve del sitio, le indicamos que tenemos prisa y que deseamos recibir la vuelta. Sin siquiera contestarnos, cambia de ubicación en el local y se sienta en otro sitio, sin inmutarse.
                               Camino de Kayes (Mali)
Poco a poco, vamos subiendo el tono y nos indica, que no es su problema, que no podamos pagarle con el dinero justo. Amenazamos con llevarnos un teclado y una pantalla, pero no sirve. Tenemos que estallar y encolerizarnos, para que uno de los que le rodean, que esta recargando su móvil, le preste la moneda de 500, que le falta para darnos el maldito cambio. Ha pasado casi un cuarto de hora y aún tenemos que aguantar, que nos diga que nos estamos poniendo muy nerviosos y hablando muy deprisa. En esta desagradable escena, se dan varias de las enormes rémoras, que arrastra África occidental, especialmente, en Senegal:
                                 Isla de Goreé (Senegal) 
1º.- Falta de cambio: es un mal endémico. Portes el billete que lleves, salvo en las negocios regentados por los blancos. No tienen ningún pudor, en negarte la compra y si ya han prestado el servicio, hacerse los remolones o que tengas que ser tú, el que te busques la vida, para darles el importe exacto. La –en occidente, Asia, África oriental y otros lugares del mundo- habitual experiencia de ir al banco y conseguir monedas para el negocio, es desconocida o simplemente, exótica, en esta zona del globo.

2º.- Atrapar el dinero y luego ya veremos, en que condiciones te presto el servicio y por supuesto, sin devolverlo, aunque no cumplan su compromiso. Ocurre muy a menudo, en el sector del transporte, aunque se desparrama por todos los demás. El concepto cliente o servicio, simplemente, no existen, ni tienen pinta de aparecer en el medio plazo.

3º.- La desidia generalizada, que se muestra en actitudes, como estar todo el tiempo posible tirados a la bartola o sentados, contemplando el infinito. Solo se mueven, si van a conseguir dinero, a cambio y en muchísimas ocasiones, arrastrando los pies y con ademán cansino. Te sirven la botella de cerveza y te la cobran de inmediato. Luego, tardan cuatro de hora en traerte el cambio. El casco, que dejas sobre la mesa, puede estar sobre ella, hasta la hora de cerrar –o la mañana siguiente-. No es, que no lo recojan porque estén entretenidos, haciendo algo. No conocen más ocio, que holgazanear o enredar con el móvil. Y es extraño, porque cuando son pequeños, se entretienen con cualquier cosa.
Al hilo de la cerveza, reseñar otro increíble incidente, que habíamos padecido por la mañana en el bar, donde llevábamos tres días haciendo bastante gasto. Las primeras cervezas, nos las cobran al precio de siempre, pero las segundas, no, porque al patrón, se le ha ocurrido subir el importe, a media mañana. Y esto nos hace entrar en el siguiente apartado.
 Rosso (Mauritania) 
4º.- Desconsideración absoluta hacia el cliente, incluso por menos de 10 céntimos. Por supuesto, no volvimos a pisar ese sitio, aún pagando más caras las bebidas en otro local, provocando el problema número

5º.-. Por no pensar en el futuro, perdieron mucho más dinero, que el que ganaron con su treta.

miércoles, 4 de abril de 2012

Golpe de estado en Mali, en vivo y en directo

             Hola. Ha pasado mucho tiempo, pero estamos bien. Nos ha resultado imposible comunicarnos. Hemos retornado de Mali, donde hemos vivido un golpe de estado, en vivo y en directo, con sus tanques; vehiculos militares y rafagas de metralleta incluidos. Da bastante miedo, ver a un tipo con cara de loco, cargando un arma de repeticion delante de ti. Bamako quedo desierto, durante cinco dias; con todo cerrado. 
Djenné (Mali)
Conseguimos visitar el resto del pais; sin mas problemas, que el asfixiante calor y los insufribles transportes. El aeropuerto esta cerrado, pero hemos salido del pais por tierra; sin problemas.            
             

             Volvemos hacia Dakar, con calma y deesconocemos, lo que haremos, dado que todos los vuelos son muy caros. Lo mas probable, es que lo hagamos por tierra; hasta Marruecos y de ahi, volemos a Libano y Chipre o a casa. Cualquiera de las opciones, llevara algun tiempo, porque tenemos que volver a gestionar la visa de Mauritania. Hemos descartado visitar Burkina Faso y Ghana.

             Esperamos, que esteis todos bien y trataremos de comunicarnos, lo mas tempranamente posible. Lo de Mali, ha sido una autentica pelicula, de todos los generos, que ya os contaremos. Gracias por preocuparos por nosotros.

lunes, 6 de febrero de 2012

Calentando motores

                                                                                 Oussouye (Senegal)
            Si nada lo remedia –a ese tipo de contratiempos, ya estamos acostumbrados, últimamente-, mañana 7 de febrero y tal como estaba previsto, partimos en nuestro quinto y último periplo largo. Los planes siguen siendo los mismos, a grandes rasgos, a los expuestos en el post anterior.

De todos los viajes largos, este es el que va menos improvisado, en cuanto a los preparativos. Aunque, probablemente –nos tememos-, será el que nos vaya a generar más incertidumbres, a lo largo de su desarrollo. Todas las zonas del mundo, nos producen bastante respeto, pero África occidental y una vez abandonado el reino alauita, rumbo a Mauritania, aún más.

                                                                                           Segou (Mali)
            En Marruecos, haremos lo descrito en el post de más abajo. En el resto de países, tenemos previstas las siguientes visitas (teniendo en cuenta, que seremos muy flexibles, para añadir o quitar destinos):

            -Mauritania: Nouadhibou, Nouakchott, Chinguetti, Ouadane y Oualata.

            -Senegal: Saint Louis, desierto de Lompoul, Dakar, isla de Goree, Toubab Dialaw, Mbour, Joal Fadiouth, Palmarin, Toubakouta y Casamance.

            Gambia: Banjul, Serekunda, Gunjur, Kartong, isla de Ginak, Georgetown, Vassu y Basse Santa Su. Aunque, los tres últimos destinos, los tenemos muy dudosos, debido a unos cuantos factores, entre ellos, el tema del transporte.

            -Mali: Bamako, Djenne, Hombori, Mopti, País Dogon (Bandiagara y Songo), Sikasso, Ségou y Timbuktú.

-Burkina Faso: Ouagadougou, Bobo-Dioulasso, Banfora y Gaoua
Desierto del Sahara

-Ghana: Accra, Keta, Axin, Cape Coast, Ada-Foa, Larabanga, Kakum, Biriwa, Bosumtwi y Elmina.

En Togo y Benin, aún no tenemos muy estudiado el itinerario, dado que no hay mucha información en internet. En el primer sitio, iremos seguro, a Kutammaku y en el segundo, a los Palacios Reales de Abomey.

Como en periplos anteriores, trataremos de llevar el blog al día. Aunque en este sentido, nada podemos garantizar.

jueves, 26 de enero de 2012

África occidental, desde el 7 de febrero


             El día 7 de febrero, partimos hacia África occidental, en nuestro quinto y último viaje largo (con el permiso de Ryanair). Curiosamente, la fecha es la misma, que cuando iniciamos el primero, hacia Sudamérica, Centroamérica y México, en el ya lejano, 2.008.
San Louis (Senegal)
            Volaremos con Ryanair, desde Madrid a Nador (8,99 euros) y desde ahí, visitaremos Melilla, para proveernos también, de viandas y bebidas alcohólicas. Recorreremos el camino –más de 500 kilómetros-, que nos separará de Rabat, tratando de hacer alguna visita intermedia, interesante. Aunque, no será fácil, dado que Marruecos, lo tenemos bastante trillado (será nuestro séptimo viaje al país y el primero en invierno).

            En Rabat, solicitaremos la visa de Mauritania y tal vez –dado, que las embajadas están contiguas, según tengo entendido-, la de Mali. Si no hacemos allí esta última, la obtendremos, en Dakar.

            Comenzaremos a bajar hacia el sur. Desde la mil veces visitada, Marrakech, hasta El Aioun y desde ahí, hasta Dakhla. Ambos recorridos, los haremos en transporte público, valorando en su momento, si nos conviene hacer alguna parada intermedia, en función de si hay o no, cosas interesantes.

            Seguiremos avanzando, por el Sahara occidental, hasta llegar a la frontera, de Mauritania. Esta vez, creo, deberá ser en taxi compartido o privado, dado que no hay otros medios de transporte. No tenemos muy claro, que haremos en este país. Habrá, que estudiarlo. Pero, nuestro fin, es llegar hasta Senegal y recorrer el país, para terminar en Gambia.
                      Nouadhibou (Mauritania)
            Nuestro siguiente objetivo sería Mali, si finalmente descartamos, Guinea-Bisáu. Lo que no contemplamos y es definitivo, es entrar en Sierra Leona o Liberia, por variadas razones. Por lo que la salida natural, desde Mali, es hacia Burkina Faso, primero y Ghana, después. Togo y Benin, podrían ser los últimos destinos de este periplo.

            La mayor duda –aunque a estas alturas, no nos preocupa demasiado-, es como llevar a cabo el retorno, dado que los boletos de avión desde África occidental, son realmente caros. Lo más barato es retornar desde Dakar, pero para llegar hasta allí, tendríamos que volver, a sacar y pagar visados, si es que no nos han permitido, hacerlos de entradas múltiples (aspecto, que ahora desconocemos).

            Decir, que hasta hace días, contemplamos la posibilidad, de incorporarnos a una de esas expediciones, hasta Senegal, que se anuncian en los foros (especialmente, en Lonely Planet). Todo te lo pintan muy bonito, hasta que tratas de clarificar el capítulo de gastos, bien desglosado. Por lo que he visto, más que compartir un viaje y una experiencia, lo que buscan, es que les salga casi gratis, llevando además, la sartén por el mango. Además, a veces, hay agencias o guías turísticos por el medio. ¡Cuidado con estas proposiciones, que pueden encubrir algo deshonesto!.         Camino de Kayes (Mali)

            Chipre y Líbano, que en un principio, iban a ser las primeras escalas de este viaje, quedarán para otra vez, no muy lejana, en un viaje corto, de unos 22 días.